Asómate al mundo exterior...Y VERÁS TODO LO BUENO QUE TIENE!

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Asómate a la ventana y mira, escucha, habla...y comparte conmigo tus impresiones.

"Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho..."

Un gran Santo, el más pobre en lo material, pero el más rico en lo espiritual dijo en su lecho de muerte: "Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho...". Ese gran Santo era Francisco, y si él dijo no haber hecho nada, ¿que hemos hecho nosotros? Empecemos a hacer algo para cambiar el mundo, ¿no os parece?

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martes, 30 de abril de 2013

Capítulo 2. Lo segundo: más viaje...


Este título sí es original, al menos no se repite.

El capítulo primero acababa antes de la cena del viernes, para la que había quedado con Juanita, la hermana de Sor Carmen Rosa, del Convento de Santa Clara de Almendralejo. La tarde del viernes la íbamos a pasar juntos haciendo una visita a San Martín de Porres, pero finalmente no pudo. Yo preferí quedarme en el hotel, pues el sábado por la mañana podría ir con mi amigo manolo, el taxista, y así podría aprovechar para escribir el capítulo primero. Y así lo hice..
Tomando un aperitivo con Juanita, la hermana de Carmen Rosa

Anoche tuve una llamada telefónica, algo raro porque el número es nuevo y nadie lo conoce aún. Era de GH Bus, y me sorprendió que me llamaran. Quería decirme que el viaje a Chachapoyas estaba cancelado por problemas técnicos, así que tenía un grave problema. Cuando vino Juanita, antes de ir a cenar, fuimos a buscar otras compañías, y vimos Movil Tours, donde el precio era caro y había pocos sitios, y luego Civa, donde era más barato y además, por cinco soles menos tenía un asiento cama. Vamos, que la decisión estaba tomada y me quedé con la plaza en Civa. Los de GH Bus me dijeron que podía pasar a retirar el dinero del billete a partir de las 8:00, y así quedamos.

Juanita y yo habíamos quedado para cenar, ya que quería que probara cosas típicas peruanas. Fuimos a cenar ella, su marido, su hijo y yo. Me llevaron a un sitio donde hacen comidas típicas, y probé el anticucho. A mí me sonaba el nombre del año pasado, pero no me acordaba de lo que era. Hay anticuchos de chancho (cerdo) y de pollo, y curiosamente también de pescado. Vamos, que hay anticuchos de todo... así que los comí y seguí sin saber qué son exactamente, aunque puedo deciros que estaba bueno.

De postre nos pusieron “picarones”, que son una especie de rosquilla dulce hecha de camote, que es lo que os decía ayer que era anaranjado (aunque lo hay en más colores), y un poco de miel. Está muy bueno también.

El Pisco Sour
Y para aderezar el plato típico, me sirvieron un “pisco sour”, una bebida con bastante alcohol, pero buena también. Tenía un sabor parecido al Gressi. Me lo pusieron porque no quise “chicha”, ya que tengo un mal recuerdo del año pasado en las fiestas de Huancas, donde me revolvió el estómago bien... y aunque me dicen que esta chicha no es como aquella, de hecho es color violeta, prefiero no tentar la suerte, ya que al día siguiente tomaría un autobús durante 24 horas y no quería tener problemas estomacales...

Cenamos bien, en buena compañía y en un lugar muy bonito. Charlamos de España, de Perú, de ellos y de mí, y claro está, también de Carmen Rosa. Nos echamos unas fotos y nos fuimos a casa dando un paseo. A mitad de camino, Juanito (el hijo) se va a casa mientras ellos (Juan y Juana) me acompañan al hotel. Yo me pregunto si les gustará la música de “Juanes”... seguro que sí.

A eso de las 22:00 nos recogemos todos y es entonces cuando veo a Manolo, el taxista. Está en el casino echando una ruleta, pero como su coche no está en la puerta, no miro. Resulta que su taxi se “malogró” y ha tenido que comprar un coche nuevo, y como no lo conocía, pensaba que no estaba. Pero el botones, que sabe que lo busco, me avisa de que está jugando y entro a saludarle. Su juego dista mucho de ser el de un ludópata, sino más bien es el juego de quien espera a que le llamen para hacer una “carrera” con el taxi. Mientras unos juegan partidas de 1.000 soles a una tirada, él se contenta con jugarlas de dos o tres soles, como máximo. Le gusta ver cómo juegan los demás y disfruta cuando sale con una ganancia de ocho o diez soles... Se va contento si gana, y no le importa perder, ya que es poca cantidad la que arriesga.

Cuando me ve da un salgo de alegría, aunque no me conoció al principio, cuando me puse a su lado mientras le preguntaba qué tal la partida... cuando cayó en la cuenta soltó un “Martincitooooooo”... y me dio un abrazo. Le dije que no me quedaría mucho tiempo para “conversar” con él, ya que estaba cansado por el viaje y el cambio de horario, pero que el sábado quedábamos a las 8:00 para ir a ver a nuestro “Martinsito”... y con estas me acosté.

