Esta mañana me levanté con ganas de montar en la
moto rápido, porque quiero visitar Olleros para ver cómo va la máquina. Ayer no
pudo hacer mucho porque casi todo el día se invirtió en llegar y en subir a la
plataforma de trabajo.. la máquina se resbalaba por la pendiente.
Ayer decíamos que si hoy llovía, no haríamos nada.
En cambio, con un par de horas de sol, se secaría rápido la superficie y todo
cambiaría... no os imagináis cómo quema el sol aquí.
Nada más abrir la rendija de la ventana de mi
cuarto, se coló un solazo que presagiaba un día magnífico... y en efecto,
cuando abro la puerta me da un bofetón que no puedo casi abrir los ojos,
acostumbrados a la oscuridad del cuarto.
Salgo pitanto, me visto y voy a desayunar... llego a
la obra y no me importa que nadie esté todavía. Hablo con Milton para que me
deje la moto y me voy. Sólo hay un pequeño problema, y es que el policía Yunior
quiere ir a Chacha y no tiene transporte, porque la combi venía llena. Le digo
que la moto no es mía, así que consulto con Milton. Es un buen hombre. Dice que
él no monta a nadie en la moto porque no la domina bien, de hecho no viaja
nunca con ella a Chacha porque tiene miedo. Se cayó un día y no quiere repetir
la experiencia, sin embargo, me dice textualmente: “si tú te atreves con
dos, hazle un bien al amigo policía...”. Eso dice mucho de su persona,
porque otros no dejarían que su moto fuera por esos caminos con exceso de
peso...
Me voy a por el policía, al que advierto que tengo
que pasar por Olleros y que tengo que ver la obra. No le garantizo cuando
saldremos de Olleros, y encima, cuando pase por Pipus, tengo que parar para
hablar con Luda. Así y todo acepta ir “de paquete” conmigo. Imaginaos cómo está
aquí el transporte cuando un pasajero prefiere montarse en una moto que va
hacia el lado opuesto para luego regresar de nuevo y parar dos veces... yo
calculo que llegaremos a Chacha a eso de las 18:00 horas.
Hace el equipaje rápido porque le digo que hay
prisa, y se monta conmigo. Nos vamos a Olleros y media hora después hemos
llegado. Cuando llego no están ni el alcalde ni el teniente alcalde. Sí está el
gobernador dirigiendo los trabajos de la máquina. Les dejé marcada la zanja con
yeso para que la máquina siguiera el trazo con el cazo. Cuando lo veo, va todo
tal y como se marcó. No sólo eso, sino que la máquina, con el suelo más seco
por el sol, está avanzando que es una barbaridad... a este paso, en la mañana
tenemos todo el terreno limpio y la zanja terminada.
Como no están las autoridades, le digo al policía
que está de suerte, porque sabiendo que todo va bien, nos podemos ir. Le digo
al maquinista lo que tiene que hacer en la parte delantera, y me dice que tiene
órdenes de irse a las 12:00 porque le necesitan en Chacha, pero yo le digo que
termine el trabajo aunque se pase de esa hora, que para una vez que viene aquí
no podemos desperdiciar ni un minuto. Me dice que sí, así que me voy tranquilo.
Nos montamos en la moto y nos vamos, volvemos por el
mismo camino en dirección Granada de nuevo, ya que el viaje a Olleros cae a
“contrapelo”. Pasado el cruce de Granada es todo subida, ya que Granada está
algo más baja que la cima de la montaña, pero hay que pasar por ella para
llegar. Desde la cima ya es todo bajada hasta Molinopampa.
Justo antes de llegar a la cima están ahí todos los
operarios de Granada que están haciendo “obligación” para la reparación del
camino. Están con otra máquina excavadora de y cuatro volquetes (camiones),
pero tienen un grave problema, y es que la máquina se ha averiado... era un
aviso de lo que venía.
Allí estaban todos sentados esperando a que algunos
le quitaran una rueda delantera para viajar “a tres ruedas” hasta Molinopampa,
donde tendrían que arreglarla. Nos despedimos de ellos, y de Milton, el dueño
de la moto, que también está allí. Menos mal que le pedí permiso antes, porque
si no, me habría cazado con la “carga ilegal”.
Nos montamos en la moto de nuevo, y un kilómetro más
adelante, cuando pasamos de la cima y empezamos a bajar, me encuentro un coche
con tres hombres entro... nos paran. Eran el alacalde, el teniente alcalde y
otro señor de Olleros, los cuales sabían que íbamos a pasar por allí porque les
habían dicho por teléfono que habíamos salido hacía casi una hora. Cuando
paramos nos dan una funesta noticia... la máquina se malogró.
