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"Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho..."

Un gran Santo, el más pobre en lo material, pero el más rico en lo espiritual dijo en su lecho de muerte: "Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho...". Ese gran Santo era Francisco, y si él dijo no haber hecho nada, ¿que hemos hecho nosotros? Empecemos a hacer algo para cambiar el mundo, ¿no os parece?

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domingo, 25 de marzo de 2012

COMIENZO DE LOS TRABAJOS EN OLLEROS.

Esta mañana he pasado poco tiempo en Granada. Tras comentarle a Toni mi descontento, una vez más, me voy a casa de Milton a por la moto. La máquina intentó trabajar en los alrededores de la Iglesia, pero se hundía y no podía. Como tampoco se hizo mucho ayer por que trabajara, la mando para Olleros. Aquí acabó su tan deseada estancia, con más pena que gloria.

Tengo un buen rato para salir, porque la máquina va muy lenta y no quiero llegar a Olleros mucho tiempo antes que ella. Recojo la moto, me voy al cuarto y me preparo para el viaje. Antes visito al carpintero para ver cómo van los trabajos. Tiene a medias la puerta de entrada, y pronto la acabará. Mientras tanto, nosotros no hemos sido capaces ni de buscar la viga de cargadero, a la que ellos llaman umbral.

Pasado un tiempo prudencial, salgo hacia Olleros. El viaje es una media hora, y como no tengo casi gasolina, me dice Milton que la eche en Casha, un anexo de Olleros que pilla de paso. Me dice que pregunte por Juan Canlla, y así lo hago, pero no está. Menos mal que me dicen que hay otra señora más adelante que vende gasolina, así que preguntando, llego a ella. Me acuerdo perfectamente de la casa, porque me pareció peculiar la primera vez que fui a Ollleros. No sabía que vendía gasolina. La vende por litros, en una especie de regadera y con su embudo. Vamos, como quien vende vino de pitarra en España. La diferencia es que con el vino de pitarra puedes encenderte un cigarro mientras te lo sirven...

Repostando al estilo antiguo.
Le caben dos galones completos, es decir, 10 litros. El precio del galón es de 16 soles, es decir, uno más que en Chacha. No parece caro para salvarte la vida en medio de la nada... le dejo un sol de propina y me voy.

Llegando a Olleros, adelanto a la máquina, que ya casi está. Parece que lo hubiera calculado...

Una vez en Olleros, entro en la municipalidad y a ver a las autoridades, y un rato después llegan el alcalde y el teniente de alcalde. Vemos la chamba, dejamos a la máquina trabajar y conversamos acerca de varias cosas, entre ellas la nueva biblioteca que pretendemos instalar. También me comentan que les han donado un terreno en Chacha y que quieren saber qué hacer con él. Me explican que les gustaría hacer un albergue para los niños de fuera, para que estudien en Chacha. No sé qué pasa, pero desde que se me ocurrió la idea de la Hermandad Almendralejo, no dejan de salir competidores... benditos competidores, por cierto...

Tiene que subir la cuesta ayudado por el brazo
Pasamos la mañana viendo cómo sufre el maquinista en un terreno fangoso que no deja trabajar. Tampoco se puede decir que tenga mucha experiencia el chico. Me acuerdo de mis tiempos en Almendralejo abriendo cimientos con “el Canario”... ese sí que era bueno.

Vamos a comer donde la otra vez que visité el pueblo. De primero sopa de arroz, que ya me gusta, aunque esta vez he probado la modalidad picante. De segundo arroz con patatas y un pedazo de pollo. Le pido una botella de agua a la señora y me dice que no tiene, pero que me puede traer un refresco. Le digo que sí, porque me encanta comer con bebidas frías, y el refresco que me trae creo que llega a alcanzar los 100ºC. No sé que concepto de refresco tienen ellos... esto sí que es un sacrificio.

Abriendo pista para que no patine la máquina
Trabajos más avanzados
Retirando las piedras más grandes para aprovecharlas después
Aquí la sobremesa dura lo que dura la comida. Eso de quedarse a hablar después de comer no se estila. Tampoco se estila el postre ni el café. Se termina el segundo y se levanta uno a continuar, y así hicimos... En España mataríamos a la mitad de la población si les inculcamos este estilo de vida. También a los peruanos les mataríamos si les introdujéramos la siesta en sus costumbres.

Por la tarde vemos cómo el maquinista sigue peleándose con el terreno, aunque parece que va ganando el chaval. Dejo marcado el trabajo, la zanja de drenaje, el acopio de materiales y mi regreso, que será mañana por la mañana, y regreso a Granada para llegar antes de que los trabajadores se vayan, ya que el retraso a que me tienen acostumbrado se convierte en puntualidad inglesa a la hora de terminar el trabajo. ¡Qué cosas, oye...! Me dijo Juan de Dios que el peruano siempre se retrasa, pero yo tengo el privilegio de haber descubierto que no siempre es verdad... a la hora de salir del trabajo y a la hora de cobrar son puntuales...

Llego y veo, y están los mismos cinco que empezaron. Lógicamente han avanzado muy poco, pero espero que el lunes Toni cumpla su promesa de meter más gente en la obra y avanzar.

Me voy a dejar la moto y coger el ordenador para poner la película a los niños. Una vez acabada, cuando están en plena fila india para recibir sus regalos, que hoy reciben por los pelos, llegan tres camiones con piedras que han recogido del cerro, para los trabajos de la torre y los contrafuertes. Tengo que dejar a los niños haciendo cola para recibir los regalos mientras indico a los conductores dónde volcar la piedra, pero lo hago tranquilo sabiendo que los niños no se van a mover, primero porque el que se vaya pierde su puesto en la cola, cosa que no va a permitir aunque le den mil apretones al estómago... y segundo, porque no están dispuestos a irse a casa sin regalo. Ya me podría haber ausentado tres días que ahí estarían esperándome...

Dije que casi reciben los regalos porque hoy he estrenado un novedoso sistema de disciplina. Llevo un silbato, y les he advertido que cuando les vea hablando, enredando y molestando a los niños que desean ver la película, daré un pitido. El segundo pitido será de recordatorio, y al tercer pitido ya sabrán que no hay regalo. De ellos depende que de uno, dos o tres pitidos. Hoy he dado dos, aunque podía haber dado los tres... si actuara como debiera, nunca tendrían regalo, así que hoy les perdono porque esta semana sólo han tenido cine dos días con hoy...

Cuando recojo todo, charlo un rato con los policías, que vienen de cenar, y me voy al cuarto a pasar la última noche de esta semana, si Dios quiere.

Mañana pasaré por Olleros a ver la máquina, luego por Pipus a ver a Luda, su edificio y su paseo marítimo, y más tarde, mi querida Chachapoyas....

Hasta mañana!

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