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"Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho..."

Un gran Santo, el más pobre en lo material, pero el más rico en lo espiritual dijo en su lecho de muerte: "Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho...". Ese gran Santo era Francisco, y si él dijo no haber hecho nada, ¿que hemos hecho nosotros? Empecemos a hacer algo para cambiar el mundo, ¿no os parece?

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lunes, 4 de febrero de 2013

Capítulo 16. La inauguración de la casa y trabajos en la cárcel.


       Bueno, anoche fue la inauguración oficial de la nueva casa y la prueba de calidad de la cama. Esta cama es horizontal, así que ya sabía que pasaría la prueba antes de dormir en ella. Además, es completamente rígida y dura, más que cualquier Pikolín de tres al cuarto, y eso que es de bambú y cuesta unos 20 euros. Sería un buen negocio la importación a España... pensaré en ello sin decírselo a nadie para que no me pisen la idea.
¿Romántica?

         He instalado la mosquitera y Karima dice que queda muy romántica. La verdad es que si la miras bien es cierto, aunque su función no es nada romántica ni apetece mucho dormir bajo una. Espero que cumpla su función, que para eso la compré. Lo bueno de esta mosquitera es que no es del Coronel Tapioca. Quien recuerde mis experiencias anteriores sabe que estas dejan pasar mosquitos de hasta cinco centímetros.

 No quiero olvidar el regalo que me hizo mi amiga Nina, aquí lo tengo bien presente en mi estantería de bambú, junto a mi cama. Es una pequeña imagen de San Francisco, que me acompaña en la misión. Desde aquí le doy las gracias por este detalle.

Loado seas mi Señor por todas las criaturas...
Una vista general de la habitación
Y yo dispuesto a dormir mientras Irené coloca sus cosas  
Nuestros vecinos de al lado
Y la plaza donde está nuestra casa
El nuevo inquilino, Irené, ha traído una máquina de filtrar el agua y una mini-lavadora. Son dos artículos muy preciados que trataremos con cariño. El duerme conmigo, quiero decir, en la misma habitación. Como acaba de llegar del sur de Madagascar, donde lleva meses, trae un equipaje increíble. Incluso ha traído dos neumáticos de moto que ha puesto entre mi estantería y la suya.

Abajo a la derecha, la mini-lavadora, junto a la mini-nevera 
         Antes de ir a dormir fuimos a cenar a casa de David y Hèléne y allí os conté lo que pude porque en la nueva casa no hay internet. Por eso os cuento esto del día de ayer, porque cuando nos fuimos para allá ya no pude contarlo.
Se acabó el agua de la fuente, y empieza en casa

         Bien, pues terminada la jornada de ayer, comienza la de hoy. Es lunes y el día se presenta bien. Ha amanecido pronto, pero menos mal que Irené estuvo presto a poner unas mantas en las ventanas, que no tienen cortinas, y hemos podido dormir hasta las 6:00. A esa hora me levanto, pero me dicen que los lunes no hay misa malgache, así que aprovecho para instalarme por completo, echar un vistazo a todo y asearme un rato antes de que todos se levanten. Sin embargo, para mi sorpresa, no hay agua. En la fuente de la plaza donde vivimos hay una cola inmensa de gente con garrafas para llenarlas. En la fuente hay agua, y al parecer, cuando hay agua en la fuente no la hay en las casas y viceversa. Cuando, pasadas dos horas, la gente termina, le ponen un candado al grifo y empieza a haber agua en casa.

         Después que todos se levantan, empezamos a preparar las cosas, ordenar la nevera, los platos, los vasos, los cubiertos. Hago café para el desayuno y cae en un “plis”. Yo voy a probar la nueva lavadora. Es casi ridícula y he tenido que sacar parte de la carga porque no podía con tanta. Dejo lo más importante, calzoncillos y calcetines, y voy a llenarla de agua porque ya ha venido, pero de nuevo se va. Esto es increíble. Tenemos agua corriente que corre por momentos. Ahora entiendo porqué la señora de la casa nos dejó un bidón en el baño. Como nos pilla a todos por sorpresa por ser el primer día, no podemos hacer nada. Mañana andaremos más precavidos.

