Hoy
tengo una sensación rara al levantarme. No sé si es por el hecho de no tener
que apartar la mosquitera para salir de la cama o por que es el último día.
En cuanto me levanto empiezo a pensar
en cómo recoger todo el barullo que tengo en la habitación. Ayer no recogí
nada, y hoy tengo un par de horas para ver la obra, llevarle la Biblia a la
señora de Pablo, el guardián de Diosán, repartir los zapatos que quedan,
visitar a la señora que me está haciendo un tapete de recuerdo y recoger
todo... También tengo que dejar listo el tema de la chocolatada, para que todo
esté listo.
Empiezo por desayunar. Hoy tampoco he
podido comerme los dos kekes, aunque me he levantado mejor. Terminado el
desayuno me dirijo a la obra a ver a los trabajadores y al carpintero. Vemos
los últimos detalles y dejamos todo listo para que el lunes se comience a
montar el retablo. Es una pena no haberlo podido ver puesto, pero tenía más
trabajo del que en principio parecía.
Mi pequeño vecino |
Cuando acabo con la visita, me doy
cuenta al pasar por mis vecinos de arriba, que son tan pobres o más como los
que hemos incluido en el programa de los zapatos solidarios, así que subo de
nuevo a la plaza y en casa de Wilmer compro dos zapatos, del 22 y del 25 para
los pequeños. Su madre se ponen contentísima... me invita a pasar para
ponérselos y cuando veo su casa casi me caigo de espaldas. Son quizás los más
pobres de Granada.
Al menos me alegro de haberme acordado
de ellos, aunque haya sido en el último momento. Me voy al cuarto y empiezo la
tarea de recoger.
... y mi pequeña vecina... |
En una caja guardo todos los juguetes y
útiles escolares que han sobrado, los cuales se los daré a la hermana Katy para
los niños de la invasión. En otra caja guardo las cosas que he comprado aquí y
que me servirán para el próximo año, como son las botas de agua, el poncho, las
cintas métricas, los útiles de replantear, las zapatillas de deporte, la navaja
(para no tener que pasarla de nuevo por la aduana con la misma suerte que la
primera vez), cuerdas, etc. Y en mi maleta echo mi ropa, la mochila y el
ordenador.
De la comida que tengo hago un paquete
con latas de todo tipo, salchichón, kekes, panes, queso, zumos y algunas barras
de chocolate, y se lo llevo a la señora pobre de antes, la cual se pone muy
contenta. Dudo mucho qe haya probado alguna vez el atún en lata.
La mamá con los zapatos. |
Una vez arreglado todo, subo a la obra
y por fin llega el Obispo. Viene con el padre Antonio y el padre Castelly.
También viene Juanito conduciendo.
Castelly y Antonio con el alcalde Toni y el gobernador Milton. Inspeccionando la obra... |
Hacen las visitas de rigor, se les
explica qué, cómo y porqué se ha hecho cada una de las cosas y, acto seguido,
pasamos al acto de bienvenida y despedida a la vez. Toni da su discurso de
agradecimiento, luego el Obispo y luego yo... Como el Obispo menciona el tema
del bautismo, yo aprovecho para exponer que la obra del Baptisterio se ha
dejado terminada para que, precisamente, se use. De este modo, les digo a los
niños sin bautizar, que son más o menos el 50% que se comprometan a pedirle a
sus padres el bautismo, y para ello hacemos una doble promesa. Yo les prometo
volver si ellos me prometen bautizarse... se vuelven locos de contento por
tener que hacer tan poca cosa para que vuelva, así que hacemos un trato, y por
unanimidad, todos aceptan.
Llegado el final de las palabras, hacen
el baile y las canciones que me han dedicado. El amigo Lenin les ha dirigido en
los ensayos y han hecho un trabajo muy bonito. La coreografía incluye bailes
para mí, y hasta me cantan una canción especialmente compuesta para mí también.
