(La conexión hoy es tan lenta que no puedo subir ni una triste foto)
Robert y yo fuimos a Tika a
comprar. Allí hay un supermercado con productos de todo tipo, casi al estilo de
los nuestros. Y, si bien los productos son muy
distintos, es posible encontrar lo que uno busca: latas de atún, pasta, tomate
frito (más bien pasta de tomate), galletas, café, cacao, etc. Es caro y diferente, pero al
menos puedo encontrar cosas más acordes a nuestra cultura europea.
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Mercadeando |
Después de hacer la compra, nos
dirigimos a un «restaurante» típico, de esos que te sirven la comida en cuencos
y es cocinada en hornos de fuego. No sabía por entonces que eso me costaría
caro, aunque sí que ese precio, tarde o temprano, lo terminaría
pagando. Me refiero a la higiene, tanto de la comida como de su procesado (más de su procesado). Y si
a esto unimos un agua de dudosa procedencia, tenemos el cóctel suficiente para
hacer que un pobre estómago europeo, acostumbrado a aguas purificadas y
alimentos manipulados en unas condiciones de higiene mínimas, se vea afectado. Y así
fue.
De ahí nos dirigimos a Mbiuni de nuevo para dejar la compra. Tan lejos
está (aunque son 30 kilómetros, no creas que se tardan 20-30 minutos, como
tardamos por nuestras autovías) y tanto tardamos en comprar, comer algo y
regresar, que el día entero se nos va en las compras. Ya en casa, dejamos todo
en la despensa. La compra ha sido hecha con cabeza, teniendo en cuenta que no
tenemos frigorífico. Un pollo y algo de carne serán para los primeros días, el
resto para después.
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Probando la mercancía |
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Aquí encuentras casi de todo |
Llega la hora de irse a la cama, de leer y escribir un
rato, pero no me encuentro muy bien. Tengo un malestar generalizado, con dolor
de cabeza, así que me tomo un paracetamol y a la cama.
A la mañana siguiente, la hermana Veneth Maria
me llama para que me acerque a la parroquia. Allí está el padre Binju, la
persona responsable del proyecto aquí y con quien he coordinado todo desde España, tanto
este año como el pasado, para llevar a buen término la construcción de los
invernaderos. Él fue la primera persona que conocí, pero nunca cara a cara, ya
que no hemos coincidido en el lugar. Cuando yo estaba en Mbiuni, él estaba de
viaje por razones de su congregación, y cuando yo me iba a España, él regresaba
a Mbiuni. Este año solo va a estar un día aquí, y precisamente tiene que ser el
día en que me pongo malo. La hermana me dijo que estaría en la parroquia solo
durante una hora, ya que tenía que salir de viaje, y le gustaría conocerme. Le
digo que me visto y salgo para allá, pero cuando me pongo los pantalones, me
entran un revoltijo que casi mejor no os lo explico… Una vez
desayunado y aseado, me pongo en camino, pero no recorrí ni cien metros antes de
decidir dar la vuelta y meterme de nuevo en la cama. El padre Binju tendrá que
esperar a otra ocasión.
Y así me pasé el viernes 12 entero, en la cama. Solo me
levanté a eso de las 14:00 horas para comer algo y volver a acostarme, momento
en el que vino a verme una monja que está viviendo en España y se encuentra
aquí por estos días de verano. Quería saludarme y hablar un rato en español,
así que se puso a mi lado mientras cocinaba y mientras comía, y todo esto al
tiempo que tenía un dolor de cabeza tal que, en un par de ocasiones, estuve
tentado de… en fin, que aguanté el tirón antes de tomar otro paracetamol y
regresar a la cama hasta la noche. Y como es viernes, la algunos de la comunidad
se reúnen junto a mi casa para beber, poner la música alta y bailar hasta altas
horas. Vamos, lo mejor para cuando uno está mareado y con color de cabeza.
Algunas mujeres quieren que me levante y baile con ellas, pero cuanto más les
trataba de explicar que no me encontraba bien, más insistían en que saliese a
bailar y a beber. This is Africa…
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