No tardé mucho en dormirme, eso sí, después de una ducha. Como no había champú en el baño, lo pedí por teléfono. Me dijeron que bajase a recepción, donde me darían una bolsita de esas de hotel. Cuando me la da, le digo a la chica que muchas gracias, pero me espeta: ¡¡eh, eh... me lo tienes que pagar!!... Sol y medio...

         En esos momentos te dan ganas de mandarla lejos, más por los modales que por el hecho de querer cobrarte una ridícula bolsa, cuando llevas dos días de hotel, desayunando, comiendo y cenando en el hotel... digo yo que darme una bolsita de champú habría sido un detalle. En fin, que le dije que me lo apuntara, como se suele decir en Almendralejo, en una cáscara de melón... pero lo apuntó, aunque al día siguiente ni ellos ni yo nos acordamos de ello.

Mi querida Santa Rosa
         Dan las 7:00 del sábado y me levanto, no sin esfuerzo. Tengo que dejar todo el equipaje recogido porque mis planes son salir con Manolo a ver al santo y venir, como el año pasado, con la hora justa o pasada. Dejaría las maletas en la habitación, pero ya cerradas y listas para salir rápido. Si me daba tiempo me daría una ducha, y si no, las tomaría y me iría. Y así fue, bajamos a desayunar. Café, bizcocho y zumo de naranja. Todo en compañía de manolo, que movía los bigotes con su “tesito”, y nos fuimos rumbo al convento de Santo Domingo.

         Lo primero de todo es ir a GH Bus a recoger el dinero del billete cancelado, donde no hubo problemas en la devolución. Luego fuimos a la Plaza de Armas, aparcamos el coche y le dije que se viniera conmigo, pues el año pasado hicimos la visita juntos y este año me gustaría que fuese igual. Tuvo un bonito detalle, y es que en su nuevo y flamante coche, mitad a gasolina mitad a gas, tenía el rosario de San Martín que le regalé un año atrás. Es muy devoto de él, y siempre que puede lo visita.

         Vamos al convento y sacamos la entrada. Allí esperamos a la visita guiada, pues aunque lo conocemos ya, es mejor recordarlo todo bien con alguien entendido. Damos las vueltas del año pasado, pero nos falta por ver una parte que está en obras (todavía desde el año pasado), aunque por contrapartida, nos dejan subir a la torre de la Iglesia, de casi 50 metros de altura y desde la que se divisa toda Lima, e incluso el puerto del Callao.

Y Martinsito... 
La cestita del pan de San Juan Macías
La cama original de San Martín de Porres... (el año pasado no la vi porque la zona estaba en obras)

Con mi amigo Manolo en el Coro de la Iglesia de San Martín
Y cómo no, saludando a mi tocayo

         Visitamos a Santa Rosa, a San Martín y también la estancia donde están la viga madre, la silla y la cesta de San Juan Macías, paisano de Ribera del Fresno.  Un día os contaré la historia de estos tres elementos... es preciosa.

         Llega el momento de subir a la torre. El año pasado no la vimos, así que será la novedad. Solo de pensar en subir las escaleras que vemos casi nos echamos para atrás, pero cuándo volveremos a tener esta oportunidad... así que subimos. A Manolo no le veía yo muy cómodo a medida que subíamos, pero subió como un jabato.

         En el primer piso había un típico mural de esos medievales en los que tienes que poner la cara a un hombre vestido de época. Nos echamos una foto los dos. 
Haciendo un poco el tonto...
Luego seguimos subiendo... y así hasta llegar al piso penúltimo, donde hay una campana exageradamente grande. Mientras Manolo está viendo unos cuadros en la pared, yo cojo el badajo (que pesaba un quintal) y empiezo a moverlo para ver si logro llevarlo al borde y tocar con él la campana. Es casi imposible, y tengo que usar todas mis fuerzas y balancearlo de un lado a otro para tomar impulso... y cuando Manolo me ve se pone a gritar: ¡qué haces insensato!... y entonces el guía viene corriendo para impedir que toque el campanazo. Pero yo que le veo venir pienso que solo hace falta un impulso más, pues en el anterior casi rozo la campana con el badajo... y cuando quiere llegar (imagínatelo a cámara lenta) yo doy el último golpe de fuerza para soltarlo justo antes del golpe, momento justo en el que el guía llega a mí y me coge de la mano a mi brazo para impedirlo, pero ya es tarde... suena un ¡¡CLONC!! espectacular. Tan espectacular que Manolo, guía, guiados y yo nos tenemos que tapar los oídos de lo tremendo del estruendo.
        
