Tras
una larga desconexión, durante la que han pasado muchas cosas, continuo los
relatos. Toca la parte de los niños, del capítulo 11.
Aprovechando mi visita a Olleros,
Fernando el biólogo, se viene conmigo en la moto, así yo podré ver el estado de
la Iglesia, tal y como quedó el año pasado con la nueva cuneta y zanja que se
hizo para proteger su interior de las lluvias. Olleros está a poco más de media
hora de Granada, así que salimos después de desayunar con la intención de
regresar para el almuerzo, ya que a la tarde yo tengo que poner la película
para los niños y esperar a Karima y Remy que vienen de Chacha para animar el
viernes a los chavales granadinos.
Llegamos a Olleros pronto, y allí no
están (cosa que ya no me sorprende) ni el alcalde ni el teniente alcalde. Hablo
con la regidora, que intenta atenderme lo mejor posible y mostrarme la Iglesia.
Se limita a abrir la puerta y disculparse una y otra vez por la falta de los responsables
de la municipalidad. Le hago ver que no estoy muy enfadado, si bien le digo que
advierta a las autoridades que estoy esperando su convocación a la gente del
pueblo para comenzar los trabajos, ya que de otro modo, para mí es más cómodo
trabajar solo en Granada y no tener que desplazarme.
Fernando hace su labor de inspección
botánica y las entrevistas pertinentes hasta que nos juntamos en la
municipalidad para despedirnos de la poca representación municipal existente,
la regidora y la secretaria. Esta última tiene fijación con que almuerce con
ella, y son varias las veces que me lo dice, llegando incluso a decirme en un
momento dado que parece que no quisiera comer con ella... Fernando mira mi cara
y creo que ya intuye que los humos están empezando a brotar... será mejor que
nos vayamos, no sin antes escuchar por enésima vez: la próxima vez debe ser,
don Martín...
Regresamos
a Granada, cada cual habiendo cumplido su cometido, y allí vamos a almorzar a
casa de Rosita, la mujer de Toni. Después charlamos un rato hasta que pongo la
película, mientras los niños esperan impacientes. Fernando ha cogido la buena
costumbre de repartir caramelos entre los chichos, cosa que me alegra.
Le
hospeda la Policía Nacional del Perú, que son mis amigos y tienen algunas camas
de sobra, pues hay policías que no están en este momento. También tienen otras
dos camas libres para los franceses, y se ofrecen a acogerlos. Aquí la policía
no solo nos acoge, sino que se pasa el día “chancando” piedra que ellos mismos
han recogido de su patio interior, que era todo selva y piedras. Ahora quieren
hacer una losa de hormigón, para lo cual llevan más de una semana, martillo en
mano, machacando las piedras grandes para reducirlas al tamaño de la grava. Así
son las cosas aquí, en los ratos libres, como no hay nada que hacer, se ponen a
chancar piedra hasta los policías.
Fernando
creo que todavía flipa un poco cuando ve estas cosas. Yo, por el contrario, me
sorprendo de que para mí ya sea algo normal y a lo que estoy acostumbrado. No
podemos imaginar a un Policía europeo haciendo este tipo de trabajos para luego
hacer el suelo del patio del cuartel. Aquí la policía está por poco tiempo, ya
que van rotando, y es posible que ese piso de hormigón no lleguen a utilizarlo,
ya que otros serán quienes lo hagan. Sin embargo, ni les importa ni les
desanima en el empeño. Ellos trabajan y punto... y además se han ofrecido para
trabajar voluntariamente en la construcción de la Iglesia. Digno de
admiración...
Ahora
llega el momento de recibir a los franceses, que vienen con el cometido de
hacer una animación infantil por la mañana en el colegio y luego una por la
tarde antes de la película. Así, los niños de Granada tendrán un día distinto.
Sería el viernes, pues el sábado iríamos todos a conocer lo que se llama “Las
siete lagunas”, paraje natural virgen y maravilla natural a poco tiempo de
Granada.
Y
llegan en la combi que sale de Chacha a las tres de la tarde, tardando cuatro
horas casi. Salen de ella como aturdidos por el trasiego entre Molinopampa y
Granada, pues dudo (o mejor, estoy seguro) que jamás hayan viajado por un
camino peor que este. Y así fue... un rato de descanso, un cigarro y en poco
tiempo se te vuelven a poner las vértebras en su sitio y el cerebro acaba por
asentarse definitivamente dentro del cráneo. Imaginaos lo que debe ser recorre
ese camino en moto para alguien a quien le guste las motos y el campo... pues
ese es mi momento de desconexión entre uno y otro sitio. Ya tengo una amiga en
Almendralejo que se ha ofrecido a regalarme una moto a mi vuelta, así que solo
me queda buscar el campo adecuado para disfrutarla, si bien será imposible
encontrar algo parecido a esto... espero que no se eche para atrás cuando
regrese.
Al
día siguiente nos levantamos frescos como lechugas, no por haber dormido bien,
sino por los no sé cuántos grados bajo cero que hubo en la noche. Los
franceses, en su línea, van con lo justo y preparados como suelen ir, es decir,
sin nada. A veces pienso que deben creer que estamos en un país desarrollado
donde uno solo necesita una tarjeta de crédito y un móvil. Aquí esas dos cosas
no sirven de nada, pues el cajero automático más cercano está a ocho horas, y
el teléfono no tiene cobertura.
