Esta
mañana me ha pasado algo curioso. Anoche se me olvidó poner el despertador para
la misa de 6:30, sin embargo el despertador ha sonado como cualquier otro día.
Cuando lo he apagado he visto que no estaba programado, y ha sonado a las
6:15... es algo muy raro. En principio pienso que es muy tarde, pero luego
pienso que si ha sonado es por algo... No sé qué pensar, pero termino por darme
cuenta de que si el despertador suena sin haberlo puesto es porque el Señor me
ha dado un toque para que no me pierda la misa de hoy, así que quizás quiera
decirme algo... me levanto como un rayo y salgo disparado. Intento despertar a
mis compañeros, pero no es posible sin usar la violencia, así que me voy solo.
Ya en misa, justo antes de comenzar la
liturgia de la palabra, llega Karima y se pone a mi lado.
Hoy tenía que venir a que el Señor me
recordara que “el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro
servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo.
Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir
y dar su vida en rescate de muchos” (Mt. 20, 28)
Hoy este comentario me lo aplico a mí
mismo... a veces me dan ganas de salir por la tangente y actuar más
egoístamente, fijarme en mi propio trabajo y olvidarme del de los demás. Así
evitaría muchos problemas y algún que otro quebradero de cabeza por dedicarme a
mis problemas y a los de los otros. A veces estoy tan desbordado con mis
propios problemas que me dan ganas de desconectar del mundo y que cada cual se
las vea con los suyos... sin embargo hoy el Señor me recuerda el motivo
principal de mi misión en Madagascar. Si el Hijo del hombre nos dio este
ejemplo, ¿quién soy yo para negarme a dar mi vida por esta gente?... es más,
hoy salgo reforzado en mi convicción de que estoy donde debo estar, trabajando
con quien trabajo a pesar de las muchas dificultades. Es un “chute” de moral
para afrontar el día, y que luego me daría las fuerzas para enfrentarme a él.
Me acuerdo también de un capítulo
pasado, cuando comenté algo acerca de qué pedir y cómo pedir las cosas al
Señor. Jesús lo confirma hoy diciendo “no sabéis lo que pedís”... Ya os
dije que mucha gente pide y pide, y luego se escandaliza porque Jesús no cumple
su palabra cuando dijo “pedid y se os dará”, pero hoy deja bien claro
que a veces no sabemos qué pedimos. A veces (más de las que creemos) nuestras
peticiones son fruto de nuestra parte más egoísta... a veces nos olvidamos de
pedir por los demás para centrarnos en nosotros, sin darnos cuenta de que el
Señor nos da lo que nos conviene, e incluso a veces nos da lo que le pedimos,
pero no por los caminos que nosotros pensamos. Queremos que Dios nos conceda lo
que queremos, rápidamente y por los caminos que nosotros le marcamos, como si
Él fuera una máquina expendedora de sueños cumplidos. Y sin embargo, cuando
analizamos nuestra vida, si lo hacemos concienzudamente, nos daremos cuenta que
quizás el Señor tardó algo más, o lo hizo de otra forma, pero al final guió
nuestra vida y nosotros sin enterarnos... ¡qué cosas!... y luego llega el
momento de darle gracias por los beneficios recibidos, y yo me pregunto: ¿nos
acordamos de darle gracias igual que de pedirle cosas?. En fin, ya os decía que
esta reflexión la hacía para mí, no para nadie concreto, aunque quizás pueda
ayudarte. Si es así, me alegro. Mi consejo es el siguiente: deja a Dios ser
Dios y ten fe.
Preparado para viajar en moto |
A las 9:00 salimos David y yo en la
moto hacia Antanimora. Es curioso comprobar cómo el trayecto que se tarda en
recorrer entre dos y tres horas en taxi-b, se negocia en poco más de media hora
con la “Honda 400”.
Hemos pasado antes a conocer una casa
de acogida para los cooperantes que vienen a Madagascar. Me comentaron ayer la
posibilidad de vivir ahí y estar a diez minutos andando de Antanimora, con lo
que mi vida aquí sería mucho menos estresante y más cómoda. Cuando llegamos
entramos por el gran patio donde hay una gran tortuga de mascota. El patio es
precioso y con un césped muy cuidado (por la tortuga, que se encarga de
mantenerlo a un centímetro de altura), las habitaciones están muy bien, hay
wi-fi, es muy luminoso, está muy cerca del trabajo, hay agua (incluso
caliente), pero lo mejor de todo es que hay ¡¡un jacuzzi!!... no me lo puedo
creer.
La casa es de dos plantas, baja y
primera. Los dormitorios están en la primera, así como una cocina a la que
tendría derecho. Incluso existe la posibilidad de comprar las cosas más
básicas, como pasta, leche, tabaco o café, dentro de la casa... vamos, que es
una especie de paraíso del cooperante que es difícil rechazar. Sin embargo
Cedric ayer lo rechazó y se fue a un lugar mejor. Hoy no he sabido nada de él y
es posible que no vuelva a verle, pues su trabajo será distinto al mío y dudo
que coincidamos.
No caí en la cuenta de sacar fotos,
pero la descripción que os he dado define bastante bien la casa. Y tras la
visita nos vamos a Antanimora, donde están trabajando los albañiles. Ya se ha
hecho casi por completo la excavación del depósito de captación de agua, parte
de la excavación de la fosa séptica y la cimentación y las esperas de pilares
de la estructura que sostendrá el depósito grande. Los trabajos avanzan, aunque
hoy me voy temprano porque el jefe no vendrá y porque no hay mucho que vigilar.
Me quedo un rato repasando español con mis nuevos alumnos improvisados de la
cárcel. Ya son varios los que quieren aprender el idioma, y hay uno del que ya
os hablé que creo que en dos semanas hablará lo básico.
