Hoy
es un día especial porque hoy se cumplen dos años del fallecimiento de mi
padre. A él le encantaría estar aquí viviendo esta aventura y dirigiendo él, y
no yo, las obras de la Iglesia.
La mañana se presentaba fresquita |
Hoy es sábado y la mañana la pasamos
trabajando, así que hasta el almuerzo estoy en Granada. En condiciones
normales, ya no sería hora de viajar a Chacha, porque el lunes temprano tendré
que salir de nuevo para acá, pero es que hoy se celebrará la misa que encargué
por mi padre, en el segundo aniversario de su muerte, así que bajaré.
La combi de la mañana viene llena, así
que con ella se van mis posibilidades de bajar. Cuando sé que ya no bajaré en
combi, empiezo a buscar quien me alquile una moto. Horacio me dejaba la suya,
pero qué casualidad que se le ha roto la cadena justo ahora. No podré usarla.
Me dicen que prepare el equipaje porque
a veces pasa otra combi de paso y puede tener plazas, así que voy a mi cuarto y
preparo la mochila... llevo poco, el ordenador y algo de ropa. Pero me paso la
mañana esperando, así que cuando ya sabemos que no pasará, me voy a almorzar a
casa de Rosa.
Pero justo antes de bajar, se presenta
Lenin con unos calendarios que trae de “Las 7 lagunas”, una maravilla que está
en el distrito de Granada y que próximamente visitaré para incluir el reportaje
en un proyecto de hermanamiento que vengo haciendo entre Granada de España y
Granada de Perú.
Charlamos un rato y le comento mi
preocupación por bajar a Chacha y por no tener transporte. Le pregunto si sabe
quién me puede alquilar una moto y no duda un segundo en ofrecerme la suya. Es
una Sumo 250 cc de fabricación china. Es prácticamente nueva y me sorprende su
generosidad.
Como no tengo otro medio de transporte,
la acepto. Además, él tiene que bajar el lunes con otra moto de un amigo para
llevarla al taller y le vendrá bien que su moto esté en Chacha, así no tendrá
que subir luego en combi a buscar la suya. Es una extraña simbiosis la que se
ha presentado, y no me extrañaría nada que fuera mi padre amedrentando a algún
angelito para conseguir el favor...
El amigo Lenin me hace la foto justo en el momento de salir de viaje |
El lunes, yo tendré que esperar a que
revisen la moto que él baja y subir de nuevo a Granada con ella, mientras que
él pasará a recoger la suya para ir a Jaén. Como veis, hablo de ir de Granada a
Jaén, y cualquiera que me leyera, pensaría que peregrino por tierras andaluzas.
Voy a comer y rápidamente cojo la
mochila para salir de estampida. Me llevo la moto sin ponerme el poncho,
porque, aunque se ha pasado la mañana lloviendo, ahora no llueve... lo llevo
por si acaso.
El poncho todavía lo tengo metido en su
funda sin abrir... lo llevo a todos sitios, pero no lo he usado todavía, y no
porque no haya llovido, que ha llovido tela..., sino por diversos motivos: unas
veces por olvido, otras por dejadez y otras por llevarlo pero no acordarme de
que lo llevaba. Me acuerdo del día que fuimos a Gocta Amado y yo. No sólo me lo
llevé, previendo que debajo de una de las mayores cascadas del mundo te puedes
mojar, sino que fuimos a comprar otro para Amado que no tenía. Demoramos
nuestra salida por este preciso motivo, y al llegar justo debajo de la cascada,
nos olvidamos los dos de ponérnoslo. No me preguntéis cómo puede uno estar bajo
una catarata interminable de agua líquida y gaseosa en suspensión a la vez,
mojado hasta los tuétanos y sin acordarse de que lleva poncho en la mochila.
Uno tiene pase, pero ... ¿los dos?... ni Amado ni yo nos acordamos de este
pequeño detalle...
Pues bien, me lo metí en el bolsillo
por si acaso llovía en la bajada, y, efectivamente, llovió un poco... pero fiel
a mi propósito de no usarlo (por dejadez en este caso), no me lo puse. El caso
es que no tenía intención de parar la moto para ponerme el poncho por cuatro
gotas... Si apretaba más me lo pondría, pero no sólo no apretó, sino que salió
un sol de justicia... y así hasta Chacha.
El viaje no puedo describirlo. Es una
sensación la de viajar solo, perdido en pleno corazón de los Andes peruanos...
nadie delante, nadie detrás. En todo el camino que duró dos horas y media, sólo
me crucé con un coche y adelanté a otro... ese fue todo el tráfico. La
sensación de mirar por los precipicios mientras vas en constante bajada, hasta
llegar a bajar más de 1.000 metros en menos de 40 Km. Primero viajas por encima
de las nubes... luego las atraviesas en un inacabable tránsito de agua en
suspensión... luego las dejas por encima de ti y te dan ganas de tender hacia
arriba las manos para tirar de la nube hacia abajo... Y los paisajes no podría
deciros cómo son.. una foto no revela la magnitud de las vistas andinas. Iba a
parar a tomar una foto, pero tenía la cámara metida dentro del chaleco y era un
lio... además, ya habéis visto más de un paisaje que he fotografiado.
