Como ya os conté ayer, el proyecto de la cárcel (a falta
de algún detalle) está acabado, así que hoy es un buen día para empezar el
proyecto del centro de reeducación. Al menos ha sido un día más divertido, ya
que he visto la calle.
A las 6:15
ya es costumbre ir a misa en malgache, y después vamos a desayunar. Hoy hemos
ido Karima y yo porque Remy no está en casa. A la vuelta hemos desayunado y
rápidamente henos salido Karima, David y yo para el centro de reeducación,
donde tengo que tomar medidas de todo para hacer los planos del proyecto.
Ya en el
centro he cogido una cinta métrica que tenían allí, pero casi mejor habría sido
medir a palmos, porque es un desastre. Mañana tengo que comprar una
urgentemente, ya que no se puede trabajar sin medios.
Antes de
empezar a medir he dibujado todo el centro, y cuando David me iba a ayuda con
la cinta me contó algo acerca de un movimiento francés que él conoce. Quería
saber si yo lo conozco, y la conversación más o menos literal es esta:
David: Conoces
un movimiento francés llamado....
Martín: Si?
David: Llamado...
uhm...
Martín: ¿...?
David: Como llamas a los
“beeee”. (Gesto de cuernos con los dedos).
Martín: ¿Cabra?
David: No,
nooo... (y hace un gesto señalando la ropa que lleva)
Martín: (Pensando
en la lana).... Ah!... Oveja!!
David: Noo...
oveja no!!... Más pequeño...
Martín: Más
pequeño?.... ovejita?
David: Nooo!!...
¿cómo se llama el hijo de la oveja?
Martín: Cordero.
David: Eso!!...
Cordero. Conoces el movimiento del Cordero?...
Martín: Ah!...
No.
David: Bueno,
pues nada...
Y acto
seguido comenzamos a medir el Centro. Terminada la medición nos damos cuenta de
que se trata casi de un cuadrado perfecto, de 100 x 102 metros. Dentro están
repartidas todas las edificaciones, barracones, aseos, comedor, cocina, etc. Mi
trabajo consistirá en hacer un plano general del Centro y luego planos de
detalle de cada una de las construcciones que contiene.
Hemos estado
un buen rato, y mientras dibujaba aquello, todos los niños querían una foto,
así que he echado varias. Me comentan que las fotos de los chicos del Centro de
reeducación las puedo publicar, ya que estos niños no están en calidad de
presos, y como tienen una calidad de vida mejor, no será problemático que se
publiquen.
Los chicos
están contentos con las vsitas. No las reciben habitualmente, así que para
ellos es todo un regalo que alguien quiera compartir su tiempo con ellos. David
les ha llevado un juego simple, pero les ha hecho mucha ilusión. Se trata de
una tabla de madera con tres agujeros. Está decorada con motivos africanos y el
juego consiste en tirar piedras para meterlas en los agujeros. Dependiendo del
agujero se obtienen más o menos puntos. Me acuerdo de cuando era pequeño, en
épocas menos tecnológicas, cuando jugábamos con piedras, palos y cosas que
encontrábamos por las calles. Éramos felices sin la Play Satation...
Posando para el peregrino |
Haciendo el desayuno |
Con la sonrisa siempre en la boca |
Ya me gustaría ver aquí al Llongueras |
Mon petit ami |
En plena faena de lavandería |
Sin comentarios |
Estos chicos
son felces con cualquier cosa, porque el que no tienen nada valora mucho más
las pequeñas cosas. Siempre la cabeza se me va al pensamiento europeo, y si a
un chico europeo le regalamos por su cumpleaños un juego así corremos el riesgo
de que nos parta la tabla en la cabeza. ¡Cómo cambian los tiempos!... o mejor
dicho: las personas. Ya en Europa sabemos que el materialismo nos está matando,
pero no somos conscientes de ello porque vivimos inmersos en él. Cuando uno
sale y ve la realidad que existe en la mayor parte del mundo, ve las cosas de
otra manera.
Hay que preparar la comida |
Bien,
prosigo... Unas medidas aquí, unos dibujos allá y nos tenemos que ir porque
David tiene que recoger a Sarah en el colegio y vamos tarde. Nos montamos en el
coche y vamos en su busca. El tráfico está imposible y piensa que llegará
tarde, pero al final llegamos a tiempo. La recogemos y vamos de vuelta a casa a
comer.
Hoy tenemos
para comer la ensalada de lechuga que compramos ayer, con tomate y cebolla...
una delicia. Es mi primera ensalada de lechuga aquí. Pensaba que no existía en
la isla, pero ayer la vi en el expositor del Shoprice y me lancé a por ella
como si fuera la última lechuga de mi vida. También había arroz y un queso muy
bueno. Después de comer, ellos se van y yo me acuesto un rato. Creo que hoy ya
me he recuperado del todo y a partir de ahora estaré más fresco que una
lechuga, jeje...
Tres pillines |
A eso de las
cinco y media me levanto y deambulo un rato hasta que vamos a echar un vistazo
al hotel de cinco estrellas en el que viviremos próximamente. Está limpio y la
cosa cambia. Lo acaban de pintar y tiene un pestazo a pintura que no te menees,
así que abrimos todas las ventanas para que se ventile...
Después vamos a casa y yo me
voy a la preciosa capilla de los salesianos. Tengo previsto estar más o menos
una hora... Abro la biblia por donde pillo y leo 1 Co, 14. “El criterio del
beneficio común”.
