Y llegamos a Granada, todos en
caravana.... cura, carismáticos, padrinos, invitados y novio... y se celebró la
boda. Fue todo un éxito, bonita, humilde... peruana. Y como Fernando y yo con
la moto tardamos menos, llegamos antes... y los cambios en la obra casi me
hacen llorar...
Cuando
aparco la moto, me fijo en que nadie había trabajando porque estaban todos
limpiando el camino para nosotros. Sin embargo, dando un rodeo a la Iglesia se
me pusieron los pelos de punta: habían demolido y vuelto a levantar la torre
hasta la altura en la que la detuvimos, y bien hecha, habían hecho toda la
vereda (acerado) de la parte de arriba, para protegerla de las aguas, se había
hecho el techo de la sacristía completo, la pila bautismal estaba terminada, el
muro de apoyo auxiliar en el baptisterio para el refuerzo de un muro rajado
estaba a más de la mitad, el suelo de la sacristía estaba cementado, el suelo
de la parte superior del altar también, se había terminado el porche de entrada
lateral, incluso con los pilares de madera, los escaños para sentarse y el
suelo cementado... e incluso habían pintado de blanco el fondo del retablo que
se lució de cemento el año pasado. También se habían terminado todos los
contrafuertes de arriba y comenzado el que faltaba abajo... vamos, que no daba
crédito a lo que veían mis ojos. Al parecer, se había juntado todo el pueblo,
unido por primera vez, para que el mangurrino no se llevase una decepción
cuando viniese el Obispo, y así pueda volver.
Las escaleras que suben al altar terminadas y bien hechas |
La torre ha dejado de parecer un huayco |
El tejado de la sacristía está terminado |
La cuneta para protección del agua está casi terminada |
La pila bautismal está lista |
Los trabajadores descansan del duro trabajo |
Mientras tanto, el resto sigue acarreando piedra |
El aspecto general de la obra |
La entrada lateral terminada y con sus pilares de madera |
El suelo del altar cementado, igual que el de la sacristía y el baptisterio |
Lo
que más alegría me daba era la torre, tan bonita... pero en realidad, lo más
bonito de todo era la unión de los granadinos en un momento determinado para
conseguir un objetivo... ese día sería inolvidable, y todos estaban expectantes
de mí mientras entraba sala por sala viendo el trabajo y daba la vuelta a la Iglesia...
me notaron emocionado, justo diez minutos antes de la llegada del Obispo.
Doy
gracias a Dios por este gran regalo, en un día (además) tan especial como este.
Estaba feliz... más bien pletórico, y ellos más aún viendo mi cara y mi
satisfacción. Se habían unido el equipo de futbol, los policías, la
municipalidad al completo y la gente del pueblo, incluyendo mujeres y niños...
me imagino a todos trabajando estos días a marchas forzadas para darme esta
sorpresa. Y se lo tenían callado... Me comentó Horacio que incluso llegaron a
trabajar de noche. Y yo aún no comprendo (si no fuera por que sé que trabajaron
de noche) cómo les ha dado tiempo a hacer en dos días el trabajo de un mes...
Ellos
me decían orgullosos que habían hecho turnos, de dia y de noche. Las mujeres
chancando piedra, los hombres haciendo cemento y cementando... y los niños
atendiendo con la coca, el trago y la gaseosa... una gran familia granadina
que, una vez más, me ha vuelto a sorprender, pero esta vez positivamente. En
este gesto noté cómo me quieren... y me alegré tanto que casi me bebo solo una
botella de trago, aunque tenía que tener cuidado, pues era padrino de medio
pueblo.
Llegó
el Obispo y dio la oportuna vuelta de rigor a la Iglesia, y yo me hacía el
loco... ¿ve, señor Obispo, cuánto se ha avanzado?... y para mí pensaba: y en
dos días!!!.
Y
comenzó la fiesta...
Y
la fiesta comenzaba con la boda, así que había que ir a recoger a Enita, la
novia, y eso era trabajo del padrino. Me acerqué a su casa y me agarró del
brazo. Se la notaba contenta, como a Horacio, que ya estaba cambiado... en solo
cinco minutos.
Fuimos
hasta el altar y allí la dejé ante el sacerdote, quien procedió a casarlos, y
poco después, ya lo estaban. Fue bonito, emocionante... ellos querían hacer
esto desde hace años, pero su pobreza espiritual hacía que lo fuesen
posponiendo año tras año, y así casi veinte...
