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"Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho..."

Un gran Santo, el más pobre en lo material, pero el más rico en lo espiritual dijo en su lecho de muerte: "Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho...". Ese gran Santo era Francisco, y si él dijo no haber hecho nada, ¿que hemos hecho nosotros? Empecemos a hacer algo para cambiar el mundo, ¿no os parece?

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sábado, 4 de mayo de 2013

Capítulo 5. Visita a Granada.


Me desperté temprano y empecé a hacer el equipaje. No quiero que se me olvide nada porque el lunes iré a Granada para quedarme definitivamente y tendré que ir en moto, así que todo lo que lleve estará ya allí para cuando vaya.

A las 8:30, bien puntual, está Aníbal el taxista en la puerta del Obispado. Acabo de desayunar y saco las maletas, las bolsas y la caja con los “parlantes”, que metemos en el maletero rápido porque no se puede aparcar y la policía está justo al lado.

Salimos disparados por la multa y porque nos esperan en Granada, y ya estoy pensando en el recibimiento. Cuando Horacio me dijo que le confirmara la hora, ya supuse que algo había preparado con los niños del pueblo... ahora te lo cuento.

Salimos de camino y para mi sorpresa, es ver que el camino está asfaltado. Yo esperaba el camino de tierra del año pasado. Me dice Aníbal que está así hasta Molinopampa, con lo que esto supone un gran avance. A partir de ahora las curvas con la moto serán más seguras porque las ruedas agarrarán mejor. El año pasado había que tener cuidado porque la tierrilla hacía deslizar la rueda de atrás. Lo malo es que la capa de alquitrán que le han echado es de menos de dos centímetros, con lo que por algunos sitios, ya está rota la carretera. Tiene gracia que no lleve ni un año asfaltada y ya la estén bacheando. La política hace que se estiren los presupuestos a más no poder, de modo que con el mismo dinero haya para hacer más cosas que sean visibles para que los incautos votantes estén contentos. En lugar de hacer 10 Km bien, prefieren hacer 50 mal con el mismo material, y eso, al final, hace que el dinero esté tirado a la basura. Ya os anticipo que para el próximo año, si Dios me da salud, fuerzas y amigos como vosotros, cuando esté aquí de nuevo, la carretera volverá a ser de tierrilla. Luego hay otra cosa, y es que al asfaltar la carretera la han quedado algo mejor, pero han reducido su anchura, bastante en algunos puntos. Ahora tienen una carretera más firme pero menos ancha... yo no sé qué es mejor. Quizás se me dieran a elegir me quedaría con la anterior. De momento me aprovecharé de la situación actual, que es la que toca, y procuraré disfrutar de los viajes en moto por este nuevo camino.

Pronto llegamos a Molinopampa y veo la casa de Juan de Dios, pero como voy en taxi, y además Juan de Dios no está, no le digo nada a Aníbal. Empezamos la subida por el camino que el año pasado bauticé como “camino de cabras”, ¿te acuerdas?.

Este camino sigue igual, así que empiezo a colocarme bien para sortear todos los movimientos corporales... echaba de menos esta situación, que parece más un viaje en una lavadora centrifugando que en el Toyota de Aníbal.

Vuelvo a ver estos paisajes increíbles... por un lado una montaña enorme, por otro un río repleto de truchas... luego ¿una mujer en moto?... después un prado gigantesco con sus vaquitas, una cascada, un río que atraviesa el camino... ¡¡un hombre orinando!!... Adelantamos unas vacas, luego unas ovejas, luego unas llamas, y finalmente llegamos a la entrada de Granada. No sé por qué, pero estoy algo nervioso...

Aquí me despido de Aníbal, que regresa a Chacha.
Subimos la cuesta que llega hasta la plaza y al fin diviso a Horacio con unos pocos críos con algún cartelito... Ha habido algo de descoordinación y Horacio llama apresurado al director del colegio para decirle: “¡que ya está aquí, que ya está aquí!”.

Y en cuestión de dos minutos empieza a subir una marea de niños por la cuesta del colegio, como cien o así... todos portando pancartas y cantando, y diciendo: “¡¡Bienvenido don Martincito!!”. En ese momento casi me pongo a llorar (mejor no digo la verdad para hacerme el duro).

Mejor te dejo las fotos para que lo veas, porque vale más una imagen que mil palabras...























