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"Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho..."

Un gran Santo, el más pobre en lo material, pero el más rico en lo espiritual dijo en su lecho de muerte: "Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho...". Ese gran Santo era Francisco, y si él dijo no haber hecho nada, ¿que hemos hecho nosotros? Empecemos a hacer algo para cambiar el mundo, ¿no os parece?

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viernes, 28 de junio de 2013

Capítulo 17. Y después de una mala noticia, otra...

El problema que estaba por venir era más serio. Supondría la posibilidad de tirar por tierra todo el trabajo de un año entero allá, en Almendralejo, con el esfuerzo, trabajo y dinero de muchas personas que se implicaron, desde la campaña de recogida de libros, ropa y calzado hasta el mercadillo solidario del pantalón que tanto éxito tuvo y con el que se recaudó el dinero para enviar un contenedor lleno de toda esta mercancía para la creación de tres bibliotecas escolares en Granada, Pipus y Olleros.

Todo fue bien, aunque costó mucho. Se consiguieron más de 10.000 libros infantiles y juveniles en su mayoría, más de 3.000 pantalones vaqueros nuevos y muchísimas cosas más, como material de laboratorio escolar para los colegios, mucha ropa de todo tipo, fundamentalmente infantil, mantas, calzado y un largo etcétera.

Pues bien, todo este trabajo puede acabar en manos indebidas, o mejor dicho, ya lo está. La empresa que gestionó el envío me facilitó todo para que, con un único documento, se pudiese retirar la mercancía en el puerto de Callao, en Lima. Sin embargo, todas estas promesas se han desvanecido y ahora el puerto de Callao no nos deja retirar la mercancía.

La mercancía está retenida en el puerto. El envío se hizo precisamente a nombre de la municipalidad provincial de Chachapoyas, pensando que por ser un organismo estatal habría menos problemas. Además, al tratarse de un envío de ayuda humanitaria, sin valor comercial y con el único objetivo de favorecer a las comunidades más pobres de la región de Amazonas, y de las más pobres de Perú, pensábamos que no habría tanta pega diplomática y burocrática... pero nos equivocábamos. El olor del dinero es el mismo, se trate de negocio o de ayuda al necesitado.

Hay personas ávidas de dinero, mucha corrupción, materialismo, codicia y, sobre todo, mucha insolidaridad. Ya me advirtieron de que en este tipo de envíos suelen “desaparecer” bultos, pero lo que no me advirtieron es que, a veces, desaparece el contenedor entero.

Claro está, si queremos recuperar el contenedor hay que pagar la módica cifra de 13.000 $ americanos. Asi podremos retirar la carga sin problemas, pero claro, con rapidez, porque la tasa diaria por almacenamiento del contenedor es de 100 $ más, con lo que el mes que llevamos de demora (llegó el 25 de mayo) ya nos cuesta más de 3.000 $ más. Vamos, que entre el pago de las tasas y el trasnporte a Chachapoyas, será más rentable dejarlo donde está y que se aprovechen de él (legalmente, claro, por abandono) unos cuantos sabuesos que están ya con el alicate en la mano para romper el precinto y repartirse el botín... vamos, piratas del siglo XXI con traje y corbata.

Las opciones de recuperar la carga son pocas, pero he agotado las pocas opciones que tengo de recuperar la carga, por diversas vías. Por un lado he hablado con el Obispo de Chachapoyas para que se ponga en contacto con la Conferencia Episcopal peruana, la cual hará lo que pueda, es decir, nada...

Luego he hablado también con Cáritas Perú, ya que al ser un organismo internacional exento de impuestos aduaneros, quizás pueda cederles la carga a ellos para que la retiren y solo tengamos que pagar el transporte. Pero les envié un correo hace ya más de una semana y aún no tengo respuesta.

Después he hablado con los jesuitas, gracias a un contacto de un amigo que vive en Jaén, cerca de Chachapoyas. Espero noticias también de ellos...

