Esta
mañana cuando me desperté ya estaba desganado antes de levantarme de la cama.
Después de ayer, me pareció que para nada servía levantarme rápido, ya que me
tocaría esperar, como siempre, a los trabajadores. Y así fue...
Después de un desganado aseo, si se
puede llamar así, y de desayunar en casa de Rosa, voy hacia la obra y lo que me
temía: nadie.
A los diez minutos se presentan dos
trabajadores, que no tienen nada mejor que hacer que sentarse a esperar si
viene alguien más, porque no van a empezar ellos solos.
No puedo hacer nada y tampoco puedo
hablar con Toni porque está en Chacha, así que es tal la desgana que me entra
que le llamo por teléfono para exponerle, y esta vez en serio, que en Olleros
están esperándome para trabajar, y que aquí estoy perdiendo el tiempo, así que
creo que lo mejor será irme. Como de costumbre, no funciona el teléfono aquí.
Entonces me dirijo a casa de Horacio, el teniente alcalde, y en tono bien serio
le muestro mi descontento y mis ganas de marcharme para aprovechar el tiempo en
otro sitio. Hoy me vienen a buscar de Olleros a las 11:30, y se lo hago saber,
para que tome las decisiones que crea oportunas. Le digo que agradezco mucho su
atención, pero que no voy a estar un día más en Granada para estar dirigiendo
un equipo de dos trabajadores que encima llegan tarde. Él se muestra bastante
preocupado, sobre todo porque ayer le dije lo mismo, aunque en un tono no tan
serio como el de hoy. Me dice que hará las gestiones oportunas, que no me preocupe.
Habíamos comprado cincuenta sacos de
cemento que están muriéndose de risa en el almacén de la municipalidad, y a
este ritmo se caducan y no los hemos gastado.
Cabizbajo y pasando el tiempo porque,
además, Horacio también se va hoy a Chacha a hacer unas gestiones y no vendrá
hasta mañana... y un rato después, veo llegar con ojos incrédulos lo que no me
esperaba...
Horacio ha tomado cartas en el asunto y
ha congregado a 14 hombres del anexo de Granada que vienen montados en la caja
del camión de la municipalidad con aires de alegría y como aquellos que vienen
a comerse el mundo y la obra... Le pregunto a Horacio que quiénes son y me dice
que vienen a trabajar y que han tardado más porque han parado en Molino a
cargar el camión de arena para aprovechar el viaje... Los miro y me parece la
misma visión que tuvieron los yankis del fuerte asediado por los indios cuando
vieron aparecer de lejos el humillo del polvo que sueltan los caballos del
séptimo de caballería que viene al rescate...
Empiezan a bajar del camión, uno, dos,
tres... ¡¡y así hasta catorce!!... y como del pueblo se presentan al final
seis, tenemos un grupo de trabajadores de 20. Como yo quería un grupo de 10
personas diarias, si esto va a ser así, en poco tiempo recuperaremos todo lo perdido
y avanzaremos mucho más de lo previsto.
Se van a desayunar mientras nosotros vamos sacando los sacos de cemento, porque se prevé que se gastarán unos cuantos, y al final del día, resulta que sólo quedan dos sacos... ahora tenemos problemas, porque necesitamos cemento para dar trabajo a tanta gente. Mañana hay que ir a por el a Chacha bien temprano, lo menos 150 sacos más.
Me dice Horacio antes de irme que si
tengo tarea para todos, y cuando ve que casi me parto de la risa, reune a todos
y les hace ver que aquí el que manda soy yo y que hagan lo que les pida...
estaba a punto de ponerlos a bailar, pero por si acaso, prefiero ceñirme a lo
que es la obra en sí.
Voy haciendo grupos y pongo a unos
cuantos a demoler, otros a levantar el contrafuerte que empezamos ayer, otros a
picar la fachada y otros a hacer cemento y lavar piedras... me parece mentira.
Encima vienen con ganas de comerse el mundo porque Horacio les ha dicho que
tienen que espabilar o el español se las pira.
En esto me han venido a buscar para ir
a Olleros a visitar de nuevo su Iglesia y hablar con los representantes
locales. Pero igual que ayer en Goncha, hoy el alcalde tampoco está, y mira que
sabía que llegaba hoy...
Hablo con el teniente alcalde y me
comprometo a ayudarles con la compra del cemento, el combustible de la
retroexcavadora y algo de mi tiempo, pero tienen que formar un equipo de
trabajo para, primero, erradicar toda vegetación de las paredes de la Iglesia,
y segundo, erradicar a las abejas africanas asesinas que también ellos tienen.
Me comentan que los voluntarios para
este segundo trabajo son más bien pocos, sobre todo desde que a una mujer la
atacaran y la mataran en el acto hace unos meses... ya ves, les dio por ahí a
las abejitas.
