Después del capitulazo de ayer hoy casi
no tengo ganas de escribir, pero bueno, lo intentaré.
Anoche nos acostamos demasiado tarde,
de nuevo a la 1:30. Después de cenar compartimos todo lo que nos ha pasado en
el día, los problemas y las pocas alegrías. Nos sentamos en la pequeña terraza
de la nueva y hablamos hasta que nos damos cuenta de la hora que es. Los
vecinos, que a las 21:00 horas ya están dormidos hace rato, deben pensar que
estos Vazha (como ellos llaman a los blancos) deben estar locos.
La intención es de ir a misa hoy, pero
para eso hay que levantarse a las 6:00 de la mañana. Yo sabía ya cuando me
acosté que no sería posible, sin embargo me levanto sin muchos problemas. Remy
está un poco enfermo y no viene, así que nos vamos Karima y yo.
Cuando llegamos, la misa acaba de
empezar, y nos metemos hasta el primer banco. Cuando abro el pequeño librito
que nos marca las lecturas del día me doy cuenta de que en él pone “cendres”.
No lo entiendo muy bien, pero al ver que hay dos lecturas me doy cuenta de que
debe ser un día especial. Como aquí no sé muy bien todavía en qué día o mes
estamos, pienso y acabo por concluir que “cendres” significa “ceniza”...
Claro!... Hoy es miércoles de ceniza.
Me alegro mucho de haber ido esta
mañana a misa, porque tuve la tentación de quedarme en la cama. Menos mal que
no lo hicimos.
Ya sabéis que las misas aquí son en
malgache, así que mi único consuelo es leer las lecturas en mi Biblia española,
mientras Karima hace lo propio con su Biblia francesa. Recibimos la ceniza,
como todos los asistentes, y me acuerdo de mis amigos de Almendralejo que hoy,
trece horas más tarde que yo, la recibirán también.
Cuando salimos de misa nos vamos a
recoger el ordenador porque tenemos que ir a una cafetería cercana a
conectarnos. Yo tengo que publicar el capítulo 20 y Karima tiene que publicar
también el suyo. Solo de pensar en subir la cantidad de fotos que tenemos se
nos quitan las ganas, con lo que se tarda con estas conexiones.
Como no podemos ir a la cafetería sin
más a conectarnos, no desayunamos en casa. Cuando llegamos pedimos un café con
un croissant y ya tenemos vía libre para navegar. Al final estamos tres
horazas, que se dice pronto, porque las fotos son más lentas que el caballo del
malo. Más tarde viene Remy, que nos esperaba en casa y estaba harto, y cuando
llega nos queda aún una hora. Es una pena esto, y tenemos que ver la
posibilidad de comprar un router para la casa, porque si cada día tenemos que
desayunar en el bar para poder tener internet, se nos irá todo el dinero en
desayunos, aparte de la incomodidad de estar todos los días saliendo de casa
con el ordenador a cuestas para poder tener internet. Creo que internet no es
un lujo, sino que es más que necesario. Yo aquí estoy muy acompañado gracias a
vosotros, que seguís mi misión a diario y me dais ánimos. Si no fuera así, creo
que ya estaría cansado de estar aquí. Es importante tener con quien compartir
las cosas...
Karima y yo tenemos que ir a Tana a
comprar una guitarra para ella y los balones para los niños de la prisión y del
Centro de reeducación. Salimos sin pasar por casa, así que llevo lo puesto.
Remy se lleva nuestros ordenadores porque la llave se la dejó Irené a la señora
de la casa, pero esta se fue a hacer compras o algo así. Remy se encarga de
recoger los ordenadores y nosotros nos vamos directamente. Como no pasamos por
casa, no puedo coger la cámara ni dinero, y además, el teléfono está avisando
que no tiene batería, así que no podré echar fotos en todo el día. Es una pena,
porque he visto multitud de posibles fotos para enseñaros, pero se quedaron en
mi retina y no puedo compartirlas con vosotros. Por otro lado, para mañana es
una buena noticia, porque sin fotos, podré publicar más rápido.
Nos montamos en el taxi-bus y nos
dirigimos a Tana. Como una hora después llegamos al mercado donde haremos la
compra. Vemos unas guitarras bastante regulares. Yo le digo a Karima cuál tiene
que comprar y ella se encarga de pelearse con la vendedora. Hoy tengo que
contaros que he conseguido mi primer regate bien hecho. No es nada del otro
mundo, pero algo es algo. He conseguido que la señora nos regale la púa para
tocar la guitarra. Parece fácil, pero la señora quería 2.000 Ar por ella. Luego
vamos a por los balones, y de 60.000 Ar conseguimos rebajar el precio a
45.000... hoy estamos en racha.
