Me
desperté temprano y empecé a hacer el equipaje. No quiero que se me olvide nada
porque el lunes iré a Granada para quedarme definitivamente y tendré que ir en
moto, así que todo lo que lleve estará ya allí para cuando vaya.
A las
8:30, bien puntual, está Aníbal el taxista en la puerta del Obispado. Acabo de
desayunar y saco las maletas, las bolsas y la caja con los “parlantes”, que
metemos en el maletero rápido porque no se puede aparcar y la policía está
justo al lado.
Salimos
disparados por la multa y porque nos esperan en Granada, y ya estoy pensando en
el recibimiento. Cuando Horacio me dijo que le confirmara la hora, ya supuse
que algo había preparado con los niños del pueblo... ahora te lo cuento.
Salimos
de camino y para mi sorpresa, es ver que el camino está asfaltado. Yo esperaba
el camino de tierra del año pasado. Me dice Aníbal que está así hasta
Molinopampa, con lo que esto supone un gran avance. A partir de ahora las
curvas con la moto serán más seguras porque las ruedas agarrarán mejor. El año
pasado había que tener cuidado porque la tierrilla hacía deslizar la rueda de
atrás. Lo malo es que la capa de alquitrán que le han echado es de menos de dos
centímetros, con lo que por algunos sitios, ya está rota la carretera. Tiene
gracia que no lleve ni un año asfaltada y ya la estén bacheando. La política
hace que se estiren los presupuestos a más no poder, de modo que con el mismo
dinero haya para hacer más cosas que sean visibles para que los incautos
votantes estén contentos. En lugar de hacer 10 Km bien, prefieren hacer 50 mal
con el mismo material, y eso, al final, hace que el dinero esté tirado a la
basura. Ya os anticipo que para el próximo año, si Dios me da salud, fuerzas y
amigos como vosotros, cuando esté aquí de nuevo, la carretera volverá a ser de
tierrilla. Luego hay otra cosa, y es que al asfaltar la carretera la han
quedado algo mejor, pero han reducido su anchura, bastante en algunos puntos.
Ahora tienen una carretera más firme pero menos ancha... yo no sé qué es mejor.
Quizás se me dieran a elegir me quedaría con la anterior. De momento me
aprovecharé de la situación actual, que es la que toca, y procuraré disfrutar
de los viajes en moto por este nuevo camino.
Pronto
llegamos a Molinopampa y veo la casa de Juan de Dios, pero como voy en taxi, y
además Juan de Dios no está, no le digo nada a Aníbal. Empezamos la subida por
el camino que el año pasado bauticé como “camino de cabras”, ¿te acuerdas?.
Este
camino sigue igual, así que empiezo a colocarme bien para sortear todos los
movimientos corporales... echaba de menos esta situación, que parece más un
viaje en una lavadora centrifugando que en el Toyota de Aníbal.
Vuelvo a
ver estos paisajes increíbles... por un lado una montaña enorme, por otro un
río repleto de truchas... luego ¿una mujer en moto?... después un prado
gigantesco con sus vaquitas, una cascada, un río que atraviesa el camino...
¡¡un hombre orinando!!... Adelantamos unas vacas, luego unas ovejas, luego unas
llamas, y finalmente llegamos a la entrada de Granada. No sé por qué, pero
estoy algo nervioso...
Aquí me despido de Aníbal, que regresa a Chacha. |
Subimos la
cuesta que llega hasta la plaza y al fin diviso a Horacio con unos pocos críos
con algún cartelito... Ha habido algo de descoordinación y Horacio llama
apresurado al director del colegio para decirle: “¡que ya está aquí, que ya
está aquí!”.
Y en
cuestión de dos minutos empieza a subir una marea de niños por la cuesta del
colegio, como cien o así... todos portando pancartas y cantando, y diciendo: “¡¡Bienvenido
don Martincito!!”. En ese momento casi me pongo a llorar (mejor no digo la
verdad para hacerme el duro).
Descorchando |
¿Qué me dices de esto? ... No hay palabras qeu puedan describir lo que sentí, así que ni siquiera me voy a molestar en intentarlo... Bueno, ya
en Granada y recibido por tal cortejo de infantes, llegan las esperadas y
normales normas protocolarias. Discurso del teniente alcalde, discurso de un
representante del colegio y discurso del mangurrino, para pasar a tomar una
copita de vino y, después, un café y un panecito con queso en casa de Horacio,
ya sin niños.
