El fin de semana comienza el viernes
por la mañana. Vamos a misa a las 6:30, como es habitual. Cuando termina la
misa vamos a casa a desayunar y Karima y Remy hacen su equipaje porque le taxi
que les llevará a la estación de taxi-brouse llega a las 9:00. Yo me quedo en
Tana porque tengo una cita con los franciscanos para conocer lo que será el
próximo proyecto (o eso creo) de OFRA en Madagascar. Tenemos una cita con
varios chicos infectados por el virus del sida. Aquí esta enfermedad tiene un
doble sentido negativo. Por un lado está la enfermedad en sí, que ya es
bastante. Por otro lado está el rechazo social por parte de todo el mundo. Aquí
existe una dura discriminación hacia las personas infectadas, las cuales tienen
todas las puertas cerradas. Con esta situación no es fácil ganarse la vida, por
lo que lo más habitual es vivir la enfermedad en el más absoluto secreto e
intentar hacer una vida normal, aparentando ser normal.
Es duro esto, especialmente cuando se
trata de adolescentes que no entienden muy bien porqué les ha tocado a ellos
esta “lotería”. No lo encajan muy bien, cosa bastante normal a esta edad.
Pero claro, para solucionar este
problema está aquí nuestra querida Iglesia Católica, cuyos representantes más
destacados en este sentido son, cómo no, los franciscanos. Ellos acogen en un
apartado de su casa a estos chavales, a los que acompañan y ayudan. También les
dan de comer, pues hay algunos que no han podido ocultar su enfermedad y son
personas sin futuro aquí. Su única solución para salir adelante es que alguien
les ayude, ya que incluso sus propias familias les han rechazado y no quieren
saber nada de ellos.
Es difícil cambiar esta cultura, y será
el tiempo (mucho tiempo) el que se encargue de ir variando la mentalidad de una
sociedad que bastante tiene con sus problemas como para preocuparse por los de
los demás.
Bien, pues la misión más importante de
OFRA ahora mismo, después de las que ya viene realizando, será intentar ayudar
a estos compañeros franciscanos en su dura tarea de ocuparse de ellos para
darles un futuro y una vida digna. Para ello, cómo no, hace falta dinero para
alquilar una casa y crear una asociación que ellos mismos llevarán adelante. Se
pretende crear una pequeña empresa en la que trabajen y se ganen la vida haciendo
cosas relacionadas con sus conocimientos. Antes de irme tengo que tener otra
reunión con ellos para investigar qué sabe hacer cada uno y, después, pensar
qué tipo de ocupación buscarles. Creo que los tiros irán encaminados por la
fabricación de algo, artesanía, productos de limpieza, etc... es lo único que
pueden hacer sin tener que mezclarse con nadie y evitar así descubrir su
enfermedad.
Una vez terminada la primera visita de
toma de contacto vamos a la cena. La cena es franciscana y el menú es a
base de arroz, alubias y otras hierbas, pero se come bien. Luego nos vamos a
acostar porque aquí las misas matinales son aún más tempraneras que el el
centro Salesiano. Son a las 5:30 de la mañana, con lo que toca levantarse a las
5:00. Espero no conocer más congregaciones en el tiempo que me queda aquí, pues
algún día voy a terminar de cenar y me va a ser más rentable hacer tiempo para
la misa que acostarme.
La noche la paso bien. Es curioso, pero
siempre que duermo en sitios distintos me acuerdo de las personas que hablan de
“extrañar la cama”. Yo duermo igual de bien en Magascar que en España, en una
cama dura que en una blanda, en un sillón de coche que en el suelo... y siempre
igual: como en la mejor cama viscoelástica. Es un don que Dios me ha dado...
veremos a ver con los años.
Después de dormir como un tronco, me
despierto a la hora acordada con mi móvil. Me aseo un poco y bajo a la capilla.
Es preciosa, toda de madera, pobre, sencilla... vamos, franciscana. Están todos
los frailes y se incorporan algunas monjas que vienen de algún lado desconocido
para mí. La misa es en malgache, pero como esta vez no tengo mi Biblia, no
puedo leer las lecturas, así que me conformo con asistir y punto.
Cuando acaba desayunamos rápido porque
tenemos que salir para Antirabe y son más de tres horas de viaje. Nos montamos
en la furgoneta y ponemos rumbo a Antsirabe a eso de las siete, y es tarde
porque nos hemos entretenido bastante.