De Granada a Molinopampa, es una
interminable bajada, como os expliqué en mi anterior viaje de paquete... y de
Molinopampa a Grajada, el camino es de tierra pero en un estado bueno, y más
para una moto de cross.
Cuando acabé la bajada del camino que
os describí como “de cabras”, empecé a ver los llanos donde podría darle más
brío a la moto... y si bien la bajada tiene su emoción, las cortas rectas con
curvas cada 20 metros son más adrenalínicas para un viaje transandino en
moto...
Aquí es donde uno aprecia lo pequeño
que es con respecto al mundo... un simple huayco de los pequeños y nada más se
sabría de uno, y veo signos de huaycos en las laderas de las montañas que
pueden ser más grandes que toda la ciudad de Cáceres... ¡¡impresionante!! Hace
poco, uno ha barrido del mapa a la ciudad de Chetos entera... una pena. Aquí se
recaudan fondos para ayudar al pueblo o lo que queda de él.
Disfrutando del paisaje, cuando me
quiero dar cuenta, estoy en Chachapoyas, así que lo primero es tomar el café en
Café Fusiones, la cafetería de la chica que os comentaba que es
librería-cafetería-zona guiri. Saco el ordenador y oteo un poco cómo ha ido la
exposición del video que Sonia hizo el viernes en el Centro Juvenil. Veo que la
dueña de la cafetería ya ha puesto en facebook algo de mí y de mi grupo... El
otro día le grabé nuestra música y le ha gustado. Los Hey Folks ya son
conocidos en Perú... Es curioso, no nos conocen en Pescueza y, sin embargo, nos
conocen en Chachapoyas...
Buena moto... me trajo sin problemas. |
Dejo la moto en el garaje, me pego una
ducha y voy a gastar algunos cuartos para comprar regalos, fundamentalmente de
niña, que como os dije, hay más... Así hago tiempo hasta la misa de siete por
mi padre.
Los regalos de hoy son atribuidos a Don
Miguel Caballero García, capellán de Santa Clara además de abogado, que seguro
que está echando de menos mis visitas que, con motivos informáticos, terminan
siempre en alguna que otra charla, o alguna comida en el Andana. Él colaboró
con algo original, con dólares americanos... Decían que en Perú son bien
acogidos, pero lo cierto es que todavía no he llegado a pagar nada en dólares,
y tuve que cambiarlos. Pues gracias a él, los niños podrán disfrutar de lo que
he comprado hoy: muñecas, coches, más cosas para el pelo, guerreros grandes y
pequeños y sobre todo, muchos botes de hacer pompas de jabón, que está haciendo
furor entre las niñas. Así que este pequeño momento de ilusión tiene nombre y
apellidos almendralejenses.
Esta próxima semana los niños tendrán sus nuevos regalos gracias a D. Miguel. |
Terminada la misa, vamos a la cena,
donde conozco a otro “padresito” español, el superior de los Agustinos
Recoletos... casi nada... Se llama Daniel, y viene de visita a los Agustinos de Perú. Es el Superior provincial de la provincia de San José, que engloba a conventos de España y América Latina. En Madrid están en Huesca, 33, entre Tetuán y Cuzco, así que algún día puede que les haga una visita. Me doy cuenta que desde que estoy en Perú entro en el
congreso, me codeo con alcaldes, obispos y superiores, acudo a inauguraciones
de bibliotecas y me rifan los alcaldes de otros lugares que quieren también
contar con mis servicios... y además me han dado la llave de la municipalidad
de Chachapoyas para que entre cuando quiera y pueda conectarme a internet si lo
necesito... ¿Os imagináis al alcalde de Almendralejo dándome las llaves de la alcaldía
para navegar a mis anchas cuando quiera los fines de semana sin que haya
nadie?...
La cena ha sido reparadora, necesitaba
comer algo... y la charla de después, mejor...
La reflexión del día es la siguiente:
Preguntada Joselin, la hija de Horacio, si sabía
quien era Jesús, la respuesta es tajantemente clara. No sabe quién es. Entonces
me pregunto cual es la labor del catequista del pueblo. Si ni siquiera ha
enseñado a los niños quien es Jesús, entonces vamos listos. No sólo le digo
quien es, sino que le enseño la oración de “Jesusito de mi vida, eres niño como
yo... “ y se la aprende rápido, además, le digo que cuando se la aprenda le doy
otro regalo, y si me hace un dibujo de Jesús, otro. Para ello le enseño el
Jesusito recién nacido del pesebre y el Jesús muerto en la cruz. Al velo en la
cruz, no sólo no saben quien es, sino que mucho menos sabe porqué está
crucificado... Creo que la labor será complicada. El próximo día, la película
será una toma de contacto con los niños, para saber cómo andan de conocimientos
cristianos y empezar a enseñarles quien es el artífice de este mundo que
habitan.