Ahí es
donde empezamos a hablar de lo que importa ahora, aunque los niños importan
mucho también. Empezamos a preparar un plan de actuación que consistirá en
buscar voluntarios para los trabajos. Este año pagaré algo más, como os dije, y
espero que los voluntarios estén a la altura de las circunstancias. Como vengo
por menos tiempo que el año pasado, necesitamos darnos prisa, si bien este año
jugamos con la ventaja de que ya nos conocemos, sabemos a qué nos atenemos y
empezaremos rápido. La previsión es empezar el mismo lunes, para lo que ellos
tendrán que reunirse este fin de semana para organizar al personal. No
obstante, quiero que el lunes venga una empresa para que nos de precio de
algunas cosas.
Valorados
los trabajos, decido que la empresa hará los trabajos externos, como son la
reconstrucción de los contrafuertes que quedaron por terminar, el levantamiento
de la torre y la terminación de la acequia que evitará que el agua se meta
dentro de la Iglesia.
Ya
dentro, valoro los trabajos hechos por el carpintero, y aunque la mayoría están
hechos, y bien, hay cosas que están mal y otras que no ha hecho. Al parecer, le
han retenido una cantidad hasta que termine, ya que les dije claramente que se
la debían dar a la terminación de los trabajos. Pero como aquí las cosas andan
mal económicamente, el carpintero dijo que quería cobrar antes de acabar, cosa
a la que se negaron, y bien que hicieron. De haber pagado el total, ahora
tendríamos una carpintería inacabada. La próxima semana quiero reunirme con el
carpintero para solucionar esto. Si no acaba, él perderá más, puesto que hay
que hacer lo mismo en los otros tres pueblos que, junto con Granada, componen
el Alto Imaza.
Por dentro sigue igual, si bien al fondo se ve el nuevo retablo |
Horacio me muestra el campanario provisional |
Vista desde el nuevo coro |
La fachada está al 50% |
A la derecha, el baptisterio terminado y la torre por donde se dejó el año pasado |
La entrada a la Iglesia con su nueva puerta |
El nuevo y precioso retablo típico peruano... esto sí que es una maravilla. |
Ya visto
el asunto y determinados los trabajos, les digo que tengo que irme porque tengo
una reunión con Diógenes, el alcalde de Chacha, al cual tengo previsto pedirle
apoyo con la maquinaria para acarrear el material. Si desde el principio
hacemos esto, quizás avancemos más que el año pasado, porque gran parte del
tiempo se fue en cargar a mano las piedras y la arena.
Tendremos
que hacer voladuras controladas en una pared de roca, y miedo me da a mí dejar
solos a estos locuelos... lo mismo vuelan el camión por error. Habrá que estar
atentos y andar con precaución. Esto habrá que hacerlo antes de mandar la
máquina, así que el mismo lunes veremos cómo lo hacemos. Preguntados por dónde
conseguirán la dinamita, me responden entre sonrisas que “eso déjalo de
nuestra mano”... no, si lo que yo digo, miedo me da... En cualquier caso
será una experiencia digna de contárosla.
Vamos a
comer. Tiemblo ante la posibilidad de que mi primer día, igual que el año
pasado, tenga en mi plato al pequeño cuadrúpedo roedor... pero no, menos mal.
En su lugar han puesto una buena trucha frita, cosa que me encanta. Eso sí, de
primero la habitual sopa de no sé qué.
Después
de comer nos vamos a por la moto de Horacio, que será la que me lleve a Chacha.
Es una 250, como os dije, pero una vez que me despido de ellos y me voy rumbo a
casa, me doy cuenta de que estas motos chinas distan mucho de ser siquiera
regulares. El embrague está durísimo, las marchas se atascan, el freno de atrás
no frena y el acelerador casi tengo que retorcerlo a dos manos... sin embargo
él me dice: “Tranquilo Martincito, va perfecta”.
Y así me
encamino hacia Chacha, bajando la subida y recordando viejos tiempos y
disfrutando del paisaje. La verdad es que Horacio es muy detallista y me ha
dejado un poncho. Yo ni siquiera había caído en la posibilidad de que lloviera.
También me deja un casco y gafas para los mosquitos. Me despido y me voy...
La moto
es dura de oído, y hasta que me acostumbro a ella voy tranquilo. Luego de una
hora, estoy en Molinopampa, donde paro a llenar la moto de gasolina, pues no
tenía casi. Me quedé de piedra cuando el “gasolinero” me reconoció sin siquiera
bajarme de la moto. Con una moto distinta, blanca en lugar de roja y con un
casco distinto, rojo en lugar de negro, antes de bajarme de la moto me espeta: “¡Qué
alegría, ingeniero... como por acá!”. Esta gente tiene buena memoria,
aunque luego pienso que, seguramente, seré el único extranjero en pasar por ahí
desde el año pasado.
