Esta mañana
me costó levantarme. Anoche me acosté muy tarde escribiendo el capítulo II, y
como nos levantamos a las 5:45 de la mañana, después de varios días así el
cuerpo se resiente. En cualquier caso he pensado que si me quedaba más tiempo
en la cama iba a levantarme muy tarde, y como uno no está viajando a Madagascar
todos los días, me he levantado sin pensarlo.
Hemos hecho
la oración de la mañana con las lecturas del día y me sentí bien al comprender
que los días son para el hombre y no el hombre para los días. Eso es lo que
dice Jesús por medio del evangelista Marcos, y es cierto. Da igual sábado que
miércoles, lo importante es que, una vez más, como decía Chus Villarroel, el
hombre tiende a sacralizar las cosas con tal de vivir menos tranquilo y menos
libre. Con lo fácil que es dejarse llevar por el ejemplo de ese galileo al que
un día le dio por cambiar el mundo, casi nada... y con el mundo me cambió a mí
también, y hoy me encuentro en el hemisferio donde cuando quitas el tapón del
fregadero el agua se escurre en el sentido opuesto al que estoy acostumbrado.
Los caminos del Señor...
Como sardinas en lata |
Rápidamente
hemos salido Remy y yo a coger el “autobús” y hemos perdido el primero, pero
aquí no pasa nada. En menos de 30 segundos ya estábamos montados en otro. Un
pie en la espalda de uno, el otro en la cabeza de otro y nos plantamos en dos
asientos de los de delante. Aquí el desodorante no se estila, y si sacas la
cabeza por la ventana para evitar olores corporales extraños corres el riesgo
de morir asfixiado por el humo de los coches mezclado con los olores de la
calle (acordaos de ver las fotos de Bidonville). Decido sacar la cabeza por un
momento y meterla dentro por otro, y así vamos haciendo tiempo. Lo malo es que
el transporte hasta la cárcel dura hora y media.
Cuando
salimos de la tortura del viaje pasamos por una cuesta que nos lleva hasta la
cárcel. Allí nos espera una montaña de basura enorme a la izquierda y un regato
de orines de las celdas a la derecha hasta arriba, con lo que me acuerdo de lo
bien que estaba en el autobús.
En la recepción |
Dentro de la
cárcel nos espera el constructor que ha acabado unos trabajos de ampliación del
centro. Allí están las autoridades carcelarias, los miembros de la ONG
francesa, los constructores, Remy y yo. Me sentía extraño cuando cada cual daba
su discurso, como si estuvieran inaugurando un rascacielos en Chicago, y Remy
haciéndome la traducción simultánea. Querían saber mi opinión acerca del
trabajo, y la verdad es que, después de inspeccionarlo, he dado mi visto bueno
por lo bien ejecutadas que estaban las obras. Es curioso ver cómo aquí los
constructores no roban a sus clientes, cosa que hacía mucho que no veía.
Acabada la
visita y, tras el aplauso correspondiente de los cuatro gatos presentes,
pasamos al interior del centro a visitar a los chavales, pero antes tenemos que
discutir con el constructor acerca de las obras que hay que hacer.
Empezamos
por la acometida de agua limpia, la cual entra por un único punto y con
poquísima presión. Esto hace que los más de cien chicos tengan un único punto
de agua casi sin agua para todos. Le propongo una solución que pensé ayer y la
idea le parece bien. Ante mi pregunta, con segundas, de si sabe hacerlo, me
responde que sí, pero con cara de pocos amigos, como pensando que él podría
hacer la fontanería al mismo infierno si se lo propusiera.
La solución
pasa por quitar el actual depósito de 1000 litros que está a menos de un metro
del suelo, enterrarlo en la entrada de agua como foso de captación de agua, de
modo que cuando se llene suba el agua con una bomba eléctrica a un tanque nuevo
que hay que instalar a cuatro metros de altura sobre una estructura metálica.
Solo así conseguiremos presión y caudal para abastecer a todos los aseos y a la
cocina, y también a las duchas, aunque no tengo muy claro que estas vayan a
funcionar a pleno rendimiento nunca.
Pasamos a la
solución del saneamiento, para lo que le propongo un sistema que evitará que se
atasque con las piedras, hierros, etc, que los niños echan en las letrinas,
aparte de otras cosas más biolóicas. La solución es tan sencilla como poner una
arqueta de paso entre la letrina y la fosa, de modo que los productos sólidos
paren en ella y puedan limpiarse periódicamente. A veces las soluciones más
sencillas resuelven los problemas más complicados, ya que la actual fosa está
averiada porque tiene más productos no biológicos que biológicos. Ahora habrá
que ver que se limpie la arqueta periódicamente...
