Capítulo 25. Día del Señor.

         Es domingo, y como os dije ayer, la misa es dos horas más tarde. Como me suelo levantar más temprano, me despierto antes, pero no hay nada que hacer, así que me quedo en la cama escuchando a Pedro Reyero en el móvil. Como estamos en cuaresma voy a escuchar unas charlas que estaba dejando para esta época. Lo malo es que, cuando empiezo a escucharlo, me quedo dormido de nuevo y luego ando con prisas.

Mirando hacia atrás...

          Hemos ido Karima y yo. Remy iría por la tarde a una misa que hay los domingos en Ivato en francés. Hoy es primer domingo de cuaresma, y se repite el rito de la ceniza. La iglesia está tan llena que tienen que ir a por más bancos para la gente. Yo me siento junto a unos niños muy salados que están mas pendientes de mí que de la misa. Hay una niña que no para de mirarme descaradamente, está delante y se pasa la misa con la cabeza girada hacia atrás como la niña del exorcista... cuando lleva así media hora me empieza a dar un poco de miedo y todo. Las otras miran mi Biblia y se admiran de que ahí ponga algo. Sin discreción alguna llegan hasta a poner la cabeza en mi línea de visión y no puedo leer. Les tengo que decir que se aparten un rato... y cuando saco la cámara para hacer fotos es como si estuvieran viendo fuegos artificiales... no imaginan cómo pueden quedar grabadas ahí sus caras y no paran de reirse al verse. Luego les regalo una estampa del Sagrado Corazón a cada una, y también a un niño que se pone a llorar porque a él no se la di. Al final todos contentos.

Media hora más tarde seguía mirándome así...

... y no era la única.

El también quería una estampa

Mi amigo concelebra. Me ayuda con la búsqueda de la liturgia de las horas en francés

         No quiero pasar por alto el mural de la Iglesia salesiana... Hace mucho que os hablo de ella y todavía no os la he enseñado... os va a sorprender, os lo aseguro:

¿A que es original?... Don Bosco con algunos personajes de la comunidad

         Hoy el evangelista Lucas nos habla del rechazo de la tentación por parte de Jesús. Muchos piensan que Jesús vino a este mundo, pero como era Dios, todo era tan fácil que su misión no tuvo mérito. Sin embargo se presentó aquí como uno más, como uno cualquiera, de carne y hueso y con los mismos sufrimientos que cualquiera de nosotros podemos padecer. Ya lo he publicado otras veces, pero lo vuelvo a hacer para que quien no lo conozca sepa lo que le dice San Pablo a los filipenses acerca de esto:

Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

         Al volver a casa me quedo mirando a un par de niñas que vienen con sus mejores galas a la misa dominical. No puedo pasar por alto este detalle. Ataviadas con unos vestidos de vete a saber cuántas generaciones anteriores, lo mejor de su atuendo es el calzado, de piel natural... nunca mejor dicho.

Con sus mejores galas... para la misa del domingo.

         Hoy quiero preparar una comida algo más especial, más elaborada. Tenemos tres pedazos de magro de cebú y lo necesario para hacer un guiso. Me pongo manos a la obra y comienzo echando en la olla lo que aquí es un gran lujo: aceite de oliva. Ayer lo trajeron a casa y lo voy a guardar como oro en paño. Lo uso porque es la primera vez, pero a partir de ahora será solo para las ensaladas.

         Con cebolla, pimiento, ajo, zanahoria y tomate (aquí no hay laurel), hago un sofrito. Luego añado los trozos cortados de carne para que se hagan un poquito, y después le añado un chorrito de vino blanco. Después le echo el agua del grifo, porque como va a hervir no quiero gastar la del filtro que tenemos, y después de cocer un buen ratito le echo las patatas cortadas en trocitos medianos. Al final, para últimos cinco minutos de cocción, le echo un vaso de arroz... y listo. Ya sabes hacer un guiso de carne, aunque creo que en España no lo podrás hacer de cebú. No hace falta decir que estaba buenísimo, sobre todo acompañado con una ensalada.

         Finalmente comemos Remy y yo porque Karima no come, prefiere dejarlo para la cena. Ella se lo pierde...

En plena faena de despiojado

         Hoy friega los platos Remy. Tenemos un acuerdo, que el que cocina no limpia, así que tengo libre después de comer y me voy a leer un rato echado en la cama, pero cuando me quiero dar cuenta me despierto de una siesta de casi dos horas, con el libro abierto en las manos. A partir de mañana creo que voy a echar de menos estos momentos.

         El día de hoy no tiene mucho que contar, así son los domingos. Lo mejor del día es la ducha que me puedo dar por la noche, no sabéis lo que se echa de menos una ducha cuando no la tienes. y por la tarde me entretengo viendo como mi vecina despioja a su hermanita.

         Y como despedida hoy me gustaría dejarte esta reflexión del hermano Rafael, o mejor dicho, San Rafael Arnáiz Barón, canonizado hace bien poquito. Tiene mucho fundamento y está en la línea del evangelio del día, espero que te guste y que te sirva para meditar en ello como a mí me ha servido:

“Yo también alguna vez allá en el mundo, corría por las carreteras de España, ilusionado de poner el marcador del automóvil a 120 km por hora... ¡Qué estupidez! Cuando me di cuenta de que el horizonte se me acababa, sufrí la decepción del que goza la libertad de la tierra... pues la tierra es pequeña y, además, se acaba con rapidez. Horizontes pequeños y limitados rodean al hombre, y para el que tiene un alma sedienta de horizontes infinitos... los de la tierra no le bastan... le ahogan. No hay mundo bastante para él, y sólo encuentra lo que busca en la grandeza e inmensidad de Dios. ¡Hombres libres que recorréis el planeta!  No os envidio vuestra vida sobre el mundo. Encerrado en un convento, y a los pies de un crucifijo, tengo libertad infinita, tengo un cielo..., tengo a Dios. ¡Qué suerte tan grande es tener un corazón enamorado de El!...

            ¡Pobre hermano Rafael!... Sigue esperando... sigue esperando con esa dulce serenidad que da la esperanza cierta. Sigue quieto, clavado, prisionero de tu Dios, a los pies de su Sagrario. Escucha el lejano alboroto que hacen los hombres al gozar breves días su libertad por el mundo. Escucha de lejos sus voces, sus risas, sus llantos, sus guerras... Escucha y medita un momento. Medita en un Dios infinito... en el Dios que hizo la tierra y los hombres, el dueño absoluto de cielos y tierras, de ríos y mares; el que en un instante, con sólo quererlo, con sólo pensarlo, creó de la nada todo cuanto existe.

            Medita un momento en la vida de Cristo y verás que en ella no hay libertades, ni ruido, ni voces... Verás al Hijo de Dios, sometido al hombre. Verás a Jesús obediente, sumiso, y que con serena paz, sólo tiene por ley de su vida cumplir la voluntad de su Padre. Y, por último, contempla a Cristo clavado en Cruz... ¡Á qué hablar de libertades!”

             Y con esta bonita foto, me despido...

         ¡Buenas noches!