         El guía me echa la bronca, pero como no le oigo porque todavía me pitan los oídos, me hago el tonto... y me dice Manolo: “Muy bien, Martincito, ya puedes decir que todo Lima te oyó hoy”. Y vaya si me oyeron, pero bien...

El campanón...
         Después de esto subimos al último nivel, a las terrazas, desde donde pude contemplar Lima entera por sus cuatro costado, y Callao, aunque mal porque no suele estar despejado.
Con el Callao de fondo
 Bajamos y nos fuimos al coche para regresar al hotel, y llegamos a tiempo para la ducha. Me duché y bajé con las maletas para comer y hacer tiempo para embarcar en el bus.

Peazo autobús... ¡¡¡Super Churre!!!
         Después de comer, Manolo me llevó a la estación de Civa, donde tuve que esperar como una hora a que saliera el bus. La estación estaba apestada de gente, y hay un cierto caos que luego está bien organizado por los trabajadores, que tienen todo controlado. Los equipajes se van cargando según la ruta. Los de Chachapoyas somos los primeros en cargar, por eso de que seremos los últimos en recogerlos. Mi equipaje se pasa 7 kilos del máximo permitido, que son 20. A los que iban por delante de mí les hacían pagar un sol por cada kilo de exceso, sin embargo a mí me dijo que no. No sé si porque le caí simpático, porque no se dio cuenta o por la Tau que llevo al pecho, gracias a la cual son muchos los que vienen a mí para decirme: “Bendisión padresito”.

         Hay una cosa que no la he visto ni en España. Es una máquina de cargar móviles. Metes dos soles y hay un montón de cables. Cuando das con el de tu móvil, se lo enchufas y tienes quince minutos de carga. Todo un invento que está por ver en España... o eso creo. Yo aprovecho mi espera cargando el móvil, ya que la tarjeta que compré venía con 15 Mb de internet y quería aprovecharlos para “guasear” y ver los correos. Y me vino muy bien, ya que gracias a ello pude tener un viaje más ameno.

         El sillón era digno de un marqués. La planta baja del bus era para los asientos cama, y la alta para los normales. La planta alta se llenó, mientras que la baja estaba vacía, un chico, una chica y yo. En un principio me sentí mal por saber que encima de mí había gente más incómoda que yo, con asientos que no se pueden reclinar. Yo, sin embargo, podía ponerme casi horizontal y los asientos son bien mullidos, de cuero y más anchos de lo normal. Son comodísimos... aunque yo no buscaba eso. Pero me vino bien, porque después del avión me apetecía un espacio más ancho.
Sale borrosa, pero se aprecian los asientos "Recaro"
         Así hasta Chachapoyas. El viaje bien, sin novedad. No hubo nada raro digno de mención, y los chóferes hicieron una única parada de 20 minutos en las 24 horas de trayecto... ¡¡pobres los de arriba!!. Si cuando bajé yo, casi no me podía tener en pie, me imagino a los demás... En la parada unos tomaban sopa, otros se tiraban en el suelo y yo aproveché para cargar el móvil y beberme un zumo de durazno. Eso sí, mi cigarrito también...

El menú de CIVA
Una parada en el camino
Mis dos "ojitos" hicieron el viaje más ameno
      La siguiente parada sería Chachapoyas. Ya llegando a Pedro Ruiz me era familiar el camino, ya que lo tomé varias veces con Amado el año pasado para ir a Yumbilla, a Gocta y a algún sitio más. Ya me sentía como en casa.

         Y por fin llegamos. La estación está tan cerca del Obispado que ni siquiera tengo que tomar taxi. El Obispo viene a recogerme, me enseña mis aposentos, que son los mismos que los del año pasado, y a descansar un momento. Pero no me acuesto porque me dormiría, así que salgo a hacer visitas. Primero Katy, pero no está. Luego las hermanas franciscanas, que sí están. Charlo con ellas un ratito y me vuelvo a reir mucho con Sor Clementina, que es muy graciosa. Cuando le dije que venía en Civa, me dice: “¿encima de qué?”... y todos nos echamos a reir.
Descargando maletas
         Terminada la visita me voy a misa de 18:30, oficiada por el padre Antonio. Como me había visto antes de misa, pensaba que me iba a sacar a la palestra como el año pasado, pero se le olvidó, así que me libré de tener que dar un discurso ante el respetable. Luego nos fuimos a cenar, ya que los domingos Juanita (la cocinera del obispado) descansa y deja la cena hecha.

         Y como si no hubiera pasado ni un día, igual que el año pasado, nos vamos a ver la tele, comentamos las noticias de acá y de allá y nos vamos a acostar.

