Hoy
me he levantado con una sorpresa. Resulta que la maravillosa mosquitera del
Coronel Tapioca ha dejado pasar a un pequeño intruso esta noche... Había un
mosquito dentro de la mosquitera que no era capaz de salir de ella. Para eso sí
que ha sido efectiva, para no dejarle salir. Entre esto y el saco de dormir que
da más gusto cuando sales que cuando entras en él, he rebajado al Coronel a la
categoría de Sargento, y todavía tengo que ver cómo se comporta lo que queda de
peregrinaje, porque puede que le termine descendiendo a cabo: el Cabo
Tapioca...
Una vez liberado el mosquito, salgo yo
también y me dirijo a desayunar a casa de Rosa. Nada más abrir la puerta...,
¡zas!... una niebla que no me deja ver ni la hora de mi reloj... espectacular.
Me dicen que aquí se junta la niebla con la nube, y no sé si se están quedando
conmigo o es verdad...
Tanteando con cuidado para no meter la
mano donde no deba, llego a la casa de Rosa. Antes de ir intenté fallidamente
un conato de aseo personal, que acabó en un pequeño restregón con el dedo
mojado en cada ojo para acto seguido salir pitando del WC... ¿Qué más da?... si
al final en los doscientos metros que separan mi cuarto de la casa de Rosa
llego hecho una sopa, y con la cara totalmente mojada... mañana me llevaré la
toalla a desayunar.
El desayuno es un buen café que compré
en Chacha el fin de semana, eso sí, con leche evaporada. Pero al fin y al cabo,
café del bueno. No me quiero imaginar como estaría con leche de verdad... Me
tomo los dos kekes y tiro hacia la obra.
Esta vez me aseguro de no ser el
primero en llegar, para lo cual, me meto en mi cuarto, hago la cama, enciendo
el ordenador y empiezo con el proyecto de hermanamiento de las dos Granadas, me
hago un poco el remolón y cuando ya no sé qué más hacer para perder el tiempo,
subo a la obra. Son aproximadamente las 8:40, vamos, un record... pero como si
los granadinos intuyeran mis intenciones, hoy ellos también están por la labor
de batir su record y llegan hora y media tarde... mañana se van a cagar. Soy
capaz de acostarme otra vez después de desayunar con tal de llegar después que
ellos.
Al final llegan, sin muchas prisas, por
cierto... y empezamos la faena. A las nueve y media me viene a buscar el chofer
de Olleros para llevarme a Asunción-Goncha, para ver el estado de su Iglesia.
Su alcalde me dijo en Chacha que el miércoles pasaría por mí a eso de las 7:00,
por eso anoche me quería acostar temprano, pero se presentaron de visita en mi
cuarto dos individuos para advertirme de que pasarían a las 9:30. Mejor me
viene, no sea que tenga que madrugar mucho.
Contrariamente a los granadinos, los
Olleranos son bien puntuales, y un minuto antes de la media, se presenta el
chofer de Olleros para llevarme.
El camino es bonito, más bien precioso.
Hay unos desfiladeros y unas paredes verticales en las montañas impresionantes.
Además nos adentramos como en un valle entre dos paredes de piedra infinitas y
totalmente verticales, y a medida que nos adentramos empezamos a ver cómo fluye
el agua por todos lados, la vegetación verdea todos los rincones y poco a poco
va desapareciendo la luz del sol... así un rato hasta que salimos del magnífico
túnel. Es como entrar en otro mundo por una puerta y salir luego por otra más
adelante.
Llegamos a Goncha y lo primero es
visitar a su alcalde, el cual me sorprende ingratamente: no está.
Detalle del rebablo... parece que lo hicieron ayer... |
Paredes lucidas, bancos nuevos, suelo de hormigón, retablo nuevo... |
Volvemos a Granada antes de almorzar,
con el consiguiente cambio de planes, ya que veníamos predispuestos a perder
más tiempo y almorzar con el alcalde de Goncha. Llegamos a Granada para la hora
del almuerzo y el chofer se vuelve a Olleros. Mañana pasará a buscarme a las
11:30 porque tengo que hacer la visita a Olleros, su Iglesia y sus niños.
Almorzaré allí y después regresaré a Granada, justo para la película de la
tarde.
Por la tarde comenzamos el contrafuerte
que me he sacado de la manga para sostener el muro izquierdo de fachada. Lo
haremos de igual espesor para protegerlo del sismo.