Salimos de Tana con problemas porque a
esta hora ya hay miles de coche en las calles, por eso el plan era salir antes.
Cuando nos ponemos en carretera nos parece mentira... y luego, kilómetros a
manta. Bueno, no son muchos, pero el estado de las carreteras hace que los
aproximadamente 150 kilómetros se tarden en negociar más de tres horas.
Llegado un momento nos paramos, a mitad
de camino aproximadamente. Hay una caravana terrible y somos los últimos en
incorporarnos a ella. El principio no se ve, pero todo el mundo está fuera de
los coches y van caminando hacia delante, dejando el coche abandonado en la
carretera. Me parece extraño, como a todos, pero pronto viene un policía que
nos comunica que paremos el motor porque esto va para largo. Ha habido un
accidente y la carretera está cortada. El conductor se queda en la furgoneta
mientras los demás vamos andando hacia delante, en dirección al accidente. Y
por fin llegamos y vemos el terrible espectáculo.
Es muy triste, y casi no doy crédito a
lo que oigo. Justo en mitad de un puente han chocado dos vehículos, uno es un
todo terreno y el otro dicen que un camión. El todo terreno salió despedido del
puente y cayó al río con todos los ocupantes dentro. El otro vehículo no estaba
y no logré saber si se dio a la fuga o se lo llevaron. El caso es que dentro
del coche que cayó al agua viajaban siete personas. Todas murieron en el
accidente.
Cuando nosotros llegamos ya habían
sacado el coche a la orilla y ya tenían los cadáveres cubiertos con las esas
mantas térmicas color dorado. Uno de los cadáveres, un hombre, se dejaba
entrever y su postura era horrible. La mano se le quedó agarrotada, con los
dedos en actitud de querer agarrar algo que tenía delante de él. Era el
conductor. Lo triste de la noticia estaba por llegar, ya que luego me contaron
que el resto de ocupantes del vehículo eran unas monjitas de la congregación de
la Divina Misericordia. Eran todas italianas y precisamente se dirigían a
Antananarivo al aeropuerto. Se iban a Italia. Unas llevaban años, las otras
poco tiempo, y alguna había venido solo para acompañarlas al que sería su
último viaje. Se habían recuperado cuatro cadáveres, y tres seguían perdidos en
el río. La gente las buscaba por todos lados, pero aún no habían aparecido.
Se juntó allí un montón de gente, unos
a cotillear, otros a buscar y algunos cuantos a sacar el coche del agua.
Nosotros no podíamos hacer nada más que rezar por ellas y yo no hacía más que
asombrarme por ver en primera persona lo que más de una vez os he comentado
acerca de que el mundo es efímero, que cuando menos lo esperamos nos llama Dios.
Ninguno tenemos asegurado el mañana. Estas pobres monjas seguro que iban con
planes hechos, con proyectos por realizar, con visitas programadas y con muchas
ganas e ilusión por llegar a su tierra italiana. Pero nada de esto será posible
porque se quedaron en el camino. Ya lo dice el libro del Eclesiastés: “Vanidad
de vanidades, todo es vanidad...”. A veces nos pasamos los días sumergidos en
nuestros proyectos de futuro, pensando que viviremos para realizarlos. Otras
veces nos ahogamos en pensamientos acerca de cosas que carecerían de todo
sentido si nos viésemos en una situación como la de estas hermanas.
¿Cuántas veces decimos que la vida son
cuatro días?. Pero, ¿cuántas veces se nos olvida al poco tiempo de decirlo?.
¿Actuamos como si el mañana no lo tuviésemos asegurado?. La respuesta es clara:
no. Actuamos como si fuésemos a vivir eternamente, como si todos fuesen a dejar
el mundo antes que nosotros. Nos pasamos media vida cargando en nuestras
espaldas todo tipo de problemas, preocupaciones, enfados y un sinfín de cosas
más, todas superfluas... y pocas veces tenemos tiempo para dar gracias a Dios
por habernos permitido vivir un día más, por tener la suerte de poder seguir
acumulando experiencias. Estas hermanas seguro que sí lo hacían, y seguro que ellas
habían meditado muchas veces acerca de la muerte y de su resurrección con el
Señor, en la vida futura. Y ahora viven en ella...