         Cuando les di en la cena un regalo culinario, y les dije que si tenían morriña de España, me contestaron que no. ¿Cómo vamos a tener morriña de lo que se ve allí?... y es verdad, aquí en Perú nos conocen como el país que ha enloquecido, donde dos papás o dos mamás pueden adoptar niños, donde las protestas se vuelven violentas, donde los que dicen defender la paz y la tolerancia hacen “escarches” a diario, donde se puede ir a un colegio católico, pegarle un guantazo a un profesor y romper las aulas... en fin, mi querida patria. ¡¡Anda que están poco a gusto ellos aquí...!!

         Yo solo sé que en Madagascar me decían que mi país es un “poquito chulito”, y en Perú también. No sé en el resto, pero cuando eso piensan de nosotros fuera, es que algo no estamos haciendo bien.

         Bueno, y después de la cena y de las noticias, me voy a escribir el segundo capítulo... y a dormir, porque mañana es un día duro. Ya he hablado con el alcalde de Granada, con el secretario del alcalde de Chacha y con el Obispo para comenzar cuanto antes, ya que este año tengo menos tiemp. Empieza el baile en Chachapoyas.

         Hasta mañana!!

sábado, 27 de abril de 2013

Capítulo 1. Lo primero, el viaje...


Este título para el capítulo primero ya me resulta muy repetitivo y familiar. Para la próxima misión tendré que ser más original. En cualquier caso, todo en la vida comienza por el principio, y esta misión (como las otras) comienza por un viaje, que es la primera aventura de todas, así que comienzo:

Tenía ganas de venir, aunque la cosa se ha demorado bastante. Primero porque se metió por medio la misión en Madagascar, y segundo por los problemas que hubo con el envío del contenedor para la creación de las tres bibliotecas. Al final estoy en Lima, que es lo que cuenta, si bien aún queda la peor parte del viaje: el autobús.

Los que ya sabéis cómo va esto conocéis cómo es el trayecto. Salgo mañana sábado a las 15:30 horas, y la llegada está prevista para las 14:30 del domingo. Nada más llegar me dijeron que habían acortado el trayecto por algunas mejoras en las carreteras, pero viendo que solo se ha ganado una hora, la verdad es que no es como para echar cohetes. Bueno, menos da una piedra... una hora es una hora. Al final serán 23 horas de viaje. Pasando este ahorro a términos matemáticos, diremos que el tiempo de este trayecto se ha reducido en casi un 4,2% después de un año.

Con el contenedor enviado y los problemas resueltos, solo tuve que esperar a que el precio del billete fuera algo más módico de los 1.900,00 € que me pedían por viajar a primeros de semana. Al final, esperar unos pocos días ha supuesto un ahorro del 50% en cuatro días. Esto sí que es un porcentaje y no el del autobús.

Podríamos hacer un capítulo a modo de prólogo, ya que antes del viaje hay muchas cosas que hacer, muchos contratiempos que solucionar, equipajes, despedidas y preparativos... y esto no forma parte del viaje. Como los días que pasé en España entre las misiones de Madagascar y Perú han sido muy pocos, y el trabajo mucho, casi prefiero olvidarlo. Quería despedirme de mi familia y casi no lo hago, quería despedirme de mis amigos y casi no lo hago... y quería hacer otras muchas cosas que sí que no he hecho. En fin, si Dios quiere tendré tiempo de sobra en verano.

No hacía nada de tiempo que me estaban dando la bienvenida, y para ello alguien muy especial me hizo una tarta muy rica. Me acuerdo de la gracia que me hizo intentar descifrar el texto que tenía puesto, pero al final lo hice... y sin darme cuenta, tenía otra (mejor escrita pero más seca, jejeee) para despedirme. 

Pone: "Bienvenido. Te quiero"
Centrado ya en la misión de Perú, me monté en el avión sin saber aún si había confirmación de que el dinero para la ejecución de la Iglesia hubiera llegado. Pero confiando en la providencia de Dios, me subí sabiendo que hay muchas más cosas que hacer allí aparte de poner piedras, entre ellas las bibliotecas. Y fiándose uno de Dios nunca está errado... tiempo al tiempo y lo verás si tienes un poco de paciencia.

En fin, que mi hermana y Jorge, convertidos en mis madrugadores chóferes madrugadores que me llevan a Barajas, han sido una vez más los que han tenido que pegarse el palizón de levantarse a las cinco y llevarme para luego volver ellos. Es una buena forma de fastidiarles el día de San Marcos, pero al final me alegro de que decidieran llevarme en lugar de dejarme ir el día anterior porque pude despedirme al completo de todos los afines al convento, de unos después de misa, de otros en la bonita celebración que se hizo con motivo de la confirmación de mi amigo Andrés. Allí estaban todos, monjas, catequistas, miembros del Centro Juvenil... y de todos me despedí hasta el verano.

