Asómate al mundo exterior...Y VERÁS TODO LO BUENO QUE TIENE!

Asómate al mundo exterior...Y VERÁS TODO LO BUENO QUE TIENE!
Asómate a la ventana y mira, escucha, habla...y comparte conmigo tus impresiones.

"Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho..."

Un gran Santo, el más pobre en lo material, pero el más rico en lo espiritual dijo en su lecho de muerte: "Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho...". Ese gran Santo era Francisco, y si él dijo no haber hecho nada, ¿que hemos hecho nosotros? Empecemos a hacer algo para cambiar el mundo, ¿no os parece?

Eres el visitante número:

Busca aquí lo que quieras

jueves, 25 de junio de 2015

CARTA ABIERTA A RISTO MEJIDE. ¿ACEPTAS EL RETO?


Hace ya mucho que te conozco, desde aquellos tiempos de Operación Triunfo en los que te diste a conocer por el poco noble rasgo que caracterizaba tu personaje, insultando y ridiculizando a unos pocos chicos que se presentaban con toda la ilusión del mundo a lo que entendían que era la oportunidad de su vida. Tú, sin embargo, te ocupabas de destruir sus sueños de la forma más vil y canalla que hasta entonces había visto. Su humillación era tu gloria.

Pero entonces pensaba que ese era tu papel y que por eso precisamente te contrataron, así que entendí que quien libremente se presentaba al concurso sabía a lo que se exponía. Tu papel era repulsivo, pero formaba parte del triste espectáculo al que la televisión hace años nos viene sometiendo: la polémica, el analfabetismo y las tetas formaban (y forman) parte de un espectáculo del que, por otra parte, prácticamente España entera era consumidora. Ciertos canales televisivos no hacían más que frotarse las manos robando audiencia a quienes preferían seguir emitiendo las películas de siempre, los típicos concursos o algún que otro documental de vez en cuando. 

No voy a ocultar que verte reventar los sueños de un pobre chaval que aspiraba a conseguir un hueco en el mundo del espectáculo producía cierto morbo y que, incluso, escuchaba por ahí las críticas acerca de ese tal Risto que se pasaba tres pueblos con los pobres desdichados que no le entraban por el ojo por no gustarle física o artísticamente. Pasaste por ello a ser el centro de las miradas de todos los televidentes y los concursantes quedaron en un segundo plano. Y ahí empezó a crecer tu ego

Ha llovido mucho desde entonces y has cambiado tu registro, aunque no sin pasar por otro concurso en el que volvías a la carga contra quienes tenían un don para la música, la danza o la canción, pero no lo suficiente para ti. Ya te habías granjeado la fama y tus jefes lo sabían, por lo que eras el candidato perfecto para ser juez, algo que parece que te sigue gustando a pesar de haber reconocido ante el padre Fortea que no te fue muy bien en ese papel.

De nuevo cambiarías de registro, así que el marketing televisivo te exigía cambiar para desempeñar un nuevo rol crítico, aunque con un estilo más generalizado. Pasaste por un programa que fue un auténtico fracaso (tanto que ni recuerdo su nombre), así que alguien te recomendó volver a los orígenes: retomar el camino de la humillación pública. Eso es lo único que haces bien y por eso te pagan... Triste realidad la tuya. 

Ya pasó la época de los concursos en los que se buscan talentos, así que te vino como anillo al dedo el tema del sofá, y ahora “el rincón de pensar”, un programa que más bien debería llamarse “el rincón de manipular”. Si ya lo tenía claro antes, después de ver la entrevista al padre Fortea me ha quedado más aún. Y precisamente por esa entrevista te escribo. Atiende, Risto, que te voy a proponer algo:

Antes de nada te diré que entenderé tu negativa (o mejor dicho, tu silencio), pues si algo tengo claro es que eres un cobarde que se escuda en la posición privilegiada que ostentas desde el “púlpito” en el que te han puesto para seguir humillando, ya no a unos pobres chicos, sino a una serie de personas e instituciones que desde los despachos te marcan cada semana. No eres, por tanto, más que el triste instrumento de un poder oculto que no da la cara, pues ya la pones tú. Y así te vendes tú y vendes hasta tu propia ideología al mejor postor, convirtiéndote en un “prostituto ideológico”... o quizás en un comunicador frustrado que no vales más que para un único registro. 

Fruto de ese manejo, cual marioneta, al que te tienen sometido, es tu nueva faceta de jugar a ser semi-divino y erigirte como juez de una sociedad que, sin personajes como tú o los que te manejan, estaría sumida en la mayor de las injusticias sociales. Menos mal que estáis vosotros para juzgar al mundo y mirarnos por encima de los hombros a quienes pensamos distinto o profesamos una fe.

En fin, como te decía, te propongo una cosa: entrevístame a mí (si te atreves, claro).

Sí, ya sé que tu cara ahora es de asombro y de perdonavidas. Imagino que ahora mismo estarás pensando: ¿Pero quién se habrá creído que es este pobre mortal?

No pasa nada, tranquilo. Como te decía, sé que te falta valentía para entrevistar a alguien sin conocer de antemano su pasado, su profesión y su ideología para tener tiempo de prepararte una entrevista demoledora con la que humillar al entrevistado y realzar más aún tu divina estampa.