La cimentación se hace a mano... ¡¡como en España!! |
Terminada la jornada laboral, congrego
a todo el pueblo adulto y joven para ver la película que hoy irá destinada a
ellos. Vamos a proyectar la película de Santa Rosa de Lima, su santa patrona y
por la que todos suspiran. Todos parecen contentos, y todos quieren ir a verla,
ya que ninguno conoce su vide e historia, aunque la conocen de oídas por ser
peruana y patrona de Perú.
La cimentación hecha a mano, terminada y limpia... ¡¡¡Como en España!!! |
Llenando la cimentación a mano.... ¡¡¡¡¡¡como en Españaaaa!!!!!! |
Se convoca a todo el pueblo a las seis de la tarde, y voy antes a probar el sonido que es siempre malo. Tienen unos altavoces cascados que no dan más de sí y suenan muy graves, pero unos retoques con la mesa de mezclas y enseguida se empieza a entender bien.
A las seis, empiezan a venir niños. No se
han enterado que la película de hoy no es para ellos, así que lo llevan claro
si piensan que hoy habrá regalos. Mi sorpresa es ver cómo los niños siguen
entrando y al final están los de siempre, ni uno más ni uno menos. ¿Pero no les
habrán dicho que hoy no es para ellos la peli?...
Más sorprendido me quedo cuando veo que dan las seis
y media y... ¡¡ni un solo adulto!!... ¿Cómo puede ser? Si me habían dicho todos
a los que pregunté que irían...
Como no aparece nadie mayor, decido
poner una película para los niños: Ice Age 3. Ellos disfrutan como chinos,
aunque me tengo que pegar una escapada al cuarto porque si acaba la película y
no tengo regalos, me pueden despellejar vivo... he visto niños de aquí
acarreando estacas de madera que ya querría yo poder cargar. Menos mal que he
separado unos cuantos para mañana llevar a Olleros, que ahí será la primera vez
que reparta ilusiones almendralejenses.
Cuando acaba la película me voy al
cuarto, que como hoy hay luz, tengo toda la tarde y la noche para ver mi documental,
cenar tranquilamente, seguir con San Marcos y Jorge Loring, escribir y empezar
a pensar en el día de hoy y dar gracias a Dios por haber podido pasarlo de
largo.
Hoy la banda sonora mientras escribo es
“Enigma”... siempre me encantó... y comparte podio con “Enya” y “Era”. Lo
cierto es que para estos ambientes es la música que más pega.
Y para terminar el día, me pongo los
calcetines nuevos que compré en Chacha y que todavía no había estrenado. Eran
tres pares por dos soles, es decir, por menos de un euro. Iba muy contento al
Obispado con mi gran compra, y le regalé un par a Amado por haberme llevado a
ver a Javier. Pues bien, hoy me los he puesto y en algo más de 30 segundos me
ha salido un siete. El dedo gordo se ha salido como si fuera un cohete... y
ahora entiendo porqué costaban tan baratos, en lugar de ir cosidos van
pegados...
Se puede decir que el tejido es Super-transpirable.... |
Diría que son los calcetines del
Coronel Tapioca si no fuera porque yo mismo los compré en el mercado...
Y como empezó el día; acabo... Con un producto
defectuoso que, aun siendo tan barato, vale menos de lo que cuesta. Pero no
pasa nada, porque ni el Coronel ni el calcetinero van a empañar un día que por
otros aspectos ha sido muy bueno. Y entre unas cosas y otras, el mes de febrero
se fue volando... me queda el de marzo, que espero aprovechar bien.
Hay que ver la razón que tenía Einstein cuando decía
que el tiempo es relativo. Mi manera de explicar la relatividad es más efectiva
que la suya, ya que muy pocos son los afortunados que la entienden. Sin
embargo, con mi explicación todo el mundo se entera: “Un segundo con la mano
metida en ascuas parece un año, y una placentera hora de descanso en una playa
hamaicana parece un segundo...” ... ¿Verdad que te has enterado?
Pues este mes, que para mi madre ha sido un año, y
para mí ha sido un segundo, se ha ido como vino... en silencio.
Mañana empezamos otro mes, y le pido a Dios que me
de fuerzas para que el mes de marzo sea un segundo y no un año.
Hasta mañana!!
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