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"Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho..."

Un gran Santo, el más pobre en lo material, pero el más rico en lo espiritual dijo en su lecho de muerte: "Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho...". Ese gran Santo era Francisco, y si él dijo no haber hecho nada, ¿que hemos hecho nosotros? Empecemos a hacer algo para cambiar el mundo, ¿no os parece?

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domingo, 12 de mayo de 2013

Capítulo 8. Semana en Granada.

(LAS FOTOS ESPERO PUBLICARLAS CUANDO TENGA WIFI, PORQUE CON EL MÓDEM USB  EL CONSUMO SE DISPARA)


Se suponía que el lunes me iría a Granada ya para comenzar los trabajos en la Iglesia. Toni iba a estar en Chacha para recoger todas mis cosas y para llevarme con él, pues Horacio necesitó la moto y pasó a por ella por el Obispado. No fue así, así que después de esperar toda la mañana me vi sin transporte, con lo que tendría que dejarlo para el martes. Con esto, me quedo un día con los franceses y con Fernando. Los franceses tenían cita con Víctor, de la municipalidad, así que yo me fui con Fernando a enseñarle un poco las cosas de Chacha. Después, a las 10:00, habíamos quedado en ir todos juntos al centro de infancia de Pedro Castro, donde repartiría las galletas entre los niños, y así lo hicimos. Era una alegría ver a estos pequeños comiendo galletas. La profe les animaba a que me dieran las gracias, aunque ellos son muy pequeños y no se les podía decir que no tenían que darlas. Se ponen contentos y se las comen con el vaso de leche.

Regresamos a Chacha y vamos a comer, ellos al hostal y yo al obispado. Después vamos al fusiones a conectarnos hasta las seis, que es cuando vamos a hacer el traslado del equipaje de Fernando a su nuevo cuarto. Mientras tanto, Karima y yo nos quedamos en la tienda de juguetes, donde haremos aprovisionamiento de mercancía para varios días. El chico de la tienda ya me conoce del año pasado por su madre, que era la que llevaba el negocio. Ya le advirtió de que había un español que compraba juguetes ¡a manta”, y que lo tratara bien... Me vio un día al salir de misa y le faltó tiempo para llamar a su hijo y presentármelo. La verdad es que es quien mejor precio nos hace.

Cuando terminamos nos vamos a misa mientras Fernando se queda preparando su habitación. Después nos despedimos y cada mochuelo a su olivo...

El martes era el día en que me tenía que ir definitivamente, sin embargo pasaría algo parecido al lunes. Me iba a subir con Toni, pero luego me dijeron que a la municipalidad le han regalado una moto requisada del ministerio de agricultura, y están preparándola en el taller. Ya que subo para Granada, me dicen que si yo quiero será la moto oficial del peregrino... voy a verla y me gusta, al menos es Yamaha. Es antigua y poco nerviosa, pero por contrapartida es de marca y una igual de segunda mano vale cuatro veces más que la más cara de las chinas que todos llevan aquí, con lo que soy un privilegiado por llevarla. Lo malo es que para cuando me quieren dar la moto es tan tarde que no puedo salir, ya que se me haría de noche en la subida a Granada, cosa poco apetecible... Solo de pensar en que se me pare la moto en lo alto de la montaña se me ponen los pelillos de punta.

Guardo la moto en el garaje del Obispado y me quedo de nuevo en Chacha otro día más... Siempre hay alguna excusa para no subir a Granada, y cualquiera que me vea se pensará que no quiero ir. Aprovecho para darme una ducha y para darle a Toni todas las cajas que tengo para que las suba. Yo solo subiré con la mochila, que tendré que deshacerla para quedarme una noche más.

Y el miércoles, finalmente, salgo con la moto a Granada... ya era hora. Allí estaban todos esperando mi llegada, especialmente los niños. El miércoles no es posible ponerles la primera película porque tenemos que organizar todo. Hacen falta muchas cosas, la primera será arreglar el volquete, que está averiado. Luego vamos a ver las piedras, que habrá que sacar para la construcción de la torre y los contrafuertes.

El miércoles se pasa entre preparativos. El jueves ya tenemos las primeras conversaciones con los que serán los trabajadores. Se han apuntado a la “obligación” varias personas, entre ellos el equipo de fútbol (el que será el Almendralejo F. C.) y la policía. Los demás empezarán con un pequeño sueldo de 30 soles diarios para comenzar cuanto antes. Se dejan claros los trabajos y se marca todo el trabajo para el próximo lunes, pues aunque hay personal, no hay material porque Diógenes se tuvo que ir a Lima de urgencia y no tenemos máquina. Estoy esperando todo lo posible para no tener que alquilar una, ya que cuesta en torno a los 1.000 soles diarios, pero si para el martes o miércoles próximo no contamos con la de la municipalidad de Chacha, habrá que alquilarla.

Mi trabajo se podía decir que ha terminado en Granada hasta la próxima semana, pero antes quiero que el personal que hay comience a hacer las demoliciones de los contrafuertes laterales, para adelantar trabajo. Así se hace el jueves, y queda listo para comenzar cuando haya material.

