Asómate al mundo exterior...Y VERÁS TODO LO BUENO QUE TIENE!

Asómate al mundo exterior...Y VERÁS TODO LO BUENO QUE TIENE!
Asómate a la ventana y mira, escucha, habla...y comparte conmigo tus impresiones.

"Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho..."

Un gran Santo, el más pobre en lo material, pero el más rico en lo espiritual dijo en su lecho de muerte: "Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho...". Ese gran Santo era Francisco, y si él dijo no haber hecho nada, ¿que hemos hecho nosotros? Empecemos a hacer algo para cambiar el mundo, ¿no os parece?

Eres el visitante número:

Busca aquí lo que quieras

lunes, 4 de marzo de 2013

Capítulo 34. Fin de semana en Ampefy.

            El fin de semana se echó encima y nosotros casi ni nos dimos cuenta, sobre todo porque salíamos el viernes por la mañana temprano. Yo estoy acostumbrado a salir de viaje, los fines de semana, por las tardes. Lo hicimos tan temprano que el jueves por la noche no estaba hecho a la idea todavía.

         En fin, madrugamos para la misa, como de costumbre. Antes de salir de viaje, el Evangelio me recuerda que no hay que tener miedo a expresar lo que uno piensa, aunque a veces puede costar más de una crítica o cosas peores. La verdad es que a mí me trae sin cuidado lo que puedan opinar de mis creencias o de mi vocación cristiana. Es más, cuanto más critiquen mis pensamientos, tanto mejor... será señal inequívoca de que están haciendo el efecto deseado.

         Aquí todos pueden opinar de todo, pero siempre que las opiniones sean, o muy liberales o muy progresistas... eso de hablar bien de la Iglesia católica a algunos les produce un repelús directamente proporcional a mi satisfacción por ello, aunque reconozco que no busco eso... por si acaso.

        Cada cual es libre de expresarse, pero según algunos, depende de qué digas o pienses. Por eso yo me afirmo, me reafirmo y, además, advierto que todavía quedan por venir muchos más pensamientos que, por supuesto, pondré aquí y en algún lugar más. Si eres católico, defiende tu fe. No te quedes de brazos cruzados mientras algunas personas, vacías de personalidad propia, buscan su particular minuto de gloria hurgando en las vidas de los demás porque las suyas son tan aburridas que ni ellos mismos quieren saber de ellas.

         Así lo hizo Jesús, aunque le costó la vida. Así nos lo muestra en el Evangelio de Mateo, 21. “Los sumos sacerdotes y fariseos, al oir sus parábolas, comprendieron que hablaban de ellos. Y, aunque buscaban echarle mano, temieron a la gente, que lo tenía por profeta”. Vamos, lo mismito que hoy día, o quizás hoy más incluso... hay fariseos e hipócritas por doquier, lo malo es que suelen ser, como nos dice el Evangelio, unos cobardes que no dan la cara y que tienen miedo y que se escudan en las palabras anónimas o en las críticas ante quienes saben que no se defenderán. De ahí tanta crítica valiente a la Iglesia católica y tanto olor a pañal usado cuando se trata de hacer lo mismo con el Islam. Valientes de medio pelo...

         Bien, después de esta inusual introducción (no todo van a ser meditaciones), comienzo a contaros el fin de semana.

         La cosa comienza a las 9:00 de la mañana, cuando llega nuestro amigo Henri, un buen hombre que tiene un Renault 4 más cascado que el barco de Chanquete. Nos lleva a la estación de autobuses entre sonidos y chasquidos varios que nos hacen sospechar que quizás no lleguemos ni hasta la mitad del camino. Sin embargo los motores Renault son más duros que los Panzer. Yo tuve un Renault 6 que fue antes de mi padre y que tenía más brío que muchos Mercedes que se ven en las calles hoy en día. Ya quisiera ver yo a estos últimos cargados de cemento y ladrillos para la obra, y sobre todo después de treinta años de uso.
        
         Pues nos deja en la estación, no sin tener que hacer maniobras para no atropellar a la cantidad de “buscavidas” que están esperando a los taxis con los turistas dentro para abordarles y conseguir que vayan al taxi-bus que ellos decidan y conseguir así una propina. Hay uno hombre que literalmente se tira sobre el capó del coche para que Henri pare y así llevarnos el primero, pero a Henri parece importarle poco, y el individuo tuvo suerte de no caer bajo las ruedas, pues no habría dudado en arrollarlo sin piedad. En cierto modo es él quien se tiró al coche...