Cuando acabamos la compra nos vamos rápido
a la prisión, pero antes Karima tiene que comprar una cuerda (como las de
tender la ropa) para un juego para los chicos.
De camino a la prisión nos paramos un
momento en un atasco y viene una niñita con su hermanita a cuestas. Pide
dinero, pero nosotros no queremos dárselo porque ya sabemos por experiencia que
dárselo implica tener el coche rodeado de gente. Esta gente es muy pobre, pero
hay que decir, en honor a la verdad, que a veces tienen mucha cara. Si le das
algo a alguien, este se encarga de decírselo a gritos a todos los de alrededor,
y estos vienen corriendo y empiezan a meter las manos dentro del coche,
intentando agarrar lo que sea. A veces es mejor no darles nada, sobre todo
cuando vas en coche. Le doy dos caramelos, luego Karima le da su botella de
coca-cola, y luego, de lo pesada que termina siendo, le damos 200 Ar justo
antes de arrancar. Algo parecido pasa con los niños cuando les das caramelos, porque cuando das uno, sale corriendo a decírselo a todo el barrio, así que en cuestión de segundos, se llena la casa de niños diciendo "¡¡vazha... bombom, vazha... bombom!!. Es inevitable.
No os imagináis lo aprendido que tienen su papel. Aún así da mucha pena |
Se saben el truco muy bien. Ya os
acordáis del niño del que os hablé hace días... ellos usan la técnica de la
pesadez. Van a tu lado y no te dejan en paz hasta que no les das algo. Es
triste decirlo, pero a veces te dan ganas de mandarlos a... paseo. Pero lo malo no es eso, sino que usan
a los más pequeños como cebo para convencer al turista. Saben que viendo la
carita de ese pequeño llorando, es más difícil decir que no... por eso no me
gusta este método, porque juegan al engaño con los pobres bebés. Eso se ve en
cada esquina, incluso hay padres que ponen a sus hijos de entre dos y tres años
a pedir. Hay niños que piden sin saber hablar, solo tienen que estar quietos
delante de un plato y no moverse. Al final de la jornada los padres recogen el
dinero y al niño. Este método debería estar prohibido, y yo paso de largo sin
darles nada porque no quiero cooperar en este engaño tan feo.
Bueno, ya en Antanimora, antes de subir
la cuesta que nos lleva a la prisión, vamos a comer al mini-restaurante del
otro día, en el que nos dábamos con la cabeza en el techo y teníamos que ir
agachados a nuestra mesa. Como no quiero sorpresas, vuelvo a pedir un “Bol renversé”,
que ya sé que me gusta, mientras Karima prueba cosas nuevas.
La comida de los dos cuesta 8.000 Ar.,
es decir, menos de tres euros, y no se come mal. Terminada la comida, subimos a
la prisión.
De camino pasamos por el terrible
montón de basura, que hoy está menos alto debido a que mucha gente ha rebuscado
en él, y me acuerdo de la pregunta que una "amiga anónima" me hizo acerca de qué se
hace aquí con la basura. Pues bien, me he enterado y el procedimiento es el
siguiente:
Se deja ahí para siempre, porque
siempre hay quien saca algo que echarse a la boca en el montón. Cuando ya está
seco se le prende fuego y está listo para acumular más basura. Espero haber
contestado a tu pregunta.
Tras muchos "rebuscos" esto es lo que queda. Es el "mercado" de muchos que encuentran aquí lo necesario para vivir |
Ya en la prisión, lo primero es darle
el balón a los chicos, a los que les hace mucha ilusión. Ya tienen el de
baloncesto y el de fútbol, con lo que he cumplido otro de mis encargos... quien
me lo dio ya lo sabe. Es la hora de comer y nos esperamos un rato fuera.
El menú diario es siempre el mismo: arroz cocido. |
La visita a la prisión me producía en
principio un poco de agobio, porque estaba cansado, sin embargo, a medida que
pasaba más tiempo con los chicos, mis ganas de quedarme iban en aumento. No sé
qué pasa, pero estos chavales transmiten algo que no sé explicar. Ellos están
encerrados, en condiciones muy malas, y sin embargo, se les ve felices. Felices
con nuestra presencia, que rompe la monotonía de sus largas tardes en el patio.