Te propongo que me entrevistes en los mismos términos que lo hiciste al padre Fortea, a quien engañaste vilmente (no sé cómo no le advirtieron) y le hiciste creer que le preguntarías sobre su trabajo como exorcista. El pobre se vio abrumado al comprobar que tus intenciones eran otras bien distintas: atacar a la Iglesia. Es un acto de cobardía supina engañar al entrevistado haciéndole creer que va para una cosa y terminar sometiéndole a un tercer grado “periodístico”. Como sabéis de antemano que nadie del clero se va a prestar, excepto alguna que otra monja radical, a tener una entrevista con vosotros porque sólo deseáis el despellejamiento público de la Iglesia, no os queda más remedio que usar la mentira para poder sentar a un buen hombre frente a media España y sacar de él toda la tajada que sólo un canalla puede sacar. No acostumbro a veros hacer lo mismo con otras confesiones religiosas ni, por supuesto, os veré nunca porque una cosa es ser cobarde, y otra, tonto. Y reconozco que vosotros de tontos no tenéis ni un pelo. La entrevista que vi fue repugnante, digna de la mejor telebasura: un buen hombre sentado frente un canalla (el buen hombre es el padre Fortea, por si tenías dudas).

Te advierto de antemano que soy un seglar, Arquitecto Técnico de profesión. No soy ni teólogo ni sacerdote, pero sí una persona comprometida con la Iglesia. Soy misionero seglar al servicio de la Iglesia Católica y en favor de los pobres, así que algo sé de injusticia social, pero de la real, no de la que tú pregonas, esa que sólo te interesa si puedes con ella sacar tajada política. Sé de la problemática existente tanto en España como en Sudamérica o África, dada mi condición de voluntario de Cáritas, miembro de una ONG y misionero y cooperante internacional. Todo ello me ha servido para aprender mucho de personas como tú, que pensáis que cambiáis el mundo desde el plató, cuando lo único que os interesa es cambiar el contenido de vuestro bolsillo y llenarlo cada vez más. Esas personas como tú se tapan los ojos ante la realidad del mundo y sus necesidades y se centra solo en desahucios, estafas bancarias o corrupciones políticas, lo cual estaría muy bien y sería muy digno si no fuese porque sólo os interesa sacarlas a la luz para fines políticos. ¡Qué bien quedaría que, de vez en cuando y para disimular el mal uso que hacéis de la denuncia social, denunciaseis también la injusticia que millones de personas viven en África por culpa de la codicia y el egoísmo del primer mundo! Pero esa injusticia no os importa en absoluto porque no enciende masas contra el "capitalismo imperante y el represor gobierno".

Si en algo soy experto es en tratar con personas como tú, personas que hablan mucho y hacen poco; personas que se desenvuelven con soltura entre bambalinas pero que no sabrían ni orientarse con el sol en medio de una selva andina; personas que critican mucho, pero ayudan poco; personas que viajan en primera, pero no aportan un céntimo para paliar el hambre en África; personas que creen que hacen algo criticando al gobierno y culpándole de los males de la pobreza en España, pero cuyo único fin es sustituir al inquilino de Moncloa.

Te propongo que me entrevistes a mí y te doy total libertad para preguntar lo que quieras, como quieras y cuando quieras, fundamentalmente acerca de la Iglesia Católica, pero también de lo que te venga en gana. Yo no necesito preparar una entrevista ni conocer las preguntas de antemano, y creo que podría ser interesante un diálogo público y televisado para que todos vieran qué tal te desenvuelves con un personaje que no sabes por dónde te va a salir. ¿Te atreves?

Puedes estar tranquilo, pues te prometo que no pienso liarla en plató. Aunque no lo creas tengo una educación (cristiana, por cierto) y no tendrás que temer que salte sobre ti o te insulte. Te prometo que eso no pasará, pues sólo me interesa un diálogo en el que podamos debatir todos los aspectos que desees acerca de la Iglesia, su función, sus corrupciones, sus cosas buenas y sus cosas malas, pero también acerca de ti y de mí, de nuestras vidas y de nuestro papel en la sociedad. Puedes preguntarme del Vaticano, de los Papas, de los mismos Obispos por los que preguntabas al padre Fortea, a quien engañaste… lo que quieras. Prometo contestarte todo.

Si tu intención es informar y discutir de un tema tan peliagudo como este, tienes la oportunidad de hacerlo con alguien que no tiene miedo de tus salidas de tono, de tu cara de perdonar vidas y de tus gestos sobreactuados. Si, por el contrario, tu única intención es usar tu posición para atacar a la Iglesia, entonces entenderé que no aceptes el reto, pero España sabrá que como comunicador, informador o periodista tienes muy poco y que no eres más que otra marioneta del “cuarto poder anti-sistema y anti-clerical” que te tiene metida la mano por el trasero para manejarte a su antojo, además de un cobarde. Tú decides…

Acepta mi proposición y demuestra a todos que puedes con cualquiera, incluso con un vulgar desconocido que te reta de forma pacífica a entablar un diálogo abierto a todos, pero no en diferido, sino en directo, para que no puedas manipular, cortar, pegar e incrustar las imágenes que tú quieras, tal y como hiciste con el padre Fortea, a quien le hiciste una entrevista de hora y media para entresacar los 20 minutos que te ha dado la gana mostrar en público. Una entrevista sin tiempo (aunque sé que el tiempo es oro para los medios), sin guión, en directo y a modo de diálogo. Es todo lo que te pido.

Seguramente hayas tenido muchas otras entrevistas más difíciles que la que te propongo, con largos contratos llenos de cláusulas que te obligan a andar con pies de plomo a la hora de preguntar. Mi contrato es simple: no mentir, no insultar y hacer una entrevista dialogada. Fíjate qué difícil te lo pongo.

¿Aceptas? Ya sé que no, pero ahí lo dejo.


¡Saludos!

No hay comentarios:

Publicar un comentario