Después de
esto, y de publicar una entrada en honor a ella, nos hemos preparado Remy y yo
para ir a cargar sacos de arroz para llevarlos a la prisión. Los cargamos en un
fórmula 1, a juzgar por las apariencias. Lo mejor no es su aspecto, sino su
feroz respuesta en carretera. Toma las curvas a dos ruedas, literalmente.
En el techo,
sobre el retrovisor, lleva una inscripción de una cita bíblica escrita en
malgache, con lo que no tenía ni idea de qué decía. Por la noche, en casa,
viendo la cita del Evangelio de San Juan, hemos deducido que significa: “Jesucristo
es el camino, la verdad y la vida”. Buena cita para llevar en el bólido.
Cinco velocidades, servo-frenos con ABS, Aire acondicionado, navegador y ordenador de "a bordo". Una máquina... |
A medio
interminable camino, en una cuesta arriba, tenemos que apearnos del coche si
queremos continuar el camino, porque dijo que ya no quería andar más. Fue
necesario que pasase por el “pit stop” para continuar.
Nosotros subimos la cuesta a patita y llegamos a la prisión de Antanimora. Allí nos esperan los guardias, prestos a darnos la mano y decirnos “Bonjor”, o “Manao ahoana” si lo dicen en malgache. Lo malo es que bonjour lo dicen por la mañana, por la tarde y por la noche, algo que me sorprendió hasta que Remy me contó que lo hacen así porque así lo aprendieron un día en la escuela y se extendió a todo el país.
Como las balas el mecánico... |
Nosotros subimos la cuesta a patita y llegamos a la prisión de Antanimora. Allí nos esperan los guardias, prestos a darnos la mano y decirnos “Bonjor”, o “Manao ahoana” si lo dicen en malgache. Lo malo es que bonjour lo dicen por la mañana, por la tarde y por la noche, algo que me sorprendió hasta que Remy me contó que lo hacen así porque así lo aprendieron un día en la escuela y se extendió a todo el país.
En la cárcel conocemos a los niños, y el trabajo que mis
amigos llevan haciendo desde hace algunos años. La verdad es que es admirable
la labor de Hèléne y David, así como la de Remy y Karima, con estos niños que
tanto lo necesitan.
Empezamos en la cárcel a ver todas las instalaciones, si es
que se pueden llamar así. En cuanto entro a los cuartos de baño y los
dormitorios, me entra un agobio por dentro difícil de explicar. Creo que jamás
me entraron tantas ganas de renegar de mi condición de humano, por la parte de
culpa que me toca al permitir esta injusticia como hombre que soy. Es más fácil
mostrar unas fotografías de las condiciones que a diario tienen estos niños que
explicar con palabras el hedor, la tristeza de las celdas, la suciedad, las
ratas, las caras de esos niños... Sin embargo no publicaré esas fotos para no herir vuestra sensibilidad.
Si pudiera cambiarlo todo de un plumazo lo haría, pero no
puedo ni siquiera cambiar la vida de uno solo de estos pequeños. Eso le hace a
uno sentirse impotente ante tal injusticia que se ve por aquí. Una cosa es que
alguien pague un delito con la pérdida de la libertad y otra bien distinta es
que esa pérdida de libertad implique también una pérdida de la dignidad. No sé
cómo puede salir rehabilitado de aquí ningún chico. Si no fuera por el cariño
de estas personas que colaboran haciendo su vida un poco distinta, no sé qué
sería de ellos. Afortunadamente aquí hay un equipo, entre el que me encuentro,
que está dispuesto a dejarse la piel para que estos niños recuperen algo de su
dignidad perdida.
Cocinando |
También debo inventar un sistema para aumentar la presión y
el caudal del agua, ya que ahora mismo sólo hay agua en un grifo y sale un hilo
tan fino que llenar una botella puede ser tarea desesperante. Todos los chicos
hacinados en un rincón se cocinan su propia comida en fueguecitos individuales,
junto al mismo canal por el que discurre todo tipo de desechos orgánicos e
inorgánicos. Esta tarde he estado pensando un sistema y mañana se lo explicaré
al constructor, para ver su viabilidad, ya que aquí los materiales y la
tecnología distan mucho de los europeos. Se hará lo que se pueda, aunque en cualquier
caso, creo que la alternativa es viable. Mañana, si el constructor me dice que
puede hacerlo, os lo explico.
Cuando acaba
la visita a los pobres chicos de Antanimora, vamos corriendo a comer, ya que
hemos quedado con David y Hèléne en un sitio bastante lejos. Tenemos que tomar
dos autobuses que me recuerdan mucho a las combis peruanas. Son furgonetas de
nueve plazas en las que caben más de veinte personas. No me preguntéis cómo,
pero caben... Al fin llegamos al restaurante, junto a la embajada americana en
Madagascar. No podemos sacar fotos delante de la embajada, no podemos andar por
la acera de la embajada, no podemos mirar a la embajada.... pero, ¿qué podemos
hacer delante de la embajada?...
No tenia mala pinta el restaurante |
Terminada la
comida nos vamos rápido porque hemos quedado con la directora del Centro de
acogida de los chicos huérfanos, expresidiarios o ingresados aquí para
protegerles de otros peligros peores en la calle. Cuando llegamos me presentan
a la directora. A simple vista no parece muy habladora. Quiere hablar conmigo,
pero ni ella sabe español o inglés ni yo sé francés ni malgache. Vamos, que la
comunicación que tenemos se limita a un estrechar de manos.
Pasando de
ella de largo, me dirijo a ver a los chicos, el verdadero motivo de nuestra
visita. Parecen más felices que los de antes, aunque con algunas reservas...
