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"Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho..."

Un gran Santo, el más pobre en lo material, pero el más rico en lo espiritual dijo en su lecho de muerte: "Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho...". Ese gran Santo era Francisco, y si él dijo no haber hecho nada, ¿que hemos hecho nosotros? Empecemos a hacer algo para cambiar el mundo, ¿no os parece?

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jueves, 17 de abril de 2014

Hasta la vista Frayluco!!

Cada vez que muere un sacerdote en el mundo, mueren con él unas manos consagradas capaces de obrar el mayor milagro jamás logrado por hombre alguno: ser el medio por el cual el Señor se vale para venir a nuestra presencia físicamente.

Cada vez que muere un sacerdote, muere con él un poco el mundo, que pierde unas manos que no son solo de hombre, sino de Dios también, ya que son las manos de Cristo.

Cada vez que muere un sacerdote, la sociedad pierde (sin saberlo) el nexo de unión más a nuestro alcance entre Dios y el hombre, dejando a éste último al amparo de sí mismo.

En estos días me enteré de la muerte de Fray Agustín Barrios, un sacerdote y misionero franciscano al que conocía y al que tenía mucho cariño, por lo peculiar que era como sacerdote y por lo entrañable que era como persona. Pasó muchos años en Bolivia y es miembro de una familia que podríamos llamar “milagrosa”, al tener en sus filas a nada menos que cinco consagrados a Dios, todos ellos de la familia franciscana y repartidos por el mundo según el Señor los ha querido repartir.

Fray Agustín ya llevaba tiempo en Sevilla por causas de la edad y los achaques, pero si uno le miraba a la cara, casi sentía envidia al ver la fortaleza de su rostro, de su forma de hablar y de su semblante tieso como una vela. Sacerdote, cantante, poeta, escritor, filósofo y tantas más cosas…era todo un lujo poder compartir con él una conversación, una comida... o ambas cosas.

Ahora esas manos de Cristo están en su origen primero, de donde salieron un día a predicar por esos mundos lejanos. Esas manos ya no volverán a ser vehículo para traernos a Jesús en la Eucaristía, pero esas manos ahora podrán interceder por el mundo desde un puesto privilegiado, a sabiendas de que Fray Agustín no se olvida de nosotros, como nosotros no lo haremos de él. Estoy convencido de que lo primero que han hecho esas manos han sido estrechar las de Jesús, como un gesto de agradecimiento mutuo, uno por haber tenido el honor de ser llamado a filas por Cristo y el Otro por haber visto cómo aceptaba con agrado esa llamada.

Siempre que salgo al extranjero acabo por enterarme de alguna muerte de alguna persona querida, y esta vez ha vuelto a ocurrir. Lo único que puedo hacer desde tan lejos es rezar por él y pedirle que me ayude en este peregrinar, que nos ayude a todos, pues lo necesitamos mucho.

Por eso creo que no importa haber perdido esas manos, pues con su pérdida hemos ganado un santo. Creo que el cambio nos favorece: un sacerdote menos, un santo más. Ya lo era en vida, pero ahora lo es para siempre.

Por Cristo, con Él y en Él… así lo decías en la celebración, con la cabeza bien alta. Ya viviste aquí  por Él, así que ahora estarás ya para siempre con Él y en Él.
¡Hasta la vista frayluco!, mientras siga aquí acuérdate de mí y de los que te conocimos y necesitamos tu ayuda. Espero que no le eches la bronca a los cantores del cielo si desafinan, como se la echabas a los de acá abajo… a buen seguro te rodearás de los mejores tenores, ya que tú mismo los elegirás para poder rendir culto a ese por el cual viviste y al que amaste tanto, a Jesús, que para ti ya no está bajo la forma del pan, sino en persona y ante ti.