Y después
del lunes sacramental pasaron muchas cosas. Ya os dije que pasara lo que
pasara, no volvería a venirme abajo con el tema de la construcción de la
Iglesia de Granada, sin embargo...
Sin
embargo no fue así, si bien esa semana fue magnífica, ya que el señor Antonino
y su hija revolucionaron todo el pueblo. Incluso llegaron a matar una res para
invitar a comer y a cenar a todos los trabajadores que, voluntariamente,
quisieran cooperar.
Y mató la
res... y llegó la gente a trabajar. El martes conté 35 personas, el miércoles
40. No daba crédito a lo que mis ojos veían, pues por primera vez, de forma
sorprendente y como nota histórica en los trabajos de OFRA en Granada,
trabajaron adventistas y pentecostales, codo a codo con los católicos. Era una
experiencia única ver esto... las mujeres chancaban piedra mientras los hombres
subían piedras a la torre y seguían con el hormigonado de la zanja lateral que
se ha hecho para proteger la Iglesia del abundante agua que la ataca
constantemente.
Y así hasta el jueves, día en que regresé a Chacha. La obra avanzó más en estos dos días que en todo el tiempo que llevamos trabajando, y acabamos con la piedra, la arena y hasta el cemento. Tenía que ir a Chacha a comprar más cemento y arena y me fui contento, esperando que este ritmo continuara por mucho tiempo.
Las mujeres chancando y los hombres recogiendo |
Hormigonando la zanja |
Subiendo piedras a la torre |
Los avances se notan |
Hasta los niños chancan piedra |
Llegué el
martes siguiente. Los materiales estaban comprados, pero el camionero, que es
el más impresentable del mundo, quedó en subirlos el viernes pero no se
presentó. El material ya estaba pagado y esperando a ser retirado. Dijo que el
sábado lo llevaría, pero tampoco se presentó... y con lo difícil que es
encontrar aquí un camionero, no pude hacer más que esperar. El lunes hablé con
él y le dije que ya estaba bien, que necesitaba que subiera ya la carga, pues
hay mucha gente para trabajar y no hay material. Y tampoco se presentó...
Entonces
hablé con él más seriamente y le dije que si el martes a las 8:00 no estaba,
que se fuera al carajo... y me dijo que a a esa hora estaría en el almacén. Le
dí la última oportunidad, y llegó el martes. A la hora convenida no se
presentó, ni una, ni dos horas después... sino que llegó a las 11:00. Como
llegó, preferí callarme y esperar a la hora del pago para hacer lo mismo que
hizo él. Tenía que recoger el cemento en un sitio, el hierro corrugado y la
teja en otro. Finalmente debía ir a Tuesta a recoger los andamios.
Pero como
llegó tan tarde, no le dio tiempo a que cargaran los 200 sacos de cemento, así
que llegó la hora de comer y en el almacén pararon. Después de comer terminaron
y empezaron con la teja y el hierro, y después a por los andamios, con lo que
se acabó de cargar (todo a mano) de noche. Encima le arreó un golpe con el camión
a la puerta del almacén y se perdió tiempo en arreglarlo todo para llegar a un
acuerdo. En principio, la señora del almacén me pedía explicaciones a mí, y
finalmente la convencí de que el camionero era el responsable de sus actos, ya
que yo solo le había contratado para subir la mercancía. Yo estaba un poco
asustado porque la mercancía estaba pagada y en poder del camionero, y no
quería que me hicieran responsables de nada, así que le dije a ambos que
después de descargar se llegaría a un acuerdo, ya que la puerta la reventó
literalmente.
Como era
de noche, tuvo que dejar el viaje para el día siguiente, así que el material no
llegó hasta el miércoles por la tarde, con lo que casi se había perdido la
semana de trabajo en Granada.
