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"Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho..."

Un gran Santo, el más pobre en lo material, pero el más rico en lo espiritual dijo en su lecho de muerte: "Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho...". Ese gran Santo era Francisco, y si él dijo no haber hecho nada, ¿que hemos hecho nosotros? Empecemos a hacer algo para cambiar el mundo, ¿no os parece?

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martes, 26 de marzo de 2013

Capítulo 44. Fin de semana en Antsirabe II

      Este fin de semana ha sido largo y cargado de proyectos, vivencias y experiencias que difícilmente olvidaré, al menos en mucho tiempo.

         El fin de semana comienza el viernes por la mañana. Vamos a misa a las 6:30, como es habitual. Cuando termina la misa vamos a casa a desayunar y Karima y Remy hacen su equipaje porque le taxi que les llevará a la estación de taxi-brouse llega a las 9:00. Yo me quedo en Tana porque tengo una cita con los franciscanos para conocer lo que será el próximo proyecto (o eso creo) de OFRA en Madagascar. Tenemos una cita con varios chicos infectados por el virus del sida. Aquí esta enfermedad tiene un doble sentido negativo. Por un lado está la enfermedad en sí, que ya es bastante. Por otro lado está el rechazo social por parte de todo el mundo. Aquí existe una dura discriminación hacia las personas infectadas, las cuales tienen todas las puertas cerradas. Con esta situación no es fácil ganarse la vida, por lo que lo más habitual es vivir la enfermedad en el más absoluto secreto e intentar hacer una vida normal, aparentando ser normal.

         Es duro esto, especialmente cuando se trata de adolescentes que no entienden muy bien porqué les ha tocado a ellos esta “lotería”. No lo encajan muy bien, cosa bastante normal a esta edad.

         Pero claro, para solucionar este problema está aquí nuestra querida Iglesia Católica, cuyos representantes más destacados en este sentido son, cómo no, los franciscanos. Ellos acogen en un apartado de su casa a estos chavales, a los que acompañan y ayudan. También les dan de comer, pues hay algunos que no han podido ocultar su enfermedad y son personas sin futuro aquí. Su única solución para salir adelante es que alguien les ayude, ya que incluso sus propias familias les han rechazado y no quieren saber nada de ellos.

         Es difícil cambiar esta cultura, y será el tiempo (mucho tiempo) el que se encargue de ir variando la mentalidad de una sociedad que bastante tiene con sus problemas como para preocuparse por los de los demás.

         Bien, pues la misión más importante de OFRA ahora mismo, después de las que ya viene realizando, será intentar ayudar a estos compañeros franciscanos en su dura tarea de ocuparse de ellos para darles un futuro y una vida digna. Para ello, cómo no, hace falta dinero para alquilar una casa y crear una asociación que ellos mismos llevarán adelante. Se pretende crear una pequeña empresa en la que trabajen y se ganen la vida haciendo cosas relacionadas con sus conocimientos. Antes de irme tengo que tener otra reunión con ellos para investigar qué sabe hacer cada uno y, después, pensar qué tipo de ocupación buscarles. Creo que los tiros irán encaminados por la fabricación de algo, artesanía, productos de limpieza, etc... es lo único que pueden hacer sin tener que mezclarse con nadie y evitar así descubrir su enfermedad.

         Una vez terminada la primera visita de toma de contacto vamos a la cena. La cena es franciscana y el menú es a base de arroz, alubias y otras hierbas, pero se come bien. Luego nos vamos a acostar porque aquí las misas matinales son aún más tempraneras que el el centro Salesiano. Son a las 5:30 de la mañana, con lo que toca levantarse a las 5:00. Espero no conocer más congregaciones en el tiempo que me queda aquí, pues algún día voy a terminar de cenar y me va a ser más rentable hacer tiempo para la misa que acostarme.