Están en un régimen de semi-libertad, ya que no tienen las puertas cerradas,
pero sí guardias que les impiden salir. Algunos tienen una especie de tercer
grado penitenciario y salen por las tardes, otros permanecen siempre.
Remy me
enseña las instalaciones, que aunque algo mejores que las de Antanimora, son
también muy precarias. El olor es el mismo en los cuartos de baño, y las duchas
y letrinas están como para comer del suelo (espero que hayas captado mi
ironía).
Vemos rápido
un plan de acción, y mientras mis compañeros están de charlas y reuniones con
los responsables del centro, yo me siento a pensar el plan de abastecimiento de
agua de Antanimora. Creo que no tiene fallas, aunque está mal que yo lo diga...
el caso es que cuando acabo, me pongo a jugar con los chicos, los cuales lo
agradecen sobremanera. Pronuncian mi nombre a voces porque para ellos soy la
atracción del día. Están más acostumbrados a Remy y Karima, así que me pongo
con ellos a usar mi francés improvisado que no va más allá de “cómo te llamas,
cuántos años tienes, yo me llamo Martín...”. Eso sí, los saludos malgaches a
todo momento.
Ellos son de
dar la mano. Siempre que me cruzo con uno le tengo que dar la mano aunque se la
haya dado ya siete veces antes. Me buscan para jugar al fútbol, para jugar al
baloncesto, así que juego con ellos y les propongo juegos que ellos nunca habían
visto. Uno es muy sencillo, pero ha causado furor. Consiste en ver quien es
capaz de encestar la bola en la canasta desde el centro del campo. Parece una
tontería, pero nos ha llevado más de una hora, hasta que hemos cambiado la
distancia hasta la del tiro de triples. Media hora después, la tuve que volver
a cambiar a la línea de tiros libres.... y finalmente tuve que coger a uno en
los hombros y ponerle junto al aro para que encestara.... ¡por Dios, qué malos
son jugando al baloncesto!... Al fin y al cabo da igual, pues de lo que se
trataba era de pasar un buen rato, y vaya si lo hemos pasado.
Otra cosa
que ha causado furor es grabarlos en video con el móvil. Es una tontería para
nosotros, pero unos niños que ni se conocen porque no tienen espejos, disfrutan
como locos viéndose en la pequeña pantalla. Parece que no se creyeran que son
ellos mismos.
La cocina |
Nos vamos
del centro y tenemos que andar durante más de media hora hasta llegar al primer
autobús. Cuando lo tomamos, les digo a mis amigos que quiero ir a comprar a un
supermercado. Quiero leche, desinfectante de manos (que aquí es indispensable),
maiz, atún, etc... vamos, las cosas básicas del buen europeo.
Llegamos a
un supermercado francés que tiene productos europeos, así que hacemos el
acopio. Es increíble ver lo que cuestan unos simples bombones de esos dorados
que todos conocemos. Viendo el precio parece que lo que se vende es oro de
verdad.... sin embargo, al cambio no es tanto. Por supuesto, no los compré.
Salimos
bolsas en mano y nos dirigimos a otro autobús que nos llevará a un mercado
donde poder comprar tomates y cebollas. Karima nos invita a unas brochetas de
cebú. Ya sabía yo que tendría que comer algún bicho raro por aquí. El caso es
que están buenos.
Llegamos a
casa y nos disponemos a hacer la cena. Lo primero es una ducha, ya que el día
ha sido largo y de mucho calor. Cuando acabo de ducharme, ya tienen hecha la
cena. Qué curioso..... ¡pasta!... Me da a mí que el récord seguirá
aumentando... y de segundo, ensalada de tomate con atún y maiz. Eso es receta
mía, aunque lo han hecho ellos.
Toda la
tarde venía pensando en las recomendaciones que Remy me da acerca de cómo se
pagan aquí los delitos de robo: robar una gallina equivale a seis meses de
prisión, matar un cebú equivale a cinco años, robar una chirimoya equivale a
seis meses, etc. Menos mal que no está en mis planes robar una gallina ni matar
un cebú... y si me como una chirimoya pediré la factura como comprobante...
Esto es
todo. La noche acaba con una charla con David acerca de las condiciones de un
barrio de aquí llamado Bidonville. Casi mejor os reto a que veáis la sección de
fotos de Google cuando pongáis ese nombre. Aunque parezca mentira, esto aquí
existe.
Por la noche
tengo una charla privada con mi amigo Remy, y poco después nos vamos a la
cama... cada uno a la suya, claro. Me quedo un rato más para poder compartir mi
día con vosotros, porque de momento no he tenido ni un minuto libre en todo el
día. Mañana Dios dirá.
Hasta mañana!!
cuanta injusticia por el mundo, pero tu con tu trabajo conseguiras q sea menor. Nosotras desde aqui te ayudaremos en todo lo q necesites. Solo nos lo tienes q pedir (aunq sabemos q te cuesta pedir) . Ya nos lo dijo nuestro Padre " pedid y se os dara". ¡Mucho animo y un beso!.Las primas pantaloneras.
ResponderEliminarPrimera toma de contacto, quién dijo que fuera fácil?
ResponderEliminarLas expectativas son todas, por hacer queda todo, la voluntad es total, las ganas te impulsan a idear cosas nuevas y a superar barreras porque los medios con los que se cuentan no son muy numerosos; aún así seguiréis adelante y se superarán.
Dentro de unos meses nos enseñarás el antes y el después; la recompensa merecerá la pena y todos aprenderemos algo de tu experiencia.
Buen día.