Descorchando
¿Qué me dices de esto? ... No hay palabras qeu puedan describir lo que sentí, así que ni siquiera me voy a molestar en intentarlo... Bueno, ya en Granada y recibido por tal cortejo de infantes, llegan las esperadas y normales normas protocolarias. Discurso del teniente alcalde, discurso de un representante del colegio y discurso del mangurrino, para pasar a tomar una copita de vino y, después, un café y un panecito con queso en casa de Horacio, ya sin niños.


Ahí es donde empezamos a hablar de lo que importa ahora, aunque los niños importan mucho también. Empezamos a preparar un plan de actuación que consistirá en buscar voluntarios para los trabajos. Este año pagaré algo más, como os dije, y espero que los voluntarios estén a la altura de las circunstancias. Como vengo por menos tiempo que el año pasado, necesitamos darnos prisa, si bien este año jugamos con la ventaja de que ya nos conocemos, sabemos a qué nos atenemos y empezaremos rápido. La previsión es empezar el mismo lunes, para lo que ellos tendrán que reunirse este fin de semana para organizar al personal. No obstante, quiero que el lunes venga una empresa para que nos de precio de algunas cosas.
 
El discurso de Horacio
Valorados los trabajos, decido que la empresa hará los trabajos externos, como son la reconstrucción de los contrafuertes que quedaron por terminar, el levantamiento de la torre y la terminación de la acequia que evitará que el agua se meta dentro de la Iglesia.

Ya dentro, valoro los trabajos hechos por el carpintero, y aunque la mayoría están hechos, y bien, hay cosas que están mal y otras que no ha hecho. Al parecer, le han retenido una cantidad hasta que termine, ya que les dije claramente que se la debían dar a la terminación de los trabajos. Pero como aquí las cosas andan mal económicamente, el carpintero dijo que quería cobrar antes de acabar, cosa a la que se negaron, y bien que hicieron. De haber pagado el total, ahora tendríamos una carpintería inacabada. La próxima semana quiero reunirme con el carpintero para solucionar esto. Si no acaba, él perderá más, puesto que hay que hacer lo mismo en los otros tres pueblos que, junto con Granada, componen el Alto Imaza.
 
Por dentro sigue igual, si bien al fondo se ve el nuevo retablo
Horacio me muestra el campanario provisional
Vista desde el nuevo coro
La fachada está al 50%
A la derecha, el baptisterio terminado y la torre por donde se dejó el año pasado
La entrada a la Iglesia con su nueva puerta
El nuevo y precioso retablo típico peruano... esto sí que es una maravilla.
Ya visto el asunto y determinados los trabajos, les digo que tengo que irme porque tengo una reunión con Diógenes, el alcalde de Chacha, al cual tengo previsto pedirle apoyo con la maquinaria para acarrear el material. Si desde el principio hacemos esto, quizás avancemos más que el año pasado, porque gran parte del tiempo se fue en cargar a mano las piedras y la arena.

Tendremos que hacer voladuras controladas en una pared de roca, y miedo me da a mí dejar solos a estos locuelos... lo mismo vuelan el camión por error. Habrá que estar atentos y andar con precaución. Esto habrá que hacerlo antes de mandar la máquina, así que el mismo lunes veremos cómo lo hacemos. Preguntados por dónde conseguirán la dinamita, me responden entre sonrisas que “eso déjalo de nuestra mano”... no, si lo que yo digo, miedo me da... En cualquier caso será una experiencia digna de contárosla.

Vamos a comer. Tiemblo ante la posibilidad de que mi primer día, igual que el año pasado, tenga en mi plato al pequeño cuadrúpedo roedor... pero no, menos mal. En su lugar han puesto una buena trucha frita, cosa que me encanta. Eso sí, de primero la habitual sopa de no sé qué.
 
Comiendo con Horacio y con Lenin
Después de comer nos vamos a por la moto de Horacio, que será la que me lleve a Chacha. Es una 250, como os dije, pero una vez que me despido de ellos y me voy rumbo a casa, me doy cuenta de que estas motos chinas distan mucho de ser siquiera regulares. El embrague está durísimo, las marchas se atascan, el freno de atrás no frena y el acelerador casi tengo que retorcerlo a dos manos... sin embargo él me dice: “Tranquilo Martincito, va perfecta”.
La "perfecta"
Y así me encamino hacia Chacha, bajando la subida y recordando viejos tiempos y disfrutando del paisaje. La verdad es que Horacio es muy detallista y me ha dejado un poncho. Yo ni siquiera había caído en la posibilidad de que lloviera. También me deja un casco y gafas para los mosquitos. Me despido y me voy...

