TESTIMONIO de nuestro hermano Luis

Hermanos todos: ¡Paz y Bien!

Cuando das testimonio de algo es porque eres testigo de algo. Y yo, como todo cristiano, soy testigo de Cristo.
Me encontré con él desde bien pequeño, cuando hacía de monaguillo en el templo de mi barrio. Pasaba largas horas allí, junto al sacerdote y demás monaguillos, y lo pasaba en grande.
Recuerdo mi primera oración “seria”. Estaba entonces un joven sacerdote muy salao al que le dijimos que queríamos ver a Jesús. Entonces nos fuimos al interior del templo, nos sentamos en un banco y cerramos los ojos. Nos invitó a que pensásemos en el Señor y hablásemos con Él. Fue una experiencia muy bonita.

Pasaron los años y yo seguía en grupos, me confirmé y seguí creciendo en edad y en fe.
Con 18 años me fui al ejército, que era mi vocación hasta entonces, pero a los 15 días me vine, algo que ya me dijo con antelación mi guía en la fe que me quiere como a un hijo y a la que debo gran parte de mi formación cristiana.

Y fue con 19 años cuando me adentré de lleno en el servicio del Evangelio y el conocimiento de Francisco de Asís.

Desde entonces tengo como vocación el anuncio del Evangelio a través de todos los medios y concretado en los jóvenes.
Una vocación que me llena y da sentido a mi vida. Una llamada a ser fermento en la masa, a encender los corazones de las personas en el fuego del divino Amor.

Tengo 27 años y tengo que agradecer al Señor todo lo que ha hecho por mí: darme la vida, una familia cristiana, un regalo de novia, unos amigos que son hermanos y sobre todo una Fe.

Os hago un llamamiento para que os pongáis al servicio de Jesucristo y de Su Evangelio= Buena Noticia.
Sólo el plenifica completamente y os aseguro que quien le escuche y ponga en práctica Su Palabra no quedará defraudado.

Atentamente vuestro servidor,

Luis María de Pedro Prado