Cuando no hay más que hacer y llega la
hora de la comida de los chavales y de los trabajadores, me voy para casa.
Mañana será otro día, aunque seguirán haciendo trabajos de demolición y
desescombro. Preveo que sea así hasta el lunes o martes, exceptuando la
ejecución de los pilares de hormigón de la estructura del depósito, en la que
sí quiero estar presente. Ya hemos quedado en hacerlo mañana.
Excavando la fosa séptica |
Los pilares de la estructura para el nuevo depósito de agua |
Y el cocinero de los trabajadores preparando el menú |
La excavación del foso del depósito de captación de agua |
Y el carpintero con la "sierra mecánica" |
Me voy al taxi-b y me encuentro con un
señor que llevaba un taparrabos y un sombrero de paja. Estaba esperando al bus
y mi primera impresión es no darle mucha conversación por la pinta, sin
embargo, me quedo de piedra cuando el hombre me habla en malgache, y al ver que
no le entiendo me habla en francés... le entiendo algo, pero le digo en mi
básico francés que no hablo muy bien el idioma, así que me dice: do you speak
english?... y me quedo atónito. Le digo que sí y hablamos algo mientras
esperamos al bus. Me cuenta que es campesino, a lo que irónicamente le
respondo: ¿de verdad?... Parece un hombre inteligente, y su inglés es más que
correcto para una comunicación básica. Le pregunto que porqué sabe inglés y me
cuenta que es del sur, donde hay mucho turismo y ha tenido que aprenderlo para
poder vender sus productos a los turistas. Tiene poco más de cuarenta años,
aunque aparenta más de sesenta. Su indumentaria me hizo pensar que era un pobre
campesino analfabeto, sin embargo habla tres idiomas... para que veas si las
apariencias engañan.
El autobús fue rápido y en algo más de
hora y media estaba en casa, así que llegué a tiempo para hacer unos macarrones
con tomate y chorizo. El chorizo es por gentileza de Navidul, aunque está mal
hacer publicidad... si ven este comentario les doy las gracias por enviar sus
productos a Madagascar y también aprovecho para decirles que si están
dispuestos a agradecer la cuña publicitaria, lo hagan para los próximos
proyectos en Perú, en la página web www.ofranatura.org.
Bien, ya en casa me encuentro con un
pequeño problema de bajos ánimos en mis compañeros. No van a trabajar hoy al
Centro, así que cuando David y Hèléne se enteran van a casa para ver qué pasa y
después todos se enfadan un poco. Yo soy ajeno al problema, pero cuando me
piden opinión al respecto les digo algo que no es lo esperado por ellos. No voy
a entrar en detalles, pero mi consejo causa un efecto no deseado y prefiero
irme a echar la siesta, pues la cama me llama a gritos y ya me tiene sordo.
Desde aquí remito a mis compañeros al principio de este capítulo, a la
reflexión del Evangelio de hoy. A veces, cuando uno pide la opinión de otro, no
recibe la respuesta que esperaba. En fin, ni es para tanto ni afecta para nada
a nuestra vida o convivencia, gracias a Dios.
La siesta dura algo más de lo esperado,
exactamente una hora más. No sabía que estaba tan cansado hasta que me tumbé en
la cama. Fue entonces cuando caí en la cuenta. Me perdí el rezo de vísperas,
pero descansé. En cualquier caso no hubiera podido ir porque hay una tormenta
espantosa. La lluvia cae tan violenta que la tormenta del otro día es una
brisilla comparada con esta. La gente se moja mientras intenta seguir cogiendo
agua, lo que me recuerda la necesidad que hay aquí y las penurias que pasan
algunos para una cosa tan básica como es tener agua, mientras otros están
viendo al Jorge Javier pelearse con la Esteban tumbados en el sofá.
Así tiene que hacer algunos para poder tener algo tan básico como es el agua:
Luego fuimos a la antigua casa a conectarnos a
internet un rato, y hoy estoy muy contento de recibir un mensaje especial. No
voy a nombrarlo para que no me eche la bronca, pero le digo que “a los amigos
no se les da las gracias”, él entenderá. Y también que le agradezco el detalle,
que me alegro de lo que me cuenta y que cuando vuelva podremos negociar el
curso de “Introducción a la Biblia” que daremos en Santa Clara, así podrá sacar
todo el jugo a su nueva Biblia.
Con esto se acaba el día de hoy,
reflexión, trabajo, descanso... y ahora para terminar quiero dejar claro,
especialmente por mis compañeros Remy y Karima, que a pesar de tener todas las
comodidades del mundo, estar cerca del trabajo, tener wi-fi, jacuzzi y
ahorrarme oler sobacos en los taxi-b tres horas al día, prefiero seguir
viviendo con ellos en Ivato y siendo el cocinero oficial de la casa. ¿Qué le
voy a hacer?... ¡soy franciscano!...
...prefiero una vida menos cómoda pero compartida
con buena gente porque somos una pequeña familia que pasa las alegrías y las
penas juntos, y si estamos juntos en lo bueno, también lo estaremos en lo malo
(aunque lo del jacuzzi todavía me está pesando, jeje...).
Y antes de despedirme quiero compartir con vosotros el vídeo que he subido. Es la bienvenida que me dieron los chicos de la cárcel el primer día. No podía subirla antes porque no se pueden mostrar las imágenes de los chavales, pero he cambiado la calidad de la imagen de modo que no se conozcan los rostros. Lo que importa es la canción, no las caras... y a mí se me pusieron los pelos de punta. Os dejo este regalo.
¡Hasta mañana!
No hay comentarios:
Publicar un comentario