Nosotros, por el contrario, pensamos en
la vida terrena, en la casa, el coche, los estudios, el trabajo, el partido del
domingo, las vacaciones de verano, el modelo que me he comprado para
nochevieja, los dos kilos que he cogido, la dieta para bajarlos, si estoy lo
suficientemente moreno y si los zapatos combinan bien con la camisa... y en eso
se va gran parte de nuestros días. Otros, por el contrario, esperan esa vida
futura pensando en la única cosa que les quita el sueño: el hambre. Estos
últimos solo piensan en qué hacer para echarse algo a la boca mañana... Si con
esta reflexión no cambiamos nuestra manera de vivir, apañados vamos... Ojalá
sirvan de algo estas letras.
Cuando retiran todo, cadáveres y coche,
abren de nuevo la carretera al trafico y nos ponemos en marcha. Desde ese
momento hasta hoy no puedo quitarme de la cabeza a estas valientes que un día
vinieron a un país difícil, sabiendo que les podría costar la vida, y justo en
el último día la perdieron. Ellas irían contentas a casa pensando que habían
salido ilesas de una convivencia complicada durante varios años, sin saber que,
al decir adiós al país, se lo dijeron para siempre. Hay que ser valiente y
tener mucha fe para venir aquí siendo religiosa, pues no es nada fácil, te lo
aseguro... Hace muy poco a una monja la mataron, la descuartizaron y pusieron a
la venta su carne en un mercadillo callejero. Suena exagerado, pero te aseguro
que no puede ser más real lo que te cuento. Por suerte los culpables pagarán el
delito. Esto es una muestra de lo que puede llegar a hacer el hombre, si es que
se puede llamar así a estos individuos.
Por supuesto no voy a publicar las fotos del accidente, pero sí quiero pedirte una cosa, que ahora mismo hagas un stop en la lectura y reces un Padrenuestro por estas valientes hermanas que han dejado su vida en esta tierra malgache.
Por supuesto no voy a publicar las fotos del accidente, pero sí quiero pedirte una cosa, que ahora mismo hagas un stop en la lectura y reces un Padrenuestro por estas valientes hermanas que han dejado su vida en esta tierra malgache.
(..........)
Llegamos a Antsirabe, pero antes de
entrar nos desviamos hacia una granja que compraron los franciscanos para hacer
un proyecto en el futuro. Será una plantación de arroz y maíz donde podrán
cultivar lo necesario para poder subsistir, y quien sabe si en el futuro podrán
vender los excedentes. La carretera se acaba en un momento dado por ser
intransitable, así que bajamos y vamos andando. Es casi media hora de camino
entre charcos y arrozales. Llegamos a una casa donde hay varias personas a las
que dan trabajo. Nos invitan a comer: arroz con galletas. A mí, por eso de ser
el blanco, me dan también un huevo frito. En el futuro puede ser una gran
explotación, pues tienen 10 hectáreas de tierra fértil y bien plana para
plantar arroz a discreción. Espero que tengan suerte y puedan aprovechar hasta
el último centímetro cuadrado.
Después de comer nos vamos de nuevo al
coche, otra media hora. En el camino me encuentro con varios niños que dudo que
hayan visto nunca a una persona blanca, pues cuando trato de darles caramelos
que llevo encima no los quieren, y si me acerco, salen huyendo como si en lugar
de caramelos en la mano llevase un puñal. Me tienen miedo, aunque siempre hay
algún valiente que se atreve a acercarse lo suficiente como para coger su
barrita de mentos, y en el momento justo de cogerla pienso que si le diese un
susto me lo cargaría de un infarto. Pero su valentía le ha hecho ganar un
preciado botín, algo que no se ve (ni se verá) por los alrededores. El resto se
lamenta de no haber tenido agallas de acercarse al vazha y tendrá que confiar
en la generosidad del valiente.
Llegamos a Antsirabe y vamos al
noviciado franciscano. Allí me presentan a la comunidad y me enseñan la casa,
acogedora y sencilla. Tienen un taller de carpintería con el que se ganan la
vida, entre otras cosas, cosa que me parece muy evangélica.