La moto es dura de oído, y hasta que me acostumbro a ella voy tranquilo. Luego de una hora, estoy en Molinopampa, donde paro a llenar la moto de gasolina, pues no tenía casi. Me quedé de piedra cuando el “gasolinero” me reconoció sin siquiera bajarme de la moto. Con una moto distinta, blanca en lugar de roja y con un casco distinto, rojo en lugar de negro, antes de bajarme de la moto me espeta: “¡Qué alegría, ingeniero... como por acá!”. Esta gente tiene buena memoria, aunque luego pienso que, seguramente, seré el único extranjero en pasar por ahí desde el año pasado.

Lleno la moto, dos galones, y me dirijo a encaminar la pista alquitranada. Ahora vamos a probar qué tal la pista y la moto. Y más que bien, oye... La moto ya la tengo dominada y la pista se deja rodar. No hay tráfico, y en todo el trayecto me habré cruzado con un par de coches a lo sumo. No obstante hay que tener cuidado con las curvas cerradas, porque vienen cuando menos te lo esperas.

Llegando a Pipus pienso en si parar o no a ver a Luda, la alcaldesa, pero como no voy bien de tiempo y la puerta de la municipalidad está cerrada, paso de largo. Y justo después, en el puente del pueblo, la veo camino hacia el Ayuntamiento. Me paro a su lado, pero ella no está tan avispada como el de antes, y no sabe quien soy. Me tengo que quitar el casco para que me reconozca y nos saludamos. No podemos hablar mucho, pero ya sabe que estoy aquí y quedamos para la semana próxima.

Sigo mi camino y, finalmente, llego a Chacha. No he controlado el tiempo, pero creo que he tardado menos gracias al firme de la pista. Allí, lo primero es pasar por el Café Fusiones para comprobar el correo, pero sobre todo para tomarme un café calentito. Después guardo la ATC 250 en el garaje del Obispado y me preparo para ir a misa, pero como tengo cita con Diógenes, tengo que ir a hablar con Jorge, el secretario, que me acompaña en una espera que dice será larga. Al final me quedo sin misa y nos tomamos un café con un sándwich de queso mientras esperamos. El profesor se hace esperar bastante, tanto que ya son las 20:30 y aún no ha venido. Finalmente llega y Jorge se va con su familia. Le agradezco el acompañamiento, pues él había acabado su jornada hace tiempo y solo estaba ahí para no dejarme solo.

Llega el alcalde a eso de las 21:00, y nos metemos en el Ayuntamiento. Viene en compañía de tres representantes de la alcaldía. Los cuatro son la cúpula de la municipalidad y me sorprendo de que vengan todos a hablar conmigo, así que me ponen algo nervioso. Mi cita tenía como objetivo salir de ahí con el compromiso de Diógenes de prestarme la máquina retroexcavadora, después hablar sobre el contenedor, su recogida y su reparto, y finalmente quería hablar de los franceses y de cómo aprovechar su tiempo aquí, ya que el proyecto está tardando bastante y ellos están inquietos por no hacer nada.

Todos los puntos son tratados y sobre todos discutimos, pero Diógenes es un buen hombre y acepta todo, de hecho me ha dicho que sí a la máquina, me ha dicho que sí recogerá el contenedor en Lima, y eso que tendrá que ir él personalmente, pues va a su nombre, y además, me ha citado para el día siguiente para visitar un centro de acogida de niños procedentes de las familias de “la invasión”, es decir, los niños más pobres de Chacha. Allí iremos Remy, Karima, el alcalde y yo a presentarnos ante las maestras responsables y ofrecernos para apoyarlas con la animación de los franceses. Otro aspecto que he tocado es el ofrecimiento de OFRA para apoyar con una chica española que quería venir a cooperar. Ella es filóloga inglesa y tiene un puesto vacante en dos colegios para apoyar a niños de primaria en las tareas docentes de la lengua. Sin embargo, aún no he sido capaz de obtener respuesta por su parte y no sé si finalmente podrá ser, por lo que creo que tendré que buscar una profesora de inglés por otro lado.

