Esta
semana ha sido una mezcla entre rara y complicada. Rara porque una vez más nos
hemos visto sorprendidos por el misterio. Irené cerró la habitación de la casa
antigua donde nos conectamos a internet mientras nosotros estábamos en casa el
lunes por la noche. Cuando llegó era tan tarde que todos dormíamos, sin
embargo, al día siguiente fuimos a coger la llave y no estaba en el lugar
habitual.
Le preguntamos, porque fue el último, y
nos dijo que no sabía donde estaba, y cuando se cansó de buscarla por todos
lados, nos dijo que estaba seguro de haberla dejado en su sitio. Yo no entiendo
cómo se puede estar seguro de haberla dejado en su sitio y a la vez buscarla
por todos lados, pero el caso es que no tenemos llave, y por lo tanto, tampoco
internet.
A la misteriosa pérdida se le suman
otros misterios inexplicables que hacen que no exista copia guardada y que
luego aparezcan dos de golpe, cuando llevamos varios días sin internet y sin
ducha. Finalmente apareció, que es lo que importa y podemos volver a
conectarnos y a escribir el blog.
El lunes fue algo más o menos normal,
dentro de lo que cabe. No pasó nada importante y ni siquiera fui a Antanimora.
Hablé con el constructor por teléfono para ver si necesitaba de mí, pero me
dijo que no hacía falta que fuese porque no estaban haciendo nada importante.
Fue un día de paso, de transición desde el domingo hasta el martes, día en que
visitaría la prisión y los trabajos.
El martes nos levantamos con ganas de
visitar a los chicos y la obra, así que nos montamos en la moto y salimos rumbo
a la cárcel. Allí el constructor me avisó de que pronto dejaría los trabajos
hasta solucionar unos cabos sueltos, ya que no puede comprar la bomba de agua y
sin ella no se puede avanzar. Hay que esperar unos días a que llegue un dinero que
esperan.
Aprovecho para pasar la mañana con los
chavales y jugar al fútbol con ellos, así como para despedirme de varios que
abandonan la prisión, unos por quedar libres y otros por pasar a la de los
adultos. Ha habido algún problema de desorden y trasladan a algunos chicos a la
prisión anexa de los mayores. Dios proteja a estos chicos que siguen siendo
unos niños y que van a pasar a un lugar menos apropiado para su edad. Hablamos
con ellos y les damos unos consejos acerca de cómo tienen que actuar y sobre
todo, que no hablen demasiado... también que se encomienden a Dios cada día y
que todos juntos sean una piña para protegerse, defenderse y ayudarse
mutuamente. Todavía no son mayores de edad y ya tienen que luchar para vivir...
qué cosas...
Nos vamos a casa a comer y yo tengo que
preparar la visita que tengo mañana en el zoológico, donde tengo una entrevista
importante con el director para hablar de nuestras futuras cooperaciones
solidarias.
Por la tarde no sabemos qué hacer.
Normalmente vamos a ver el correo y a escribir, pero sin internet no podemos,
así que nos quedamos pasando la tarde en casa. Es la primera vez que nos
acostamos tan temprano, pero a las diez de la noche ya estoy metido en la
cama.. como no tengo sueño a esa hora me pongo a leer, pero yo no sé qué me
pasa últimamente que es meterme en la cama, coger el libro y dormirme antes de
poder leer el título... ¿será la edad?.
El caso es que me viene muy bien, pues
de nuevo estaba falto de horas de sueño. Nos levantamos tan temprano que hasta
los pájaros están con legañas... eso sí, para ir a nuestra misa malgache. Ya
nos sabemos el camino de memoria, lo cual es bueno para caminar dormido... voy
con los ojos cerrados aprovechando los últimos segundos hasta que llegamos. Eso
sí, hasta que meto el pie en un charco hasta la rodilla... cosa que termina por
despertarme y ponerme de mal humor al mismo tiempo. Afortunadamente esto no
pasa todos los días, solo día sí, día no... Dicen que un hombre no tropieza dos
veces en la misma piedra (cosa con la que discrepo), pero sí que mete dos y
tres veces los zancos en el mismo charco... y sigue sin aprender.
Este día, el miércoles, nos esperaba
sin saberlo un día bonito por la mañana, tenso por la tarde y horrible por la
noche... todo estaba por acontecer cuando yo sacaba el pie del charco pensando
que era lo peor que nos podía pasar en el día.
Después de misa salimos hacia
Antanimora. El plan hoy es ver los trabajos, o mejor dicho, a los trabajadores
sentados en una piedra, y después comprar unas legumbres y hortalizas para los
chicos que fueron trasladados de la prisión infantil a la de mayores. Queremos
despedirnos de ellos y, de paso, hacerles el mejor de los regalos que se puede
hacer aquí: comida.
Compramos de todo: macarrones, sal,
aceite, legumbres, pescado frito, pimientos, tomates y hasta coca-cola... Yo no
estoy muy de acuerdo con esto, pues prefiero comprar poca cosa y contundente,
como a ellos les gusta, y prefiero arroz. Mi pensamiento es que cuando entren
en la prisión con las bolsas llenas, van a tardar un segundo en echárseles
encima y quitárselo todo, sin embargo se lo compramos.
Nos ayuda un militar a contactar con
ellos, entramos en la prisión con algo de estupor por ver ciertas cosas y tanta
gente mirándonos con caras raras, como pensando qué harán aquí estos vazhas con
bolsas de comida. Nos sentamos en una especie de oficina entre militares que
están a lo suyo, entre bromas y risas hasta que, finalmente, llegan los tres
chavales. Se han equivocado y los chicos no son los que veníamos buscando, sino
otros que cambiaron a la prisión de adultos unos días antes. Da igual, ya que
nos proponemos visitar a estos y a los otros al día siguiente. Hablamos con
ellos, les damos consejos y ánimos. Repartimos la comida y después, el gran error
por nuestra parte, aunque sin quererlo... hicimos algo no permitido que nos
costaría caro: no visitar más la prisión como castigo.
Lo cierto es que lo que hicimos no está
mal, no es ofensivo ni pensábamos que tendría esas consecuencias, pero las
tuvo. No puedo decir qué es, al menos ahora, pero creo que le dieron más
importancia de la que tiene en realidad... al menos nuestros propios
compañeros. Lo más importante es que lo que hicimos no solo está bien, sino que
es un acto de caridad y desprendimiento y volveríamos a hacerlo mil veces si se
diese el caso... aunque no podremos hacerlo más.
Bien es cierto que en estos momentos
uno espera que los compañeros saquen la cara por nosotros, sin embargo por la
noche pensaríamos que el mundo entero estaba en nuestra contra... no entiendo
muy bien porqué... o sí.
Nosotros entonces no sabíamos que
habíamos quebrantado una norma, nadie nos advirtió de nada, incluso sabiendo
que llevábamos cosas para darles. Salimos de ahí rápido porque tenía una cita
con el director del zoológico y el superior de los salesianos me esperaba en la
puerta del zoo. Tomé un taxi que puso rumbo al zoo, y entre varias paradas para
echar combustible con una botella de coca-cola directamente al carburador del
R-4, llegamos con solo tres minutos de retraso. Ya me dijo el tipo que su
Renault no era corriente...
El padre Inocence me esperaba y nos
dirigimos a ver al director. Nos esperaba y nos hizo sentar en su despacho,
decorado siguiendo el mismo estilo que el comedor de la casa de mi abuela, solo
que en lugar de paños de ganchillo había colas de lemures... luego se anticipó
a decirnos que eran artificiales... uhm!!... no sé, no sé...
Empezamos la conversación. Como hay que
andar con ojo por cuestiones idiomáticas, prefiero hablar yo del tirón y luego
escuchar del tirón también... él acepta y escucha atentamente.
Me presento, y también a la ONG que
represento. Le comento nuestro proyectos actuales, pasados y futuros y porqué
queremos establecer una relación con él y su zoológico. En su turno de palabra
me da la bienvenida y después me comenta que estaría encantado de cooperar con
una ONG y sus proyectos solidarios. Todos felices y contentos, y para
celebrarlo nos despide con lo que nos dice será un “tour” por las jaulas de
lemures para ver uno que está en peligro de extinción y que será el primer
proyecto de cooperación: la lucha por su conservación.
Se coloca una inmaculada bata blanca,
que contrasta estrepitosamente con el color de su piel... y tras calzarse las
botas de trabajo se dirige con nosotros hacia lo que parece ser la primera de
las jaulas. Llegamos y está vacía, y nos dice que ahí hay un lemur nocturno
pero que, como era de día, estaba durmiendo en una cueva, y acto seguido nos
dice que el “tour” ha concluido.
Yo me quedo de piedra... un tour
consistente en una visita para ver a un lemur que, encima, no podemos ver
porque está durmiendo “de uña a uña”. Vamos, que el tío, ni corto ni perezoso
nos despide quitándose la bata (que ahora comprendo porqué está tan inmaculada)
y citándonos para el próximo lunes “après midi”. El nombre del lemur es “hay,
hay”, y “hay” que buscar al “hay, hay” ... Ahora tengo un nuevo refrán para
aprender algo de ortografía. Dice así: “Ahí hay un “hay hay” que dice ¡ay!”
Nos miramos Inocence y yo con cara de
asombro antes de iniciar el regreso a casa... llegamos al coche y salimos
pitando porque queremos pasar por el aeropuerto a tratar otros asuntos sobre
importaciones y exportaciones que requieren un poco de información en la
consejería de agricultura, minas y naturaleza, sita en el aeropuerto.
Informados de nuestras intenciones, nos vamos a casa que es hora de comer.
La siesta no perdona, especialmente
después de una mañana agitada, y después hay sorpresas... y varias. La primera
es que finalmente ha aparecido la llave misteriosa, con lo que tendremos no
solo internet, sino también ducha. Ya nos advirtieron antes que venía una chica
cooperante y que tendría que dormir con nosotros si la llave no aparecía. Y
también nos dijeron cómo tomar una ducha sin agua caliente. La noche anterior
yo me iba a duchar al estilo natural, bajo la lluvia, pero no llovía lo
suficiente y no quise hacer el tonto. Esta noche estaba dispuesto a hacerlo,
pues había localizado una bajante que echaba un buen chorro de agua de lluvia.
Era mejor que nada, pero como al final aparecieron, no una, sino dos llaves,
todo se arregló. La chica tiene habitación, nosotros internet y ducha... y
estábamos listos para recibir la noticia de nuestro grave error cometido en la
mañana, que aún no sabíamos.
Ya advirtieron a mis dos compañeros que
para ellos se acabó el ir a la cárcel, sin embargo yo podré seguir yendo a
visitar los trabajos de la empresa.
Es un castigo que no sabemos de donde
viene, aunque el lunes tengo pensado pedir cita a un tal señor director general
para pedirle una explicación, así como permiso para darles a los chicos unas
cosas que tenemos compradas hace días y que no puedo llevar a España ni tirar:
collares con Crucifijos, pulseras y gorras. Esto hace mucha ilusión a los
chicos, la cual es inversamente proporcional a la ilusión que le hace al resto.
No quiero comprometer a nadie, así que iré yo solo a
pedir cita al director general. Iré en nombre propio, con mi nombre y
apellidos, evitando que afecten mis peticiones a la asociación que
habitualmente trabaja en la prisión. Quiero explicaciones y permiso para dar a
los chicos lo que ya tengo comprado y que no pienso tirar a la basura. En caso
negativo lo repartiré entre los chicos de la calle, pero intentaré que llegue a
los chicos para los que se compró.
El jueves no vamos a trabajar, Remy y Karima porque
no pueden ir má a Antanimora y yo porque la empresa ha parado los trabajos
momentáneamente. Nos tomamos el día libre y aprovecho para resolver varios
asuntos pendientes, así como responder a los correos y mensajes des días atrás
que estuve sin internet. Así pasamos la mañana, y la tarde prácticamente igual,
aunque comienzo a redactar un proyecto para otra nueva misión peruana...
distinta, pero igual de apasionante.... ya os enteraréis.
Mañana visito el convento franciscano. Me quedaré
allí a dormir y el sábado por la mañana viajeré a Antsirabe. Allí me esperan
nuevos trabajos y nuevos proyectos por hacer, eso sí, para el próximo año
porque este ya está comprometido...
Aquí dinero no, pero kilómetros y trabajo abundan
por doquier... y sin embargo me gusta. ¡Qué cosas!... La culpa la tiene el
trasfondo de las misiones, que no es cualquier cosa. Es un trasfondo
humanitario que tiene como base la mejor de todas... un cimiento que aguanta
todo y que un día plantó la base de una nueva humanidad. El constructor: un
galileo... no parecía gran cosa entonces, pero luego se convirtió en la piedra
angular, y eso que lo desecharon todos los arquitectos... ¿Sabes a quien me
refiero?... ¡Pues claro!
Hasta mañana!
Querido martin, no se que hago que no me sale ninguno de los comentarios que he escrito.
ResponderEliminarEspero que este lo puedas leer, porque sino me retiro, vamos que no lo intento mas.
Sigo, como siempre tus proyectos y trabajos por esas tierras de Dios.
Es una pena que esos chicos estén viviendo en esas condiciones,
He intentado mandarte algo así como una "crónica" que he escrito de la merienda Solidaria. Pero tampoco me ha salido bien, vamos que esto de la informática no es lo mio. Ya te lo daré cuando vengas, que será pronto.
Te animo para que sigas realizando la tarea que como Misionero tienes, eres "un gran tipo".
Un besazo.
Leo
Querida Leo. Al parecer diste en el clavo, al final...
EliminarNo te retires, que te necesito ahí.. y ya no tendrás que intentarlo porque te salió.
Me alegra que sigas mis trabajos, que también son los vuestros, para prueba la merienda solidaria... ya llegó algo de ayuda aquí, bien rápido. Unos chicos con Sida podrán comer durante más de un mes gracias a vuestro trabajo allí... ¿No es gratificante saberlo?. Es parte de un proyecto de los franciscanos de aquí, entre otros.
La crónica la tengo, y es genial... tienes madera de escritora. ¿porqué dices "algo así como una crónica"?. Es una gran crónica.
Gracias por tu piropo... yo creo que soy un tipo grande (o mediano, mejor dicho). Lo de gran tipo no es para mí... jeje...
Otro besazo para tí, y hasta pronto!!
Martín
Dando ya los últimos coletazos del viaje y sorprendiéndose siempre de los imprevistos y más en tierras extranjeras.
ResponderEliminarTodavía no nos has adelantado qué habéis hecho, qué pasa el manual de instrucciones no llegó, jo hay que aprender a fuerza de...a trompicones algunas veces, pero en definitiva aprender. Sea lo que sea se realizó y no me cabe duda con la mejor de las intenciones, no siempre los mismos gestos se recogen igual en todos los sitios, ya sabes que en nuestra zona se diría: la intención es lo que cuenta.
Espero que tuviera y final feliz, seguiré leyendo los próximos capítulos.