Asómate al mundo exterior...Y VERÁS TODO LO BUENO QUE TIENE!

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"Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho..."

Un gran Santo, el más pobre en lo material, pero el más rico en lo espiritual dijo en su lecho de muerte: "Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho...". Ese gran Santo era Francisco, y si él dijo no haber hecho nada, ¿que hemos hecho nosotros? Empecemos a hacer algo para cambiar el mundo, ¿no os parece?

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lunes, 21 de enero de 2013

La primera toma de contacto

     Hoy ha amanecido pronto porque cuando nos levantamos Remy y yo a las seis menos cuarto de la mañana era de día ya. Teníamos que estar listos para las seis, porque en la familia Muller se reza el oficio con las lecturas bíblicas correspondientes al día. Lo cierto es que no me habría enterado de nada si no fuera porque he buscado las citas en mi biblia. Esta mañana empezó triste por el recuerdo de Sor María, fallecida ayer. Le pedía al Señor que la tuviera en donde le corresponde, en un lugar bien alto del cielo.

         Después de esto, y de publicar una entrada en honor a ella, nos hemos preparado Remy y yo para ir a cargar sacos de arroz para llevarlos a la prisión. Los cargamos en un fórmula 1, a juzgar por las apariencias. Lo mejor no es su aspecto, sino su feroz respuesta en carretera. Toma las curvas a dos ruedas, literalmente.


Cinco velocidades, servo-frenos con ABS, Aire acondicionado, navegador y ordenador de "a bordo". Una máquina...
         En el techo, sobre el retrovisor, lleva una inscripción de una cita bíblica escrita en malgache, con lo que no tenía ni idea de qué decía. Por la noche, en casa, viendo la cita del Evangelio de San Juan, hemos deducido que significa: “Jesucristo es el camino, la verdad y la vida”. Buena cita para llevar en el bólido.

         A medio interminable camino, en una cuesta arriba, tenemos que apearnos del coche si queremos continuar el camino, porque dijo que ya no quería andar más. Fue necesario que pasase por el “pit stop” para continuar. 
Como las balas el mecánico...

Nosotros subimos la cuesta a patita y llegamos a la prisión de Antanimora. Allí nos esperan los guardias, prestos a darnos la mano y decirnos “Bonjor”, o “Manao ahoana” si lo dicen en malgache. Lo malo es que bonjour lo dicen por la mañana, por la tarde y por la noche, algo que me sorprendió hasta que Remy me contó que lo hacen así porque así lo aprendieron un día en la escuela y se extendió a todo el país.

         En la cárcel conocemos a los niños, y el trabajo que mis amigos llevan haciendo desde hace algunos años. La verdad es que es admirable la labor de Hèléne y David, así como la de Remy y Karima, con estos niños que tanto lo necesitan.

         Empezamos en la cárcel a ver todas las instalaciones, si es que se pueden llamar así. En cuanto entro a los cuartos de baño y los dormitorios, me entra un agobio por dentro difícil de explicar. Creo que jamás me entraron tantas ganas de renegar de mi condición de humano, por la parte de culpa que me toca al permitir esta injusticia como hombre que soy. Es más fácil mostrar unas fotografías de las condiciones que a diario tienen estos niños que explicar con palabras el hedor, la tristeza de las celdas, la suciedad, las ratas, las caras de esos niños... Sin embargo no publicaré esas fotos para no herir vuestra sensibilidad.

         Si pudiera cambiarlo todo de un plumazo lo haría, pero no puedo ni siquiera cambiar la vida de uno solo de estos pequeños. Eso le hace a uno sentirse impotente ante tal injusticia que se ve por aquí. Una cosa es que alguien pague un delito con la pérdida de la libertad y otra bien distinta es que esa pérdida de libertad implique también una pérdida de la dignidad. No sé cómo puede salir rehabilitado de aquí ningún chico. Si no fuera por el cariño de estas personas que colaboran haciendo su vida un poco distinta, no sé qué sería de ellos. Afortunadamente aquí hay un equipo, entre el que me encuentro, que está dispuesto a dejarse la piel para que estos niños recuperen algo de su dignidad perdida.