En plena actuación |
Un rato de emociones después, damos
paso al chocolate y el bizcocho... menos mal... y así estamos un rato hasta que
nos empezamos a movilizar para salir de viaje, ya que queremos ir a Olleros a
visitar la obra también. Pero Taño, el catequista, no está dispuesto a que nos
vayamos sin almorzar, así que nos mete en su casa y nos pone la comida. Arroz,
trucha y kinua, con una sopa antes. Según terminamos le damos gracias a todos,
pasamos por mi cuarto a recoger mis cosas y nos vamos de viaje. He preferido
decirles a todos adios con la mano y no uno a uno para evitar más demoras y más
emociones.
Mi saco de dormir se lo he regalado a
Horacio, porque necesita uno y me lo ha encargado para el próximo año, ya que a
menudo duerme al raso y se tiene que llevar una manta, con la incomodidad que
tiene cargar con ella. El no sabía que yo tenía uno, así que se ha llevado una
sorpresa cuando se lo he dado. Además, como era buen saco, ocupaba poco y se
lleva casi en un bolsillo.
Salimos de viaje y nos vamos a Olleros,
donde nos están esperando para enseñarnos la obra. Allí ya tienen hormigonada
toda la zanja, y cuando llegamos están descansando, con lo que da la impresión
de que el pueblo entero está tirado en el césped porque no tienen nada mejor
que hacer...
Estamos poco en Olleros, ya que
queremos evitar la obligación a la que nos someten para comer... pero como ya
sabíamos que lo iban a disponer así, Don Emiliano le dice a Melanio que
nosotros, gracias a Dios, comemos todos los días, pero una sola vez... no sea
que pase como el primer día que vinimos. Ellos lo entienden y nos dejan ir, con
la promesa de volver y de que haremos lo posible por recaudar más fondos.
Preparando el piscolabis |
Regresamos rápido y nos ponemos en
camino. El camino es malísimo, como han podido comprobar mis compañeros de
viaje, pero sin embargo hoy no ha llovido nada y prácticamente la totalidad del
camino está seco. Incluso la zona del cerro que siempre está metida en la nube
está hoy despejada.
Pasamos Molinopampa y yo pensaba que
pararíamos a ver a Juan de Dios, sin embargo, un par de kilómetros más adelante
paramos en mitad del camino a comer un piscolabis que trae Antonio. Para mi
sorpresa traen cerveza, que aunque esté caliente, siempre es bienvenida.
Una de las cajas que yo traía era de
basura, para tirarla en el basurero de Chacha al paso por ahí, sin embargo,
cuando quiero echar la lata de cerveza dentro, me doy cuenta de que la caja ha
desaparecido... a la pregunta de dónde está, me dicen que Juanito ha hecho la
labor por mí, aunque no en el basurero precisamente. Prefiero no preguntar
más...
Hemos parado ante una maravilla de
pared vertical imponente. Ahí nos comemos un bocadillo de tortilla con la
cerveza, y resulta que he pasado mil veces por lo que llaman “la cara del inca”
sin verla. Es una formación en la roca que, vista de perfil, parece la cara de
un inca de verdad. Qué cosas... nunca me fijé en eso... claro que uno cuando va
en moto se fija sobre todo en la carretera.
¿Ves la cara del Inca? |
Castelly y Antonio |
Cuando acabamos, nos montamos de nuevo
y llegamos a Chacha justo a las 19:00, con lo que sin ducharme ni nada me voy
para la catedral a misa. Cuando salgo, me esperan mis amigas las carismáticas
para invitarme a cenar, y yo ni me acordaba... así que ahí me tienes, vestido
de barro para la cena de gala. Y por supuesto, sin haberme duchado...
Explicadas de mi atuendo, me dirijo con
ellas a un pequeño restaurante en la plaza del Señor de Burgos, donde todas
piden cecina, menos yo, que pido pollo a la parrilla. No quiero cecina de
noche.
En la cena se nos unen Jorge y su
mujer, y tenemos una buena velada, en la que una de las hermanitas me preguntó
si yo era hermano del señor Obispo....¿¿...??. No podía dar crédito a tal
pregunta..., pero me dieron ganas de contestar que no es mi hermano, sino mi
hijo...
Cuando acaba la cena me voy al Obispado
a descansar, que ha sido un día duro y sobre todo sin ducha...
Y con esto acaba el día de despedidas y
emociones... Hasta mañana!!
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