Y ya en casa, como le decía a una “amiguina”, me di cuenta de que había tenido tiempo para todo y para todos, menos para mí, así que me puse a preparar las maletas, cosa que ya debería haber hecho antes... es lo que tiene. Todo esto a cinco horas de salir de viaje. Y con maletas preparadas y una mala noche, salimos rumbo a Madrid, donde llegamos sin problemas. Ya conocemos “al dedillo” el camino a la T4.
Ahí me esperaba el pajarraco...
En Barajas bien, aunque con pena por la partida. Mi único entretenimiento será la “Muy Interesante”, amén de las películas... pero tampoco me hace mucha falta porque, como me gusta tanto la soledad, me vendrá bien mirar por la ventana del avión... y justo entonces, después de pasar los controles, me doy cuenta de que mi tarjeta de embarque no tiene el asiento 14L que reservé, sino el 48D. Eso quiere decir que me han metido en medio del berenjenal, quitándome mi única ilusión: ver el mar mientras escucho a Enya.

Pero esto no podía quedar así, así que me fui a la puerta de embarque a ver qué pasaba, y tras unas negociaciones me dieron el 15L, eso sí, a regañadientes. También tiene ventana, aunque luego me daría cuenta de que justo ahí tiene un pliegue el avión que hace que la ventana esté más adelantada y se haga incómodo mirar por ella, además de que si la mujer de adelante echa el asiento para atrás, me fastidia el asunto... y la mujer se pasó el viaje echada hacia atrás. Lo que más rabia me daba es que esa mujer que no me dejaba ver, además, ocupaba el asiento que yo había reservado por internet.

Y en un momento dado, le digo adiós a la península Ibérica...

La línea portuguesa... se acabó la tierra y empieza el charco, ...diez horas para cruzarlo...
Bueno, era incómodo, pero se veía. Había elegido ese asiento porque la experiencia ya me dice que es mejor viajar delante de las alas, porque tener una asiento de ventanilla para hartarte de ver la superficie del ala es aún peor que tener un asiento interior. Para la vuelta intentaré pillarlo de nuevo, pero eso ya os lo contaré.

 El viaje bien, sin contratiempos, pero como ya sabéis, estar doce horas en la misma posición no es muy relajante. En Air France, los Boeing 777 tienen sus propias pantallas individuales donde uno elige qué película ver. Aquí, uno ve lo que le ponen, le guste o no... La primera película fue “El Hobbit”, y me hubiera gustado verla, pero tardaron tanto en proyectarla que me dormí profundamente y me desperté justo para ver el final. La segunda película fue muy rara, no sé cual era, pero muy fea para mi gusto... era como de unos payasos surrealistas en un circo surrealista también, lleno de excentricidades. Seguro que alguno me dice que es una obra maestra, pero yo no veo más que mamarrachos con nariz roja y funambulistas como una cabra... Es el “momento Enya”. La tercera película es una de esas “basada en hechos reales” de esas que tanto me gustan a mí (irónico), pero la vi para ver si me sorprendía... y me sorprendí, pero no de la película, sino de que la terminase de ver...
El "momento Enya"
Y así llegamos a Lima, donde mi amigo Manolo el taxista no está para esperarme porque no ha recibido mi e-mail. Las tecnologías siguen sin ser el fuerte de muchos. Menos mal que allí estaba la hermana de Carmen Rosa, con un cartel donde ponía mi nombre. Me sorprendió porque no la esperaba, pues le había dicho que era mejor que fuera al Hotel para darle las cosas que me había dado su hermana. En el aeropuerto uno no sabe si esperará una hora o cinco. Aprovecho y me voy con ella en taxi hasta el hotel.

Mi maleta tardó muchísimo en salir por la cinta, y eso me hizo sospechar que había habido algún problema. Yo ya iba dispuesto a que me la abrieran, pues sabía que lo que llevaba dentro podría despertar sospechas muy fundadas. Por un lado iban unas latas de aceite, colocadas en batería. Yo sabía que eso por el scanner podría parecer cualquier cosa menos aceite, así que estaba dispuesto a que me las hicieran abrir. Por otro lado, dentro de la maleta había algo que haría que los perros se pusiesen como locos a ladrar, pero no porque hubiera drogas, sino porque se iban a desmayar con el olor de algo que llevaba en una barra y que, seguramente, no había olido nunca... Vamos, que os digo que a un perro le enseño lo que llevaba y no le da tiempo a cogerlo, sino que se muere del infarto antes solo de pensar en comérselo... jeje, y no doy más pistas. Solo aprovecho para agradecer a la samaritana que pensó en mí y en mi alimentación en Granada... a mí también se me saltarán las lágrimas cuando lo abra.