Y finalmente, he optado por ponerme en contacto con la embajada española en Lima, a los que también les he explicado todos los detalles y les he enviado toda la documentación. Pero tampoco han dicho ni “esta boca es mía...”.

Y con estos cuatro contactos se me acabaron todas las opciones, bueno... todas no, porque también he puesto al equipo de Santa Clara, a mis amigos del Centro Juvenil y a otros tantos a trabajar con su oración por la solución de este problema. Lo cierto es que me fio más de esta última opción que de todas las otras juntas... Será lo que Dios quiera, cuando Dios quiera y como Dios quiera, tal y como me recordaba una amiga hace días... y si hay que terminar aceptando la pérdida definitiva del contenedor, con el consiguiente perjuicio (como siempre) de los más pobres de Perú, habrá que tomarlo como una experiencia más... y punto final.

Es triste ver cómo un país como Perú, en vías de desarrollo, con muchísmas personas en todo el mundo queriendo poner su grano de arena para ayudar a tantas familias necesitadas, permite que este tipo de cosas pasen. Desde luego, OFRA no enviará más contenedores con ayuda a Perú, y quizás a ningún otro sitio. No se puede ir tirando el dinero a la basura como si tal cosa...

En lugar de permitir la entrada de estas mercancías al país para ayudar a la gente, ponen pegas burocráticas y piden dinero... y mientras tanto, otros contenedores con otras cargas menos lícitas, pasan con tanta facilidad que cuesta creer que no se haga nada desde la presidencia del gobierno. Aquí, como en la mayoría de los sitios, se podría decir que “la pela es la pela”...

Por eso no puedo más que pedir perdón a todos los que colaboraron por un año recogiendo ropa, seleccionándola, doblándola y metiéndola en cajas... a los que me ayudaron a recoger libros por todas partes, en Almendralejo, Cáceres, Mérida y Badajoz, a los que pusieron su tiempo, su dinero... a los que prestaron furgonetas, naves para almacenar todo. A los que donaron mercancía para la creación de los laboratorios en los colegios, a los que ayudaron a montar los mercadillos, a los que ayudaron con las gestiones municipales, a los que limpiaron, vendieron y montaron y desmontaron todo... a los que oraron, a los que estuvieron siempre ahí se les pidiese lo que se les pidiese... a todos... perdón por la pérdida.

Sé bien que Dios sabrá recompensar a cada uno de vosotros por vuestro esfuerzo. No ha servido para nada aquí, pero sí que Él lo tendrá en cuenta, pues no está en nuestra mano resolver la injusticia del hombre.

Lo que sí está en mi mano es denunciar públicamente a unas autoridades, políticos y burócratas que prefieren quedarse con unos libros que jamás leerán, pues las personas cultas suelen tener escrúpulos, ya que recibieron una educación que les hablaba de valores... entre ellos, la honestidad. Sin embargo, la corrupción rebosa por doquier... y el dinero... ese preciado metal por el que unos cuantos viven y dan sentido a su vida. Dios también tendrá en cuenta esto, seguro...

Y luego están los pobres desgraciados de siempre, los que sufren... los que, una vez más, se quedan con la boca abierta cuando parecía que la cuchara llena estaba dentro. Alguien se ocupó de quitársela... y Dios tampoco los dejará así. Estos pobres sufren, y aquí tenemos la prueba de que sus desgracias no son desgracias venidas del cielo... Estamos acostumbrados a decir que las desgracias siempre les toca a los pobres, sin embargo, esta desgracia ha sido producto de la codicia. Hay personas que dejarían morir incluso de hambre a otras personas con tal de llevarse diez dólares al bolsillo, así que ¿cómo no van a quedarse con unos cuantos libros?... quizás en el mercado negro puedan conseguir cincuenta o sesenta mil soles por ellos... Demasiado atractivo para dejar pasar esta oportunidad de requisar una mercancía tan preciada. Luego sigamos diciendo que los males del mundo vienen de Dios, que Él los permite... sigamos pensando que el hombre no tiene nada que ver...