Cocinando
         Mi labor en la cárcel es reconstruir las letrinas, tarea complicada. También será la dirección de la construcción de una fosa séptica, la cual es muy necesaria y no parece que sepan de cómo funciona una. Los vertidos fecales van directos a una calle trasera por la que mejor no pasear. Años y años de vertidos hacen de esa calle un infierno en la tierra.

         También debo inventar un sistema para aumentar la presión y el caudal del agua, ya que ahora mismo sólo hay agua en un grifo y sale un hilo tan fino que llenar una botella puede ser tarea desesperante. Todos los chicos hacinados en un rincón se cocinan su propia comida en fueguecitos individuales, junto al mismo canal por el que discurre todo tipo de desechos orgánicos e inorgánicos. Esta tarde he estado pensando un sistema y mañana se lo explicaré al constructor, para ver su viabilidad, ya que aquí los materiales y la tecnología distan mucho de los europeos. Se hará lo que se pueda, aunque en cualquier caso, creo que la alternativa es viable. Mañana, si el constructor me dice que puede hacerlo, os lo explico.

         Cuando acaba la visita a los pobres chicos de Antanimora, vamos corriendo a comer, ya que hemos quedado con David y Hèléne en un sitio bastante lejos. Tenemos que tomar dos autobuses que me recuerdan mucho a las combis peruanas. Son furgonetas de nueve plazas en las que caben más de veinte personas. No me preguntéis cómo, pero caben... Al fin llegamos al restaurante, junto a la embajada americana en Madagascar. No podemos sacar fotos delante de la embajada, no podemos andar por la acera de la embajada, no podemos mirar a la embajada.... pero, ¿qué podemos hacer delante de la embajada?...

No tenia mala pinta el restaurante
         Podemos caminar sin parar hasta el restaurante... y una vez hemos llegado, nos espera David y todos esperamos a Hèléne. Cuando llega pedimos de comer, y para variar, pido pasta con una especie de bechamel y algo de carne sin identificar y que prefiero que siga sin identidad. Llevo ya tres días comiendo pasta para comer y para cenar, es todo un récord...

         Terminada la comida nos vamos rápido porque hemos quedado con la directora del Centro de acogida de los chicos huérfanos, expresidiarios o ingresados aquí para protegerles de otros peligros peores en la calle. Cuando llegamos me presentan a la directora. A simple vista no parece muy habladora. Quiere hablar conmigo, pero ni ella sabe español o inglés ni yo sé francés ni malgache. Vamos, que la comunicación que tenemos se limita a un estrechar de manos.

         Pasando de ella de largo, me dirijo a ver a los chicos, el verdadero motivo de nuestra visita. Parecen más felices que los de antes, aunque con algunas reservas... Están en un régimen de semi-libertad, ya que no tienen las puertas cerradas, pero sí guardias que les impiden salir. Algunos tienen una especie de tercer grado penitenciario y salen por las tardes, otros permanecen siempre.
         Remy me enseña las instalaciones, que aunque algo mejores que las de Antanimora, son también muy precarias. El olor es el mismo en los cuartos de baño, y las duchas y letrinas están como para comer del suelo (espero que hayas captado mi ironía).

         Vemos rápido un plan de acción, y mientras mis compañeros están de charlas y reuniones con los responsables del centro, yo me siento a pensar el plan de abastecimiento de agua de Antanimora. Creo que no tiene fallas, aunque está mal que yo lo diga... el caso es que cuando acabo, me pongo a jugar con los chicos, los cuales lo agradecen sobremanera. Pronuncian mi nombre a voces porque para ellos soy la atracción del día. Están más acostumbrados a Remy y Karima, así que me pongo con ellos a usar mi francés improvisado que no va más allá de “cómo te llamas, cuántos años tienes, yo me llamo Martín...”. Eso sí, los saludos malgaches a todo momento.

         Ellos son de dar la mano. Siempre que me cruzo con uno le tengo que dar la mano aunque se la haya dado ya siete veces antes. Me buscan para jugar al fútbol, para jugar al baloncesto, así que juego con ellos y les propongo juegos que ellos nunca habían visto. Uno es muy sencillo, pero ha causado furor. Consiste en ver quien es capaz de encestar la bola en la canasta desde el centro del campo. Parece una tontería, pero nos ha llevado más de una hora, hasta que hemos cambiado la distancia hasta la del tiro de triples. Media hora después, la tuve que volver a cambiar a la línea de tiros libres.... y finalmente tuve que coger a uno en los hombros y ponerle junto al aro para que encestara.... ¡por Dios, qué malos son jugando al baloncesto!... Al fin y al cabo da igual, pues de lo que se trataba era de pasar un buen rato, y vaya si lo hemos pasado.