En cuanto a
la evacuación de aguas grises, es decir, las de la ducha y lavabos, las vamos a
conducir directas a la acequia, ya que así no irán a la fosa y durará más
tiempo. En cualquier caso irían a la acequia, ya que la fosa verterá en ella,
pero cuando no hay red de desagües no se puede hacer otra cosa. La intención es
que esa acequia contenga solo aguas grises y no aguas grises en las que floten
otras cosas... ya me entendéis.
Llegamos a
un acuerdo, aunque es difícil, ya que el constructor habla malgache, aunque su
hijo sabe inglés porque estuvo dos años trabajando con una empresa americana.
Yo me comunico con el chico en inglés, él se lo explica al padre en malgache.
Remy me traduce las palabras técnicas que no sabe en inglés, y a él las que no
sé yo... con una chica allí presente, y responsable del centro, hablamos en
francés... total, que al final es una conversación de dos personas en la que
intervienen cuatro parlantes.... un caos. Pero finalmente nos entendemos
bien... o eso creo.
Terminada la
internacional conversación, vamos a ver a los chicos. Ya me conocen de ayer, y
se acuerdan de mí. Vienen todos a darme la mano con un saludo extraño marca de
la casa, que consiste en darse un golpe puño contra puño y luego llevarse el
puño al pecho.
Una vez
saludados todos, quieren que les eche fotos en posturas de todo tipo, así que
me pongo manos a la obra y fotografío a todos los niños. Por razones obvias no
puedo publicar estas fotos, ya que son presos, por muy niños que sean. Os
aseguro que algunas son de lo más gracioso que he visto.
Después de
la sesión de fotos al natural, uno me coge mis gafas de sol y se las pone, y
cuando se me ocurre echarle otra foto con las gafas, me doy cuenta del error:
ahora todos quieren otra foto con las gafas de sol.
Terminada la
segunda ronda de fotos, me quito la gorra y, sigilosamente, la meto en la mochila,
no sea que a alguno se le ocurra querer echarse otra foto con la gorra y
tengamos que hacer un tercer pase de modelos.
Acto seguido
nos reunimos todos para charlar, enseñarles algunos juegos y saludos extraños y
después me dice Remy que el educador de los chicos tienen una sorpresa para mí.
Cuando me dan la sorpresa se me ponen los pelos de punta, pues se trata de una
canción africana preciosa. En un momento me parecía estar en la sabana africana
entre tigres y leones. Los chicos cantaban al unísono una canción ensayada a la
perfección. Cada cual hacía una voz, de modo que el producto musical es
perfecto, y la grabé en vídeo, pero es una pena no poder reproducirlo, aunque
intentaré sacar el audio para ponerlo. Vais a flipar...
Después de
esto nos vamos a comer Remy, Karima y yo a un restaurante. Allí nos espera
David, y nos sentamos a la mesa. Como no, a la hora de pedir, como no sé qué
estoy pidiendo, he pedido pasta... esto es el colmo!. Estaba buenísima, eso sí,
y con pollo. Karima pidió lo mismo y el resto una hamburguesa, que por si no lo
sabéis, no viene de EE. UU, sino de Alemania (Hamburgo). El caso es que hasta
en Madagascar hay hamburguesas.
Terminamos
de comer y la comida de cuatro personas no llega, al cambio, a los diez euros.
Vamos, que la comida en los restaurantes sale casi más barata que comer en
casa. Lo bueno de estos sitios es que para un extranjero todo es baratísimo,
por ejemplo, un trayecto en autobús de hora y media cuesta 600 Ariarys, es
decir, veinte céntimos de euro... ¿No es ridículo?
Nos vamos
David y yo en la moto all ministerio, donde él tiene una entrevista con el
ministro de asuntos internos, casi ná... Lo malo es que el ministro no anda ni
presentándose, así que tenemos que irnos. Le han dicho que volvería en una
hora, así que me dice que vamos a hacer turismo mientras tanto, y nos subimos a
lo alto de la montaña donde viven los ricos de Antananarivo, y donde están los
miradores que miran a los cuatro puntos de la rosa de los vientos... vamos, que
la montaña está en el centro.
Vemos
iglesias protestantes, iglesias católicas, miradores y calles con coches que
nada tienen que ver con los que circulan por las calles de los mercados, y
cuando llega la hora de la entrevista, volvemos. Nuestro gozo en un pozo, pues
el ministro sigue sin aparecer y ya no volverá, así que nos vamos.
Pasamos por
unas calles abarrotadas de gente donde se celebra el mercado, como en muchos
sitios, pero de una manera tan brutal que el rastro de Madrid es, como se suele
decir, una “cagá de mosca”.
Ya en casa,
llegamos al menos tres horas antes que Remy, el cual tiene la llave de la
habitación, así que no puedo entrar ni a ducharme, ni a escribir, ni a nada de
nada, así que David aprovecha para enseñarme el centro de los Salesianos de Don
Bosco, el cual es precioso. Tienen todo tipo de animales, incluso avestruces.