El caso es que ni en Madrid le dieron importancia a las grandes latas que venían en la maleta, ni tampoco en Perú. Me las pasaron por un escanner a la llegada, y cuando miraba, resulta que el “técnico” que tenía que mirar la pantalla estaba hablando con una persona y ni siquiera miró. Vamos, que podría haber pasado una ametralladora en la maleta y habría pasado. Para ser justos diré que en Madrid me pasó lo mismo con la de mano, pues nos quitan todo lo que llevamos puesto para ponerlo en una bandeja que pasa por el escanner, pero luego, mientras pasaban mis cosas, el otro “técnico” estaba con la mirada perdida pensando en sus cosas... vamos, que con técnicos así, es para pensárselo dos veces.... tanto protocolo para que luego no miren una simple pantalla.

Mi primera cerveza caliente...
Llegamos a “Mundo Hotel”, y resulta que Manolo está malo en casa y no trabaja hoy. Está con gripe... Cuando llego al hotel son las 8:00 más o menos, así que tengo el cuerpo con el horario de las 3:00 de la madrugada española, y de ahí hasta que me acuesto (para acostumbrarme cuanto antes) pasan otras tres horas, con lo que caigo rendido cuando me duermo a las 11:00, que son las 6:00 españolas.

Cuando me levanto el viernes son las 6:00, pero mi reloj de pulsera marca las 13:00 horas, y del susto que me doy salgo rebotado de la cama... creo que ha llegado la hora de cambiarlo al horario local, y luego me vuelvo a acostar, pues no sé qué hacer tan temprano. Y a eso de las 8:00 (hora local) me levanto para desayunar. Café con leche y una porción de tarta de algo parecido a chocolate. Es lo mejor que he visto de entre multitud de cosas de todo tipo.

En la mañana tengo que dejar dos cosas resueltas, una el teléfono, la otra el autobús. Me acerco a una y la hago, y la otra también. Y ahí acaban mis quehaceres matinales hasta que llega Juanita, la hermana de Sor Carmen Rosa, con la que me voy a (según dice ella) desayunar, con lo que será mi segundo desayuno del día. Me lleva a un sitio especial donde hacen un buen chicharrón, con una cosa cuyo nombre no recuerdo, pero que es como las láminas de berenjena frita, aunque de color naranja y sabor dulce. Para ella es desayuno, pero para mí ya es la comida, pues son las 12:30.

Llegados al hotel, cambio mi habitación del “Gran Mundo Hotel” por una en el “Hotel Mundo”, a secas. Es 30 soles más barato, aunque es un quinto sin ascensor, pero es bueno el cambio... así cuando suba las escaleras me acordaré de que, aún así, tengo donde dormir... Aquí no tengo sandalias serigrafiadas, el baño es algo más sucio y pequeño, la tele es peor y más pequeña, y la ventana no da para la calle, sino que es un ventanuco a un patio interior... y por eso... ¡¡soy tan feliz!!.

Ahora estoy aprovechando que iba con Juanita a ver a mi Martincito de Porres, pero me ha llamado para decirme que ha surgido un inconveniente y prefiero ir mañana por la mañana, ya que al ir solo prefiero hacerlo de mañana. Y de ahí, a la estación de GH Bus, si Dios quiere, para acometer el viaje a Chacha, donde ya me esperan con los brazos abiertos mis amigos y amiguinos... pero eso será el capítulo segundo de esta historia.

Hasta entonces!!

miércoles, 17 de abril de 2013

AL FIN SALE LA CARGA RUMBO A LIMA!!


Hoy es un gran día, uno de esos días en los que uno descansa y se acuesta con la satisfacción del deber cumplido. Hoy es como el día después de un examen para el que llevas todo un año preparándote. Te preguntarás por qué, pues bien, te lo cuento:

Por fin hoy se ha enviado el contenedor, para el que tanto tiempo llevamos trabajando, a Perú.
 Esta mañana, a las 7:30 de la mañana, había quedado con José para desayunar en Los González, junto a la nave que tan generosamente nos cedió Pepe durante tanto tiempo para guardar la mercancía que teníamos previsto enviar. A las 8:00 comenzábamos la carga.

Durante todo el año, desde mi regreso de Perú, hemos estado recogiendo mercancía en el Convento de Santa Clara. La gente llevó ropa, calzado, juguetes, mantas, y libros, muchos libros. De hecho, los libros era el motivo primero del envío, ya que tratamos de realizar un proyecto de alfabetización en Granada, Pipus y Olleros, en la región Amazonas de Perú, que pasa por la creación de tres bibliotecas escolares.

El trabajo ha sido duro, pues el convento parecía un hospital robado, y entre todo el Centro Juvenil Francisco y Clara, en coordinación con las monjas y varios colaboradores, se empaquetó todo caja por caja. Todo se embaló con cuidado y se etiquetó por fuera para saber el contenido de cada caja.