Lleno la
moto, dos galones, y me dirijo a encaminar la pista alquitranada. Ahora vamos a
probar qué tal la pista y la moto. Y más que bien, oye... La moto ya la tengo
dominada y la pista se deja rodar. No hay tráfico, y en todo el trayecto me
habré cruzado con un par de coches a lo sumo. No obstante hay que tener cuidado
con las curvas cerradas, porque vienen cuando menos te lo esperas.
Llegando
a Pipus pienso en si parar o no a ver a Luda, la alcaldesa, pero como no voy
bien de tiempo y la puerta de la municipalidad está cerrada, paso de largo. Y
justo después, en el puente del pueblo, la veo camino hacia el Ayuntamiento. Me
paro a su lado, pero ella no está tan avispada como el de antes, y no sabe
quien soy. Me tengo que quitar el casco para que me reconozca y nos saludamos.
No podemos hablar mucho, pero ya sabe que estoy aquí y quedamos para la semana
próxima.
Sigo mi
camino y, finalmente, llego a Chacha. No he controlado el tiempo, pero creo que
he tardado menos gracias al firme de la pista. Allí, lo primero es pasar por el
Café Fusiones para comprobar el correo, pero sobre todo para tomarme un café
calentito. Después guardo la ATC 250 en el garaje del Obispado y me preparo
para ir a misa, pero como tengo cita con Diógenes, tengo que ir a hablar con
Jorge, el secretario, que me acompaña en una espera que dice será larga. Al
final me quedo sin misa y nos tomamos un café con un sándwich de queso mientras
esperamos. El profesor se hace esperar bastante, tanto que ya son las 20:30 y
aún no ha venido. Finalmente llega y Jorge se va con su familia. Le agradezco
el acompañamiento, pues él había acabado su jornada hace tiempo y solo estaba
ahí para no dejarme solo.
Llega el
alcalde a eso de las 21:00, y nos metemos en el Ayuntamiento. Viene en compañía
de tres representantes de la alcaldía. Los cuatro son la cúpula de la
municipalidad y me sorprendo de que vengan todos a hablar conmigo, así que me
ponen algo nervioso. Mi cita tenía como objetivo salir de ahí con el compromiso
de Diógenes de prestarme la máquina retroexcavadora, después hablar sobre el
contenedor, su recogida y su reparto, y finalmente quería hablar de los
franceses y de cómo aprovechar su tiempo aquí, ya que el proyecto está tardando
bastante y ellos están inquietos por no hacer nada.
Todos los
puntos son tratados y sobre todos discutimos, pero Diógenes es un buen hombre y
acepta todo, de hecho me ha dicho que sí a la máquina, me ha dicho que sí
recogerá el contenedor en Lima, y eso que tendrá que ir él personalmente, pues
va a su nombre, y además, me ha citado para el día siguiente para visitar un
centro de acogida de niños procedentes de las familias de “la invasión”, es
decir, los niños más pobres de Chacha. Allí iremos Remy, Karima, el alcalde y
yo a presentarnos ante las maestras responsables y ofrecernos para apoyarlas
con la animación de los franceses. Otro aspecto que he tocado es el
ofrecimiento de OFRA para apoyar con una chica española que quería venir a
cooperar. Ella es filóloga inglesa y tiene un puesto vacante en dos colegios
para apoyar a niños de primaria en las tareas docentes de la lengua. Sin
embargo, aún no he sido capaz de obtener respuesta por su parte y no sé si
finalmente podrá ser, por lo que creo que tendré que buscar una profesora de
inglés por otro lado.
Vamos,
que la visita ha sido todo un éxito, pero ciertamente es cansado hablar a estas
horas. Yo me he perdido la misa y la cena, pero de esta cita he sacado muchas
cosas en claro. Salimos del despacho del alcalde a las 22:30 horas. Ya os lo comenté
el año pasado: En España sería impensable que un Alcalde entrara a estas horas
en el Ayuntamiento si no fuese para robar o quemar documentos, dependiendo de
si son documentos que necesita obtener o que le interesan destruir... El
alcalde de Chachapoyas ya me sorprendió el año pasado (ver la entrada “los
héroes de Chontapampa”) cuando viajábamos y dejó sus quehaceres políticos para
ensuciarse las manos ayudando a la gente que lo necesitaba. Sigue igual, pero
lo que más me gusta es su firme decisión de trabajar duro en beneficio de los
más pobres. Se nota que los pobres y los desfavorecidos son importantes para
él, y por eso me cae especialmente bien. Esto sí que es un representante del
pueblo, y ojalá siga siendo muchos años alcalde, aunque dentro de poco se
merecerá un puesto mejor... y a buen seguro que lo alcanzará. Y ahí estará
Martinsito, el mangurrino para solicitarle ayuda para seguir trabajando,
aprovechando su status político... jeje... Diría que es broma lo que digo, pero
lo cierto es que es verdad... una cosa no quita la otra.