Les cuento cómo las matamos nosotros en
Granada y les digo cómo tienen que hacerlo. Preguntado si estaré ahí para verlo
les digo que lo siento, pero que no creo..., eso sí, les apoyo desde la
distancia...
Dicen que mañana intentarán el primer
ataque, pero me da pena ver cómo me preguntan:
- ¿Y en Granada, cómo hicieron para
matarlas...?
Pobrecitos..., pienso... y les
cuento la historia de las abejas humeadas...
Los niños de Olleros estaban todos
esperándome impacientes porque ayer le dije al chofer que los convocara para
entregarles regalos en mi visita... Allí estaba el séquito de niños expectantes
y con cara de impaciencia... Venían detrás de nosotros por todos los rincones
de la Iglesia como esperando que acabáramos de hablar ya los mayores para que
llegara su turno... hasta entraron en la Iglesia y se sentaron en los bancos
mientras nosotros hablábamos de la obra que había que hacer dentro.... pero al
final les llegó su turno.
Como es la primera vez y hasta dentro
de varios días no volveré a verlos, y como además ellos no disfrutan de cine
diario, me cebo con ellos y les doy todas mis existencias, lo cual agradecen un
montón... En fila india pasan a por los caramelos primero, luego a por el
material escolar y por último a por juguetes... y como me sobran, ¡¡otra
ronda!! que invita el Centro Juvenil... y ellos encantados...
En la tradicional "fila india" para recoger sus presentes... |
... y mostrando sus obsequios para daros las gracias... |
De regreso en Granada de nuevo, me doy
cuenta de que es un día cansado. Primero por el viaje, y luego porque, aunque
hoy no he cogido ni una piedra, cada cinco minutos me decían los trabajadores:
- Don Martín, he acabado lo que me
mandó... ¿qué hago ahora?...
Y yo buscando tarea para todos..., pero
ninguno ha parado un minuto. Eso sí, para coquear han parado sus 30 minutos
reglamentarios...
Se van a quedar aquí a dormir, lo que
quiere decir que mañana también trabajarán, y espero que por varios días... no
me he atrevido a preguntar por cuanto tiempo vienen.
Estoy tan contento que les hago ver que
a las 19:00 pongo la película de Santa Rosa de Lima y que están todos invitados
a conocer a su santa patrona. Me hacen gestos de estar interesadísimos... y me
dicen que vendrán, primero porque no han visto nunca el cine, y segundo para
conocer a su patrona... Yo habría preferido que su orden de preferencias
hubiera sido al revés, pero da igual... el caso es que vengan.
Dan las siete y ya tengo todo preparado
para que comience la proyección... además me aseguré de avisar al chico de la
municipalidad para que avise por los “parlantes” al pueblo... y este es tan
“güevón” que no lo hace hasta que quedan 15 minutos para que empiece la
película...
Ayer se equivocó con el planteamiento
de la convocatoria por megafonía y no dejó claro que era sólo para adultos, no
para niños... y ya visteis lo que pasó. Hoy
lo ha dicho claro, pero tardísimo... y bien claro le dije esta mañana que debía
empezar a decirlo para que la gente estuviera informada con tiempo, pero nada.
El caso es que voy al auditorio de la
municipalidad para poner la peli, y me encuentro a un monton de... ¡¡de
niños!!... ¿pero cómo puede ser esto?. Yo pensaba que hablábamos el mismo
idioma, pero a veces lo dudo... Los padres en sus trece de no mover el
esqueleto. Los niños con sus ansias de más regalos. Ahora entiendo el orden de
preferencias que tenían los granadinos a la hora de ver el cine... aunque les
faltaba la más importante: las cervezas después de trabajar, que han sido las
culpables de sacrificar un aporte cultural que no tenían...
Bueno, como está plagado de niños y no
tenía prevista ninguna película infantil, les pongo “David y Goliat”, porque
dura poco... y cuando acaba la película, me echo las manos a la cabeza....
¡¡qué pena!!... todos en fila esperando sus regalos y yo teniendo que decirles
que hoy no hay... Las caras son todo un poema. No lo entiendo; alguno parece
que me mira hasta con ira...
Cuando me voy a mi cuarto, entiendo
porqué no han ido los trabajadores al cine... están todos al lado de mi cuarto,
en una habitación que hace las veces de bar dándole al tintorro... por decir
algo, porque no entro para comprobarlo, pero a juzgar por sus risas, sus bailes
y sus caídas en los charcos de la calle, intuyo que lo que beben lleva
alcohol... y paso de largo a pies juntillas porque si me ven me van invitar a
la fuerza a unos chupitos, como hace unos días, y no me apetece mucho... prefiero
documental y cena en mi cuarto.
Y así se pasó el día de hoy. Empezó mal
y terminó bien. Creo que si esto sigue así, la cosa avanzará mucho... eso sí,
si mañana estos están para levantarse temprano....
Hasta mañana!!
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