El jueves aprovecho para conocer la chacra de Horacio, que tantas ganas tenía de enseñarme, especialmente por que vea la cueva que tiene en una pared de la montaña. Me dice que no se atreve a entrar porque “el peruano es muy cobarde”. Y es que existe una entrada donde, al parecer, hay huesos humanos metidos en vasijas de barro. Los peruanos son muy supersticiosos, y resulta que tiene esa chacra desde hace mucho tiempo y jamás se atrevió a entrar. Quiere que yo la inspeccione para saber qué hay y si, por casualidad, puede haber algo de interés turístico o parecido. Es muy supersticioso, al igual que todos en Granada. Nadie se atreve a entrar porque los espíritus de los antepasados podrían rendirles cuentas. Así que ahí estoy yo, pasando de peregrino a espeleólogo por momentos.

Vamos a la chacra y me la enseña. Es muy bonita, y tiene unas piscinas con truchas, vamos, una piscifactoría. Me cuenta que hace poco un huayco taponó la entrada de agua que toma del río y las truchas se quedaron sin agua renovada, así que murieron todas, unas 20.000, y con ellas todas sus expectativas de futuro y su inversión. Yo creo que por eso se ha animado a que alguien se atreva a entrar en la gruta para ver si ahí puede tener algún futuro en materia turística.

Después de enseñarme las gallinas, las pocas truchas que le quedan y los kuyes, nos dirigimos hacia la entrada de la caverna. Yo pensaba que sería una cavernita sin más, ya que no le di demasiada importancia, sin embargo, cuando llegamos entre matorrales y malezas, a través de la selva y, cual Indiana Jones, abriéndonos paso machete en mano, vemos la entrada... parece normalita. Lo anormal comienza a aparecer a mi vista cuando traspaso la entrada... Es impresionante.

No veníamos preparados, ni botas para agua, ni linternas... nada. Yo solo tenia mi pequeña linterna de dinamo, que alumbra poco más de un metro, así que solo acerté a adentrarme hasta que ya no veía ni delante ni detrás.... perdí la entrada, pero la encontré rápido por la luz del sol que se colaba. Había huesos repartidos por el suelo, pero no huesos de animales, sino humanos. Acerté a ver un homóplato y un fémur... No soy médico ni conozco mucho de anatomía ni huesos, pero cuando vi un cráneo supe que mis sospechas eran ciertas. Había, efectivamente, vasijas de barro donde parece que habían sido metidos los huesos, pero ya estaban desechas. Los huesos también.

Horacio no hacía más que preguntar desde fuera si había visto algo, y yo desde dentro le decía a voces que sí, pero que tuviera paciencia... y de tantas voces que dí, de pronto, se soltó una bandada de pájaros colgados del techo... ya te imaginas que no eran pájaros, ¿verdad?... por un momento pasé miedo, aunque los murciélagos iban a su bola y no parecía que atacaran. De todos modos salí, “por si los murciélagos...”

Era una pena estar ahí y no poder entrar, pero sin protección y sin una linterna aparente no había más opciones. Eso sí, ya empezaríamos a preparar un plan de actuación para volver más preparados. Cuando salí, Horacio me pidió algo insólito. El sabe que yo tengo tabaco de liar, y me dijo que no podíamos salir sin fumarnos un cigarro para que el aroma del tabaco quemado quedase en la boca de la cueva. Como no quería tener una conversación con él que no iba a llevar a ningún lugar, y no habría forma de convencerlo, acepté. Nos liamos (o mejor dicho, lié) dos cigarros y allí nos lo fumamos ofreciéndole a los dioses la fragancia de mi tabaco marca “Pueblo”.

Acabada la “ofrenda” salimos por donde vinimos, no sin dificultad. Ha habido un derrumbe y el camino de ida ya no es el mismo que el de vuelta, así que tenemos que echar mano de nuevo del machete para abrirnos paso entre lo que es selva pura. Y finalmente llegamos a la cabaña, donde nos sentamos a que pase la lluvia que no nos dejaba casi ni andar. Como la lluvia no parecía que fuera a terminar, decidimos salir para Granada sin esperar a que pase, y así lo hicimos. Esto me costó una calada buena, pero lo malo no era eso, sino subir la cuesta de barro de 45º que había que negociar para llegar a la pista preinca que une Granada con Jumbilla. Al final lo logramos, aunque eran dos pasos adelante por uno atrás. “Aquí se echan de menos las bestias”, me dice. Lo que no sabía era que yo pensaba que el bestia era él por llevarme por ese camino que más que de cabras parecía de carneros.

Llegamos y nos cambiamos, al menos yo, porque él dijo que lo haría luego y al final no lo hizo. Yo me habría cogido una pulmonía, pero él tiene tanta costumbre que creo que se pondría si estuviera seco.

