Hoy
ha amanecido un buen día para salir de viaje. Vamos a Yumbilla Amado y yo, y se
han sumado Márdelis y Christopher, a los que ya conocéis de Gocta.
Desayuno con Antonio porque Amado y
Helder están celebrando, y procuro darme prisilla para preparar la mochila y no
olvidar nada. Después de tener todo preparado, me quedo esperando a Amado y no
viene... al final llega a eso de las 9:00, con lo que ya vamos tarde. Desayuna,
se prepara y salimos con el Toyota a por Márdelis y su hijo, y al final, cuando
queremos salir son casi las 9:30 de la mañana.
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Solo el camino ya es hacer turismo... |
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Esto es un huayco... aunque bien pequeñito. |
No pasa nada... tenemos todo el día por
delante, pero para llegar a Cuispes, donde tenemos que dejar el coche para
seguir andando, hacen falta dos horas de viaje. Cuando llegamos son las 12:00,
porque hemos parado bastante tiempo antes de llegar porque hay un corte en la
carretera. Hay unos señores y señoras trabajando duro en la apertura de una
zanja para colocar un tubo de saneamiento que cruza el camino. Tenemos que
parar una media hora y cuando nos cansamos de esperar, vamos a ver qué hacen.
Nos quedamos un rato mirando a una chica y una señora que están cargando
carretillas de arena para llevarlas a la zanja para tapar el tubo de PVC. Nos
hacemos amigos de ellos y les damos unos caramelos mientras les echamos una
mano en los trabajos... Unos llenando la carretilla y otros llevándola a la
zanja... El barro está por todas partes porque no deja de llover. Es de ese
barro que se va pegando en la suela y que, en lugar de despegarse, se sigue
acumulando más y más hasta hacerte tener una suela de barro de varios centímetros...
incomodísima. Pues bien, la rueda de la carretilla también acumula barro y más
barro, y cada vez es más complicado hacerla rodar. Yo he llevado algunos carros
de arena a la zanja y me ha costado tela, así que, desde ese momento, me quedo
admirado de la chica joven que lleva la carretilla como si fuera el carro de la
compra.
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Esto es espíritu de trabajo... aquí la igualdad es así... |
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Mi amiga Cristal... |
Lo mejor de todo es que por primera
vez, y como algo totalmente inaudito, Irma no sólo tiene cerveza, sino que la
tiene... ¡¡en una nevera!!... ¡¡casi doy palmas con las orejas!!... Va a ser la
tercera vez que pruebe la cerveza en Perú, y las dos anteriores caliente. Ya
había perdido toda ilusión por beber una cerveza fría... y mira por donde, aquí
la hay. No puedo más que tener un recuerdo para con mi amiga Carmen Gordillo,
jeje.
En cualquier caso, es curioso ver cómo
un menú de primero y segundo, con cerveza de 750 cl incluida cuesta 4,00 soles.
Parece increíble y hasta irrisorio hacer la conversión a euros... ¡¡1,20 €!!.
Con esto, aparte de con otras cosas, entiendo lo que vemos muchas veces en
televisión acerca de que muchas personas sobreviven con poco menos de 1,00 € al
día. Son muchas las veces que lo escuchamos pero, o no nos lo acabamos de
creer, o no le prestamos atención. Este menú, en españa rondaría los 10,00 €.
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Ya no me quito el poncho... |
Nos ponemos en camino, preparamos las
cosas y por fin me pongo el poncho... incluso llego a estrenarlo. Cuando
salimos hacia Yumbilla por una calle embarrada mientras no para de llover, nos
damos cuenta de que el barro se pega y resbala, pero cuando más cuenta nos
damos es cuando empezamos a subir la pendiente y no somos capaces. Parece como
si tuviéramos puestos patines. Seguro que si seguimos terminamos cayéndonos
alguno, además de lo lenta y torpe que resultará la subida así. Nos cansaríamos
mucho y tardaríamos más, y como encima tenemos que estar de regreso antes de
las siete para que Amado celebre misa, no las tenemos todas con nosotros y
decidimos dar la vuelta... otra vez será. Tampoco podemos arriesgarnos a subir
y luego no poder bajar, o hacernos daño...
Entre la salida y el regreso pasan poco
más de cinco minutos, y la gente en las calles que se quedaba asombrada de los
valientes que iban a subir a Yumbilla a pesar de la lluvia, no pueden más que
sonreir (por no partirse en dos de la risa) cuando nos ven regresar...
Volvemos a casa de Irma y nos pone un
café. Decidimos aprovechar el viaje y visitar la laguna de Tomacocha, que es
una laguna enorme que se puede navegar por poco dinero. Se tarda una media hora
más en llegar, así que vamos bien de tiempo si queremos hacer el cambio de
planes.
Salimos y en una media hora más estamos
en Tomacocha, un pueblo algo grandecito en el que se aprecian algunas
construcciones de ladrillo, algo raro por estos lares. Tomacocha está en la
provincia de Bongará, así que hemos salido del término municipal de
Chachapoyas.
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La laguna nada más llegar... esto desde lejos, desde cerca es impresionante... |
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El lago Tomacocha |
Llegamos a la laguna y es enorme... Hay
una canoa larguísima que lleva a los trabajadores de un lugar a otro, porque de
no ser por la canoa, tienen una caminata de tres horas para bordear la laguna.