         Otra cosa que ha causado furor es grabarlos en video con el móvil. Es una tontería para nosotros, pero unos niños que ni se conocen porque no tienen espejos, disfrutan como locos viéndose en la pequeña pantalla. Parece que no se creyeran que son ellos mismos.

La cocina
         Al final llegó el tiempo de irnos, y cuando me iba, todos venían a despedirse de mí.  Era una pena, y en francés me decían: “Mañana, mañana”, sin saber que mañana no tenemos plan de volver. Eso sí, volveré, y cargado de esos enredos que tanto gustan a los niños y que tuvo tanto éxito en Perú: juguetes y golosinas.          Por supuesto, también material escolar, que es lo principal, pero sin olvidar que son niños y quieren y deben jugar.

La toma de agua

         Nos vamos del centro y tenemos que andar durante más de media hora hasta llegar al primer autobús. Cuando lo tomamos, les digo a mis amigos que quiero ir a comprar a un supermercado. Quiero leche, desinfectante de manos (que aquí es indispensable), maiz, atún, etc... vamos, las cosas básicas del buen europeo.

         Llegamos a un supermercado francés que tiene productos europeos, así que hacemos el acopio. Es increíble ver lo que cuestan unos simples bombones de esos dorados que todos conocemos. Viendo el precio parece que lo que se vende es oro de verdad.... sin embargo, al cambio no es tanto. Por supuesto, no los compré.


         Salimos bolsas en mano y nos dirigimos a otro autobús que nos llevará a un mercado donde poder comprar tomates y cebollas. Karima nos invita a unas brochetas de cebú. Ya sabía yo que tendría que comer algún bicho raro por aquí. El caso es que están buenos.

         Llegamos a casa y nos disponemos a hacer la cena. Lo primero es una ducha, ya que el día ha sido largo y de mucho calor. Cuando acabo de ducharme, ya tienen hecha la cena. Qué curioso..... ¡pasta!... Me da a mí que el récord seguirá aumentando... y de segundo, ensalada de tomate con atún y maiz. Eso es receta mía, aunque lo han hecho ellos.

         Toda la tarde venía pensando en las recomendaciones que Remy me da acerca de cómo se pagan aquí los delitos de robo: robar una gallina equivale a seis meses de prisión, matar un cebú equivale a cinco años, robar una chirimoya equivale a seis meses, etc. Menos mal que no está en mis planes robar una gallina ni matar un cebú... y si me como una chirimoya pediré la factura como comprobante...

         Esto es todo. La noche acaba con una charla con David acerca de las condiciones de un barrio de aquí llamado Bidonville. Casi mejor os reto a que veáis la sección de fotos de Google cuando pongáis ese nombre. Aunque parezca mentira, esto aquí existe.

         Por la noche tengo una charla privada con mi amigo Remy, y poco después nos vamos a la cama... cada uno a la suya, claro. Me quedo un rato más para poder compartir mi día con vosotros, porque de momento no he tenido ni un minuto libre en todo el día. Mañana Dios dirá.

            Hasta mañana!!

2 comentarios:

  1. cuanta injusticia por el mundo, pero tu con tu trabajo conseguiras q sea menor. Nosotras desde aqui te ayudaremos en todo lo q necesites. Solo nos lo tienes q pedir (aunq sabemos q te cuesta pedir) . Ya nos lo dijo nuestro Padre " pedid y se os dara". ¡Mucho animo y un beso!.Las primas pantaloneras.

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  2. Primera toma de contacto, quién dijo que fuera fácil?
    Las expectativas son todas, por hacer queda todo, la voluntad es total, las ganas te impulsan a idear cosas nuevas y a superar barreras porque los medios con los que se cuentan no son muy numerosos; aún así seguiréis adelante y se superarán.

    Dentro de unos meses nos enseñarás el antes y el después; la recompensa merecerá la pena y todos aprenderemos algo de tu experiencia.

    Buen día.

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