         Pongo la lavadora con Ariel (aquí lo hay) y tarda quince minutos en lavar. Después hay que coger la lavadora, llevarla al fregadero y sacar el agua con una manguera. Más tarde, para el aclarado, hay que volver a llenarla con agua limpia, y como no tenemos nada a mano, tengo que hacerlo con el frutero, con lo que tardo un buen rato.
        
         Llena ya, le doy una vuelta a la rueda para que aclare diez minutos y listo. Cuando la saco tengo que volver a aclararla a mano en la bañera. Por esto decidí lavar a mano la ropa que tuve que sacar porque no cabía; tardaré menos y quedará mejor.
Karima subiendo la bombona para la cocina
         Después de tender la ropa y ya desayunados, salimos para Antanimora, en autobús, todo un espectáculo al que no me he acabado de acostumbrar. La primera parada, dicha en francés, es muy difícil, pero escrita es 67 Ha (67 hectáreas). Así se llama el barrio donde hacemos el transbordo. Vamos Remy, Karima y yo, y ellos se apean antes porque yo voy solo a la cárcel. Como es la primera vez, tengo que decirle a una señora que me avise cuando llegamos a la parada, y así lo hace. Lo malo es que la señora de las ..., cuando bajamos del bus, me dice: ¡por allá!... y quince minutos caminando después, otro señor me dice: no, por allá no, por allá... Y me señala la dirección opuesta que traía.

         He perdido un buen rato, pero me ha servido para conocer el barrio mejor, y finalmente he llegado. Ya allí, me salen a recibir sin preguntarme ni a qué voy ni qué llevo en la mochila. Me fumo un cigarro y todos miran expectantes porque son de liar. En una cárcel no es muy recomendable hacer eso porque algunos piensan que es marihuana y eso está muy castigado. Para que vean que no lo es, le ofrezco uno al que está de guardia y se hace un lío liándolo que al final tiene que tirarlo. Mientras me río un rato, hasta el punto justo en que mi sentido común me dice que pare por si las moscas, me meto dentro y comienzo mi trabajo.

         Todos los niños de dentro salen a saludarme, ya sabéis, el saludo con el choque de puños y luego llevándoselo al pecho. Así con los cien... Yo no sabía cómo decirles que tengo prisa, y se me ocurre ponerme a trabajar directamente, a ver si se dan cuenta. Lejos de esto, todos vienen como una bandada de pájaros detrás de la madre. Si Martín va a los baños, todos van a los baños... si Martín va a las aulas, todos a las aulas... Pero por suerte, es la hora de comer y tienen que formar y esperar la comida: un plato de arroz.

         Con esto de que están comiendo, me quedo solo un rato y aprovecho para medir todo. De nuevo tengo que pasar por el mal trago de entrar en las letrinas, en las duchas y en los dormitorios. Mejor no os cuento más porque ya sabéis cómo es esto por el otro día.
Pido el "bol renverse poulet"

         Como tres horas después, termino. Justo entonces me llama Remy para decirme que están llegando a la prisión, así que iremos a comer. Salgo, me despido de todos y bajo la cuesta. Cuando nos vemos nos vamos a comer a un pequeñito local en el que hay que subir unas escaleras y en la planta alta está el comedor. Si te pones en pie das con la cabeza en el techo, así que es pequeño por lo ancho y por lo alto. La comida es muy buena. Como no entiendo nada de lo que dice la carta decido pedir lo mismo que los demás, y acierto. Es un plato de arroz con verduras y pollo. El amigo Remy invita, cosa que le agradezco porque tengo que reservar el dinero para comprar muchos caramelos para los niños del barrio de la casa nueva, que ya son nuestros amigos.



Y aquí está el plato
La cocina a pleno rendimiento
Con la cabeza en el techo
    Cuando terminamos, tengo que pasar la prueba de fuego... Para los que llevan meses aquí es una chorrada, pero para uno que va por primera vez, es toda una odisea tomar un autobús, con transbordo incluido para ir a un sitio que no sabes decir y a una gente que, de todos modos, no te entiende. Pero se puede decir que ha sido todo un éxito. Necesitaba viajar solo para aprender el camino, los nombres, los precios, las paradas y todo lo necesario para no depender de nadie. Creo que a partir de hoy, comienza una nueva etapa, porque sé ir solo a Antanimora, cosa que estaba deseando para no tener que estar molestando.