Y
después de las firmas de novios y padrinos, pasamos al siguiente acto: los
bautizos... siete en total. El resto se dejarán para el 24 de junio, ya que
muchos prefieren hacerlo en las fiestas de San Juan, donde sacan a San Pedro y
San Pablo en procesión por el pueblo.
Y
los bautizos se llevan a cabo en el nuevo baptisterio. No habíamos caído en la
cuenta de que no le habíamos puesto bombilla, así que rápidamente improvisamos
un cable y una bombilla, y hubo luz... Y terminados los bautismos, pasamos a
las primeras comuniones y confirmaciones. El tiempo apremiaba, pues íbamos muy
tarde por el tema del huayco, así que el Obispo esperaba pacientemente a que
terminásemos y después comenzó el grueso sacramental. Trece primeras comuniones
y diecisiete confirmaciones, que con los siete bautismos y el matrimonio hacen
un total de 38. Es un buen número teniendo en cuenta que aquí viven poco más de
100 personas.
Se
celebró la Eucaristía, amenizada por Jorge, Luisa y Gabi, los carismáticos, y
fue todo un éxito. Los chicos estaban contentos, y yo más... y el Obispo,
imagino, más aún que yo. Esto es un hecho histórico aquí, aunque no está bien
que yo lo diga.
Y
estoy tan contento, después de unos días malos, que hoy voy a retomar una
antigua costumbre...
Hoy
nos dice San Mateo lo siguiente:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos:
«Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás
a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los
que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que
hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo
también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de
extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed
perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.»
Pues bien, eso mismo me pasa a mí, si
bien mis hermanos granadinos no son mis enemigos, pero sí que es cierto que de
alguna manera sentí ese abandono por su parte, fruto de su pobreza espiritual.
Ahora, leyendo este pasaje, me doy cuenta de que estaba equivocado. Me he dado
cuenta de que contra la pobreza espiritual no se puede luchar, sino solo rezar
y confiar en que el Señor actúe, no yo...
Y es
que el Señor siempre tiene palabras de aliento, que ayudan a entender mejor las
cosas y las circunstancias de la vida. Si yo hiciese caso de las normas de la
Antigua Alianza, habría roto mi pacto de seguir apoyando a un pueblo que no
tiene ilusión por su propio desarrollo. Si hago caso, en cambio, a Jesús, tengo
que seguir luchando por este pobre pueblo. Si pretendo cambiar el mundo, me
desespero... si dejo que lo haga Él por mí, no... esa es la confianza. Si me
preocupo solo por los que se preocupan por mí, estoy perdido... entonces seré
un publicano más. Si saludo solo a mis hermanos, ¿qué hago de extraordinario?...
Si el Señor hace salir el sol sobre malos y buenos y manda la lluvia sobre
justos e injustos, ¿quién soy yo para rechazar a quien me rechaza?.
No soy perfecto, desde luego, pero
sí que aspiro a la perfección, y sé que puedo hacerlo con un modelo como Jesús.
Hacía
mucho que no comentaba nada del Evangelio, y muchos echaban sois los que me
escribísteis para recordármelo. Hoy me ha venido “al pelo”, y me alegro de que
os gusten mis reflexiones... os aseguro que no son mías, sino de Él... y por
eso le doy gracias.
En
fin, que terminadas las confirmaciones, el Obispo con los carismáticos salieron
rumbo a Chacha. Ya era de noche y había que confiar en que el huayco les dejase
pasar... y no les dejó. Cuando llegaron al derrumbe, había una combi con pasajeros
que se había quedado atascada, y ya no había pase, ni para unos ni para otros.
Tuvieron que abandonar la zona porque ahí es imposible pasar una sola noche, y
dejar la combi para sacarla al día siguiente.
El
Obispo y los carismáticos tuvieron que tomar otra ruta, por Jumbilla. Es muho
más larga, pero no había otras opciones. Y llegaron tardísimo a Chacha...
Nosotos,
por el contrario, pasábamos una buena velada al son de la música peruana,
regada con licores varios... licor de mauxan, anís (¿¡..anís..!?), licor de
sauco, vino... y cerveza, mucha cerveza. Y así hasta las cuatro de la mañana,
entre bailes y risas, alegres todos, ellos por la boda, yo por todos los
sacramentos y por el avance de la obra... había que disfrutar el momento
mientras duraba, pues sabía que en breve, el furor de estos días se
desvanecería... bien sé que, aunque la cosa haya mejorado, la pobreza
espiritual sigue latiendo en Granada... y habré de estar preparado para volver
a estar triste, aunque cuando llegue el momento me acordaré de las palabras de
Jesús y no volveré a mostraros mi descontento... lo prometo.
Un
abrazo y seguimos conectados...
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