         La noche la paso bien. Es curioso, pero siempre que duermo en sitios distintos me acuerdo de las personas que hablan de “extrañar la cama”. Yo duermo igual de bien en Magascar que en España, en una cama dura que en una blanda, en un sillón de coche que en el suelo... y siempre igual: como en la mejor cama viscoelástica. Es un don que Dios me ha dado... veremos a ver con los años.

         Después de dormir como un tronco, me despierto a la hora acordada con mi móvil. Me aseo un poco y bajo a la capilla. Es preciosa, toda de madera, pobre, sencilla... vamos, franciscana. Están todos los frailes y se incorporan algunas monjas que vienen de algún lado desconocido para mí. La misa es en malgache, pero como esta vez no tengo mi Biblia, no puedo leer las lecturas, así que me conformo con asistir y punto.

         Cuando acaba desayunamos rápido porque tenemos que salir para Antirabe y son más de tres horas de viaje. Nos montamos en la furgoneta y ponemos rumbo a Antsirabe a eso de las siete, y es tarde porque nos hemos entretenido bastante.

         Salimos de Tana con problemas porque a esta hora ya hay miles de coche en las calles, por eso el plan era salir antes. Cuando nos ponemos en carretera nos parece mentira... y luego, kilómetros a manta. Bueno, no son muchos, pero el estado de las carreteras hace que los aproximadamente 150 kilómetros se tarden en negociar más de tres horas.

         Llegado un momento nos paramos, a mitad de camino aproximadamente. Hay una caravana terrible y somos los últimos en incorporarnos a ella. El principio no se ve, pero todo el mundo está fuera de los coches y van caminando hacia delante, dejando el coche abandonado en la carretera. Me parece extraño, como a todos, pero pronto viene un policía que nos comunica que paremos el motor porque esto va para largo. Ha habido un accidente y la carretera está cortada. El conductor se queda en la furgoneta mientras los demás vamos andando hacia delante, en dirección al accidente. Y por fin llegamos y vemos el terrible espectáculo.

         Es muy triste, y casi no doy crédito a lo que oigo. Justo en mitad de un puente han chocado dos vehículos, uno es un todo terreno y el otro dicen que un camión. El todo terreno salió despedido del puente y cayó al río con todos los ocupantes dentro. El otro vehículo no estaba y no logré saber si se dio a la fuga o se lo llevaron. El caso es que dentro del coche que cayó al agua viajaban siete personas. Todas murieron en el accidente.

         Cuando nosotros llegamos ya habían sacado el coche a la orilla y ya tenían los cadáveres cubiertos con las esas mantas térmicas color dorado. Uno de los cadáveres, un hombre, se dejaba entrever y su postura era horrible. La mano se le quedó agarrotada, con los dedos en actitud de querer agarrar algo que tenía delante de él. Era el conductor. Lo triste de la noticia estaba por llegar, ya que luego me contaron que el resto de ocupantes del vehículo eran unas monjitas de la congregación de la Divina Misericordia. Eran todas italianas y precisamente se dirigían a Antananarivo al aeropuerto. Se iban a Italia. Unas llevaban años, las otras poco tiempo, y alguna había venido solo para acompañarlas al que sería su último viaje. Se habían recuperado cuatro cadáveres, y tres seguían perdidos en el río. La gente las buscaba por todos lados, pero aún no habían aparecido.

         Se juntó allí un montón de gente, unos a cotillear, otros a buscar y algunos cuantos a sacar el coche del agua. Nosotros no podíamos hacer nada más que rezar por ellas y yo no hacía más que asombrarme por ver en primera persona lo que más de una vez os he comentado acerca de que el mundo es efímero, que cuando menos lo esperamos nos llama Dios. Ninguno tenemos asegurado el mañana. Estas pobres monjas seguro que iban con planes hechos, con proyectos por realizar, con visitas programadas y con muchas ganas e ilusión por llegar a su tierra italiana. Pero nada de esto será posible porque se quedaron en el camino. Ya lo dice el libro del Eclesiastés: “Vanidad de vanidades, todo es vanidad...”. A veces nos pasamos los días sumergidos en nuestros proyectos de futuro, pensando que viviremos para realizarlos. Otras veces nos ahogamos en pensamientos acerca de cosas que carecerían de todo sentido si nos viésemos en una situación como la de estas hermanas.