         Por más que queremos no logramos quitarnos de encima a tantos hombres que tiran de nosotros, hasta el punto de que casi perdemos los nervios y vamos detrás de los menos pesados. A los que tiran de nosotros nos los quitamos del medio de la misma forma. Hay uno que ha tratado de robarme en tres ocasiones, y a la tercera vez le hago entender que soy católico, pero que puedo olvidarme por un momento de ello si lo intenta una cuarta. Las tres veces le he pillado con los dedos metidos en mi bolsillo, intentando sacar algo mientras con la otra mano me hacía señales para distraerme. Quizás habría sido una buena idea meter a “Bosco” (ya sabes, el papagayo) en el bolsillo, y así se le quitarían las manos de meter los dedos cuando sacase los muñones. Bosco es muy agradable, pero si te has fijado en el capitulo anterior, mejor usar guantes, al menos de momento. Incluso con los guantes de trabajo de piel de vaca mete unos mordiscos que ves las estrellas. Me habría gustado sacar la cámara para inmortalizar este momento, pero habría sido como sacar un filete de ternera delante de una manada de leones hambrientos. Mejor os lo cuento y punto.

Aquí se ven los equipajes más extraños...
         Nos montamos, por fin, en el taxi-brouse. Cogemos sitio y ya no nos movemos, pues salir es provocar a los cacos que te miran de arriba a abajo para ver qué tienes que puedan trincar. Al final unos vigilamos el equipaje mientras otros salimos a echar un cigarro. Nos asaltan multitud de vendedores ambulantes. A una mujer no le importa estar una hora convenciéndote de que le compres unas rosquillas, aunque está viendo que tengo tres que acabo de comprar. Otra me quiere vender gafas de sol, mientras llevo puestas las mias, otra una linterna que ni ella misma es capaz de encender... y finalmente viene un hombre que quiere vendernos una radio, y su estrategia consiste en bailar sin parar con la música de la radio hasta que la compres. Reconozco que casi se la compro para que dejase de menearse de semejante forma cuando cantaba Shakira, aunque mi primer pensamiento había sido coger la radio y lanzarla por encima de la tapia de la estación... pero no habría sido buena idea, ya que parecía feliz bailando el “Waka-Waka”. Prefiero mirar para otro lado, y hace efecto...

         Es una pena, así que la parte económica que tengo pensada para cooperar con los pobres prefiero usarla de manera más inteligente. Viene una señora y le compro quesitos “la vaca que ríe”, y Karima se encarga de repartirlos entre los niños. Viene otra señora y le compro galletas, y Karima hace lo mismo... luego rosquillas, y lo mismo... y cuando nos queremos dar cuenta viene todo el arsenal de vendedores ambulantes a nuestro alrededor. Y es que, a veces, uno quiere ayudar, pero no sabe cómo. Tenemos que cerrar la puerta porque la idea de comprar y repartir habrá que madurarla para otra ocasión, no para una estación atestada de gente que quiere que tú resuelvas su problema comprando todo lo que lleva. Es triste, pero es la vida aquí.

         Aunque a algunos les suene raro, lo mejor que podemos hacer por esta gente y por este país no es darles dinero, ni comida. Tampoco es comprar sus mercancías y dárselas a otros menos favorecidos. Tampoco es viajar a la otra punta del mundo para estar con ellos. Lo mejor que podemos hacer por esta pobre gente lo puedes hacer tú desde tu casa, y yo también. Lo mejor y más efectivo es acordarnos en nuestras oraciones por esta gente que lo pasa realmente mal y cuya única ilusión en su día a día es llegar a “casa” con un poco menos de mercancía y algo más de dinero, porque no quieren volver a cenar las galletas de sucedáneo de limón que ellos mismos venden. Por eso te pido que te acuerdes, aunque sea ahora solamente, y que hagas una oración por estas personas. Créeme que estarás haciendo más de lo que yo puedo hacer aquí, con mi presencia y con dinero. Párate un segundo... y luego continúas.

         Gracias, en su nombre...