Mi interpretación
va encaminada por el sentido de hacer las cosas no para uno mismo, sino en
beneficio de los demás. El símil propuesto: hablar en lenguas. No se refiere
Pablo a lenguas en el sentido de idiomas, aunque reflexiono sobre ello y me
acabo por dar cuenta de que estoy inmerso en una cultura en la que me pasa lo
que cuenta el apóstol. La gente habla, pero yo no la entiendo... ni a los
franceses ni a los malgaches. Es cierto que todos me ayudan con las
traducciones, y que David se preocupa de hablar en inglés, pero me gustaría
participar con ellos en las oraciones de la mañana o contarles mis experiencias
con todo lujo de detalle. Tengo que limitarme a contarles lo básico, aunque por
fortuna, leen el blog traducido al francés y pueden saber qué pienso y qué hago.
Sin embargo, siempre tengo a mi
disposición a alguien con quien conversar “a moco tendido”. En la capilla de
los Salesianos me siento muy bien, y hoy conversaba con el Señor y le daba
gracias por esta experiencia. Le decía que lo que para Pablo es hablar en
lenguas lo entendía porque a mí me pasaba algo igual aquí.
Una frase me gusta sobremanera:
“Si los instrumentos musicales, como la flauta o el arpa, no tuvieran
timbres diferentes, no podrían distinguirse unos de otros”. Y es verdad...
Aquí todos somos distintos, pero nos compenetramos bien. Todos tenemos
distintas funciones: unos animan, otros hacen planos, otros animan y traducen y
otros llevan las riendas... y todos juntos formamos un buen equipo. Un equipo
al servicio de Dios a través de los pobres.
Si mi solidaridad fuera una
simple solidaridad, sería un buen sentimiento y nada más. Sería una buena
acción. Pero nuestra solidaridad va más allá, porque no hacemos las cosas por
nosotros, ni siquiera por la gente de aquí, sino que las hacemos por el Señor,
que es nuestro referente. Visto así, la cosa cambia. Ya no es simple
solidaridad, sino aplicación directa del Evangelio. Ya no es una buena acción,
sino un sentimiento de amor a Dios a través del hermano necesitado.
En el nombre del Señor y para
el beneficio común suyo, nuestro y el de estos pobres chicos, hacemos este
trabajo con la mayor alegría del mundo (diarreas aparte).
Pues bien. Después de estar
habllando con el Señor de esto, entra en la capilla un señor. ¡Es blanco!.
Tiene una barba blanca también, para colmo... se sienta a mi lado y saca su
brreviario. Me da a mí que pronto vendrán más porque son las siete de la tarde.
Efectivamente, en menos de un minuto llegan otros siete u ocho salesianos más,
todos malgaches. Ellos empiezan a rezar Vísperas y de pronto uno, que no sabe
que no entiendo nada de francés, me da un breviario abierto por la página del
día.
Lo voy siguiendo a trompicones,
pero finalmente no solo sigo atento la lectura, sino que incluso entiendo lo
que dicen. Me acuerdo de la barrera idiomática y de cómo para el Señor no
existen estas barreras, y me quedo contento porque he rezado Vísperas en
francés (menos mal que no era malgache) con la comunidad salesiana.
Al final del rezo, todos vienen
a saludarme, a preguntarme quien soy, de dónde vengo, qué blanco soy, etc... y
como no entiendo nada de lo que dicen les digo: “Je ne parle françois”.... pero
el amigo Paolo que me conoce ya, les transmite mis palabras. Después de esto,
cada mochuelo a su olivo. (mañana me preguntarán los franceses: ¿qué quiere
decir mochuelo?... y a ver cómo se lo explico).
Cenamos un poco, la ensalada
del mediodía y cosas muy buenas: un paté exquisito, el queso que está muy bueno
y un jamón de pollo también bastante bueno. De momento me estoy salvando de la
gastronomía que veía en fotos antes de venir... ya veremos por cuánto tiempo.
Después de la cena jugamos de nuevo al “Uno”, y la verdad es que es un juego
que te pone de los nervios, aunque ya le he cogido el punto y no pierdo... pero
tampoco gano.
Programamos el día de mañana.
Iremos a misa de 6:00 (los sábados es más temprano), después iremos a comprar
un metro y una cinta métrica decentes y nos iremos al Centro otra vez. Allí
Karima y Remy harán animaciones para los chicos, con música, bailes, etc. Yo
trabajaré en la medición de todo aquello, aunque no creo que lo termine en todo
el día porque aquello es muy grande.
Y colorín colorado, este cuento
se ha acabado... por hoy. La buena noticia es que no solo estoy descansado,
sino que las diarreas son parte del pasado (si bien lo serán también del
futuro), así que mañana espero estar a pleno rendimiento.
Antes de despedirme quería dejaros unas fotos de lo que yo llamo "turismo rural". Quienes me siguieron en Perú saben qué es, pero lo repito. Se trata de conocer un país viendo, no lo que quieren que veas, sino lo que se cuece en el día a día de las calles, en los suburbios, en la normalidad de las gentes. Ahí es donde se ve cómo es un país de verdad. Si uno va a Roma solo ve lo que está programado para que se vea, aunque la verdadera Roma está en las calles antiguas y en las costumbres de su población. Aquí pasa lo mismo, y os dejo un pequeño detalle de cómo es aquí la vida.
Un saludo y hasta mañana.
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