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"Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho..."

Un gran Santo, el más pobre en lo material, pero el más rico en lo espiritual dijo en su lecho de muerte: "Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho...". Ese gran Santo era Francisco, y si él dijo no haber hecho nada, ¿que hemos hecho nosotros? Empecemos a hacer algo para cambiar el mundo, ¿no os parece?

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domingo, 4 de octubre de 2015

UNICEF Y SU TESTAMENTO "SOLIDARIO" (LA CAÍDA DE UN MITO)


Cuando uno piensa que ya ha visto y leído de todo, siempre hay quien consigue superar con creces el listón de lo políticamente correcto. En este caso, diría que más bien de lo inmoral.

Después de ver un anuncio en televisión que me ha dejado perplejo por su inverosimilitud, he acudido a internet para comprobar si es que no me había enterado bien o si, de verdad, la sinrazón humana no tiene límites, y terminé confirmando lo segundo.

Resulta que la, hasta ahora intachable UNICEF, ha tenido la “lucidez” de lanzar una campaña denominada “Testamento Solidario” en la cual nos animan a ir a un notario para redactar un testamento en el que les nombremos herederos absolutos de nuestros bienes. 

Sí, has leído bien, no me lo estoy inventando.

Desconozco quién es el artífice de dicha campaña, pero de antemano digo que deberían expulsarle cuanto antes, retirar ese ofensivo anuncio sin escrúpulos y tratar de buscar fuentes de financiación más dignas. 

Ver su página web resulta, cuanto menos, bochornoso, pues en ella nos animan, con la mayor naturalidad del mundo, a reescribir el futuro de miles de niños mediante una fórmula de colaboración algo extraña, pues nuestra forma de colaborar es morirnos. Sí, morirnos. 

¿Quieres colaborar con UNICEF? Lo tienes fácil: muérete. Pero deja antes firmado tu testamento ante notario, porque si no, tu muerte no habrá servido de nada y el futuro de los niños no podrá ser reescrito.

Tú puedes hacerlo gracias al Testamento Solidario UNICEF. Un acto por el cual, además de dejar tu herencia a tus seres queridos, puedes destinar una parte o todo para seguir ayudando en el futuro a la infancia más vulnerable. Así, tu solidaridad se extenderá a futuras generaciones”. Estas son palabras textuales de su web.

¿Quieres ayudar a los niños? Pues nada, hazles herederos de tus bienes y así, cuando te mueras, podrás morirte tranquilo.

Se me ocurre pensar: ¿Qué pasaría si esta campaña, en lugar de ser de UNICEF, fuese de la Iglesia Católica? Es una pregunta retórica, no hace falta que contestes. Ya te digo yo qué es lo que ocurriría: al minuto primero del lanzamiento de la campaña habría cientos de denuncias a través de las redes sociales. Un poco más tarde, la noticia habría saltado a todos los telediarios del país, llegando incluso al escarnio en canales tan “imparciales” como La Sexta o Cuatro, quienes se cebarían con la noticia y la exprimirían durante semanas, o meses incluso. Algún obispo o cardenal, si no todos, tendrían que dimitir por la presión social que se generaría, y partidos políticos como el PSOE, IU o Podemos saldrían a la palestra para apuntarse un tanto haciendo ver a todos lo solidarios que son ellos y juzgar y culpabilizar a la Iglesia entera. Es posible que hasta la propia UNICEF saliera al paso para denunciar tal tropelía. Pero la realidad es que es una campaña suya, una campaña de UNICEF, así que ya te digo qué es lo que pasará: ¡nada! 

Ya me gustaría a mí ver la presión social que son capaces de ejercer esos misericordiosos, justos y tolerantes anticlericales que dicen luchar por un mundo mejor protestando contra este insulto a la raza humana en general y a los niños pobres en particular.

Pero no acaba ahí la cosa. Sigo transcribiendo las perlas de la web de UNICEF:

“Cualquier legado, por pequeño que sea, marcará la diferencia en las vidas de muchos niños en todo el mundo. Con un gesto muy sencillo podrás convertir tus ahorros en miles de vacunas contra la polio o el sarampión; tu coche en tratamientos contra la desnutrición aguda; tu casa en una escuela para que los niños reciban una educación”.

