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"Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho..."

Un gran Santo, el más pobre en lo material, pero el más rico en lo espiritual dijo en su lecho de muerte: "Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho...". Ese gran Santo era Francisco, y si él dijo no haber hecho nada, ¿que hemos hecho nosotros? Empecemos a hacer algo para cambiar el mundo, ¿no os parece?

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martes, 19 de septiembre de 2023

26 DE AGOSTO: PETRA – WADI RUM

 

Este día, algunos nos levantamos como con mariposas en el estómago. Lo que tantas veces habíamos visto por televisión, lo que otras tantas habíamos escuchado decir que era una de las siete maravillas del mundo, estaba a escasos metros de nosotros y hoy, por fin, lo descubriríamos.

Desde luego, Petra es para quererla

Como llevábamos a la mejor guía de toda Jordania, la jornada prometía. De hecho, el primer descubrimiento del día no fue Petra, sino la propia María. Cuando nos dirigíamos algunos con ella a comprar las entradas para todo el grupo, nos chocó la gran familiaridad y cercanía que los jordanos tenían con ella, especialmente los niños. Pero lo que más sorprendía era ver cómo los hombres, que según nuestro entender occidental debían ser reacios para con ella, eran los que más la querían y se desgastaban en piropos cuando la veían. Había en ello algo que parecía no encajar muy bien. En efecto, María no solo era mujer, sino que era extranjera y, además, era la líder del grupo. Vamos, que reunía todos los requisitos para ser persona non grata en un país en el que la mujer no debe precisamente destacar mucho. Pero pronto nos dimos cuenta de por qué María es toda una institución en Jordania. Resulta que llegó al país hace ya más de cuarenta años, en 1978, que se dice pronto. Si Jordania no es aún un lugar en el que ser mujer sea fácil, imaginad cómo sería entonces. Y sin embargo, allí llegó la granadina, para dar un toque de color al país y a sus  costumbres. ¡Y vaya si se lo dio! Comenzó siendo matrona, por lo que pronto ayudó a muchas madres a dar a luz a sus hijos. Solo en Petra, nos comentó que había ayudado en el parto de más de tres mil niños. Y poco a poco, no solo iba ayudando a las madres, sino que fue siendo ella una segunda madre para muchos de ellos, siendo conocida entre todos como “María caramelos”, ya que llevaba siempre una bolsa de caramelos que repartía entre sus cada vez más numerosos “hijos”. Y según han ido pasando los años, como es natural, esos niños han crecido y ya son hombres y mujeres hechos y derechos que no se olvidan de que María es su segunda madre, como les gusta decir. El personal de la venta de tickets de la entrada a la Ciudad rosada nos lo hacía ver constantemente diciéndonos: “María es mi segunda madre”, y le lanzaban besos, la tocaban, la paraban para abrazarla… En fin, que la primera atracción de Petra no fue la propia capital nabatea, sino una granadina con un coraje y una fuerza fuera de lo común.

María "de Jordania"

Con las entradas ya en la mano, al módico precio de 60 euros cada una (nótese la ironía), dimos a cada peregrino la suya e iniciamos con ilusión el trayecto hacia el famoso Templo del Tesoro, que en su día, tal vez, fue la tumba del famoso rey Aretas IV. Poco tardamos en darnos cuenta de que estábamos en un lugar espectacular, y eso que aún nos esperaba lo mejor. Según avanzábamos, María nos explicaba cómo se excavaba en la roca, qué tipo de edificaciones construían y dónde y cómo vivían los famosos nabateos. Petra era una ciudad oculta entre montañas, tan oculta que eran las montañas mismas, por lo que mejor forma de mimetizarse con el medio ambiente no podría haber. Se trataba de una ciudad muy rica, gracias al comercio caravanero que constantemente iba y venía de paso. Y el secreto para su supervivencia fue el enclave estratégico, ya que para entrar al Templo del Tesoro y a la ciudad, hay que atravesar un pronunciado y estrecho desfiladero que impone al pensar en la cantidad de gente que habrá muerto allí víctima de una emboscada. Y es que, en aquella época, la mejor forma de protección era tener un acceso vigilado, estrecho y que obligue al enemigo a formar una fila. Desde arriba, con flechas y piedras, acabar con el enemigo era pan comido.