         Bueno, por fin salimos de viaje. Vamos algo apretados porque la furgoneta es pequeña y nosotros grandes. Además, vamos cuatro repartidos entre las tres plazas. Para que te hagas una idea, es como si en la parte de atrás de un clío tienen que ir cuatro personas (sin ir nadie encima de nadie), incluyendo sus cuatro equipajes. Y así tres horas...

         Cuando sales de la furgoneta es una sensación parecida a la que tienes cuando llegas a casa y te quitas ese zapato que tanto daño te hacía y que no te pudiste quitar en todo el día. De esto entienden mucho las señoras...


         Y por fin llegamos a “La Terrase”, un bonito lugar para pasar el fin de semana, en una especie de bungalow junto a un lago donde se pasan el día pescando con red y canoa los lugareños.
Vista de "La terrase"
Lo primero de todo es probar las instalaciones
Claro que en el techo del bungalow teníamos vecinos
Echa tus redes, hombre de poca fe...
Una vida tranquila la de los lugareños de aquí.
Las niñas mirando
   Dejamos los chismes y nos vamos a comer a un bonito restaurante al aire libre, bajo un cañizo. La comida es buena, barata con respecto a los precios europeos pero cara comparada con lo normal aquí. Cuando terminamos de comer probamos un helado muy bueno, y notamos cómo en la calle hay dos niñas que nos miran fijamente. Somos vazhás (extranjeros blancos) pero cuando llevamos un rato nos damos cuenta de que no miran nuestra piel, sino el helado. Decidimos llamarlas para que vengan a probarlo, aunque luego preferimos comprar dos helados, uno para las dos niñas y otro para una jovencita que se une a las niñas y mira sin parar el helado. Se sientan con nosotros y estamos encantados de compartir con ellas este momento. Es más bonito el hecho de compartir con esta gente un ratito de tu tiempo frente a un buen helado que darles algo de dinero. Ellas lo agradecen mucho, incluso la mujer nos quiere regalar los “advocats” que lleva. En Francia se usa la misma palabra para este fruto que para los abogados de toga. En España llamamos a estos “abogados” y a aquellos “aguacates”.

Nos vamos a comer

Y llamamos a nuestras nuevas amigas
Que vienen encantadas a probar el helado
Se lo comen con ganas, incluso a la pequeña le regalo la sombrilla del mío, ya que al suyo no se la pusieron

Una imagen vale más que mil palabras
Y que dos mil...
         Cuando terminamos nos vamos a echar un rato la siesta. Cuando hicimos la reserva pedimos para tres personas, y ellos dijeron rápidamente que sí, aunque no sabíamos que ellos pensaban que queríamos dormir los tres en la misma cama. La cultura aquí es tan distinta que hay que especificar hasta las cosas más lógicas, pero como ya es tarde, tenemos que compartir habitación y cama. Menos mal que somos amigos y tenemos confianza, aunque la peor parada es Karima, que tendrá que dormir entre dos hombres con sus correspondientes ronquidos (aunque ya sabéis que yo no ronco mucho).

Me pilló por sorpresa
        Es entonces cuando me ataca un cocodrilo a la salida del restaurante. Fue un momento crucial porque me pilló por sorpresa. La verdad es que tuve suerte y solo me agarró un brazo, así que me tiré encima rápido porque se me vino a la cabeza (de los documentales) que los cocodrilos dan vueltas para arrancar los miembros de sus presas. Quería tenerlo bien agarrado para dar vueltas con él y evitar que me desgarrase el brazo. Finalmente logré soltarme, no sin un gran esfuerzo. En esos momentos pasa por tu cabeza todo tipo de pensamientos, pero sacas fuerzas de flaqueza para salvar la vida. Doy gracias a Dios por poder contarlo y porque, finalmente, pude con él. Por esas casualidades de la vida, justo en ese momento mi amiga Karima estaba con la cámara y echó un par de fotos. Fue lo primero que se le ocurrió en lugar de buscar ayuda, pero gracias a ello hoy puedo "presumir" de tener las fotos del ataque en su pleno apogeo... ni en los mejores documentales... Aquí os dejo una imagen más detallada del momento del ataque... En mi cara se refleja claramente el furor de la lucha...