Y yo me pregunto, ¿existe algo más inmoral que utilizar a los niños pobres para financiar una ONG? ¿Vale todo con tal de conseguir el vil metal? Parece que sí. Parece que, como es para los niños, cualquier iniciativa es buena.

Se permiten explicar al detalle cómo hacerlo. Sigo transcribiendo:

“¿Cómo lo hago? No es necesario disponer de una gran fortuna para compartirla con UNICEF y reescribir el futuro de miles de niños en todo el mundo. Hay varias formas de hacer un testamento solidario: en el caso de que no tengas herederos, puedes nombrar a UNICEF como heredero universal, entregándonos todos tus bienes, derechos y/o acciones. En el caso de que quieras dejar tus bienes a más de una persona y/o institución, puedes nombrar a UNICEF coheredero, señalando en el testamento el porcentaje asignado a cada una de las partes. También puedes legar un bien concreto a UNICEF a través de un legado. Incluir tus deseos en el testamento es sencillo. Si ya lo tienes hecho, puedes contactar con tu notario para realizar una modificación”

Por supuesto, también puedes optar por llamar a un número de teléfono para que ellos te asesoren cómo hacerlo. Te aseguro que ese teléfono te lo descolgarán rápido, más rápido que el de solicitud de ayuda para un proyecto concreto o para pedir información sobre cómo ser voluntario de su ONG.

A mí me gustaría más que en su web apuntasen, para el conocimiento de todos, cuánto cuesta mantener una multinacional de las ONG´s como la suya, cuántos empleados tienen y sus sueldos, qué presupuesto tiene la entidad para cubrir los sueldos y gastos de su Junta Directiva, cuánto se gastan en alquileres, material de oficina, vehículos y medios auxiliares de todo tipo, viajes de representación, etc. Porque quienes nos dedicamos también al trabajo solidario, sabemos muy bien lo mucho que cuesta conseguir algo de dinero para sacar adelante proyectos que, generalmente, suelen ser denegados porque entidades como UNICEF acaparan la mayoría de los fondos. Nosotros, las pequeñas entidades sin ánimo de lucro, no damos trabajo, pero nuestra solidaridad vale tanto como la de una multinacional. Necesitamos fondos, pero los buscamos haciendo conciertos, galas benéficas, mercadillos, campañas de todo tipo y presentando proyectos a diestro y siniestro a una administración que no se cansa de cerrar la puerta solidaria.

Me gustaría saber qué porcentaje del dinero que anualmente recauda UNICEF va a parar a la ayuda real y qué porcentaje se destina a cubrir los gastos logísticos internos propios de una entidad tan grande que puede permitirse el lujo de gastar una burrada en anuncios de televisión en el mejor horario, tener páginas web de alta calidad y poner anuncios en periódicos, revistas, radios y webs de toda índole. Ya me gustaría a mí comprobar lo que una pequeña ONG podría hacer con ese dinero.

También me gustaría que, antes de pedir que los demás nombren a UNICEF heredera universal de sus bienes, los miembros de su Junta Directiva publicasen sus herencias, para que todos comprobásemos primero cómo ellos ya lo han hecho. Así nos darían ejemplo. 

Desde luego que no vale todo con tal de conseguir financiación, ni siquiera para una entidad que lucha por los derechos humanos básicos. Por eso, desde aquí, pediría a los responsables de UNICEF que rectifiquen, que hacerlo es de sabios. Que se sumen a las campañas de búsqueda de financiación por métodos más racionales y morales, como lo hacemos el resto. Siempre tendrán la gran ventaja de contar con todos los medios de difusión nacionales a su disposición, puesto que cuentan con poder económico para pagarlos. Mientras tanto, los demás tenemos que conformarnos con una financiación “puerta a puerta” y una cobertura de medios locales en el mejor de los casos.

Pero lo peor de todo este asunto no es que a UNICEF se le haya ido de las manos la técnica del márketing moralmente aceptable, sino que, al final, les saldrá bien la jugada y más de uno les nombrará herederos universales de sus pequeñas o grandes fortunas.

Hoy, por desgracia, las palabras “solidaridad” y “misericordia” son antónimas e irreconciliables. Yo prefiero romper una lanza por aquellas pequeñas entidades y asociaciones que siguen trabajando duro, sin percibir herencias, y en las que estas dos palabras siguen siendo sinónimas.