Como nota cómica os diré que un avestruz, sin saber cómo, se saló del recinto
donde estaban encerrados, así que nos pusimos manos a la obra para intentar que
volviera dentro. Por más que lo pensábamos no dábamos con la forma de la cual
habría salido de allí, hasta que, investigando a fondo, nos dimos cuenta de lo
obvio: por la puerta.
Resulta que
la puerta estaba abierta, y nosotros buscando la rendija por todos lados... No
sabíamos si los avestruces son peligrosas. En la tele he visto que atacan a la
gente si les tocas las narices, y para meterla dentro del redil había que
tocárselas bien. Uno por un lado, otro por el otro, la vamos conduciendo hasta
la puerta, y cuando llega, ni corta ni perezosa, entra sin rechistar. Ha sido
el trabajo más fácil de mi vida, y menos mal, porque si veis las patas de un
avestruz os aseguro de que en nada se diferencian de las de un
“Velociraptor”... solo de pensar que nos aporreara con semejantes espolones, se
me helaba la sangre...
Menudo el pájaro |
Dejando al
enorme pájaro (o lo que sea) de lado, me sigue enseñando la finca, y es
preciosa, hasta que tenemos que dejar de verla porque hay una señora que nos
ofrece su piso para alquilarlo Remy, Karima y yo. Ahora vivimos con David y
Hèléne en su casa, pero nos mudamos pronto. Esta tarde vimos David y yo una
casita muy maja, aunque en un barrio que parece una fabela. La casa es de
ensueño, pero no penséis que es una mansión ni nada por el estilo, sino que se
trata de una casa viejísima de muchos colores, sin muebles y con un baño con un
ventanuco sin puerta. Es pobrísima, pero muy acogedora. Me encanta, y así se lo
hago ver a David. Habrá que ver lo que piensa el resto. Más tarde vamos a ver
otras tres casas. La primera es mejor no describirla, pues podría haber sido el
plató de rodaje de “el exorcista”. La segunda es demasiado lujosa para
nosotros, y la tercera tiene tres piezas separadas, comedor-dormitorio, baño y
cocina. Vamos, que para ir al baño o a la cocina hay que atravesar el patio por
donde pasa la comunidad entera. Imagínate por las mañanas para ir a ... ya
sabes. Y por las noches a lavarte los dientes. Creo que la primera opción es la
mejor.
La cocina de la colorida casa colonial |
Ya en casa,
cenamos y los franceses y yo y les doy a probar el producto estrella español:
el jamón ibérico que mi madre me había preparado. El caso es que, como la
comida aquí no es como la de Perú, no he tenido que prepararme ningún
bocadillo. Me preguntan por el jamón, por los cerdos y porqué sé esas cosas, y
les digo que lo sé porque soy extremeño, y Extremadura es la cuna del jamón
(entre otras muchas cosas), por mucho que otros se piensen lo contrario... y
quien piense lo contrario, que venga a Madagascar a decírmelo.
Les gusta, y
a mí la cena de patatas revueltas con cebolla. Y después me quedo un rato con
Karima, ella leyendo y yo escribiendo, mientras los demás están reunidos en la
habitación donde dormimos... ¡y yo no he hecho la cama!...
Bueno, la
vida del peregrino es así.... y aquí acaba el día. Entre unas cosas y otras se
ha pasado volando, y mañana Dios dirá, que para eso es quien manda. Me remito
al principio, al cartel en malgache que nos recordaba que Jesucristo es el
camino, la verdad y la vida... con esto me despido. Sabias palabras del amigo
Marcos, que sabía lo que decía. Piénsalo, y si es posible, síguelo...
Hasta
mañana!
Pues cómo no voy a comentar hoy tu día, también te tenemos que animar desde España.
ResponderEliminarSabes lo que echamos hoy de menos, un poco de ese calor que tienes ahí; vaya frío que tenemos por estas tierras y por algunas zonas extremeñas hasta ha caído algún copo sin apenas cuajar.
Ya se observa el hotelazo en el puede que moréis, bueno algún arregloncillo rápido y seguro que le podéis lavar un poco la cara, ya nos contarás.
En este viaje estás más tecnológico, nos informas día a día de lo que acontece y además con reportaje gráfico, qué más podemos pedir?
Queda el listón bien alto, aupa Extremadura con sus productos.
Que vaya todo bien, seguimos informando.
Hasta ahora tengo suerte porque vivo en una casa con Wi-Fi... dentro de unos días cambiará la cosa y no sé si podré conectarme a diario. En cualquier caso seguiré publicando si Dios quiere.
ResponderEliminarGracias por tus palabras, y Viva Extremadura!