         ¿Cuántas veces decimos que la vida son cuatro días?. Pero, ¿cuántas veces se nos olvida al poco tiempo de decirlo?. ¿Actuamos como si el mañana no lo tuviésemos asegurado?. La respuesta es clara: no. Actuamos como si fuésemos a vivir eternamente, como si todos fuesen a dejar el mundo antes que nosotros. Nos pasamos media vida cargando en nuestras espaldas todo tipo de problemas, preocupaciones, enfados y un sinfín de cosas más, todas superfluas... y pocas veces tenemos tiempo para dar gracias a Dios por habernos permitido vivir un día más, por tener la suerte de poder seguir acumulando experiencias. Estas hermanas seguro que sí lo hacían, y seguro que ellas habían meditado muchas veces acerca de la muerte y de su resurrección con el Señor, en la vida futura. Y ahora viven en ella...

         Nosotros, por el contrario, pensamos en la vida terrena, en la casa, el coche, los estudios, el trabajo, el partido del domingo, las vacaciones de verano, el modelo que me he comprado para nochevieja, los dos kilos que he cogido, la dieta para bajarlos, si estoy lo suficientemente moreno y si los zapatos combinan bien con la camisa... y en eso se va gran parte de nuestros días. Otros, por el contrario, esperan esa vida futura pensando en la única cosa que les quita el sueño: el hambre. Estos últimos solo piensan en qué hacer para echarse algo a la boca mañana... Si con esta reflexión no cambiamos nuestra manera de vivir, apañados vamos... Ojalá sirvan de algo estas letras.

         Cuando retiran todo, cadáveres y coche, abren de nuevo la carretera al trafico y nos ponemos en marcha. Desde ese momento hasta hoy no puedo quitarme de la cabeza a estas valientes que un día vinieron a un país difícil, sabiendo que les podría costar la vida, y justo en el último día la perdieron. Ellas irían contentas a casa pensando que habían salido ilesas de una convivencia complicada durante varios años, sin saber que, al decir adiós al país, se lo dijeron para siempre. Hay que ser valiente y tener mucha fe para venir aquí siendo religiosa, pues no es nada fácil, te lo aseguro... Hace muy poco a una monja la mataron, la descuartizaron y pusieron a la venta su carne en un mercadillo callejero. Suena exagerado, pero te aseguro que no puede ser más real lo que te cuento. Por suerte los culpables pagarán el delito. Esto es una muestra de lo que puede llegar a hacer el hombre, si es que se puede llamar así a estos individuos.

             Por supuesto no voy a publicar las fotos del accidente, pero sí quiero pedirte una cosa, que ahora mismo hagas un stop en la lectura y reces un Padrenuestro por estas valientes hermanas que han dejado su vida en esta tierra malgache.

(..........)

El menú
         Llegamos a Antsirabe, pero antes de entrar nos desviamos hacia una granja que compraron los franciscanos para hacer un proyecto en el futuro. Será una plantación de arroz y maíz donde podrán cultivar lo necesario para poder subsistir, y quien sabe si en el futuro podrán vender los excedentes. La carretera se acaba en un momento dado por ser intransitable, así que bajamos y vamos andando. Es casi media hora de camino entre charcos y arrozales. Llegamos a una casa donde hay varias personas a las que dan trabajo. Nos invitan a comer: arroz con galletas. A mí, por eso de ser el blanco, me dan también un huevo frito. En el futuro puede ser una gran explotación, pues tienen 10 hectáreas de tierra fértil y bien plana para plantar arroz a discreción. Espero que tengan suerte y puedan aprovechar hasta el último centímetro cuadrado.