Mierda!... qué mala suerte!. Sale un día bueno, y
ahora se avería. Por lo visto fue salir nosotros de Olleros y romperse un hidráulico.
En ese mismo momento están todos nerviosos porque la máquina tiene que volver a
Chacha, pero nos ponemos manos a la obra y pensamos una estrategia rápida. En
Jumbilla hay alguien que tiene una máquina, ellos tienen que ir allí, quitarle
la pieza y volver a Olleros a ponérsela a la máquina... entretanto, nosotros
encargamos la pieza en Chacha, que cuando llegue, será para la máquina que nos
la prestó... unas llamadas telefónicas y todo arreglado. Va a ser cuestión de
un par de horas. Al final llegará muy tarde a Chacha, pero ya no tenemos la
culpa, porque es por avería... algo imprevisto.
Nos volvemos a montar en la moto Yunior y yo y
continuamos... nos queda una hora de bajada... Me acuerdo cuando yo iba de
paquete con Horacio, lo que sufría para no resbalar hacia delante... ahora es
Yunior quien tiene esa papeleta, pero parece que él no es tan cuidadoso y me
estruja durante una hora. También tiene que ver que lleva mi mochila delante y
la suya puesta detrás. No puedo llevarla puesta para que pueda viajar cómodo.
Pasamos por Molinopampa y le digo que, pero como
tenemos que pasar por Pipus todavía, no hay descanso... en Pipus lo habrá.
Es un alivio que por fin se haya acabado la bajada,
empiezan los llanos y la carretera buena, así que el viaje cambia por completo,
pero para cuando queremos llegar a Pipus, entre tanta parada e imprevisto, es
la hora del almuerzo, así que le digo a Yunior que, de nuevo, está de suerte,
porque no voy a llegar justo a la hora de comer y encima con compañía... parecería
algo abusivo.
Lo malo es que Yunior se queda otra vez sin
descanso, pues pasamos de largo y ya no pararé hasta Chacha. Por una parte lo
agradece, porque llegaremos antes. El tiene que viajar a Jaén, y tienen que
buscar “movilidad” (transporte), ya que aquí funciona por orden de llegada...
si no llega temprano y coge sitio, puede pasar la noche en Chacha.
Todo el resto del viaje lo hacemos sin problema,
sólo que empieza a llover, y como es poco, no me pongo el poncho... pero cuando
llevas un rato en moto, por poca lluvia que sea, terminas calándote, así que,
llegado un momento, paro y me lo pongo... La ley de Murphy hace su aparición, y
cuando me lo pongo, nos montamos de nuevo y salimos de viaje, deja de llover y
sale un solazo de escándalo. Y yo con el poncho puesto, con la capucha puesta y
encima de ella el casco... pero no pienso parar ya, porque sé que si me bajo de
nuevo y me lo quito, empezará a llover... esta vez Murphy no se va a reír de
mí.
Para quien no lo sepa, una regla básica de la ley de
Murphy dice que si algo malo tiene la más mínima probabilidad de suceder,
seguro que sucede. Por el contrario, si algo bueno tiene la más mínima
probabilidad de suceder, seguro que no sucede.
Llegamos a Chacha, con el culo dolorido (del viaje)
y Yunior me invita a comer... a mí me daba igual, porque tengo la comida hecha
en el Obispado, pero le acompaño. Comemos en “Matalaché”, donde encuentro en la
mesa un bonito texto... pero más que bonito, es cierto.
Después de esto, “cada mochuelo a su olivo”..., él se
va a su transporte y yo a mi celda. Como paso por café fusiones, aprovecho para
dar un vistazo al correo, y después guardo la moto... pero se me olvidaron las
llaves en Granada, así que tengo que volver a la puerta principal, donde
encuentro a Juanito que me da las llaves suyas para entrar en el garaje. Cuando
llego, la puerta está abierta porque Amado está saliendo con el Toyota... vaya
con el Murphhy.
Meto la moto y voy directo a la ducha... esta vez
planeo todo bien, y antes de ducharme me aseguro de tener toalla y ropa limpia
al alcance, no sea...
Vuelvo al café fusiones a empezar a contestar
correos hasta las 19:00 horas. Voy a la misa de la catedral y saludo al padre
Antonio y a Katy. Vamos a cenar y aquí acaba el día de hoy, ya que no hay
televisión porque los técnicos han venido a reparar la antena y la han dejado
peor.
Hasta mañana!!
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