Llegó el
material, pero la gente que estaba esperándolo se durmió en los laureles con la
excusa de que no había material y llevaban toda la semana sin trabajar, y eso
que les había dicho que había muchas cosas que hacer mientras llegaba, como
picar la Iglesia por dentro, chancar piedra, sacar los niveles del piso
interior y desalojar la Iglesia de bancos y muebles para el hormigonado del
piso. Sin embargo, ni siquiera habían abierto la puerta de la Iglesia.
Cuando
llegué me encontré con el panorama... desolador. Después de haber visto a mucha
gente trabajando y de notar el avance de la obra, otra vez se había parado. Me
acordé de las palabras de mi último capítulo, pero no podía ser fiel a lo que
prometí, así que convoqué una reunión el mismo miércoles por la noche. Al parecer, y según dicen los de allá, la mayoría
fue por el hecho de tener comida y cena a base de res, ya que es la única
oportunidad que tienen muchos de comer algo distinto... Pasamos el
anuncio de casa en casa, y también por los altavoces de la Municipalidad. A las
siete, después de la película de los niños, empezaría la reunión.
Se acabó
la película y ya eran las siete, pero ahí no se presentó nadie. Esperamos un
tiempo más que prudencial, hora y media... y finalmente solo se presentó a la
reunión parte del equipo de gobierno y dos señoras. No daba crédito, así que
directamente les informé de mi partida de Granada. Iría a Olleros, donde ya
saben que las cosas funcionan.
Al día
siguiente me iría. Me despedí de los asistentes y les dije que comunicaran al
pueblo mi gratitud por este tiempo compartido, pero también mi pena por no
haber sabido mantener, siquiera por los niños, al peregrino mangurrino. Se
quedaron muy tristes, pero entendieron que era lo más lógico.
Allí
estaba Fernando, testigo de este disparate de proyecto que ha intentado unir a
una gente que, vuelta la burra al trigo, de nuevo ha fallado. Él se quedaría en
Granada unos días más porque tenía que visitar Olleros y Quinjalca para su
proyecto, así que le dejé la moto y le dije a Horacio que me llevaba la suya,
así se la podría subir su hijo que subiría el sábado. Y así lo hice...
Tomé la
moto por la mañana y me fui a Granada. Para colmo de los colmos, quería llegar
a Chacha para almorzar, pero Horacio tuvo que llevar a una señora a Casha, así
que esperé. Después que vino, había otra señora con el mismo problema, así que
la llevó también. Cuando volvió a Granada se cayó de la moto y rompió la maneta
del freno delantero, así que estaba sin frenos, ya que el trasero hacía tiempo
que estaba roto.
Y así me
dejó, tarde y con una moto sin frenos, ni delante ni detrás. Yo no daba
crédito, pero me decía que él no se atrevía a llevarla a Chacha porque le daba
miedo viajar sin frenos, así que le dije que me la llevaba yo. Solo quería
irme, y sin frenos no podría parar y dar la vuelta...
Con
cuidado me fui a Chacha, sin correr mucho porque si lo hacía no podría parar.
Me daba pena Horacio, el único que hizo lo posible por que me quedara en
Granada, el único que trabajó personalmente con sus manos para mantenerme
contento... el único al que parecía importarle que me quedase. No podía dejar
su moto allá arriba sin frenos, pues tardaría poco en descalabrarse por estos
caminos de Dios.
Y me
planté en Chacha en poco tiempo. La bajada a Molinopampa no fue difícil, pues
con el freno motor se baja bien. Cuando me metí en carretera solo tuve que
tener cuidado con entrar en curva a la velocidad adecuada, y en un momento dado
ni me acordaba que no tenía frenos, pero no hubo complicaciones. Llegué bien,
pero cuando quise parar en el obispado no pude y me pasé de largo... claro, sin
frenos no podía... como no me acordaba, tuve que dar otra vuelta a la manzana y
parar al estilo antiguo.
Una
ducha, una comida de Juanita y yo pensaba que estaría mejor, pero no fue así.
Otro problema estaba por venir... este es aún más serio, pero te lo cuento en
el próximo capítulo, aunque la mayoría ya lo sabéis.
Hasta
otra!!
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