Otra vez tarde... otra vez a las
7:00. Qué rabia me da, todos los días igual. Me pierdo el rezo con la familia,
me pierdo la misa malgache, aunque descanso un poco más... Hoy no tendré ese
problema porque me he propuesto escribir después de la cena, así que para eso
de las 22:00 creo que habré terminado.
Bueno,
os cuento. Había quedado con Fy, el constuctor, en vernos esta mañana a las
9:00. Vendría a buscarme para ir juntos al Centro y luego me dejaría de vuelta.
Esta
mañana me he sentido bien porque me acordaba del camino hacia el Centro, a
pesar de que he ido pocas veces y las pocas que he ido no he prestado atención
al camino. He guiado a Fy y hemos llegado... este camino ya me lo sé. Todavía
me falta aprenderme el de la prisión. No son fáciles, sobre todo el de la
prisión.
Esta
mañana me advirtió Hèléne que debía cumplir el protocolo del centro, que
consiste en que nadie puede entrar sin antes ser presentado a los responsables
y formadores, así que de camino advertí a Fy de esto. Hablamos en inglés, y le
comentaba que, como yo no sé malgache, él debía auto-presentarse a todos,
decirles qué venimos a hacer, de parte de quien venimos y si podemos echar un
vistazo a las instalaciones.
Tras
pasar por todos, vamos directos al grano. Estas costumbres son un poco
extrañas. No acabo de entender cómo uno puede pasar dentro con la mochila sin
que nadie la examine, con los peligros que podría entrañar que alguien
estuviera metiendo en el centro drogas, alcohol, cuchillos o vete tú a saber
qué cosas... Si bien es cierto que estos chicos no están tan vigilados como los
de la cárcel, también lo es que en la cárcel ocurre exactamente lo mismo, y ahí
podría ser más peligroso. Sin embargo, otras cosas como echar fotos o pasar sin
presentarse a todos, puede ser hasta ofensivo. Si lo que yo digo, el mundo al
revés...
Bueno,
una vez presentado Fy, nos ponemos manos a la obra. Vemos primero los cuartos
de baño de los dormitorios, en condiciones lamentables. Pasamos a ver la fosa
séptica que habrá que hacer para estos baños. Después vamos a los baños
comunitarios y tomamos las medidas pertinentes. Le explico lo que debemos
hacer, que no es otra cosa que reformar los cuatro baños antiguos y hacer otros
cuatro nuevos. Con las duchas exactamente igual. Una fosa séptica para estos
baños comunitarios y pasamos a la cocina, que está en pésimas condiciones. Y
después de explicarle todo, le dejo tomando las medidas que puede tomar él solo
y yo me centro en los niños.
En fila de "a dos" |
Hoy
quería experimentar si era capaz de gobernar a estos pequeños salvajes, y qué
mejor forma de comprobarlo que sacar a la luz una flamante bolsa de caramelos
bien gordos y ricos... En unos segundos no había un niño que no estuviera a mi
alrededor. Sin embargo, con señas, les he dicho que, o forman una línea de dos
o no hay caramelos... No hacen caso, así que los caramelos van directos a la
mochila de nuevo, y de repente: magia!!.... una fila de a dos perfecta.
Reparto
un caramelo por barba, y siempre hay algún pillo que vuelve a la cola, pero no
sabe que hoy vengo dispuesto a controlar todo al máximo, y como no quieren irse
de la cola, recojo los caramelos para que sean los niños que aún no los han
recibido los que se ocupen de evacuar a estos espabilados... ¡¡y vaya si surte
efecto!!...
Tras
el éxito de la operación, me pongo a echar fotos. Es entonces cuando tengo el
mismo problema: todos quieren salir.
Poses para todos los gustos |
Ellos solo quieren salir en la foto. No les importa no tenerla, pero quieren salir a toda costa. |
Este chico me cae especialmente bien. Es muy bueno y muy simpático |
Foto desde la distancia |
Lo
malo no es esto, sino que una vez disparada la foto tengo que enseñársela, y
siempre que hago una foto ya los hay que esperan posando para la siguiente, así
que llegado un momento les digo que no hay más fotos, y que sólo fotografiaré a
quien se ponga a veinte metros de mí, que para eso tengo un “zoom x26” de “El
Zamorano”. También les digo sin parar que las fotos las vemos “aprés”, es
decir, después. Si quieren, bien, y si no, también. Terminan por respetar mis
normas, pero de vez en cuando se las salta, especialmente en lo referente a los
caramelos. Les hago saber que si le doy un caramelo a uno estoy perdido, porque
es como la llamada de Tarzán a los animales en la selva... vendrían de todas
partes por tierra y aire...