Espero que esta lección sirva a muchos para que, en futuras ocasiones, prescindan de enviar mercancía humanitaria y usen el dinero que cuesta esa mercancía y el transporte para comprar “in situ” la ayuda. Así se estará ayudando al pobre, no al codicioso aduanero, político, policía y/o burócrata.

Esto pasa en Perú, en Lima.... más concretamente en Callao.

Precisamente mientras escribo estas letras, he recibido un correo de mi amigo Juan Manuel Martín Moreno, jesuita. Él es el contacto que os contaba en Jaén, y me dice que ha escrito a la Oficina de Desarrollo de la Compañía de Jesús, en Lima. Quizás puedan hacer algo, o quizás no... pero, en cualquier caso, es la primera comunicación que tengo y es la primera esperanza.

La otra esperanza que tengo es mi hermana María, Sor María. Ella ya no vive aquí, en la tierra, sino que habita con Dios. No dudo que hará cuanto sea posible para poner cielo y tierra boca abajo para que este problema tenga solución... y cuando la tenga, habrá hecho otra de las suyas, de las tantas que viene haciendo...

Bien, y con esta denuncia, paso a oto tema, porque este ya parece zanjado...

Estuve en la inauguración de una nueva Iglesia en Chachapoyas, dedicada a la advocación de San Agustín de Hipona. La nueva  Iglesia de San Agustín es pequeñita, franciscana... limpia, bien blanquita, presidida por un Cristo precioso en actitud gloriosa, en actitud de ascensión a los cielos... parece despedirse de sus discípulos antes de partir hacia la casa del Padre. También hay una bonita imagen de la Vírgen María y otras dos, de San Agustín y Santa Mónica, su madre.

La nueva Iglesia de San Agustín

El acto fue simple, por eso fue más bonito. El barrio del Prado ya tiene Iglesia y puede celebrar la Eucaristía sin desplazarse. Después hay una comida a la que prefiero no ir, porque está bien lejos y había quedado para comer.

Después de esto vino el cumpleaños del padre Humberto, director del Seminario. Me inviitó a la comida, así como a todos los religiosos y religiosas de Chacha, y ahí estaba yo, en medio de todos ellos. Curas, monjas, misioneros... y el mangurrino. Me sentía afortunado por ello.
Los invitados

El cumpleañero

Y así acaban las cosas que han pasado estos días, después de la fiesta sacramental. Solo una cosa... Ayer fui a Levanto a acompañar a mi amiga Christelle porque lleva un poco las riendas de una asociación llamada ALTA (Asociación Levantina de Turismo y Artesanías). Eran las fiestas de Levanto, y había un concurso de gastronomía típica levantina, así que fue a acompañar a sus pupilas y, de paso, ayudarlas con las tareas de preparación de la presentación de los platos.
Con nuestros amigos franceses
La presentacion
Allí nos juntamos con otros dos franceses, así que la conversación giraba en torno al francés, idioma que todavía no domino, sin embargo, entendía casi todo e incluso pude participar de la conversación. Me sentía orgulloso por poder comprender y expresarme... quién me iba a decir en enero que en junio hablaría un nuevo idioma, y mejor que el portugués, que estoy estudiándolo... Viajando se aprenden muchas cosas, aunque no solo idiomas... y se viven experiencias distintas, bonitas... yo estoy viviendo una de las mejores ahora, y por eso doy gracias a Dios. No todo son poblemas, aunque en Granada lo parezca...

Y el jurado pasó por el stand de las chicas de ALTA, y por los demás, y deliberaron... y ganaron, así que todos contentos. Eran 800 soles de premio, y se lo llevaron estas pobres mujeres que están haciendo algo distinto, algo que destaca en la vida normal de Levanto... unas mujeres emprendedoras, como su guía. Ojalá sea el primero de muchos premios.