Me dirijo
al Obispado con los ojos rojos como si me hubiesen dado un puño en cada uno.
Entre el cansancio, el sueño y la moto tengo tantas ganas de meterme en la cama
que al pasar por la cocina donde Juanita ha dejado mi cena preparadita para
calentar, solo atino a calentar la sopa, el resto ni siquiera investigo qué
es... me voy a dormir y no tengo ni fuerzas para dar al “on” del ordenador...
el capítulo 5 tendría que esperar.
Tardé
poco en dormirme, así como también en despertar. El sueño es reparador y me
levanto bien fresco. Por si acaso me doy una ducha, pero esta vez con cuidado
de no agotar el agua caliente del termo. Salgo a la calle después de desayunar
porque tengo que ir a ver a Diógenes para visitar con los franceses el centro
que hablamos ayer. Nos dirigimos allá y nos presenta a la directora del centro,
la cual está encantadísima de recibirnos y mucho más de que queramos cooperar
con ella.
Karima y
Remy hacen una demostración de lo que son capaces de hacer con los niños, pero
estos niños son más pequeños de lo que esperaban y no entienden muy bien los
juegos que les explican. Además, están extrañados de cómo habla Karima y
también de cómo habla Remy... deben pensar que son extraterrestres. Incluso un
niño no ha podido aguantar la presión y se ha echado al suelo temblando y sin
parar de llorar hasta que la directora lo ha rescatado de lo que él pensaría
que era su último día acá en la tierra.
Los otros
niños, como locos de contento, hacen todo lo que les dicen, pero los franceses
se desesperan porque no tenían previsto este inconveniente. Los niños tendrán
que amoldarse a los monitores, pero los monitores también a los niños. Yo me
siento con Diógenes a hablar y a echar algunas fotos. Entonces viene Stefy, una
niña con síndrome de down muy simpática que nos abraza y nos besa. Es muy linda
y hace un juego en el que imagina que es modelo y hace una pasarela. Se nota
que lo ha visto en la tele porque lo imita bien, aunque de forma más graciosa.
Después
de la presentación y de la prueba de los monitores, las chicas del centro
aceptan la cooperación y Diógenes está contento. Yo también...
Subimos a
tomar una coca cola que nos invitan mientras nos cuentan cómo funciona el
centro y qué necesitan. Como la invasión está creciendo muy rápido, el comedor
lo han tenido que adaptar como aula, y después de esto, incluso el despacho de
la directora también, con lo que dirige el centro desde la cocina... las cosas
de Perú.
El aforo
del centro es de 100 niños, y no cabe ni uno más siquiera. En la invasión viven
los más pobres de Chacha y algunos niños van al centro sin desayunar. La
profesora nos cuenta cómo se les salen los ojos de las órbitas a las 10:00,
hora en la que les dan un baso de leche en polvo con agua. Por supuesto, la
leche es donada por la municipalidad, ya que Diógenes está concienciado con
este centro. Yo hablo con la directora y le pregunto qué desayunan en el
centro, a lo que me responde que nada, solo el vaso de leche... No me lo puedo
creer, así que pienso un rato y, sin decirles nada, ya sé qué voy a hacer
cuando llegue a Chacha. Iré a comprar un montón de galletas para que, al menos
por unos días, tengan un desayuno mejor.
También
les traeré unos caramelos y juguetes, como si fueran los niños de Granada, y
Remy y Karima también han traído algo de dinero para invertirlo en los niños,
así que espero que estos niños estén algo mejor atendidos mientras estemos
aquí.
Nos
comenta la directora que necesita botes de pintura para pintar los columpios,
que están todos deteriorados. Yo pienso que estos niños son tan pobres que
deben tener unos columpios en buen estado, así que compraré las pinturas para
donárselas al centro, ya que para estas cosas es para lo que traigo el dinero.
El “monto” (como dicen aquí) será de 500 soles, pues ya he visto los precios.