Aprovechamos para subir con él porque va a por pasajeros al otro extremo, y por
4 soles nos da el paseo. Es un paseo precioso, por las tranquilas aguas del
lago, aunque de pronto se pone a llover. No pasa nada, porque no todos los días
uno navega bajo la lluvia. Cuando apaga el motor de la canoa, la calma es
asombrosa, y dan ganas de echarse boca arriba, si no fuera porque llueve, y
contemplar el cielo... seguro que uno se piensa que está flotando entre nubes.
Recogemos a varios pasajeros que vienen del trabajo en la otra orilla. Aquí
todos tienen ensayada ya la coreografía y saben que cuando se acerca la canoa
la tienen que frenar desde la orilla para no encallar. Luego saben que tienen que
empujar laguna adentro para que el piloto pueda girar, así que el último en
subir, empuja la canoa.
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El paseo en canoa. Se puso a llover, lo que hizo el paseo aún más emocionante. |
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En el tiempo de cría... se veían los polluelos entre los juncos |
Pasamos por una zona de juncos en la
que hay miles de garzas que tienen los polluelos en los nidos. Unas se asustan
y salen a volar, y otras se quedan mirando desafiantes como diciendo: “¡...
qué!, si tú me miras yo te miro...”
Y un buen rato después, regresamos al
muelle para desembarcar. Nos subimos al Toyota y salimos hacia Chacha. En el
camino, le digo a Amado que me gustaría presentarle a un español llamado Carlos
Sainz, porque seguro que le podría dar algún consejo (Amado a Carlos...).
Algunas fotos del viaje en barca:
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Le daba miedo, pero para la foto posó como un valiente... |
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Los pasajeros que íbamos recogiendo para cruzar el lago |
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Bonita vista desde la canoa |
La
amiga Márdelis se mareó en las curvas a la venida hacia Yumbilla, y me acordé
de que mi amiga Nina me dio unas “biodraminas” por si me mareaba en el autobús
durante las 24 horas que tarda de Lima a Chacha. Todavía no he usado ninguna,
pero como las llevo se las ofrezco, aunque quedaba poco para llegar y mejor
aguantarse, no sea que luego la subida la fuera a hacer medio dormida.
Cuando regresamos, se tomó media
pastilla, ya que sabía que Amado tenía prisa por llegar y le esperaba un camino
tortuoso. Ya viniendo a Yumbilla nos sorprendió con un trompo en mitad de la
carretera por entrar pasado en una curva mojada... se nos pusieron de corbata,
aunque el amigo Amado lo controló rápido... No quiero ni pensar que habría
pasado de venir un camión de frente en ese momento...
Al final regresamos sin contratiempos a
Chacha. Llegamos justo a tiempo para que Amado vaya pitando a misa. Yo ni
siquiera me cambio y vengo de barro hasta las orejas. Los fieles de Chacha me
van a conocer como “el puerco español”, que si se pone esas galas para ir a
misa, cómo serán las de diario....
Terminada la misa nos vamos al Obispado
a cenar, pero Juanita no está y no tenemos qué llevarnos a la boca, así que nos
vamos al 505, igual que la otra vez que faltó. Pedimos una pizza y una brocheta
de pollo, y sólo es cuestión de tiempo que venga el padre Antonio buscando el
alimento fácil..., y en efecto, no se hace esperar más de 15 minutos. Incluso
se sienta en una silla aparte porque no se ha dado cuenta de que ya estamos ahí
los improvisados “Rodríguez” que no saben hacer la “o” con un canuto si les
falta la valiosa Juanita. No se complica... su pedido es el siguiente: “... lo
mismo que estos...”.
De regreso
al Obispado, estoy contando los minutos para conectarme a internet y ver cómo
ha ido el día en Almendralejo, en el primer desayuno solidario que el Centro
Juvenil, capitaneado por Sonia. Leo el correo y tengo unos mensajes de ella que
me hacen poco menos que llorar... ha sido un éxito rotundo. Pero mi sorpresa es
mayúscula cuando veo las fotos, un recorte de prensa y hasta un podcast de
Radio Comarca de Barros... ¡¡incluso han hecho publicidad!!... me comenta que
han ido muchísimas personas y que prácticamente no daban abasto. Lo cierto es
que me ha emocionado bastante, sobre todo ver las fotos y leer el desarrollo de
la merienda.
Le he dicho a Sonia que aunque hubieran
recaudado un millón de euros, para mí no tendría tanto valor como lo que han
hecho. Gracias a todos se puede seguir poniendo alguna sonrisa en la cara de
estos niños... y padres...
En fin, que no tengo palabras para
agradecer toda la colaboración de los organizadores, de las hermanas y de los
colaboradores... es una inyección de moral saber que uno no está solo, porque
mis hermanos almendralejenses no sólo oran por mí, sino que también laboran
para que este proyecto continúe.
Y con este espléndida noticia acaba el
día de hoy, que no podía ser más completo. Al final se torcieron los planes
turísticos, pero el Señor siempre nos sorprende con un giro que hace que el día
no sólo haya merecido la pena, sino que haya sido el mejor de los que llevo en
Perú... y todo gracias a unas pocas personas que se han tomado el proyecto como
propio y a los que no les ha importado dejar otras cosas para ayudar en esta
bonita tarea... nada más evangélico.
Como la palabra “gracias” se queda
corta para expresar lo que siento, prefiero deciros: “¡¡buen trabajo!!”
Hasta mañana...
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