Luego me llevan a recoger a Karima y
Remy. Están en el Chez Billy, no sé si lo recuerdas de la visita anterior. Se
vienen con nosotros y vamos a donde dormiremos, aunque antes hay que hacer
varias visitas. Primero vamos a lo que quieren que sea el próximo estudiantado
de filosofía para los aspirantes a sacerdote. Me enseñan dónde irá y tomo nota
para ver posibles cooperaciones futuras. Luego vamos a ver a unas hermanas
clarisas que viven cerca. Nos enseñan la capilla, posiblemente la más bonita
que haya visto nunca, toda con motivos africanos, maderas y muchas ventanas que
dejan ver un bonito paisaje. El Sagrario tiene forma de tótem y está en el
centro de la capilla, algo muy original. Nos invitan a un café y nos presentan
a cuatro monjas italianas que viven en el convento. Mi recuerdo es para las
pobres monjas que murieron horas antes y de las que nada sabían estas aún. Nos
invitan a un café y hablamos un rato, momento en el que aprovecho para
intercambiar correos electrónicos y pedirles oración y monjas (sí, has oído
bien) para el convento de Almendralejo, pero yo pensaba que habría muchas y
solo son seis... vamos, que la situación es la misma en ambos conventos.
Terminada la visita nos vamos al
Seminario, donde dormiremos. Allí nos invitan a cenar después de una oración de
vísperas a la luz de unas velas, ya que hay tormenta y no hay electricidad.
Después de la cena tengo una reunión con el superior al que le doy la ayuda que
mi amiga Nina me envió con la inestimable colaboración de Ana, aprovechando su
enchufe en el servicio postal.. A las dos les doy las gracias y les hago saber
que la ayuda llegó a su destino. Es un lujo trabajar con gente así...
Nos acostamos pronto porque al día
siguiente salimos hacia un pueblo llamado Mahaiza, donde el padre Silvestre nos
enseñará de camino otras Iglesias donde hace falta ayuda económica y mi
presencia futura para llevar a cabo la construcción de varias Iglesias. El
camino me recuerda mucho al que hacía en Perú de Chachapoyas a Granada, ya que
tiene una primera parte del camino horrible y una segunda más que horrorosa. Si
no es con un 4x4 no es posible llegar ahí arriba. Pero antes de ir para allá hacemos una visita al Centro de Reeducación (o lo que es lo mismo, la cárcel infantil) de Antsirabe. Alli hay unos cuantos niños y me sorpende ver que entre ellos hay cuatro niñas. Recuerdo la respuesta que le di a una amiga acerca de porqué las niñas no están en prisión, sin embargo hoy se me han caído todas las bases de la hipótesis que le di. Pasamos con ellos un buen rato, Karima y Remy bailan el Waki-Waki y hacen otras actividades mientras yo voy con los franciscanos a conocer a otros compañeros.
Les llevamos caramelos, bebidas y otras delicias que agradecen mucho |
Ellos hacen un stop para no perder tiempo... no sea que se queden sin nada |
En pleno Waki-Waki |
La primera parada es en una pequeña
Iglesia como perdida en mitad del camino. Un día tuvieron algo de dinero para
empezarla, pero se les acabó y la dejaron a un metro de altura. Ahora esperan a
tener dinero para levantarla un metro más, si es posible. Y así hasta conseguir
cerrar aguas... dura tarea.
Luego vamos a otro poblado donde pasa
algo similar. Hay Iglesia, pero la usan como escuela porque no hay otro sitio
donde enseñar a los niños, así que los domingos tienen que retirar pizarras,
pupitres y demás enseres... por eso quieren construir otra junto a la antigua.
El problema de esta gente es similar al anterior, ya que tuvieron dinero para
subir las piedras y la grava, aunque estos ni siquiera pudieron comenzar los
trabajos, así que tienen allí todo el material para lo que será la futura
Iglesia. En realidad es una Iglesia, pero desmontada por piezas y esparcida por
el suelo, esperando que alguien coloque cada pieza en su sitio algún día.
Y de ahí nos vamos a Mahaiza, una
ciudad más bien grandecita, con unos 30.000 habitantes. Sin embargo parece un
pueblo por las calles sin coches, sin nada. Aquí no hay ni electricidad, y solo
la Iglesia la tiene porque algunos fieles han ideado un sistema hidráulico que
aprovecha un río cercano para, con una turbina y un alternador, llevar la
corriente a la Iglesia para que todos puedan escuchar los sermones del padre Silvestre.