Pero finalmente todo salió bien...
         Así pasamos la tarde, hasta que salimos a cenar. Pero la comida fue tan abundante que no tenía ganas de nada, y mi cena es una cerveza fría. Remy parece tener un pozo sin fondo en el estómago y se deleita con una buena cena. Es entonces cuando conocemos a un vazhá de los de libro. Un hombre francés de 65 años que está aquí por un turismo distinto al que todos conocemos. Él está aquí para estar con chicas malgaches jóvenes y sin recursos que quieran compartir su cuerpo con el adinerado europeo que le pague sus gastos y algunas cenas en el restaurante. Nos cuenta sin reparos que está casado y que su mujer, obviamente, no sabe nada. También que tiene advertida a la chica malgache que cuando venga su señora no quiere que de señales de vida, porque si no, tendrá problemas. Nos dice claramente que ella está contenta porque él paga sus gastos, incluso nos cuenta que gasta 10.000 Ariarys a diario en móvil, cosa que Karima interpreta como que realmente no es tan feliz y que lo hace para desconectar de él. El caso es que nadie la obliga a hacer esto, y tiene 24 años, con lo que es plenamente consciente de lo que hace y tiene la edad legal para hacerlo. Peores son otros que hacen lo mismo alquilando las niñas a sus padres, aunque creo que la actitud de los padres es bastante más reprobable. Alquilar a una hija a un señor mayor por unas monedas muestra la falta de respeto que hay aquí por la vida humana, o quizás la gran necesidad que hay de dinero... En cualquier caso, no quiero juzgar la vida malgache con mis pensamientos europeos.
Disfrutando de una de las pocas veces que uno puede beberse una cerveza fría
         Me voy a acostar porque los franceses hablan un francés coloquial y estoy perdido. Yo pensaba que ya estaba como pez en el agua con el idioma, pero me he dado cuenta de que una cosa es conocer el idioma y otra distinta conocer el argot, además de que es doloroso para la cabeza intentar descifrar todo lo que dicen, porque hablan muy rápido.

         Nos acostamos porque el sábado queremos hacer una visita a las cataratas o a los géiseres. Remy duerme en medio, y se ocupa toda la noche de desarroparme, con lo que no logro pegar ojo. Él tira de las sábanas inconscientemente, y cuando trato de recuperarlas, las tiene agarradas como si fueran un tesoro que no quiere soltar. Pero finalmente me duermo escuchando al gran Jorge Loring, entre risas, claro...

         A la mañana siguiente nos sirven el desayuno en “primera línea de laguna”, bajo una sombrilla. El desayuno es pan de ayer, con mantequilla de antes de ayer y mermelada de épocas más remotas aún. Pero hacemos de tripas corazón y nos comemos todo. Lo más cierto es que este desayuno es mejor de lo que podamos encontrar por ahí.

Parece mentira que el agua salga del suelo
         Nos preparamos para ir a los géiseres de Ampefy. El francés de ayer nos dijo que había precios económicos para viajar allí, ya que por unos 10.000 Ar., nos llevarían sin problemas. La cosa cambia cuando buscamos transporte, pero finalmente encontramos uno que nos lleva en un coche casi fúnebre de la edad de piedra. Es más caro, pero nos esperará hasta que terminemos de bañarnos (si es que lo hacemos) y luego nos volverá a traer a casa. Por si acaso, nos llevamos el bañador.


         Llegamos a los géiseres, y al principio son como de risa. Un chorrito que sale del suelo que parece una manguera de patio, pero más adelante están los buenos. Parece increíble que brote con esa fuerza de la tierra un chorro de agua limpia y cristalina. Está a una temperatura agradable y tiene sales calcáreas que van formando una especie de estalagmita gigante con el paso de los siglos. El agua discurre por el suelo y han construido dos piscinas naturales para que los turistas se bañen. También hay barros medicinales que la gente usa para untarse por todo el cuerpo. Incluso existe una pequeña caverna por la que sale un gas desconocido. Metemos la cabeza y es como si aspiráramos amoniaco. El choque es tremendo y todos sacamos la cabeza a la primera bocanada, sin embargo, los lugareños dicen que cura el asma, la sinusitis y las migrañas. ¿Será verdad?. Lo cierto es que es insoportable y hay que oler a ráfagas. El gas no es inflamable, y cuando metes algo ardiendo, la falta de oxigeno hace todo se apague como por arte de magia. Habría que estudiar la composición de ese gas y ver si, efectivamente, es bueno para estas enfermedades. Ellos, sin embargo, se conforman con enseñarte cómo huele a cambio de unas monedas.

