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"Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho..."

Un gran Santo, el más pobre en lo material, pero el más rico en lo espiritual dijo en su lecho de muerte: "Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho...". Ese gran Santo era Francisco, y si él dijo no haber hecho nada, ¿que hemos hecho nosotros? Empecemos a hacer algo para cambiar el mundo, ¿no os parece?

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jueves, 25 de julio de 2019

Kenia 2019. Capítulo 7. Recta final.


El año pasado tuvimos menos problemas que este. Antes de llegar aquí todo estaba hablado y preparado para empezar nada más llegar. Este año no han estado tan espabilados y se nos ha echado el tiempo encima. No pasa nada porque vamos bien de tiempo, pero mientras el año pasado fuimos relajados, este año tenemos que actuar ya contra reloj.

Ya hemos pagado en Nairobi el material de los invernaderos. Nos dijeron que lo enviarían el lunes día 22, por lo que podríamos comenzar a trabajar el martes, 23 o miércoles, 24. A partir del jueves tenemos cinco días para dejarlo terminado antes de irme. En realidad son cuatro días, porque si mi avión sale el 30 a las 4:30 de la madrugada, tendré que irme a Nairobi el lunes, día 29, por la tarde. Forzados vamos a ir, sobre todo teniendo en cuenta que por medio hay un domingo.  

Con respecto a las máquinas del centro de fisioterapia la cosa es distinta. Una vez que tenemos el presupuesto de todas, solo hay que echar los cálculos para saber hasta dónde llegamos y, si no llegamos a todas, decidir cuáles son las más urgentes. De momento, hemos comprado dos: la lámpara de rayos infrarrojos y la máquina de hacer masajes en los brazos. Eso que hemos adelantado. Echadas las cuentas, vemos que habrá también suficiente para la cama elástica, la cual sirve para fortalecer huesos y músculos, y el hammock, que sirve para trabajar el centro de equilibrio en el oído interno de los niños. Todo el dinero restante lo hemos destinado a comprar sillas de ruedas, puesto que nos han transmitido desde la dirección del centro que es lo que más falta hace y lo que más se estropea. Por eso hemos cambiado de planes a última hora y, en lugar de comprar una costosa máquina llamada “hidrocollator”, que sirve para calentar almohadillas de agua, hemos decidido invertir ese dinero en algo más práctico. Y con lo que disponemos, tenemos para, nada más y nada menos, que un total de quince sillas. Hemos esperado mucho tiempo, pero al final ha merecido la pena.

Esta y catorce mas

Masajeador eléctrico

Para el oído medio, para el equilibrio

Para fortalecer los músculos y los huesos

Lámpara de rayos infrarrojos

El kit completo
Y las catorce sillas restantes
El miércoles 24 de julio tuvimos la misa de inauguración de todo el material, exceptuando el del invernadero, que finalmente va a llegar el jueves 25. En la misa se bendicen todos los artículos que hemos comprado para el centro de fisioterapia y tenemos un bonito día con los niños del centro, jugando y compartiendo con ellos una soleada mañana. Celebrada la misa, ellos nos hacen su particular demostración de lo bien que cantan y bailan, como agradecimiento por nuestra visita. Me ponen unas túnicas típicas del lugar y me meten en el centro de un corro, bailando alrededor mío, algo que me produce un poco de vergüenza, por lo que deseo que acabe pronto ese homenaje. Finalmente, me entregan un regalo en un bonito envoltorio, el cual contiene café y nueces de macadamia.  

Celebración de eucaristía de despedida

Bendición de los equipos

Mi regalo sorpresa

Y su puesta en escena
La mañana del jueves 25 me acerco de nuevo al centro porque aquí el curso acaba en julio. Es distinto que en Euopa. Ellos comienzan el curso en enero, con el comienzo del año, y cada trimestre tienen un mes de vacaciones, en lugar de concentrarlas todas juntas como hacemos nosotros en verano. Así, en julio acaban el curso, tienen el mes de agosto libre y regresan en septiembre para afrontar el último trimestre. Me despido de muchos de los niños, que ya se van, pues sus padres vienen de lejos a por ellos. Los que no tienen padres se quedan aquí, lo cual me produce mucha pena.
Después de las despedidas, me doy un paseo hasta el mercado. Aquí ya me conocen todos. Al pasar, me dicen “mzungu”, que significa “el hombre blanco”, y parece que me he quedado ya con ese nombre. Quién sabe si, a partir de ahora, seré el peregrino mzungurrino.

En fin, lo más importante, que era dejar todo listo para comenzar, ya está hecho. Quizás no dé tiempo a terminar antes de irme, pero al menos sí lo comenzaremos. Acabar será cosa de ellos, pero lo importante es que la misión esta “casi” cumplida. Seguiremos informando en el próximo capítulo, que será el último.     

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