Siendo esta la segunda semana de
mi estancia aquí, lo ideal habría sido estar ya trabajando en la construcción
del invernadero. Sin embargo, aquí seguimos, esperando a que los bancos de
España y de Kenia se pongan de acuerdo para que nosotros podamos comprar el
material y comenzar el trabajo. Suele ocurrir que, para que los de abajo
podamos mover un dedo, los de arriba tienen que llevarse una buena tajada. La
transferencia es de 620.000 Ksh, lo que vienen a ser unos 5.500,00 €, pero
nuestro banco se queda con casi veinticuatro euros por la transferencia,
mientras que el de Kenia, ni corto ni perezoso, araña ochenta euros más. Vamos,
que más de cien euros de este montante solidario van para pagar las cuotas del
sistema bancario que, bien es cierto, y también hay que decirlo, posibilita que
podamos trabajar aquí sin tener que venir con diez mil euros en el bolsillo.
Poca grasa tiene esto... |
El lunes fui al mercado y compré algo para comer, sobre todo verdura, puesto que no soy
capaz de encontrar ninguna carnicería ni ningún otro sitio en el que vendan
algo que no sean patatas, tomates, naranjas o aguacates. Después de la compra,
fui a St. Mary´s para saludar a los niños, que estaban esperándome. Les llevé
chupa-chups, como de costumbre, y ellos más contentos no podían estar. Me llama
mucho la atención una niña que, no sé por qué, se alegra más que los demás de
verme por ahí, tanto que casi se tira de la silla de ruedas cada vez que me ve.
Siempre me llama y solo quiere abrazarme, reír y tocarme. Ya el año pasado
percibí que esta misma niña actuaba igual, pero quizás este año me he fijado
más. Os muestro una foto de ella.
De entre todos, ella es la que más se alegra siempre de verme |
Terminada la visita, salimos Robert y yo a Matoo para comprar algo de comer. De camino vamos a visitar a Francisca, la sobrina de Robert, la cual estudia en un colegio privado que los franciscanos han abierto entre Mbiuni y Matoo. Cuando llegamos al colegio, tenemos que hablar antes con el director porque llevan muy a rajatabla el tema de las visitas, las cuales tienen que ser concertadas de antemano.
Resulta que la escolarización en
Kenia es gratuita para los estudios de primaria, pero la secundaria ya no lo
es, motivo por el cual la mayoría de la gente, pobres como son, solo tiene
estudios primarios. Hablando con el director del colegio, resulta que, al
cambio, la escolarización de un año completo, incluyendo enseñanza, materiales,
manutención y alojamiento, viene a rondar los 500,00 €. Sí, has leído bien,
quinientos euros, que es lo que muchos de nosotros nos gastamos un fin de
semana que salimos en familia a algún lugar de recreo. Y aquí, un niño puede
cursar los estudios de secundaria con esa cantidad por espacio de un año
completo. No deja de sorprenderme lo injusta que es la vida: mientras unos no
sabemos ni donde gastar el dinero, a otros no le alcanza ni para que sus hijos
estudien. Pero ha querido Dios, con su providencia siempre en guardia, llevarme
a este sitio que, por otra parte, es franciscano, como no podía ser de otra
manera. Y nada más saber la situación del país y lo que cuesta que un niño
pueda estudiar un año, se me ha encendido una luz para ver de qué manera, en el
futuro, podemos llevar a cabo un proyecto de actuación para que muchos
españoles apadrinen los estudios de secundaria de muchos niños de Kenia para
que, al menos, tengan la oportunidad de alcanzar un futuro mejor. Es triste que
el propio gobierno de Kenia no se dé cuenta de que son millones los niños que,
por no poder estudiar, andan por ahí buscándose la vida, malviviendo,
delinquiendo y dejando embarazadas a muchas chicas a edades de catorce años.
Que los niños estén escolarizados no solo es beneficioso para ellos, sino
también para el futuro de un país que no acaba de darse cuenta de que la
educación y las oportunidades de futuro son básicas para el desarrollo del
país. Me apena observar con mis ojos a muchos niños y jóvenes que andan por ahí
sin rumbo y sin nada que hacer y que, de haber tenido la oportunidad, quizás
podrían ser los descubridores de la vacuna contra el cáncer, por ejemplo.
¡Cuántos talentos desperdiciados hay en países como este, sencillamente, por no
tener la oportunidad!
Todo un avance: envasado |
Hacemos la compra, nos llevamos
con nosotros a Francisca y comemos en el mismo centro comercial, si es que se
le puede llamar así. Pollo frito con patatas, pues es lo único que conozco en
la carta y lo que más confianza me inspira. De regreso a casa, las cosas en St.
Mary´s siguen igual, esperando a que los bancos terminen de coordinarse y el de
la ONG le dé el dinero al del Centro de Rehabilitación. Entre tanto, me voy a
la cama pensando en todos esos chicos y chicas que andan por ahí sin saber qué
hacer, mientras que hay muchas personas en España que tampoco saben muy bien
qué hacer con su dinero. Ruego al Señor para que esos dos polos tan opuestos
puedan un día, al contrario que los bancos, coordinarse para que podamos entre
todos brindar a estos chicos un futuro mejor. Y pensando en futuros
apadrinamientos para los estudios de secundaria, me quedo dormido. Ha sido un
día largo…
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