El primero que vemos da un poco de risa...
Cada vez son más grandes
Y aquí el rey de los géiseres... increíble. 
Un geiser que forma una cascada natural
Y mientras en España nieva... (lo siento, pero tenía que decirlo...)
Cuidando el cutis
    Nos damos un buen baño de más de dos horas. Primero en la ducha natural, luego en un géiser, luego en la piscina natural... luego los barros. Luego volvemos a repetir el ciclo. Y cuando estamos como uvas pasas, salimos y nos ponemos a secar como lagartos. La temperatura fuera es de unos 35 grados, más que calor. No quiero dar envidia a mis paisanos que ahora mismo están arropados hasta las orejas viendo cómo estos días incluso ha nevado un poquito por tierras extremeñas, algo casi insólito. Creo que de este verano saltaré al verano peruano para volver a pegar salto al verano español. Vamos, que este año mi verano será de más de seis meses. En fin, no sigo por si te sienta mal... Solo una cosa más, mi moreno va en aumento.
Las vendedoras en torno a los géiseres vendiendo sus advocats.
Y los niños también se buscan la vida vendiendo piedras volcánicas
     Nos vamos a casa de nuevo en el taxi improvisado y llegamos justo para la comida y la siesta. Por la tarde preferimos descansar, que para eso hemos venido. Existen unas cataratas muy bonitas, pero después de haber visto Gocta, cualquier cascada es un simple grifo, así que finalmente decidimos no ir a verlas.

Las cataratas que no vimos...
         Por la noche pasamos una bonita velada en “La Terrase”. Aquí solo hay blancos, exceptuando a la dueña, que es un poco pija. Los blancos lo son aún más, y no me siento cómodo entre tantas risas alrededor de mojitos, puros y niños con tablets compradas para que dejen de dar la murga mientras los padres disfrutan de las cosas de mayores. Las conversaciones son ridículas y repelentes, y eso que no sé de qué hablan, pero no pueden ser de otra forma cuando la gente solo ríe y no habla, cuando la gente desprecia a los pobres que están fuera mirando porque son de otra clase, una clase baja e incómoda. Sin embargo, a ellos parecen incomodarles poco y siguen a lo suyo. Los vehículos de fuera son de tracción animal, pero ellos tienen unos flamantes 4x4 que aparcan justo delante del restaurante para ver si algún desdichado osa tocarlo. Pero lo más triste es ver como la dueña, malgache también, desprecia a algunos que quieren venir a vendernos sus “advocats” porque son como parásitos que vienen a molestar a los ricos europeos que dejan dinero en su cantina, mientras viste un ridículo modelo, un vestido rosa largo hasta los tobillos de esos que no llevan tirantes, con lo que se pasa la noche tirando del vestido hacia arriba para que no se le salgan los pechos, así, como las modernas europeas... y lo mejor son sus pendientes, de los cuales podrían colgar lemures y estar a sus anchas. Por cierto, también tiene un perro muy bien educado y muy bien tratado, que se pasa por las mesas de los clientes lamiendo sus espaldas con sus babosas mandíbulas, así como comiendo lo que va cayendo al suelo. Sin embargo, esto no le resulta molesto a la señora, que prefiere al perro baboso antes que a los pequeños vendedores de “advocats”.

         Nosotros no somos ajenos a tal espectáculo, y me arrepiento de haber elegido este sitio para comer y cenar. Lo cierto es que no hay otro, porque Ampefy es tan pequeño como tranquilo. El pueblo se resume en una calle, de la cual la mitad es propiedad de la mencionada zagala.

         En fin, ya sé dónde no volver a pasar un solo minuto más de mi vida. Prefiero mil veces más los pobres de mi barrio malgache que esta gente insensible y falta de escrúpulos. Entre los que vienen a hacer turismo sexual y los que vienen a hacer turismo egoísta a un país donde todo es más barato y, además, sale gratis humillar al oriundo, estoy rodeado de mequetrefes, tragaldabas y rascanalgas... Claro que de estos individuos no está exenta mi propia tierra, donde abundan también, aunque a estos los suelo denominar como “progresistas de medio pelo”, también conocidos como “zapateranos”, “rubalcabienses”, “Llamazarinos”, “Victorcascudos” o “Sanchezgordillorrios”.