Todo preparado para bendecir los ramos |
Allí pasamos el domingo de Ramos, en
una misa que dura tres horazas de nada con bautizo incluido y en la que nadie
parece mostrar muestras de cansancio. Los vazhas, para dar ejemplo, casi nos
dormimos porque escuchar una misa de tres horas en un idioma ininteligible es
una tarea que tumba al más pintado... ya me gustaría ver a más de uno ahí,
justo al lado del altar mientras cientos de personas te miran esperando ver
cómo te duermes para reírse.
Por supuesto, al acabar la misa, el
sacerdote saca a uno de los tres a hablar en público para explicar quienes
somos y qué venimos a hacer. Y cuando hablaba lo hizo en francés para que nos
enteráramos. Yo pensaba que saldría a hablar uno de los franceses, pero me
eligió a mí. Le dije que no creía que fuera capaz de expresarme en francés ante
tanta gente. Bien está que haya aprendido rápido, pero no tanto como para
empezar a dar conferencias ya. Me dice que hable en inglés y el superior
franciscano de Tana lo traduciría. Y ahí me tenéis: un español hablando en
inglés ante una iglesia abarrotada para que un sacerdote lo traduzca al francés
y después otro haga lo propio traduciendo lo dicho en francés al malgache.
Vamos, una locura... me gustaría saber cual fue el mensaje final que llegó al
público y si se parecía en algo a lo que yo quise expresar.
Todos con sus ramos |
Ramo en mano |
Bonita y sencilla imagen que muestra bien lo que es una misa en Madagascar |
La Iglesia estaba llena |
Me la comí sin rechistar, pensando en
que lo más normal cuando visitas un país extraño es comer según sus costumbres,
y ya estaba tardando en probar algo que me costara sobremanera. Menos mal que
aún no he probado los insectos ni las larvas... y espero que siga siendo así.
En Mahaiza todos los niños están como
flipando con nosotros, y son muchos los que, al igual que el día anterior, nos
tienen miedo. Salen corriendo cuando nos acercamos y los más pequeños lloran
desconsolados. No parecen muy contentos con nuestra visita, pero eso es hasta
pasado un rato. Karima empieza a usar el miedo para salir detrás de los niños
corriendo. Algunos salen despavoridos como si les persiguiera un miura, pero
otros empiezan a reir y finalmente se dejan tocar. Antes de irnos queremos tomarnos un café y mezclarnos un poco con la gente de aquí.
Yo quería una pajita... pero eso aquí es misión imposible. |
Nos vamos de Mahaiza con un buen sabor
de boca, pues al final todos los niños estaban muy contentos de nuestra visita,
igual que la gente del pueblo, que agradece que unos extranjeros hayan tenido
la amabilidad de venir a su casa. Para ellos hemos sido el entretenimiento del
día en un domingo de ramos distinto para todos.
Nos vamos a casa a descansar, pues el
día ha sido largo. Cuando llegamos nos dicen que, en lugar de quedarnos como
teníamos previsto, nos vamos directos a Tana. Por un lado la noticia es buena,
pues no he traído más ropa y la tengo sucia, aparte de que el lunes quiero
llegar a tiempo a la reunión que tengo con el director del zoo.
Salimos hacia Tana y la mitad del
camino me la paso durmiendo. Viajamos cinco en un coche de veinte plazas, así
que imaginaos cómo me despatarré hasta ocupar todos los asientos posibles. Así,
durmiendo, llegué a Tana sin enterarme, y después nos llevaron a Ivato, donde
continué el sueño por donde lo había dejado.
Esta es la crónica de un fin de semana
en Antsirabé, amargo al principio y dulce al final. Un fin de semana que será
el último aquí y que, por otra parte, me ha servido para vivir de nuevo un
domingo de ramos muy distinto al español. Aquí no hay procesiones, o al menos
no el domingo de ramos ni en Mahaiza... por eso no hay peligro de que se
suspendan por causa de la lluvia.
Mención destacada hago de tu comentario de que la vida son cuatro días y ya vamos más de la mitad, en fin que estamos en tiempo de descuento....ni si quiera así caemos en la cuenta.
ResponderEliminarSi nos dijeran que hoy es nuestro último día y que aprovecháramos para hacer lo que quisiéramos, nuestra actitud sería diferente; pero claro eso no deja de ser una suposición, eso le pasa a los otros y no a nosotros.
Deberíamos estar algo más alertas pues no conocemos el momento ni el lugar y tomos estamos llamados, en fin que aprovechemos lo mejor posible nuestro día a día y que siempre nos resulte sin desperdicio.
Buena tarde.