Después llegó la donación de los pantalones, con los que aprovechamos para hacer el I Mercadillo Solidario del pantalón, que resultó ser un éxito. Lo hicimos en el parque de La Piedad y el resultado fue magnífico. Además, ese evento tuvo una doble vertiente solidaria, ya que se vendieron los pantalones muy baratos, y más baratos aún para los parados y los inmigrantes, así recaudamos dinero mientras ayudamos a la gente más necesitada de Almendralejo. El resultado fue tan bueno que se consiguió el dinero para el envío del contenedor, y aún así sobra un poco. Se recaudaron 3.040 €, y el contenedor costará sobre los 2.900 €.

A cuenta-gotas la gente seguía llevando libros y ropa a Santa Clara, hasta que decidimos llevar todas las cajas a la nave de Pepe para aliviar un poco el Centro Juvenil. Cajas para acá, cajas para allá... y al final todas en la nave.
Y todavía había más
Mientras estaba en Madagascar preparaba el envío, y cuando llegué a España tenía poco tiempo para hacerlo porque rápidamente me iba a Perú de nuevo. Sin embargo ocurrió un problema, y es que faltaba un documento llamado EORI, del cual no disponía OFRA. Me tocó suspender mi billete a Lima y quedarme unos días más para solucionarlo, pero lo hice. Fui a Mérida, a la delegación de Hacienda, y allí di de alta a OFRA en el EORI. Ahora la ong ya puede enviar mercancía internacional, con lo que hemos crecido un poquito más en las competencias que tenemos, a la vez que hemos aprendido una nueva cosa. No tenía ni idea de que se necesitaba eso.

Ya con el EORI, programamos la carga para hoy, jueves día 16 de abril, y por fin, esta mañana me parecía mentira cuando cargábamos el contenedor. Ayer llegó el camionero y fuimos a pesar el camión de vacío, y hoy sobre las 11:00 ya estaba lleno, y al destararlo dio un resultado de 7.260 Kg. Más de 7 toneladas de ayuda humanitaria salidas de Almendralejo. ¡Esto sí que es un pueblo solidario!... y eso que se trataba de un contenedor pequeño.

Lo malo ha sido que no ha cabido toda la carga. Hemos logrado meter, con la ayuda de José Alvariño, 519 cajas, ahí es nada... No cabe ni un alfiler en el contenedor, y ya quisiera ver yo a los mejores jugadores de “Tetris” colocándolo mejor... no podrían. Asi y todo han sobrado casi 100 cajas de mercancía.
No es nadie José colocando cajas... ni un hueco.
Al final teníamos que seleccionar las mejores porque no había espacio para todas, pero hemos metido todas las que tenían ropa o calzado de niños y bebés y hemos dejado las menos importantes, como juguetes. Los juguetes siempre los compro yo allí, y además, aquí serán necesarios para los Reyes Magos de este año.

En fin, que la misión está cumplida. Doy fe de ello y hemos tomado algunas fotos para que veáis que, finalmente, el contenedor salió rumbo a Callao, desde donde viajará a Chachapoyas. Yo mismo, si Dios quiere, lo esperaré en persona para intentar evitar lo inevitable, o al menos minimizar los robos.
Y los supervisores controlando la carga
Pensando cómo colocar las cajas...
Que sepas que tu ropa, tus libros o tus zapatos van rumbo a Lima, donde muchas personitas pequeñas esperan impacientes para vertirlas, leerlos o calzarlos. Has colaborado en esta empresa, y ya te espero para la siguiente, que será, Dios mediante, a mi regreso de Perú, con nuevas ganas de seguir construyendo el Reino de Dios aquí en la tierra. Eso sí, con tu ayuda, porque solo no puedo.

Aprovecho para agradecer a todos los que han cooperado y son partícipes de esto, como es el pueblo de Almendralejo, la Alcaldía y el equipo de gobierno, con su Alcalde al frente, la cadena COPE, Loli Izquierdo y Blas Sánchez y los periódicos Hoy y Extremadura, la Policía Local, el amigo Pepe (quien nos prestó la nave por tanto tiempo), Ana (Librería Ramos), Toni (Librería San Francisco) y Rafa (Libería Fernández), la Universidad de Santa Ana y Carmen Daza, el Santiago Apóstol, el Colegio Público San Antonio y su director Felix, los allegados al Convento, el Centro Juvenil Francisco y Clara al completo, con sus catequistas, monitores y niños, la Parroquia de la Purificación, Cáritas Almendralejo y, de manera especial, a los que cooperaron en el Mercadillo del pantalón, Piedad y Fernando (e hijos), Nina, María José, Carmen Gordillo (a la que le debemos otros favores también), Ana (la prima de Nina), Pilar, Diego y Loli, Inmaculada y Fernando, María Argueta, María Solano y Jesús, Jorge y Loli (mi hermana), Leo, Pepi, Carlos y Sonia, y especial mención a la AMPA del Colegio Virgen del Carmen de Córdoba (y a su presidenta, la cual me consta que ha seguido todo desde la distancia)... También quiero agradecer a la sección de Badajoz, desde el MCC con su presidente Antonio a la cabeza, José Antonio, y especial mención a Teresa y Don Andrés (parroquia de San Andrés) por contribuir con tantos y tantos libros (dos furgonetas), a mi amigo Juan Carlos Trujillo por su transporte de libros y a María Cáceres por tantas y tantas molestias tomadas... y alguno más que seguramente me olvido y al que pido perdón.
Ya casi no queda nada
¡Esto se acaba!
Y hoy quiero agradecer también a José Alvariño, a Jesús y a María su madrugadora presencia y su gran apoyo. Sin ellos no podría haber hecho esto...