         Después de comer nos vamos de nuevo al coche, otra media hora. En el camino me encuentro con varios niños que dudo que hayan visto nunca a una persona blanca, pues cuando trato de darles caramelos que llevo encima no los quieren, y si me acerco, salen huyendo como si en lugar de caramelos en la mano llevase un puñal. Me tienen miedo, aunque siempre hay algún valiente que se atreve a acercarse lo suficiente como para coger su barrita de mentos, y en el momento justo de cogerla pienso que si le diese un susto me lo cargaría de un infarto. Pero su valentía le ha hecho ganar un preciado botín, algo que no se ve (ni se verá) por los alrededores. El resto se lamenta de no haber tenido agallas de acercarse al vazha y tendrá que confiar en la generosidad del valiente.

         Llegamos a Antsirabe y vamos al noviciado franciscano. Allí me presentan a la comunidad y me enseñan la casa, acogedora y sencilla. Tienen un taller de carpintería con el que se ganan la vida, entre otras cosas, cosa que me parece muy evangélica.

Con las hermanas clarisas
         Luego me llevan a recoger a Karima y Remy. Están en el Chez Billy, no sé si lo recuerdas de la visita anterior. Se vienen con nosotros y vamos a donde dormiremos, aunque antes hay que hacer varias visitas. Primero vamos a lo que quieren que sea el próximo estudiantado de filosofía para los aspirantes a sacerdote. Me enseñan dónde irá y tomo nota para ver posibles cooperaciones futuras. Luego vamos a ver a unas hermanas clarisas que viven cerca. Nos enseñan la capilla, posiblemente la más bonita que haya visto nunca, toda con motivos africanos, maderas y muchas ventanas que dejan ver un bonito paisaje. El Sagrario tiene forma de tótem y está en el centro de la capilla, algo muy original. Nos invitan a un café y nos presentan a cuatro monjas italianas que viven en el convento. Mi recuerdo es para las pobres monjas que murieron horas antes y de las que nada sabían estas aún. Nos invitan a un café y hablamos un rato, momento en el que aprovecho para intercambiar correos electrónicos y pedirles oración y monjas (sí, has oído bien) para el convento de Almendralejo, pero yo pensaba que habría muchas y solo son seis... vamos, que la situación es la misma en ambos conventos.

         Terminada la visita nos vamos al Seminario, donde dormiremos. Allí nos invitan a cenar después de una oración de vísperas a la luz de unas velas, ya que hay tormenta y no hay electricidad. Después de la cena tengo una reunión con el superior al que le doy la ayuda que mi amiga Nina me envió con la inestimable colaboración de Ana, aprovechando su enchufe en el servicio postal.. A las dos les doy las gracias y les hago saber que la ayuda llegó a su destino. Es un lujo trabajar con gente así...

         Nos acostamos pronto porque al día siguiente salimos hacia un pueblo llamado Mahaiza, donde el padre Silvestre nos enseñará de camino otras Iglesias donde hace falta ayuda económica y mi presencia futura para llevar a cabo la construcción de varias Iglesias. El camino me recuerda mucho al que hacía en Perú de Chachapoyas a Granada, ya que tiene una primera parte del camino horrible y una segunda más que horrorosa. Si no es con un 4x4 no es posible llegar ahí arriba. Pero antes de ir para allá hacemos una visita al Centro de Reeducación (o lo que es lo mismo, la cárcel infantil) de Antsirabe. Alli hay unos cuantos niños y me sorpende ver que entre ellos hay cuatro niñas. Recuerdo la respuesta que le di a una amiga acerca de porqué las niñas no están en prisión, sin embargo hoy se me han caído todas las bases de la hipótesis que le di. Pasamos con ellos un buen rato, Karima y Remy bailan el Waki-Waki y hacen otras actividades mientras yo voy con los franciscanos a conocer a otros compañeros.
Les llevamos caramelos, bebidas y otras delicias que agradecen mucho
Ellos hacen un stop para no perder tiempo... no sea que se queden sin nada
En pleno Waki-Waki
Hubo dinero para construir hasta aquí
         La primera parada es en una pequeña Iglesia como perdida en mitad del camino. Un día tuvieron algo de dinero para empezarla, pero se les acabó y la dejaron a un metro de altura. Ahora esperan a tener dinero para levantarla un metro más, si es posible. Y así hasta conseguir cerrar aguas... dura tarea.

