Por
la mañana del viernes, antes de viajar, ya estaba expectante por si Horacio me
decía que necesitaba la moto... ojalá la necesite, porque la cadena se sale y
sé que no la ha tensado... Echamos un vistazo a la obra, espero a que el pueblo
se organice con las tareas de recogida de basura comunal, en la que participan
las autoridades. Así dan ejemplo a los vecinos, siendo ellos mismos los
basureros al mismo tiempo que catequista, regidor, gobernador e incluso
alcalde... Vamos, como en España. Me imagino a los políticos españoles metidos
dentro del camión de la basura recogiendo bolsas que se vierten porque están
sin cerrar, mientras desde abajo, sus compañeros de cabildo les pasan las
fétidas cargas. En España la carga que se pasan de una a otra mano política son
talones y efectivo... y luego un apretón de manos por “lo bien que lo hemos
hecho...”
Confirmado que la moto está libre, el viaje de
regreso a Chacha ya empieza a prometer... Para empezar la moto no quiere
arrancar ni aunque le metamos fuego con el mechero directamente al carburador.
Me dice Horacio: ”Tranquilo, que esta la arranco
yo como sea...” y se las pira por una cuesta debajo de varios kilómetros
para arrancarla “a embrague”... Por más tiempo que espero a escuchar el sonido
del rugir de la moto, no logro escuchar nada... sólo el ruidillo de las ruedas
rodando cuesta abajo. Como estaba tan convencido, le dejé sin más...
La que le espera... como tenga que venir empujando
la moto hacia arriba de nuevo, no le arriendo las ganancias... mejor que se
meta en el camión de basura y le tiren al basurero con ella... Seguro que
piensa lo bien que estaría en el camión en lugar de empujando la cross cuesta
arriba.
Media hora después, ya empieza a ser preocupante su
tardanza... El resto de autoridades se piensa que está haciendo novillos para
librarse de coger bolsas de basura llenas de líquidos malolientes... y no
sabemos si es o no verdad... lo mismo arrancó la moto enseguida y se quedó
dando vueltas para librarse de la tarea sanitaria... El caso es que más de
media hora después, se presenta con la moto arrancada y sin problemas...
Me la llevo y voy a por el equipaje...
El viaje fue otra vez apoteósico... menos mal que
esta vez llevaba las herramientas encima. Se me salió la cadena nada más bajar
a Molino. Se me volvió a salir en Pipus... y el problema es que el tensor ya no
daba más de sí, es decir, que como se volviera a salir, ya no se podía tensar
más. Lo más lógico es cambiar todo el sistema de arraste: el piñón delantero,
la cadena y el piñón trasero. No quiero imaginarme cuánto va a costar esto...
pero es necesario.
Por alquiler de moto tenía pensado cambiarle el
neumático delantero... ya pedí precio y está en 90 soles ya cambiado. Si la
historia de la cadena es cara, tendré que dejar la rueda para el pago del
próximo alquiler. El de este fn de semana tendrá que ser a cuenta del sistema
de arrastre.
Por suerte, viajando despacio, la cadena no se sale
más... aunque me van adelantando hasta las viejas con la carga de leña a la espalda...
y cuando llego a Chacha, de nuevo, lo primero que hago, es ir al taller... Me
van a conocer como el que siempre “casi no llega”... o el que siempre “llega
por los pelos”...
Me dan presupuesto. No llega a 60 soles, con lo que
es una ganga. Les digo que se pongan manos a la obra, porque no pienso montar
más en esta moto mientras esté así. Al fin y al cabo, es una mejora
considerable para esta moto, a la que una cuerda de nylon por cadena ya le
sería una mejora. Creo que vale más ya el sistema de arrastre de la moto que la
moto entera, pero mientras funcione, bien está.
Me voy al Obispado a dejar las cosas, a quitarme la
ropa del Paris-Dakar y a pegarme la ansiada ducha. Creo que esta va a ser la
última vez que la moto me lleva hasta el taller y no hasta el Obispado.
Uno no sabe el lujo que tenemos en casa en forma de
alcachofa... Sólo cuando uno no tiene la posibilidad de pegarse una ducha
caliente, cuando trae llenos de barro hasta el martillo y el yunque de los
oídos, y cuando viene hecho una sopa del chaparrón frío andino, se da cuenta de
lo privilegiados que somos por tener este lujo junto a nuestras europeas
cocinas.
Creo que la ducha dura media hora... lo justo para
que me vuelva a olvidar de lo limitado del agua caliente de un termo eléctrico,
y así, la placentera ducha tiene la guinda final de un gélido carámbano
antártico recorriéndome la espalda. Un respingo, y casi un esguince después,
hacen que acabe la tarea del aseo.
Los pantalones de la semana pasada los dejé en
remojo. Imagino que Juanita los habrá tendido... Mientras tanto me pongo los
sucios para ir a buscarlos, y cuando llego al lavadero, bingo!! Siguen en
remojo...
La cara de tonto no me la quita nadie... Sacudo los
pantalones y doy por hecho que están limpios... y así me voy a tomar un café al
Café Fusiones. Me conecto a internet y veo los correos, termino, voy a misa,
ceno con los padrecitos y a la cama. Mañana será otro día...
Hasta mañana!!
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