Me dicen que me informarán detalladamente de por dónde va el contenedor, así que, según vaya sabiéndolo, os lo iré informando. Ya solo queda que llegue y que os cuente cómo se reparte y dónde, para ver el final de esta historia que aún está sin terminar.
Y con la firma del albarán acaba el proceso... por fin.
De momento ahí os dejo la última foto, la del precinto... con esto se puso el broche final a la carga. Espero ser yo quien lo abra en Chachapoyas, y no otros... pero eso ya os lo contaré, eso si, si Dios quiere, como siempre.
  



       A todos vosotros en nombre de los peruanos, en nombre de OFRA-ONG San Francisco y, como no, en mi propio nombre:



¡¡UN MILLÓN DE GRACIAS!!

jueves, 4 de abril de 2013

LAS CUENTAS DE MI VIDA


      Hace tiempo escribí esto, y ahora lo publico aquí. Espero que te guste y que te ayude a pensar en lo esencial y en lo relativo, y que, igual que yo un día, descubras que lo esencial es solo JESÚS.

LAS CUENTAS DE MI VIDA

Sentado bajo un castaño
jactándose de la vida,
hacía lista un viejo huraño
de los bienes que tenía.

Las finca de las afueras,
las rentas de lo alquilado,
varias casas de madera
y mil cabezas de ganado…

Casas, fincas, rentas, vacas,
¡todo está ya bien pagado!
Ya no necesito nada
ya bastante lo he sudado.

Al punto vino un pastor
al hombro con una oveja
y se sentó junto al señor
a comerse sus lentejas.

Buenas tardes, caballero.
Buenas tardes tenga usted.
Coma usted si tiene hambre
beba algo si tiene sed.

Discúlpeme si me niego,
pero no tengo por costumbre
comer sentado en el suelo
y con el humo de la lumbre.

Más que excusado está,
pues solo queda para uno
y buena falta me hará,
que mañana es día de ayuno.

Parece que está contento,
¿puedo preguntar por qué?
Contaba mis posesiones
hasta que ha llegado usted.

Por lo grueso del cuaderno
muchas debe de tener.
Muchas tengo, eso es cierto,
pero todas las gané.

Se cantar, coser, planchar,
cocinar en mi restaurante,
pintar, esculpir y echar
las cartas a los viajantes.

Y todo me da dinero
que invierto, por no gastarme,
en casas que dejan renta
y muchas obras de arte.

Y así desde los veinticinco,
hasta éste preciso momento,
he llegado a ser muy rico;
¡y por eso estoy contento!

Muchos bienes tiene, si,
y veo que ninguno debe.
Pero, ¿podría decirme usted
cuantos amigos tiene?

Pocos, sí. Mas bien ninguno,
Pero no he tenido tiempo.
¿Y puede decirme usted
porqué también está contento?

Porque soy afortunado
y nunca nada me falta.
Y, ¿qué tiene usted tan grande
para que no le falte de nada?

Un bastón y mi sombrero,
un “rebaño” de una oveja,
tengo a usted por compañero
¡y este plato de lentejas!.

¿Y esas  son sus posesiones?
¿Y eso le hace estar contento?
Y, ¿no tiene preocupaciones
por no tener ni alimento?

Buen amigo, tengo uno;
el mejor de los mejores,
el que siempre me acompaña:
¡El Amor sin condiciones!
  
Anda, que esa sí que es buena,
¡me has dejado patitieso!
¿Me quieres decir cómo vistes,
comes y calzas con eso?

Muy sencillo, amigo mío,
todo tengo en mis hermanos,
nunca me desampararían
mis amigos a los que amo.

Cosen y planchan para mí,
me cocinan cada día,
me dan lo que necesito
¡y yo por ellos doy la vida!

¿Dónde vas?, dime y, ¿quién eres?
Voy camino de Emaús,
Vente conmigo si quieres.
Y mi nombre es: JESÚS.


FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN