Bueno, pues al
final hay una ley de la naturaleza que siempre termina por cumplirse. La ley
dice así: “Todo lo que empieza, acaba”. Así de simple, así de real.
Hoy es
sábado y estoy aprovechando el último rato que tengo para escribir lo que será
el capítulo final de esta historia del peregrino mangurrino en Madagascar. Al
final no ha sido para tanto. Cuando preparaba el viaje estaba preparado para
todo, pensando que el lobo era más fiero de lo que lo pintan, sin embargo, a
toro pasado es otra cosa. Miro atrás y solo veo cosas positivas.
Positivo
es, ya de por sí, haber tenido la oportunidad de vivir aquí, conocer gente,
experiencias y costumbres nuevas. Positivo es haber concluido con éxito el
trabajo de Antanimora, en el último segundo, como en las buenas películas, en
esas en las que el protagonista termina por desactivar la bomba en el último
suspiro, cuando ya se daba todo por perdido. Mi experiencia aquí ha sido
parecida. Al principio el comienzo de los trabajos que me trajeron aquí se
demoraron, luego se comenzó el trabajo y parecía que no daría tiempo, pero al
final no solo han terminado los trabajos en Antanimora, sino que se puede decir
que la solución ha sido un éxito. Es una gozada ver en el último día de visita
en el que teníamos pensado ir solo a despedirnos de los chicos, he presenciado
con los ojos que Dios me dio cómo hay una presión fabulosa en todos los grifos
y duchas de la cárcel. Se puede decir que la operación ha sido satisfactoria,
por haber conseguido el preciado líquido y por haberlo hecho mientras compartía
experiencias y amistades con estos increíbles chicos de Antanimora.
Casi me
daban ganas de meterme debajo de una de las duchas, si no fuera porque tengo
sentido común, sin embargo uno de los chicos se metió con ropa y todo, ya que
la novedad y la alegría del momento hacen que se olvide de que va vestido... Se
acabaron los tiempos en los que había que estar horas haciendo cola para llenar
el perol donde cuecen el arroz. Ahora será instantáneo y, además, mientras el
resto puede seguir haciendo uso de las instalaciones.
Se han
construido seis letrinas, cuatro en un bloque exterior y dos en el bloque de
los dormitorios. Cada bloque tiene su correspondiente fosa séptica que desagua
en la canal general de evacuación. Cada letrina tiene su propio grifo para la
limpieza. Se han construido también tres duchas, una pila lavadero con dos
grifos, y se han puesto nuevos los anteriores, además de dotar a la enfermería
de un lavabo con grifo monomando, casi nada... El sistema hace que durante la
noche se llene el tanque subterráneo, el cual, cuando está lleno, manda el agua
al superior. Desde ahí se distribuye el agua por presión natural. El tanque
superior corta por medio de una boya el suministro de agua cuando está lleno, y
lo mismo el subterráneo. Hay una comunicación eléctrica entre ambos tanques que
los mantendrá llenos y solo se rellenarán cuando el superior llegue a la mitad
de la carga. No está bien que yo lo diga, pero es que estoy muy contento del
resultado, así que diré que el resultado es perfecto... tal y como se había
previsto, instalado y funcionando. Bien es verdad que esto no es habitual en
las obras, por lo menos en España... y me tengo que venir a la otra punta del
mundo para hacer las cosas según los planes...
Cuando
llegamos, ya que tenemos permiso especial para poder entrar los tres en la
cárcel, tenemos preparado nuestro último arsenal de regalos. Una gorra, un
collar con un Crucifijo y caramelos y galletas para parar un tren. Por la
mañana el padre Inocence, al que tengo que agradecerle mucho, muchísimo.... nos
bendice todas las Cruces. Creo que en
todo el tiempo que llevamos aquí no les hemos hecho mejor regalo a estos
chicos, pues, ¿qué hay mejor que el símbolo de Jesús bendecido por un santo
varón?. Pocas cosas...
El
reparto fue bien porque esta vez estábamos tres controlando “el percal”, así
que evitamos a los que nos quieren engañar, ya que es muy típico recibir un
regalo y volver a ponerse luego en la fila. Se hace de tal manera que,
inexplicablemente, ni sobran ni faltan gorras... Cruces llevo alguna para un
par de regalos especiales, ya que será la Cruz que bendijeron en Madagascar
para los chicos de la cárcel... vamos, que no será, al menos para mí, una Cruz
cualquiera.
Tras el
reparto, y la alegría del éxito de la obra, llega el momento triste, el que os
imagináis: la despedida.
Es
emotivo porque los chavales no quieren que nos vayamos. Creo que nos hemos
ganado su corazón, no sé si por los regalos, pero yo prefiero pensar que por
nuestra compañía y por dedicarles nuestro tiempo. Deben pensar que estamos
locos por ir allí a verlos a diario... ¿qué pensarán que se nos ha perdido
allí?. Si alguna vez me topo con alguno le diré que allí se me perdió
Jesucristo, por eso fui a buscarlo en ellos, en el sufrimiento de la cárcel.