Mientras preparaban todo, yo conocí a unos chavales que jugaban al fútbol en el campo donde se celebraba el festejo. Hablé con ellos y les propuse jugar un partido de fútbol. Por supuesto yo sería el portero, pues no me apetecía nada correr, y más a casi tres kilómetos de altura sobre el nivel del mar. Comenzamos cuatro chicos y yo, y no me metían ni un gol... pero eso cambiaría, pues a medida que se iban sumando nuevos chavales, se acercaban más a menudo a la portería. Hicimos dos equipos, y me metieron siete goles... Me acordaba de aquellas palabras de Jesús, cuando decía: “Dejad que los niños se acerquen a mí...”. Yo pensaba igual, especialmente con uno que me metió tres golazos... “si se acerca a mí le doy un capón”, pensaba...

Aún con los siete goles en contra, ganamos por tres de diferencia... Yo no quería tirarme al suelo, como hace Casillas, porque para una vez que lo hice, planté la mano en una plasta de vaca... y era reciente. Y cómo sería el esfuerzo, que incluso de portero, hoy tengo agujetas... No quiero ni pensar qué sería de mí si hubiese jugado de delantero.

Terminado el partido y el concurso, regresamos a Chacha, pero antes Christelle me enseñó un terreno precioso donde quiere hacer un proyecto. Antes me había enseñado otro donde quiere hacer la casa de cultura de Levanto... mente abierta e ideas claras. Me gusta...

Sin palabras...

Vistas que la cámara no acaba de reflejar

La verdad es que el terreno que vimos antes de ir para Chacha era magrnífico. Las vistas eran preciosas, en un día bonito, bien soleado. Nos sentamos a disfrutar de las vistas... Solo de pensar en vivir ahí, a uno se le quitan las ganas de irse... así que estuvimos ahí por casi dos horas... y como empezaba a caer la noche, nos fuimos de nuevo a casa. ¡Qué frío hace en Levanto cuando empieza a caer la noche!

Llegamos a Chacha con el sabor de la victoria. Especialmente yo, pues venía ansioso por saber el resultado del partido entre España e Italia. En Levanto no hay cobertura y Fernando no pudo hablar conmigo en todo el día. El vió el partido en casa de Lola, y sufrió como buen español futbolero, en los penaltys. Yo no sufrí nada... solo cuando esperaba saber el resultado, pero por internet me enteré: ¡¡ganó España!!... y si una victoria siempre sabe bien, contra Italia sabe mejor. Nos veremos, pues, las caras con Brasil el próximo domingo, así que la hermana Lola ya está avisada de que iremos a comer a su casa y ver el partido. Ella es muy atenta y le gusta que vayamos, y que comamos comida española. Acuérdate de la que nos comimos allí hace días...

Solo de pensar en repetir se me hace la boca agua... y allí estaremos los españoles y quien quiera para disfrutar de la victoria de España ante Brasi. Entre la victoria y la tortilla de patatas, saldremos con buen sabor de boca. Y si pierde España, la tortilla estará igual de buena.

Y así acaba todo, hasta el día de hoy... con esto creo que estoy al día con todo. Solo queda esperar al martes, día en que comprobaré si, efectivamente, las nuevas promesas de la municipalidad de Granada se cumplen. Si se cumplen, volveremos a trabajar codo con codo para levantar la Iglesia. Si no se cumplen, creo que habré acabado mi periplo este año, al menos en Granada. Entonces pasaré a Olleros para lo queda de año y para el próximo... pero eso os lo contaré la semana que viene.

Antes de despedirme quiero felicitar al padre Catelly, pues después de más de diez años intentando conseguir la nacionalidad peruana. Pues bien, estos días nos ha dado la sorpresa, y es que al fin es peruano... El padre amado dijo cómicamente que más de cinco años han pasado intentando comprender qué quería Castelly, pues su español es difícilmente descifrable... todos nos reímos. Al final, después de más de sesenta años en Perú, Castelly es peruano, que es lo que importa. 

¡¡¡FELICIDADES, CASTELLY!!!
Hasta entonces, pues...

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