         Mejor me quedo a medio camino, en el desierto de Sudán... lejos de unos, lejos de otros...

         El domingo lo pasamos en la cama hasta tarde, y a eso de las nueve, después del pobre desayuno que descubro que es pobre para nosotros, pues los abrazafarolas desayunan cosas de más calidad, nos vamos a la misa. Justo al lado tenemos una capilla muy mona, pero cuya construcción al estilo anglicano me hace sospechar que es de nuestros “hermanos separados”, y efectivamente así es. Tengo que ir a rescatar a Remy y Karima, que habían cogido sitio en el primer banco. Preguntamos por una misa católica y nos explican donde cae. Ayer nos dijeron que lejísimos, y hoy que a cinco minutos.

         Cuando llegamos nos encontraos con un espectáculo algo bochornoso, y es que en la Iglesia están vendiendo arroz, pastas, etc... y todo al mejor postor. Menos mal que no entiendo nada (y que no tengo látigo) y salgo a fumar un cigarro hasta que al sacerdote le da por comenzar.  Lo malo estaba por llegar. Una vez acabada la liturgia de la palabra, hacen una especia de representación teatral que no entiendo. Salen cinco hombres con un número grande marcado en una tabla. Resulta que son elecciones en el pueblo y la plebe tiene que votar por el candidato que prefiera, y para ello usan la misa, entre la palabra y la eucaristía. Uno a uno van saliendo y diciéndole su número al cura, que apunta diligentemente en una libreta y va eliminando por número de votos a los menos votados. Y la cosa dura nada menos que hora y media. Es indignante, pero como se trata de una cultura popular, es más fácil convencer a una urraca de que no robe joyas que a esta gente de que las elecciones son los domingos, pero no en la misa.

         Y con esto regresamos para comer, la última comida con esta gente es más placentera que las mismas mini-vacaciones. Tomamos un pequeño transporte que nos lleva a un pueblecito cercano donde tomaremos el taxi-brouse. El chófer, como de costumbre, nos dice un precio. Cuando llegamos nos dice otro, lógicamente superior. Nos dan ganas de estrangularle, pero si hiciésemos eso cada vez que nos quieren engañar, la población de Madagascar estaría en peligro de extinción.

         Cuando llegamos al taxi-brouse, nos montamos y damos gracias a Dios porque acabó el periplo de Ampefy, aunque llegaría otro más adelante. Se averió la furgoneta a mitad de camino. Paramos en un pueblo desconocido mientras la furgoneta echaba humo. Se rompió el latiguillo del ventilador y casi se gripa. Menos mal que el intenso humo hizo parar al conductor, y a todos nosotros bajarnos para no morir asfixiados. Hora y media después, logran arreglar el asunto. La reparación duró un kilómetro más o menos, hasta que volvió a averiarse de nuevo, y eso que advertí al chófer que comprobara que funcionaba bien, pero él, fiándose de sus maravillosas manos, se montó y nos dijo a todos que “marchando”, que “esto está listo”... y vaya si lo estaba. Hubo que hacer otra parada hasta que vino un mecánico del pueblo a solucionarlo, y después sí pudimos viajar tranquilos. Vamos, que salimos a las dos de la tarde y llegamos a Tana a las nueve de la noche. Siete horazas para recorrer 111 km, así que cuando llegamos a casa estábamos tan cansados que apenas nos despedimos y cada cual se fue a su cuarto. No hubo tiempo ni para ir a buscar a Bosco. Mañana iremos por él.

           Os dejo algunas fotos:

























    
           Y aquí acaba el periplo de Ampefy. Hasta mañana!

1 comentario:

  1. Hola mangurrino, me gusta veros de turismo también, no todos los días va uno por Madagascar?

    Por cierto las fotos de los geiser muy chulas, ya veo que los baños os sentaron bien, pues ala a coger fuerzas.

    Que otra vez me ha pillado el retraso, tengo que actualizarme yaaaaaa.

    ResponderEliminar