Hoy
tengo que hacer muchas cosas, para empezar tengo que cambiar el dinero último
que me llegó, que está en dólares y necesito soles. Después tengo que cambiar
los zapatos equivocados de sexo y de número. Tengo que hablar con Diógenes para
comentarle el asunto de la beca alemana para un estudiante de Chacha. También
hay que enviar las bisagras por combi a Granada, comprar la Biblia para la
señora de Granada que la ha encargado y recoger algún regalo de la tienda...
Todo esto mientras espero a Josely, que dice que llegará por la tarde, así que
tendré que viajar mañana a Granada.
Prácticamente hago todo lo que me
propongo, menos hablar con Diógenes, que está reunido toda la mañana, asi que
habrá que hacerle una nueva visita.
Esta mañana he tenido una nueva
sorpresa al enterarme que la niña Llanely no es de Chota, sino de Cheto... la
diferencia es abismal, pues mientras Chota está a 10 horas de viaje, Cheto está
a menos de dos horas. Con razón decían Monseñor y Antonio que no podía ser,
pero ahí estaba escrito... Ya con el nombre de los padres, con la dirección y
la localidad correcta, será más fácil localizarla... El Obispo de Chota ya no
me podrá ayudar, sin embargo, las casualidades de la vida hacen que Juan de
Dios esté esta mañana por aquí. Ha desayunado en el Obispado, y después de
contarle el asunto, porque ya lo conocía, resulta que me dice que Cheto es un
pueblo que asiste él como párroco... me quedé de piedra. Hace un par de
llamadas y localiza rápido a una persona que conoce al padre... nos dice que es
el pastor de la Iglesia pentecostal de Cheto... casi nada. Eso es una secta,
así que habrá que andar con ojo... sin embargo, eso no quita para ayudar a esta
familia, en caso de que acepten la ayuda... No me extrañaría que no la
aceptaran después de ver la estampida sin dejar rastro, cuando sabían que
estaba pendiente de darles una respuesta para la curación de su hija en España.
Hoy no puedo hacer más, pero Luisa, la
carismática, me ha dado otra idea, que es llamar a Dorila, la presidenta de la
asociación de la Iglesia de Burgos, que es asistenta social y también viaja por
Cheto. Se le ocurre al pensar que esa niña, seguramente, habrá tenido que ir al
centro médico de Cheto alguna vez... y allí podremos localizar a la madre. El
problema es que no tenemos el teléfono de Dorila y nadie me lo puede dar...
La mañana se va en todos estos
quehaceres, y después llega la hora de comer. Hoy no estoy yo muy
“perrunillero”... no sé qué me pasa, pero me duelen un poco las articulaciones
y tengo algo de frío...
Un nuevo plato que cocinó Juanita, y cuyo nombre no recuerdo... parecen pimientos, pero no lo son. |
Terminamos de comer y voy al Café
Fusiones, porque me llama Diego Isidoro para decirme que está allí con
Josely... tardo cinco minutos en llegar, y por el camino busco el teléfono de
la hermana Katy Piedehierro para pedirle el teléfono de Dorila, pero por más
que llamo no me da señal. Cuando las cosas se ponen mal, se ponen mal... En
esto, que estando en la misma puerta del Café, vuelvo a hacer un último
intento, pero nada... y de repente, allí está Katy, tomando un café con Diego y
Josely. Le quiero explicar esa típica excusa de “te estaba llamando ahora
mismo”... pero siempre suena a mentira, así que decido mostrarle que,
efectivamente, no da señal su “celular”. Resulta que tengo mal el número, así
que ya podía llamar...
Para que veas cómo son las cosas, le
digo que la estaba llamando para pedirle el teléfono de Dorila, pero entre
presentaciones de Josely y Antonio, y saludar a Diego, se me pasa y al final
nos fuimos todos y yo me quedé de nuevo sin el teléfono de Dorila. Como sé que
el teléfono lo voy a tener cuando Dios quiera que lo tenga, me voy tranquilo
pensando que, seguramente, no era el momento de llamarla... Cuando sea el
momento propicio, Dios pondrá el número en mis manos... seguro.
Josely es un tipo jovial, alegre y de
los que parece que le gusta llevar las riendas de los asuntos... da la
impresión de saber lo que quiere... jeje, aunque a veces se equivoque...
Me comenta el proyecto que quiere hacer
en Cajamarca. Lo cierto es que el proyecto es muy bonito y duradero. Se trata
de construir un seminario de unos 2.500 m², para lo cual ya tiene el proyecto,
el terreno y casi la licencia de obras. La construcción durará dos años, y
necesita alguien que dirija los trabajos... incluso me propone pagarme un
sueldo. Qué cosas, me vengo de misionero y me sale un trabajo... Es para
pensárselo, porque con la que está cayendo en mi querido país, gracias a un
presidente cejudo que tiró por la borda hasta la misma borda, el panorama allí
no es muy halagüeño...
Ya os contaré los pormenores, las decisiones
y de qué dependen las decisiones... O no...
El caso es que viendo los planos, la
obra y el proyecto es apetecible, ya que sería una especie de combinación entre
mi profesión y mi pasión recién descubierta: la misión.
Antes de proseguir su viaje a Mendoza |
Del café Fusiones me voy al Obispado a
dejar el ordenador, aunque ya empiezo a sentirme un poco mal... tengo
escalofríos, me duele un poco la cabeza y las articulaciones. También ando con
el vientre suelto, pero me resisto a tomar un Fortasec... seguro que mi madre
me diría lo tonto que estoy por no tomar medicinas. Sin embargo, no lo tomo y
me aguanto así... mis motivos tengo... Igual me pasa con el paracetamol...