Esto equivale a poco más de 150 €. Todo esto, galletas y pintura, es posible
gracias a la cooperación de varios amigos de Almendralejo que son los
verdaderos artífices de este proyecto. Por todos ellos tengo una oración fija,
ya que, si una cosa es cierta, es que sin dinero no podría venir y comprar
tantas cosas. Es cierto que yo soy el que viaja, pero más cierto es que lo hago
gracias a vosotros.
Por la
tarde tengo tareas pendientes, pero como he quedado con Amado para presentarle
a los franceses y que vean su trabajo con los chicos del colegio, ya tengo la
tarde hecha. Quedo con ellos a las cinco menos diez en el Fusiones, pero luego
pasan cosas extrañas... no es posible la visita y los niños se quedan sin animación.
Amado se queda plantado y yo me quedo con cara de tonto mientras soy el
responsable y el que da la cara del plantón. Así son las cosas...
Me quedo
en el Fusiones tomando un café y subiendo las fotos, además de contestando a mi
amigo Maurice, de Madagascar, que tiene un severo problema y que, gracias a
OFRA y a la intervención de Dios, se ha podido solucionar. Al menos es la cara
alegre de la tarde... La gente tiene problemas en todo el mundo, y gracias a
internet, algunos de estos problemas tienen solución. Hoy, cuando querían
hablar conmigo y decía que no podía porque estaba pensando en inglés para
hablar con Maurice, me han echado en cara que doy más importancia a internet
que a las personas, sin darse cuenta de que a través de internet estaba solucionando
un problema con una persona, y grave. Al final, internet es una buena
herramienta, pues quien me iba a decir a mí que desde Perú iba a estar
arreglando cosas en Madagascar...
Vamos a
misa y allí trato de poner en claro mi día, o mejor dicho, mis días. Ayer
estuve en Granada y por la tarde en la reunión con Diógenes para que los
franceses dejen de estar desesperados por no hacer nada. Hoy lo mismo, por la
mañana con ellos buscándoles tarea en Pedro Castro y por la tarde con el
colegio de Amado... y una vez más, mis cosas las dejo sin hacer... El lunes me
voy a Granada y tengo que preparar tantas cosas que dudo que me de tiempo.
Mañana sábado será el último día que tengo para comprar los materiales y las
herramientas, así como algunos balones, caramelos y juguetes más, pues con lo
que me llevé no tengo para la semana. También tengo que ir a por el material
escolar que tengo encargado... Ya veremos si tengo tiempo.
Cuando
salgo de misa, hasta Márllury me nota que no estoy bien. Yo no sé, pero tengo
que aprender a disimular mejor mis estados de ánimo porque alguna amiga en
España me nota cuando estoy bien o mal incluso por la escritura. Márllury tenía
razón, aunque yo le decía que no... estoy un poco agobiado por la situación. Mi
misión requiere una dedicación al 100% y no tengo tiempo, además de venir por
muy pocos meses esta vez. Y además de esto tengo que estar solucionando los
problemas de los demás. Cuando uno hace estos esfuerzos, con un poco de
comprensión se sentiría mejor, sin embargo, no me comprenden y me exigen más de
lo que puedo dar... y si esto sigue así, no sé en qué puede acabar la cosa.
Me voy a
cenar y a dormir, que mañana es otro día... Mañana tengo “pollada” benéfica,
que es una comida a base de pollo frito para recaudar fondos para un fin
social. Compré tres tickets, pero creo que voy a usar solo uno. Será un momento
de descanso en una mañana bien agitada... ya te contaré qué tal.
Y así se
acaba el 5, esperando al 6. Espero que te haya gustado... Hasta mañana!!
Hola Martín, felicidades por tan buena acogida, ya veo que dónde sembrastes has recogido y eso es de agradecer.
ResponderEliminarHa pasado un año y nosotros desde aquí también observamos algunos cambios significativos. Me sorprende que los niños estén tan uniformados, el año pasado la impresión era bastante distinta.
La moto vamos no hay color ajajjajaj, oye que es un avance muy importante, que la del año pasado te salió la mar de buena pero era para verla eh. que la "perfecta" te dé para hacer buenas rutas y llegues lo más pronto posible a tus destinos.
Estás en 20.000 sitios, pensamientos y acciones; quizás por que tengas menos tiempo que el año pasado, por querer abarcar más de lo que puedes, por organizar las tareas a otros, por ...., tranquilo sé que lo harás lo mejor que puedas y "EL BOSS" te echará un CABLE muy grande.
Te mando muchos ánimos y mucha fuerza.
Un abrazo enorme.
F.C.