Y
así, después de desayunar y de tener la primera experiencia desagradable de la
mañana por culpa de las incomodidades, de la falta de adaptación y de la
barrera idiomática, nos dirigimos a por los chavales al colegio. Resulta que
estamos dos franceses y dos españoles, y como es lógico, yo tengo ganas de
hablar un español normal con alguien que me entienda, contar chistes, hablar de
España, del botellón, de la época de estudiante, y sobre todo, de reir... y eso
no parece que gustara a los franceses, pues querían que todas nuestras
atenciones estuvieran dirigidas a ellos. Lo que no sabía yo es que esta actitud
la noche anterior me iba a costar la acusación de no ser cristiano y de que mi
ong es una... mejor no lo digo. Esto calentó un poco los ánimos, pero al final
todo se arregló con un poco de diplomacia, llevada a cabo por el acusado de no
ser cristiano y usando a Cristo como mediador.
Así
son las cosas... unas veces se pierde y otras se pierde más, pero en Cristo al
final uno gana siempre... Ya lo dijo Jesús entonces: “al que te
abofetee la cara, ponle la otra mejilla...”. Y ya lo digo yo ahora:
“Practicar el cristianismo es, posiblemente, lo más difícil que el
hombre puede hacer...”.
La cosa
acaba bien, pero ellos están que trinan y ahora tienen que hacer un baile en el
patio del colegio. Con este ánimo la cosa no promete, pero finalmente sale todo
bien, los niños aprenden dos bailes y disfrutan, que es lo que importa. Después
nos vamos a comer y a dejarlos tranquilos para que estén preparados para la
fiesta de la tarde. Cada cual se va a su cuarto, y yo me quedo vigilando los
trabajos de la torre y de los contrafuertes laterales hasta que llega el
momento de la animación, que será en la pista de fútbol.
Después
de la animación, de la que los chicos salen contentos, pasamos a la película.
El jueves vimos “Amigos Salvajes”, y hoy continuamos con “Amigos Salvajes 2”.
Les encanta la película, pues ya me di cuenta de que los animales les encantan,
ya que ellos viven rodeados de ellos. Los niños más pequeños alucinan viendo a
una vaca que habla, o a un conejo, o a un oso... y luego pretenden hablar con
ellos en la vida real. Bendita infancia... bendita inocencia... y después, claro está, el reparto de regalos. Esta vez toca material escolar...
A ellos les gustan más los juguetes... todavía no saben que el material escolar es más importante. |
Para irnos a la cama más amigablemente, proponemos jugar un billar en casa de Ronald, quien tiene uno y gustosamente nos lo cede. Nos saca unas cervezas, y cuando Ronald me ve fumando mi tabaco "Pueblo" de liar, enseguida husmea para ver si realmente es tabaco o no. Me dice que no es cosa de hombres, que en Perú se fuma tabaco de verdad, para los hombres duros. Le ofrezco una calada para que lo pruebe y acepta. Para impresionarnos pretende dar una sola calada para consumir el cigarro, pero antes de que termine de darla, se pone rojo como un tomate, los ojos se le salen de las órbitas... nos mira, se pone a toser de tal manera que parece que va a echar el hígado por la boca. Se apoya en la mesa de billar y, ante los atónitos jugadores, se pone a vomitar como una vaca vieja... Nos arruina a todos la partida. La visión no es de lo más placentera... y eso que en Perú se fuma tabaco de hombres... Si mi tabaco es para niños, prefiero no probar el de Perú... y pasado un rato, cuando regresa de la calle para recuperarse del mareo general que tenía, dijo: "es que me entró por mal sitio..."... y digo yo que por dónde narices la habrá entrado... ¿por las orejas?... en fin, pensamiento granadino en estado puro...
Jugando a un billar cuyos agujeros son más pequeños que las bolas... así nunca acaba el juego. |
Acaba
la noche y preparamos los petates para dormir y salir mañana a las siete
lagunas. Vendrá Diógenes, el alcalde de Chacha, con la regidora y otros miembros
de la municipalidad. Mi intención al organizar esta salida es que las
autoridades vean los paisajes y las posibilidades de desarrollo de Granada con
la posibilidad del envío de turistas a esta zona. Antes de descubrirse la
catarata Gocta, en 2006, Cocachimba no se sabía ni donde estaba. Sin embargo,
después de descubrirse tal monstruo de la naturaleza, ha pasado a ser un pueblo
nombrado y conocido, que vive de la venta de entradas, del alquiler de guías
turísticos y bestias, de las pensiones y de la atención al extranjero, vamos,
que vive del turismo.
Preparando el rancho para las siete lagunas... cómo no, Cuy... |
Quiero
que Granada tenga un futuro similar, pero habrá que trabajar mucho para lograr
esto. Este proyecto comienza por presentar el espacio a las autoridades, que
han aceptado gustosas a visitarlo. En España, los alcaldes están tan
preocupados por cosas tan vanales que se olvidan de las personas, mientras
dicen representar a los pueblos... y mientras allí ni siquiera se dignan en
contestar a un simple correo electrónico, los de aquí son capaces de dejar todo
lo que tengan por atender al ciudadano. El alcalde de Chacha estaba el viernes
en Lima, y tomó un autobús que tarda 24 horas en llegar a Chacha. Llegó el
sábado a las cinco de la mañana, y le recogieron sus compañeros en Pedro Ruiz a
las siete, para traerle directo a Granada, a donde llegó a eso de las nueve de
la mañana, sin dormir y para hacer una caminata de tres horas cuesta arriba,
pasar el día en las siete lagunas y volver por la noche... y después de esto,
regresar de nuevo a Lima, donde tiene que seguir haciendo otras gestiones. Y lo
mejor no es esto, sino que ya hemos concretado volver antes de irme, pues no
dio tiempo a ver todo el espacio donde se ubican las lagunas... pero eso es la
cuarta parte del capítulo 11.
De momento me iré a dormir, con mis compañeros de cuarto... que son estos:
Estos son más simpáticos.... |
Este ya no tanto... |
Hasta
luego!!
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