Nos vamos a preparar las cosas para poner la película a los niños, que ya están pululando por los alrededores, como dándose a ver para que hoy no me olvide de su película. Les pongo “Kiriku y la bruja”, una película que mi hermana me recomendó porque dice que es un furor entre los niños... sin embargo hacía mucho tiempo que no veía película más absurda. El año pasado me perdí todas las que me gustaban entre hablar, repartir caramelos y salir a echar el cigarrito. Este año pongo la primera y me quedo a verla, y me pareció un tostón, aunque a los niños pareció gustarles... Al menos me sorprendió que no hablasen nada. El año pasado, el termómetro que tenía para saber si una película gustaba o no, era ver el comportamiento de los niños. En las películas buenas callan, en las malas saltan unos por encima de otros.

Terminada la película vienen los regalos. Ya se saben la estrategia, aprendida del año pasado. Para lo que quieren, buena memoria que tienen... Recogen todas las sillas y se ponen en fila india ante mí. Y entonces comienza la fiesta... Algunos no pueden soportar la alegría y casi se ponen histéricos, como las señoras a las puertas de “El Corte Inglés” en las rebajas...

Repartidos los caramelos me voy a acostar porque el viernes tenemos que negociar el precio de piedras, arena, arreglo del volquete y demás... además, los niños tienen una celebración muy bonita en el colegio, que consiste en que a los más responsables se les nombra policía escolar, brigadier o fiscal del colegio. Es como una fiesta en la que participan todos, alcalde, catequista, gobernador, madres y padres, policía, profesores, el fiscal de Molinopampa y, cómo no, el mangurrino. Cada niño elige a un padrino, de modo que solo puede haber un padrino por niño porque las insignias que se les coloca se hace de una vez, todos al mismo tiempo. El problema que yo tengo es que son muchos los niños que me han pedido que sea su padrino, y como yo no sabía este detalle de que tiene que haber un padrino por niño, le dije que sí a todos... Llegado el momento de la condecoración, me dicen que no es posible, así que tengo que adecuar mi apadrinamiento y ceder mi puesto a algún padrino improvisado. Aún así, hay cuatro niños que se quedan sin padrino, así que me dicen que yo puedo hacer de padrino de cuatro.

Cuando llega el momento de las condecoraciones, como yo tengo cuatro y los demás uno, tienen que esperar a que yo condecore a tres para hacerlo al unísono con el cuarto... ¡¡vaya tela!!. Los niños contentos porque soy su padrino y los demás muertos de risa del espectáculo.

En esto que se pone a llover y vienen los discursos. Aquí no escatiman en tiempo, porque entre otras cosas, hay mucho tiempo y pocas cosas que hacer. Dilatan la celebración porque hoy será lo único de diferente que se hará en el pueblo. Y con esto, resulta que tenía una cita para comer con Juan de Dios a las 13:00 y a esa hora todavía estoy escuchando los discursos de juramento. Los niños bajo la lluvia todos empapados sin mover una pestaña...

Estos actos tan patrióticos, con el izado de bandera, el canto del himno nacional y luego el regional, los discursos y la participación de los niños en tareas de responsabilidad en el colegio me llegaron al alma... Ahora vendría el momento de las comparaciones con mi país, pero esta vez no lo voy a hacer porque hay personas que se están empezando a sentir molestas con mi falta de patriotismo, sin darse cuenta de que, precisamente, hago estas comparaciones para denunciar que mi querida España está en otras labores menos humanas y más político-económicas que están frenando el crecimiento social y humano para formar chicos consumistas e impregnados de ideología... pero bueno, había dicho que no compararía, así que no seguiré.

Terminados los discursos se reparten los materiales escolares tan esperados, que consisten en una maleta con cuadernos, bolígrafos, gomas, sacapuntas, rotuladores, reglas, tijeras, etc. Todos contentos a casa y yo, una hora más tarde de mi cita en Molinopampa, sigo en Granada y sin poder salir por la tormenta. Como tengo que esperar, me dice Toni que me vaya a comer a su casa, y así lo hago hasta que se puede salir. Me subo a la moto y les digo adiós... el lunes nos veremos. Y así se pasan los primeros días en Granada... sin trabajar apenas, pero organizando todo. Ahora solo falta hablar con Diógenes para ver cuándo envía la maquinaria y rezar para que los dinamiteros no provoquen un huayco que corte el paso a Granada... cosas peores he visto, como por ejemplo, un hombre bajo un burro ayudándole a subir la cuesta... en fin, que yo pensaba que los españoles éramos los brutos, pero hay que ver lo que se ve por ahí...

El fin de semana ya os lo contaré el domingo o el lunes... está previsto un viaje a Kuélap, así visitaremos los monumentos Incas históricos... voy protegido con mi tabaco “Pueblo”, aunque los dioses estarán contentos de recibir a cuatro fumadores en sus ruinas.

Hasta el domingo.

1 comentario:

  1. Hola Indiana Jones!!!! Ya veo que la expedición en sí es toda una aventura, eso también nos gusta y por supuesto que nos la comentes.


    Oye que en el tema de las comparaciones mi opinión es que no le des más importancia de la necesaria, es bueno que las críticas sean constructivas y sobre todo para mejorar.

    Buen día, bs F.C.

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