Vamos, que la visita ha sido todo un éxito, pero ciertamente es cansado hablar a estas horas. Yo me he perdido la misa y la cena, pero de esta cita he sacado muchas cosas en claro. Salimos del despacho del alcalde a las 22:30 horas. Ya os lo comenté el año pasado: En España sería impensable que un Alcalde entrara a estas horas en el Ayuntamiento si no fuese para robar o quemar documentos, dependiendo de si son documentos que necesita obtener o que le interesan destruir... El alcalde de Chachapoyas ya me sorprendió el año pasado (ver la entrada “los héroes de Chontapampa”) cuando viajábamos y dejó sus quehaceres políticos para ensuciarse las manos ayudando a la gente que lo necesitaba. Sigue igual, pero lo que más me gusta es su firme decisión de trabajar duro en beneficio de los más pobres. Se nota que los pobres y los desfavorecidos son importantes para él, y por eso me cae especialmente bien. Esto sí que es un representante del pueblo, y ojalá siga siendo muchos años alcalde, aunque dentro de poco se merecerá un puesto mejor... y a buen seguro que lo alcanzará. Y ahí estará Martinsito, el mangurrino para solicitarle ayuda para seguir trabajando, aprovechando su status político... jeje... Diría que es broma lo que digo, pero lo cierto es que es verdad... una cosa no quita la otra.

Me dirijo al Obispado con los ojos rojos como si me hubiesen dado un puño en cada uno. Entre el cansancio, el sueño y la moto tengo tantas ganas de meterme en la cama que al pasar por la cocina donde Juanita ha dejado mi cena preparadita para calentar, solo atino a calentar la sopa, el resto ni siquiera investigo qué es... me voy a dormir y no tengo ni fuerzas para dar al “on” del ordenador... el capítulo 5 tendría que esperar.

Tardé poco en dormirme, así como también en despertar. El sueño es reparador y me levanto bien fresco. Por si acaso me doy una ducha, pero esta vez con cuidado de no agotar el agua caliente del termo. Salgo a la calle después de desayunar porque tengo que ir a ver a Diógenes para visitar con los franceses el centro que hablamos ayer. Nos dirigimos allá y nos presenta a la directora del centro, la cual está encantadísima de recibirnos y mucho más de que queramos cooperar con ella.

Karima y Remy hacen una demostración de lo que son capaces de hacer con los niños, pero estos niños son más pequeños de lo que esperaban y no entienden muy bien los juegos que les explican. Además, están extrañados de cómo habla Karima y también de cómo habla Remy... deben pensar que son extraterrestres. Incluso un niño no ha podido aguantar la presión y se ha echado al suelo temblando y sin parar de llorar hasta que la directora lo ha rescatado de lo que él pensaría que era su último día acá en la tierra.
Los pequeños reunidos en el pequeño patio
Los otros niños, como locos de contento, hacen todo lo que les dicen, pero los franceses se desesperan porque no tenían previsto este inconveniente. Los niños tendrán que amoldarse a los monitores, pero los monitores también a los niños. Yo me siento con Diógenes a hablar y a echar algunas fotos. Entonces viene Stefy, una niña con síndrome de down muy simpática que nos abraza y nos besa. Es muy linda y hace un juego en el que imagina que es modelo y hace una pasarela. Se nota que lo ha visto en la tele porque lo imita bien, aunque de forma más graciosa.
¡¡Saluda a la cámara, Stefy!!
Después de la presentación y de la prueba de los monitores, las chicas del centro aceptan la cooperación y Diógenes está contento. Yo  también...

Subimos a tomar una coca cola que nos invitan mientras nos cuentan cómo funciona el centro y qué necesitan. Como la invasión está creciendo muy rápido, el comedor lo han tenido que adaptar como aula, y después de esto, incluso el despacho de la directora también, con lo que dirige el centro desde la cocina... las cosas de Perú.

El aforo del centro es de 100 niños, y no cabe ni uno más siquiera. En la invasión viven los más pobres de Chacha y algunos niños van al centro sin desayunar. La profesora nos cuenta cómo se les salen los ojos de las órbitas a las 10:00, hora en la que les dan un baso de leche en polvo con agua. Por supuesto, la leche es donada por la municipalidad, ya que Diógenes está concienciado con este centro. Yo hablo con la directora y le pregunto qué desayunan en el centro, a lo que me responde que nada, solo el vaso de leche... No me lo puedo creer, así que pienso un rato y, sin decirles nada, ya sé qué voy a hacer cuando llegue a Chacha. Iré a comprar un montón de galletas para que, al menos por unos días, tengan un desayuno mejor.

También les traeré unos caramelos y juguetes, como si fueran los niños de Granada, y Remy y Karima también han traído algo de dinero para invertirlo en los niños, así que espero que estos niños estén algo mejor atendidos mientras estemos aquí.