         Llego a casa, pero esta vez tengo cuidado con bajarme en la parada adecuada. Nada más bajar del bus, me encuentro en la acera de enfrente de casa. Puedo decir que esto, que parece una tontería, ha sido un éxito.
Los niños esperándonos como agua de mayo

         En casa, nada más llegar, me encuentro con Remy y Karima, y los tres nos encontramos de lleno con una avalancha de niños que están esperándonos porque ya saben que los blancos tienen caramelos. Subimos a casa, nos tomamos un café para descansar y, acto seguido, salimos a entretener al personal. Lo primero es el reparto de caramelos, uno a uno para evitar trifulcas. Los niños están haciendo las únicas dos cosas que pueden hacer con los medios que tienen, esperarnos y jugar con un montón de tierra arcillosa que les vale, una vez mojada, como tobogán. Sus pies descalzos resbalan mucho, y parece divertido. A pesar de haber un par de traspiés, nadie se cae porque dominan el medio.
Igual que en Perú, qué pena me da ver estos pies descalzos...
Sin embargo, sus caras reflejan felicidad... así son las cosas...

         Comienza el espectáculo: Remy y Karima salen al balcón mientras yo grabo y bailan un baile coreografiado con una canción muy marchosa de la JMJ, mientras los niños miran asombrados... es la primera vez que lo ven.

         La segunda vez la cosa cambia, porque algunos niños más avispados se han quedado con la copla de la coreografía y la imitan, el resto sigue mirando asombrado...

         La tercera vez será mejor. Bajan a la plaza y repiten el baile, y esta vez es un pleno total. Los niños se saben el baile y les encanta. Lo hacen bien, y como premio les damos otro caramelo. Creo que van a ser felices con nosotros mientras vivamos allí, y me alegro mucho porque no puedo darles a los niños de la cárcel ni del centro todos los caramelos que me gustaría, así que estos pequeñuelos de la calle van a ser más afortunados.

Ya se saben la coreografía
         Agradecen tanto el detalle que luego, cuando regreso a casa a por la tarjeta de la cámara para poder subir las fotos, salen a mi encuentro como 20 niños. Todos quieren agarrarme de la mano y acompañarme. Subo a casa y todos esperan a ver qué hago... salgo con la tarjeta y siguen allí, y me acompañan todos hasta la misma puerta del Centro Salesiano para despedirme.
Y cuando nos queremos dar cuenta, la plaza está abarrotada...
         Ahora estoy en la casa antigua, subiendo rápido esto para vosotros, porque me tengo que ir a cenar, pero antes quiero publicar esta entrada y subir las fotos, las de ayer y las de hoy.

         Creo que no se me olvida nada, y si se me olvida algo o me pasa algo nuevo cuando me vaya a casa, mañana os lo cuento.

         Os dejo unas fotos de estos niños


 
 
 


       Y la mejor de todas, la que más me gusta. Una foto que podría usarse para un power-point que hablase de la alegría y de la amistad. Bonita foto que os dedico, deseando que os haya gustado la sesión de hoy. 

   

         Un saludo a todos, y hasta mañana.

1 comentario:

  1. Bienvenido los cambios si son para bien; ya estáis instalados con un mobiliario de lujo (de bambú), las habitaciones a todo confort con su quitamosquitos (como en Memorias de Africa jajajaj) y ni que decir de los electrodomésticos que os permiten acondicionar todo el piso.

    Una vez más nos "obligas" a caer en la cuenta de que muchas veces consideramos como básico lo que es un lujo allí, por primario que nos pueda parecer. Todo se revaloriza allí, TODO.

    Superimportante tiene el mencionar la escasez de agua, cuánto la derrochamos aquí y allí es un bien ESCASO y necesario.

    Me gusta que te rodees de cosas que no te hagan olvidar a tus amigos, el caso de San Francisco; sabes que muchos de ellos piden por ti para que puedan transmitirte esa fuerza que te será tan necesaria en tu día a día. Tú también tengo a buen seguro que les correspondes con tu oraciones, siempre hay algunos algunos que somos más flojos que otros.

    Mención especial para mí es la última foto, sin hablar dice muchas cosas, GRACIAS por conducirnos tan de cerca en la realidad que estás viviendo.

    Buen día.

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