         Luego vamos a otro poblado donde pasa algo similar. Hay Iglesia, pero la usan como escuela porque no hay otro sitio donde enseñar a los niños, así que los domingos tienen que retirar pizarras, pupitres y demás enseres... por eso quieren construir otra junto a la antigua. El problema de esta gente es similar al anterior, ya que tuvieron dinero para subir las piedras y la grava, aunque estos ni siquiera pudieron comenzar los trabajos, así que tienen allí todo el material para lo que será la futura Iglesia. En realidad es una Iglesia, pero desmontada por piezas y esparcida por el suelo, esperando que alguien coloque cada pieza en su sitio algún día.

         Y de ahí nos vamos a Mahaiza, una ciudad más bien grandecita, con unos 30.000 habitantes. Sin embargo parece un pueblo por las calles sin coches, sin nada. Aquí no hay ni electricidad, y solo la Iglesia la tiene porque algunos fieles han ideado un sistema hidráulico que aprovecha un río cercano para, con una turbina y un alternador, llevar la corriente a la Iglesia para que todos puedan escuchar los sermones del padre Silvestre.
Todo preparado para bendecir los ramos
Domingo de Ramos en Mahaiza
         Allí pasamos el domingo de Ramos, en una misa que dura tres horazas de nada con bautizo incluido y en la que nadie parece mostrar muestras de cansancio. Los vazhas, para dar ejemplo, casi nos dormimos porque escuchar una misa de tres horas en un idioma ininteligible es una tarea que tumba al más pintado... ya me gustaría ver a más de uno ahí, justo al lado del altar mientras cientos de personas te miran esperando ver cómo te duermes para reírse.

         Por supuesto, al acabar la misa, el sacerdote saca a uno de los tres a hablar en público para explicar quienes somos y qué venimos a hacer. Y cuando hablaba lo hizo en francés para que nos enteráramos. Yo pensaba que saldría a hablar uno de los franceses, pero me eligió a mí. Le dije que no creía que fuera capaz de expresarme en francés ante tanta gente. Bien está que haya aprendido rápido, pero no tanto como para empezar a dar conferencias ya. Me dice que hable en inglés y el superior franciscano de Tana lo traduciría. Y ahí me tenéis: un español hablando en inglés ante una iglesia abarrotada para que un sacerdote lo traduzca al francés y después otro haga lo propio traduciendo lo dicho en francés al malgache. Vamos, una locura... me gustaría saber cual fue el mensaje final que llegó al público y si se parecía en algo a lo que yo quise expresar.
Todos con sus ramos
Ramo en mano
Bonita y sencilla imagen que muestra bien lo que es una misa en Madagascar