Nos comenta la directora que necesita botes de pintura para pintar los columpios, que están todos deteriorados. Yo pienso que estos niños son tan pobres que deben tener unos columpios en buen estado, así que compraré las pinturas para donárselas al centro, ya que para estas cosas es para lo que traigo el dinero. El “monto” (como dicen aquí) será de 500 soles, pues ya he visto los precios. Esto equivale a poco más de 150 €. Todo esto, galletas y pintura, es posible gracias a la cooperación de varios amigos de Almendralejo que son los verdaderos artífices de este proyecto. Por todos ellos tengo una oración fija, ya que, si una cosa es cierta, es que sin dinero no podría venir y comprar tantas cosas. Es cierto que yo soy el que viaja, pero más cierto es que lo hago gracias a vosotros.

Por la tarde tengo tareas pendientes, pero como he quedado con Amado para presentarle a los franceses y que vean su trabajo con los chicos del colegio, ya tengo la tarde hecha. Quedo con ellos a las cinco menos diez en el Fusiones, pero luego pasan cosas extrañas... no es posible la visita y los niños se quedan sin animación. Amado se queda plantado y yo me quedo con cara de tonto mientras soy el responsable y el que da la cara del plantón. Así son las cosas...

Me quedo en el Fusiones tomando un café y subiendo las fotos, además de contestando a mi amigo Maurice, de Madagascar, que tiene un severo problema y que, gracias a OFRA y a la intervención de Dios, se ha podido solucionar. Al menos es la cara alegre de la tarde... La gente tiene problemas en todo el mundo, y gracias a internet, algunos de estos problemas tienen solución. Hoy, cuando querían hablar conmigo y decía que no podía porque estaba pensando en inglés para hablar con Maurice, me han echado en cara que doy más importancia a internet que a las personas, sin darse cuenta de que a través de internet estaba solucionando un problema con una persona, y grave. Al final, internet es una buena herramienta, pues quien me iba a decir a mí que desde Perú iba a estar arreglando cosas en Madagascar...

Vamos a misa y allí trato de poner en claro mi día, o mejor dicho, mis días. Ayer estuve en Granada y por la tarde en la reunión con Diógenes para que los franceses dejen de estar desesperados por no hacer nada. Hoy lo mismo, por la mañana con ellos buscándoles tarea en Pedro Castro y por la tarde con el colegio de Amado... y una vez más, mis cosas las dejo sin hacer... El lunes me voy a Granada y tengo que preparar tantas cosas que dudo que me de tiempo. Mañana sábado será el último día que tengo para comprar los materiales y las herramientas, así como algunos balones, caramelos y juguetes más, pues con lo que me llevé no tengo para la semana. También tengo que ir a por el material escolar que tengo encargado... Ya veremos si tengo tiempo.

Cuando salgo de misa, hasta Márllury me nota que no estoy bien. Yo no sé, pero tengo que aprender a disimular mejor mis estados de ánimo porque alguna amiga en España me nota cuando estoy bien o mal incluso por la escritura. Márllury tenía razón, aunque yo le decía que no... estoy un poco agobiado por la situación. Mi misión requiere una dedicación al 100% y no tengo tiempo, además de venir por muy pocos meses esta vez. Y además de esto tengo que estar solucionando los problemas de los demás. Cuando uno hace estos esfuerzos, con un poco de comprensión se sentiría mejor, sin embargo, no me comprenden y me exigen más de lo que puedo dar... y si esto sigue así, no sé en qué puede acabar la cosa.

Me voy a cenar y a dormir, que mañana es otro día... Mañana tengo “pollada” benéfica, que es una comida a base de pollo frito para recaudar fondos para un fin social. Compré tres tickets, pero creo que voy a usar solo uno. Será un momento de descanso en una mañana bien agitada... ya te contaré qué tal.

Y así se acaba el 5, esperando al 6. Espero que te haya gustado... Hasta mañana!!

1 comentario:

  1. Hola Martín, felicidades por tan buena acogida, ya veo que dónde sembrastes has recogido y eso es de agradecer.

    Ha pasado un año y nosotros desde aquí también observamos algunos cambios significativos. Me sorprende que los niños estén tan uniformados, el año pasado la impresión era bastante distinta.

    La moto vamos no hay color ajajjajaj, oye que es un avance muy importante, que la del año pasado te salió la mar de buena pero era para verla eh. que la "perfecta" te dé para hacer buenas rutas y llegues lo más pronto posible a tus destinos.

    Estás en 20.000 sitios, pensamientos y acciones; quizás por que tengas menos tiempo que el año pasado, por querer abarcar más de lo que puedes, por organizar las tareas a otros, por ...., tranquilo sé que lo harás lo mejor que puedas y "EL BOSS" te echará un CABLE muy grande.

    Te mando muchos ánimos y mucha fuerza.

    Un abrazo enorme.

    F.C.

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