Qué serios se ponen los más mayores cuando los retratan |
Unos juegan al baloncesto |
Los mayores juegan a cosas de mayores |
Los pequeños a cosas de pequeños |
Y a los más pequeños les encanta hacer tonterías |
A otros les toca hacer labores comunitarias, como la comida |
Cuando
Fy termina sus mediciones, nos montamos en el coche y me lleva de vuelta a
casa. Unas compras en el súper y a comer, que es la hora. Hoy estamos solos
Karima y yo, y se ofrece a hacer la comida: pasta.
El traductor y la escribiente |
Por
la tarde trabajamos todos en casa. Yo sigo haciendo el plan de actuación del
Centro y Remy y Karima se ponen con las labores de traducción, y así hasta la
cena: pasta.
Después
de la cena, lo que os conté, me pongo a escribir y por un día son las 22:00 y
¡he acabado!. Hoy me acostaré al menos una hora y media antes, así que mañana
espero levantarme más fresco que una lechuga, si Dios quiere.
No
puedo despedirme sin comentaros que hoy es San Juan Bosco, y entre sus frases
más célebres hay una que me gusta mucho, especialmente porque la estoy viviendo
aquí, en mis carnes... dice así:
“No
hay jóvenes malos, hay jóvenes que no saben que pueden ser buenos y alguien
tiene que decírselo”. (Don Bosco).
Os recomiendo leer su biografía o ver la película de su vida. Os enganchará... |
Y me parece
una gran verdad, al menos yo lo veo aquí. Estos niños están en una prisión o en
un centro de reeducación, lo que nosotros llamamos reformatorio. Es cierto que
si están aquí es por haber hecho algo malo, pero también lo es que sus
circunstancias no son las nuestras. Su vida es muy diferente a la nuestra y
sufren las consecuencias de vivir una vida desordenada. Lo que sí puedo
aseguraros es que estos chicos no son malos, y eso se nota nada más mirarlos a
los ojos. Son desgraciados, sí, pero no malos. Necesitan ayuda, compañía y
sentir que alguien los quiere, y cuando alguien hace algo, por mínimo que sea,
como darles un caramelo, sus ojos te lo dicen todo.
Me
gustaría no tener que estar aquí, pero no porque no quiera, sino porque estos
centros no existieran, porque estos niños tuvieran las mismas oportunidades que
otros en países más avanzados, con otra cultura, otra educación...
Lo
que sí tengo claro es que estoy viviendo una aventura misionera de las más
bonitas de mi vida, echándole una mano a Don Bosco y a esta gente de Grandir
Dignemet, pues “la mies es mucha y los trabajadores pocos” Lc. 10.
Como
indica el nombre de Grandir Dignemet (creciendo en dignidad), es necesario que
estos chicos tengan un crecimiento digno y que sientan que alguien, aunque sea
del hemisferio opuesto, está dispuesto a ayudarles, a darles ese cariño que en
sus familias o en sus calles no encuentran. Eso es bonito...
Bueno,
no me enrollo más porque al final me da la hora de siempre. Me despido de
vosotros deseándoos un feliz viernes. Que Dios os bendiga y que tengáis presente
a este peregrino en vuestra oración.
Hasta
mañana!
Buenas noches Peregrino, transcurre la semana imparable y todavía con varios proyectos que realizar.
ResponderEliminarMejoras adecuadamente como dirían en el colegio,nos estás acostumbrando a leerte casi todos los días (aunque tú nos escribes todos); nos ilustras con cantidad de fotos que nos acercan a esa realidad tan cercana que tienes ahí aunque nosotros la percibimos lejos.
En fin qué más se puede pedir, un libro en toda regla; este año tiene bastante más capítulos que el del año pasado, te propongo publicarlo: "Misiones 2013 (Madagascar-Peru)-Vivencias"
Bueno el título seguro que se te ocurre algo mejor, pero no te quepa duda que se compraría. Muchas veces preferimos saber cosas que pasan a los que tenemos cerca, se hace todo más creíble.
Hoy me quedo con el comentario que haces respecto a los chicos del centro. Muchas veces es tan de agradecer que nos escuchen, saber que pueden contar contigo, que no se sientan solos...... y eso también se percibe en nuestro día a día con los que nos rodean.
Propongo que cada uno hagamos nuestra especial misión en nuestro entorno, aunque sea unos minutos al día dedicarlos a los demás; creo que como no lo practicamos a menudo desconocemos sus maravillosos efectos secundarios. Animo!!!!!!
Saludos a todos los malgaches