La Iglesia estaba llena
Nos invitan a comer, arroz con alubias y otra cosa... os cuento. No sé si habéis visto las fotos de cómo son aquí las carnicerías. Pues bien, antes prefiero comer todos los cuyes de Perú que la carne puesta al sol mientras espantan las moscas con un trapo, o lo que es peor, mientras las aplastan sobre ella con la hoja de un cuchillo. Al salir en el 4x4 hacia Mahaiza, el padre Silvestre paró en una de ellas y, sin bajarse del coche, le pidió algo al carnicero, quien se lo dio metido en una bolsa reutilizada. Eran unas pocas salchichas de esas caseras que se pasan las horas colgadas esperando ser compradas por alguien. Yo entonces no sabía para qué eran, y pensé que serían para él, pero después de la misa, tras el arroz y las alubias, el plato estrella estaba por llegar: salchichas cocidas. Todos cogieron una y me dejaron a mí la más grande, y mira que yo insistía en que no, que no tenía hambre... pero me tocó y tuve que hacer un gran esfuerzo para imaginarme que estaba comiendo unas salchichas de “El Pozo”, aunque estas parecía que eran del fondo de un pozo.
Salchicas en mano, sin saber entonces que también eran para mí.
         Me la comí sin rechistar, pensando en que lo más normal cuando visitas un país extraño es comer según sus costumbres, y ya estaba tardando en probar algo que me costara sobremanera. Menos mal que aún no he probado los insectos ni las larvas... y espero que siga siendo así.
La plaza mayor de Mahaiza
         En Mahaiza todos los niños están como flipando con nosotros, y son muchos los que, al igual que el día anterior, nos tienen miedo. Salen corriendo cuando nos acercamos y los más pequeños lloran desconsolados. No parecen muy contentos con nuestra visita, pero eso es hasta pasado un rato. Karima empieza a usar el miedo para salir detrás de los niños corriendo. Algunos salen despavoridos como si les persiguiera un miura, pero otros empiezan a reir y finalmente se dejan tocar. Antes de irnos queremos tomarnos un café y mezclarnos un poco con la gente de aquí.
Yo quería una pajita... pero eso aquí es misión imposible.
Algunos niños de Mahaiza
         Nos vamos de Mahaiza con un buen sabor de boca, pues al final todos los niños estaban muy contentos de nuestra visita, igual que la gente del pueblo, que agradece que unos extranjeros hayan tenido la amabilidad de venir a su casa. Para ellos hemos sido el entretenimiento del día en un domingo de ramos distinto para todos.

         Nos vamos a casa a descansar, pues el día ha sido largo. Cuando llegamos nos dicen que, en lugar de quedarnos como teníamos previsto, nos vamos directos a Tana. Por un lado la noticia es buena, pues no he traído más ropa y la tengo sucia, aparte de que el lunes quiero llegar a tiempo a la reunión que tengo con el director del zoo.
Por el camino nos encontramos con más niños
         Salimos hacia Tana y la mitad del camino me la paso durmiendo. Viajamos cinco en un coche de veinte plazas, así que imaginaos cómo me despatarré hasta ocupar todos los asientos posibles. Así, durmiendo, llegué a Tana sin enterarme, y después nos llevaron a Ivato, donde continué el sueño por donde lo había dejado.

         Esta es la crónica de un fin de semana en Antsirabé, amargo al principio y dulce al final. Un fin de semana que será el último aquí y que, por otra parte, me ha servido para vivir de nuevo un domingo de ramos muy distinto al español. Aquí no hay procesiones, o al menos no el domingo de ramos ni en Mahaiza... por eso no hay peligro de que se suspendan por causa de la lluvia.
Aquí se estila mucho la venta ambulante
Aunque también se estilan las grandes superficies
Hemos creído en el amor
Los paisajes de Madagascar
Y sus arroceras trabajando
La economía se basa en la recolección del arroz
En Tana es a base (entre otras cosas) de la fabricación de ladrillos.
Aquí se aprovecha todo
         Hasta mañana.

1 comentario:

  1. Mención destacada hago de tu comentario de que la vida son cuatro días y ya vamos más de la mitad, en fin que estamos en tiempo de descuento....ni si quiera así caemos en la cuenta.

    Si nos dijeran que hoy es nuestro último día y que aprovecháramos para hacer lo que quisiéramos, nuestra actitud sería diferente; pero claro eso no deja de ser una suposición, eso le pasa a los otros y no a nosotros.

    Deberíamos estar algo más alertas pues no conocemos el momento ni el lugar y tomos estamos llamados, en fin que aprovechemos lo mejor posible nuestro día a día y que siempre nos resulte sin desperdicio.

    Buena tarde.

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