No obstante, después de misa de siete,
paso por la farmacia para comprar un antigripal, por si acaso me da fuerte mañana
en Granada... Allí no hay farmacias ni nada similar... Prefiero no arriesgar, y
aunque seguramente no tome nada, prefiero llevármelo por si acaso.
En la farmacia voy a comprar un
antigripal que me aconseja Luisa, pero me dice la farmacéutica que ya no se
fabrica, que hay unas pastillas para eso que se llaman Dayflu. En la vida había
oído tal nombre... pero es como nuestro Frenadol.
En un momento dado me pregunta cuántos
comprimidos quiero... y yo le digo que con una caja basta, ¡¡vaya pregunta!!. La
respuesta me deja perplejo, ya que la caja tiene 100 comprimidos y cuesta 70
soles. Preguntada por si los venden por unidades, me dice que claro que sí, que
de qué otra forma me pensaba que se vendían...
Resulta que lo que en España llevamos
unos pocos meses intentando implantar, aquí se hace desde siempre... uno compra
en la farmacia la cantidad de medicamentos que necesita, ni más ni menos. Y si
necesitas más, los compras... Mientras tanto, en España, el espíritu
derrochador al que nos tenía acostumbrado un tipo con bigotes de pico sobre los
ojos, hacía que para tomar una pastilla de paracetamol, tenías que comprar una
caja completa... el resto se tiraba o se dejaba perdido mientras caducaba.
Claro, como los medicamentos con receta
los paga el Estado, para qué vamos a preocuparos en guardar los medicamentos...
se compra otra caja y punto... para eso los médicos están prestos a recetar a
discreción.
De siempre se ha dicho que la mejor
lotería es la economía... y mientras nosotros explotábamos nuestros nuevos
derechos “merecidos”, otros procuraban guardar un poco para mañana... Hoy, el
resultado es un país en ruina, más en bancarrota que el ayuntamiento de
Marbella... y ahora es el momento de arreglar el desaguisado por parte de unos
y protestar por la rabia que da tener que dejar de tener algún derecho que, por
otra parte, no nos correspondía por ética.
Hoy he visto una frase de una tal Emile
H. Gauvreay, que dice así:
“Hemos construido un sistema que nos
persuade a gastar el dinero que no tenemos en cosas que no necesitamos para
crear impresiones que no durarán en personas que no nos importan...”
Vamos, casi nada... Se podría decir que
esta frase resume al dedillo la personalidad de una persona de clase media
española... Muchos no tienen para pagar sus deudas, sin embargo el Mercedes
Clase C lo tienen metido en el garaje. Hoy son pocos los que pueden vivir sin
la Play Station, las clases de Paddle, los clubes de tenis, las salidas
domingueras a conocer sitios nuevos, las clases de hípica, los fines de semana
de hotel, las copitas y las risitas, el coche de viajar y el de diario, la
casita de campo, el viajecito a Matalascañas, las vacaciones en la Costa del
Sol, los Levi´s, las Blackberry, los Ipods o las tablets, los e-books, las
Ray-ban o la cena fuera de casa ya que hoy es un día especial...
Eso sí... trabajar, lo que se dice trabajar, poco o
nada. Los trabajos tienen que ser en puestos limpios, donde no se manejen
cargas o se toquen cosas sucias, controlados por los sindicatos, no sea que tengas
que hacer fotocopias y no te corresponda tal humillación... Los trabajos tienen
que poder hacerse sentados, por supuesto, con una silla ergonómica y conexión a
internet... con derecho a salir media hora por las mañanas a desayunar y tres
veces a echar el cigarrito. También es necesario el derecho a llevarte para
casa folios de tu empresa, fotocopiar los libros cuando el jefe no esté, hacer
trabajos por tu cuenta usando las instalaciones de la empresa y gastando los
días por “asuntos propios” que legalmente nos corresponden, amén de nuestros
propios días tomados bajo la forma de baja laboral fingida con la complicidad
inocente de un médico que no es adivino para saber que el “enfermo” está
sano... Eso sin contar las llamadas a casa, las descargas de internet, el
pequeño cactus sobre la pantalla del ordenador, trabajar junto a una ventana
para poder mirar, porque es anticonstitucional trabajar “sin vistas”... ¡¡¡Qué
vidorra!!!... Si se estaba mejor trabajando que en casa... y encima te pagan.
Y por supuesto: ¡El campo para los camperos...!
Así nos ha ido... Creo que nuestros
abuelos también tenían todas estas cosas y estos derechos. De hecho, creo que
llegaron a viejos gracias a eso.
No quisiera meter a todos en el mismo
saco, desde luego... no sea que me digan (porque siempre salta quien es
perfecto en su trabajo y nunca hace cosas indebidas) que generalizo... por
ello, diré que sólo el 99% de las personas actuaban así. No todos...
Bueno, como tengo la gripe no tengo más
ganas de seguir escribiendo, pero espero acordarme otro día para terminar de
decir unas cuantas cosas más de la calidad de vida española, merecida solo por
currantes de verdad que levantan (o lo intentan) el país, y que sin embargo, no
saben qué es una pantalla LED. Mientras, otros viven a remolque de esos pobres
trabajadores que madrugan, comen fuera de casa y duermen tarde para sacar
adelante a sus familias... Otros se levantan a las 11:00, ejercen su derecho a
no trabajar y piensan que la palabra “cotizar” significa “hacer cotos”.
Por cierto, el gato está totalmente
domesticado y ya no se quiere separar de mí...
Hasta mañana!!
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