Nos
cantan la canción de despedida malgache, y como cuando vine y me cantaron la de
bienvenida, se me pusieron los pelos de punta. Me dieron ganas de llorar, pero
salimos de ahí entre abrazos y agarrones de los que querían tocarnos por última
vez. Espero volver a verlos algún día, aunque por supuesto, en la calle.
Cuando
salimos vamos a comer al “Tándem” para despedirnos bien de aquí, al menos es un
sitio donde podamos tomar un café después de comer. Nos vamos a casa a
descansar y a empezar a preparar equipajes, papeles y demás... y también
empezamos a preparar las despedidas.
Uno de
los mayores éxitos de esta misión ha sido la solución final de los problemas
personales y de convivencia. Al final parece que todo se ha puesto de cara y,
tras una conversación acerca del perdón durante la comida, alguien dio el
primer paso para arreglar las maltrechas relaciones. Al momento comienzan a
llegar mensajes de respuesta, creando en un instante una situación de alegría
en todas las partes implicadas. Por supuesto, es normal esto, siempre hay quien
prefiere no perdonar. Lo importante es tender la mano, el tomarla es cosa del
otro... Quien la tendió hizo bien, quien no la tomó, no. Es curioso, para que
luego digan que los católicos hay hipocresía o que no somos trigo limpio, pero
la realidad de este caso es que, de cinco personas a las que se le pidió
perdón, tres respondieron positivamente y dos no. Lo curioso que os decía es
que los tres que perdonaron son católicos, los dos que no lo hicieron son
ateos... ¿casualidad?... yo creo que no.
Bien, y
tras esto nos empezamos a mentalizar en nuestro regreso a casa. Lo primero es
recoger las maletas, y para ello decidimos que tenemos mucha ropa y que aquí la
gente no tiene nada, así que empezamos a repartir todo entre la gente de la
calle, los cuales se agolpaban para recibir unas gafas o una navaja, todo
valía... después preparamos la ropa para la gente pobre con la que trabajan los
franciscanos, los cuales están encantados con la donación.
Nos
invitaron a comer en su casa el viernes, así que fuimos y nos despedimos de la
comunidad. El sábado por la mañana fuimos a una cita que yo tenía con un zoo
privado para presentárselo a mi nuevo amigo franciscano, el cual nos mantendrá
en contacto en el futuro.
El sábado
por la tarde no alcanzamos a hacer nada relevante, siendo lo más importante la
devolución de la moto en la tienda, lo cual casi nos cuesta un disgusto... el
último día, en el camino de devolver la moto y se me cruza otra moto sin previo
aviso... menos mal que anduve rápido de reflejos, pero hicimos un derrape de
libro. Remy se montó conmigo por primera vez para probar lo que es viajar en
moto, y casi soy partícipe de su mala suerte... pero al final todo que quedó en
nada.
Después
llevamos a Bosco, el papagayo, al centro salesiano, donde Inocence está
encantado de recibirle como anfitrión. Nos despedimos de él, emotivamente
también... y también de Bosco. Ha sido un placer compartir casa con el
devorador de bananas...
Y tras
esto, visita de despedida... la más importante: El Señor, en la capilla
salesiana. Le pido que cuide de nosotros, de la gente que dejamos... y que me
permita volver en el futuro. Le pido perdón por todo lo malo y le doy las
gracias por todo lo bueno. Y me voy a conectar, la última conexión...
Después
nos despediremos de David y Helene, los anfitriones, a los que doy las gracias,
a ellos y a Grandir Dignement, por que gracias a la oportunidad que me
brindaron un día, pude conocer este país, magnífico y lleno de sorpresas. A ellos
les deseo lo mejor para continuar lo que es un difícil y duro trabajo. Rezaré
por ellos para que todo les vaya bien y también a Sarah. Por esto les doy las
gracias y les deseo lo mejor ahora y siempre, y quien sabe, quizás volvamos a
vernos un día por Tana...
En un par
de horas nos iremos al aeropuerto, donde tendremos que esperar un buen rato al
check in de Karima, a la que acompañaremos porque sale una hora antes que
nosotros. Vamos, que Remy y yo tendremos que estar como cuatro horas esperando,
pero nos dará igual porque tendremos muchos recuerdos que compartir en ese
tiempo. Todo lo bueno que nos ha pasado lo recordaremos entonces y durante las
11 horas de vuelo rumbo a París, donde nos despediremos para irse cada uno a su
casa, él a Lyon, yo a Cáceres... y luego, a Almendralejo.
A todos,
a ellos por vivir conmigo esta experiencia, y a vosotros por estar ahí y
vivirla conmigo: GRACIAS....y hasta pronto.