Felices con nuestros regalos, pero sobre todo porque jugamos con ellos. Me pasé
toda la tarde jugando al balón, al fútbol-tenis, aprovechando la cuerda que
Karima tiró al medio del patio, y luego al ping-pong. Finalmente asistí a sus
clases de baile moderno, que se las da otro chico cooperante. Vamos, que estos
chavales no tienen ni un minuto libre para aburrirse, y eso es muy bueno. Jugando al ping-pong no son muy buenos, así que me tengo que dejar perder de vez en cuando para que no se sientan mal. Luego viene Karima y me da una paliza, y aunque quiero ganarla, no puedo... juega bien, aunque la revancha está por llegar.
Mi contrincante de ping - pong |
Tengo que hablar con el director del
centro, o quien yo creo que lo es, acerca de dónde colocar las fosas sépticas
nuevas que se construirán. Nos habían advertido que quizás no permitirían
construirlas en el exterior de la cárcel, cosa que no comprendí muy bien. Hoy
nos han dicho que sí, que podemos, con lo que me voy contento. Hacerlas dentro
habría sido antihigiénico y maloliente... y ya tienen bastante como para,
encima, hacerles esto. Es una feliz noticia.
Después de esto nos vamos a por el
taxi-bus para ir a “67 Ha”, donde nos espera David porque quiere hablar con
nosotros acerca de algunas cosas de la casa, de la convivencia, etc. Nos lleva
a un centro comercial donde espera Hèléne y tienen una conversación con Karima
acerca de algunos problemas uqe hay que solucionar. Cuando acaba la charla, nos
vamos todos. Yo creía que nos iban a llevar a casa en coche, pero no fue así.
La verdad es que me quedé un poco sorprendido por este detalle, pero bueno,
como pasan taxi-bus con cierta frecuencia, no sería problema. Se fueron y
nosotros nos quedamos en la carretera a esperar el próximo bus. El problema
estaba por llegar, un problema con el que no contábamos, y es que todos los que
pasan vienen llenos de gente hasta arriba. Al parecer, nos dicen que a estas
horas va a ser difícil tomar uno porque todo el mundo regresa a sus casas desde
Tana y vienen todos llenos, vamos, que ni siquiera paran en nuestra parada.
Están tan llenos que incluso la gente va fuera del taxi-bus agarrada a la
escalera posterior. Pasan los minutos y sigue sin parar ninguno, así que empezamos
a desesperarnos, y cuando ya llevábamos una hora esperando a algún bus que nos
llevase, se pone a llover, y nosotros sin tener sitio donde refugiarnos de la
lluvia. Nos calamos de agua hasta los huesos. Además, Karima tiene dolores en
las piernas por causa de una alergia a algo que no sabemos todavía y que ya
empezó a darle problemas en Antsirabé. Con esta situación, el cansancio de todo
el día, la lluvia y el dolor de Karima, decidimos tomar un taxi que nos cuesta
20.000 Ar. Vamos, que deberíamos haber pagado 800 por el taxi-bus y nos tenemos
que gastar todo lo que tenemos en el taxi... mejor dicho, se lo tiene que
gastar Karima porque yo no llevo dinero, aunque luego en casa arreglamos
cuentas. Son las cosas que pasan... La diferencia que tenemos que pagar es de
19.200 Ar de más, o lo que es lo mismo, 25 bolsas de caramelos para los niños
que tendré que restar de vuestras colaboraciones... Lo siento, pero a veces las
cosas no son como uno quiere, sino como se presentan.
Cuando llegamos, lo primero es darnos
una ducha en la casa antigua, porque lo necesitamos. Luego nos vamos a nuestra
casa a cenar. Yo hago la cena: un bocata de jamón de york con queso y otro de
atún con tomate para cada uno. Cenamos bien, y después cada cual a sus
tareas... unos a fregar, otros a escribir, y a eso de las 00:00 nos vamos a la
cama... todo un récord para nosotros.
Mañana no sé si podré levantarme para
la misa, porque tengo tal paliza encima que ahora mismo, terminando de escribir
este capítulo, se me están cerrando los ojos... en cualquier caso, mañana lo
sabréis, eso sí, si Dios quiere...
Hasta mañana!
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