Y es que la entrada al que, posiblemente, es el templo más famoso del mundo, es ya de por sí una maravilla. Es una entrada monumental, aunque en este caso los créditos no se los lleva el hombre, sino Dios, por tratarse de una maravilla natural. Tiene una altura de hasta 70 metros, y su parte más estrecha mide 3 metros. Con un recorrido de algo más de 1 kilómetro, entrar en ese pasillo de roca caliza es como recorrer un túnel del tiemplo. Si uno hace el ejercicio de transportarse mentalmente a aquella época en la que esta ciudad y su acceso eran un pleno vergel de vida, no puede más que maravillarse de lo imponente del lugar y de la gran destreza y organización que tuvo que tener el pueblo nabateo para llegar a tales cotas de excelencia constructiva. El caminante que pasa por ahí con una mirada distraída, pasará por alto las llegadas de los comerciantes, el paso de las rutas caravaneras, las emboscadas sufridas por quienes pretendían tomar al asalto la ciudad, las entradas y salidas de cortejos reales por ese desfiladero y el pulular de caballos, camellos y ganados de todo tipo de un lado para otro.  



El desfiladero contiene, además de su propia belleza natural, ciertos toques de arte y técnica de la época, como el famoso relieve de los camellos, de los que ya solo quedan las patas, o las conducciones de agua potable en los laterales. Por aquí y por allá aparecen tallas de dioses, santuarios, hornacinas o inscripciones. Y cuando uno se quiere dar cuenta, está de lleno ante la imponente portada del Templo del Tesoro, una maravilla artística de talla inigualable que decora la gran plaza natural de la que sale una única calle que se dirige a otro complejo de viviendas, templos y múltiples construcciones, o mejor dicho, excavaciones, porque aquí no se construía casi nada, sino que sobre todo se extraía lo sobrante de la roca. Los nabateos debían de pensar como el genial Miguel Ángel Buonarroti, quien al ser preguntado por cómo se le ocurrió hacer una obra como su famoso David, respondió: “David estaba dentro del bloque, yo solo quité lo que sobraba”. Pues eso es lo que hicieron estos genios del cincel y el martillo, quitar lo que sobraba a todo un conjunto de montañas para hacer de ella su morada, y por eso Petra ha pasado a formar parte de la historia de la humanidad y ha sido el decorado perfecto para películas tan mundialmente conocidas como la famosa saga de Indiana Jones.  

La famosa portada del Templo del Tesoro







Y después de contemplar durante toda la mañana este magnífico conjunto monumental, regresamos al hotel para darnos una ducha rápida y salir rumbo a la visita de la tarde: el famoso desierto del Wadi Rum. Pero antes paramos a comer en un magnífico restaurante en la carretera, donde recuperamos las fuerzas perdidas durante la mañana.

A nuestra llegada al desierto, María nos había advertido de que aquí los camellos campan a sus anchas, de modo que sienten que la carretera es tan suya como de los vehículos motorizados. Por eso hay que tener cuidado al conducir, porque no debe ser lo mismo atropellar una oveja en la alta Extremadura que un camello de 500 kg en medio del desierto. Y así llegamos al más famoso desierto de Jordania, que también ha servido de plató para rodar películas famosas, como The Martian o Planeta rojo. Claro, con este panorama, lo más indicado es rodar películas sobre el planeta Marte, aunque también estamos ante el mejor escenario para grabar películas que se desarrollen en el desierto, como Lawrence de Arabia o Dune. Y, cómo no, la famosa Star War también ha usado estos escenarios para muchas de sus escenas.

He aquí un paso de camellos

Si Petra está al sur de Ammán, la capital de Jordania, el Wadi Rum está al sur de Petra. Si es elegido como escenario para tantas películas, así como un lugar turístico de gran importancia en Jordania, es por sus impresionantes accidentes geográficos, colores y formas. De noche, si cierras los ojos, parece que estás en la Luna, y por eso es conocido también con el sobrenombre de “Valle de la Luna”. Es Patrimonio de la Humanidad, declarado así por la UNESCO en 2011  y una zona privilegiada para ver las estrellas de noche. Por lo demás, no deja de ser lo que es: un desierto, y como tal, tiene su encanto, pero tampoco es para pasar más de un día allí. Además, a nosotros, peregrinos en Tierra Santa, nos movían otros intereses más que los turísticos. Por eso, lo que más disfrutamos fue la celebración de una Eucaristía especial dentro de una Jaima en mitad del desierto, una experiencia magnífica que todos nos llevaremos para el recuerdo.

Lo mejor del viaje, sin duda





Y con este buen sabor de boca, nos fuimos al hotel a cenar y a dormir tempranito, pues al día siguiente sería domingo y había que celebrar la misa dominical tempranito, tal como a las 6:00, en uno de los salones del hotel. 

1 comentario:

  1. Maravilloso comentario amigo , 👌👏🫶no puede estar mejor expresado ni podría ser más completo!! Maravilloso recorrido por la experiencia . Que Dios te conserbe ese Don y te cuide SIEMPRE!!🫂😘

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