El
problema que estaba por venir era más serio. Supondría la posibilidad de tirar
por tierra todo el trabajo de un año entero allá, en Almendralejo, con el
esfuerzo, trabajo y dinero de muchas personas que se implicaron, desde la
campaña de recogida de libros, ropa y calzado hasta el mercadillo solidario del
pantalón que tanto éxito tuvo y con el que se recaudó el dinero para enviar un
contenedor lleno de toda esta mercancía para la creación de tres bibliotecas
escolares en Granada, Pipus y Olleros.
Todo fue
bien, aunque costó mucho. Se consiguieron más de 10.000 libros infantiles y
juveniles en su mayoría, más de 3.000 pantalones vaqueros nuevos y muchísimas
cosas más, como material de laboratorio escolar para los colegios, mucha ropa
de todo tipo, fundamentalmente infantil, mantas, calzado y un largo etcétera.
Pues
bien, todo este trabajo puede acabar en manos indebidas, o mejor dicho, ya lo
está. La empresa que gestionó el envío me facilitó todo para que, con un único
documento, se pudiese retirar la mercancía en el puerto de Callao, en Lima. Sin
embargo, todas estas promesas se han desvanecido y ahora el puerto de Callao no
nos deja retirar la mercancía.
La
mercancía está retenida en el puerto. El envío se hizo precisamente a nombre de
la municipalidad provincial de Chachapoyas, pensando que por ser un organismo
estatal habría menos problemas. Además, al tratarse de un envío de ayuda
humanitaria, sin valor comercial y con el único objetivo de favorecer a las
comunidades más pobres de la región de Amazonas, y de las más pobres de Perú,
pensábamos que no habría tanta pega diplomática y burocrática... pero nos
equivocábamos. El olor del dinero es el mismo, se trate de negocio o de ayuda
al necesitado.
Hay
personas ávidas de dinero, mucha corrupción, materialismo, codicia y, sobre
todo, mucha insolidaridad. Ya me advirtieron de que en este tipo de envíos
suelen “desaparecer” bultos, pero lo que no me advirtieron es que, a veces,
desaparece el contenedor entero.
Claro
está, si queremos recuperar el contenedor hay que pagar la módica cifra de
13.000 $ americanos. Asi podremos retirar la carga sin problemas, pero claro,
con rapidez, porque la tasa diaria por almacenamiento del contenedor es de 100
$ más, con lo que el mes que llevamos de demora (llegó el 25 de mayo) ya nos
cuesta más de 3.000 $ más. Vamos, que entre el pago de las tasas y el
trasnporte a Chachapoyas, será más rentable dejarlo donde está y que se
aprovechen de él (legalmente, claro, por abandono) unos cuantos sabuesos que
están ya con el alicate en la mano para romper el precinto y repartirse el
botín... vamos, piratas del siglo XXI con traje y corbata.
Las
opciones de recuperar la carga son pocas, pero he agotado las pocas opciones
que tengo de recuperar la carga, por diversas vías. Por un lado he hablado con
el Obispo de Chachapoyas para que se ponga en contacto con la Conferencia
Episcopal peruana, la cual hará lo que pueda, es decir, nada...
Luego he
hablado también con Cáritas Perú, ya que al ser un organismo internacional
exento de impuestos aduaneros, quizás pueda cederles la carga a ellos para que
la retiren y solo tengamos que pagar el transporte. Pero les envié un correo
hace ya más de una semana y aún no tengo respuesta.
Después
he hablado con los jesuitas, gracias a un contacto de un amigo que vive en
Jaén, cerca de Chachapoyas. Espero noticias también de ellos...
Y
finalmente, he optado por ponerme en contacto con la embajada española en Lima,
a los que también les he explicado todos los detalles y les he enviado toda la
documentación. Pero tampoco han dicho ni “esta boca es mía...”.
Y con
estos cuatro contactos se me acabaron todas las opciones, bueno... todas no,
porque también he puesto al equipo de Santa Clara, a mis amigos del Centro
Juvenil y a otros tantos a trabajar con su oración por la solución de este
problema. Lo cierto es que me fio más de esta última opción que de todas las
otras juntas... Será lo que Dios quiera, cuando Dios quiera y como Dios quiera,
tal y como me recordaba una amiga hace días... y si hay que terminar aceptando
la pérdida definitiva del contenedor, con el consiguiente perjuicio (como
siempre) de los más pobres de Perú, habrá que tomarlo como una experiencia
más... y punto final.
Es triste
ver cómo un país como Perú, en vías de desarrollo, con muchísmas personas en
todo el mundo queriendo poner su grano de arena para ayudar a tantas familias
necesitadas, permite que este tipo de cosas pasen. Desde luego, OFRA no enviará
más contenedores con ayuda a Perú, y quizás a ningún otro sitio. No se puede ir
tirando el dinero a la basura como si tal cosa...
En lugar
de permitir la entrada de estas mercancías al país para ayudar a la gente,
ponen pegas burocráticas y piden dinero... y mientras tanto, otros contenedores
con otras cargas menos lícitas, pasan con tanta facilidad que cuesta creer que
no se haga nada desde la presidencia del gobierno. Aquí, como en la mayoría de
los sitios, se podría decir que “la pela es la pela”...
Por eso
no puedo más que pedir perdón a todos los que colaboraron por un año recogiendo
ropa, seleccionándola, doblándola y metiéndola en cajas... a los que me
ayudaron a recoger libros por todas partes, en Almendralejo, Cáceres, Mérida y
Badajoz, a los que pusieron su tiempo, su dinero... a los que prestaron
furgonetas, naves para almacenar todo. A los que donaron mercancía para la
creación de los laboratorios en los colegios, a los que ayudaron a montar los
mercadillos, a los que ayudaron con las gestiones municipales, a los que
limpiaron, vendieron y montaron y desmontaron todo... a los que oraron, a los
que estuvieron siempre ahí se les pidiese lo que se les pidiese... a todos...
perdón por la pérdida.
Sé bien
que Dios sabrá recompensar a cada uno de vosotros por vuestro esfuerzo. No ha
servido para nada aquí, pero sí que Él lo tendrá en cuenta, pues no está en nuestra
mano resolver la injusticia del hombre.
Lo que sí
está en mi mano es denunciar públicamente a unas autoridades, políticos y
burócratas que prefieren quedarse con unos libros que jamás leerán, pues las
personas cultas suelen tener escrúpulos, ya que recibieron una educación que
les hablaba de valores... entre ellos, la honestidad. Sin embargo, la
corrupción rebosa por doquier... y el dinero... ese preciado metal por el que
unos cuantos viven y dan sentido a su vida. Dios también tendrá en cuenta esto,
seguro...
Y luego
están los pobres desgraciados de siempre, los que sufren... los que, una vez
más, se quedan con la boca abierta cuando parecía que la cuchara llena estaba
dentro. Alguien se ocupó de quitársela... y Dios tampoco los dejará así. Estos pobres
sufren, y aquí tenemos la prueba de que sus desgracias no son desgracias
venidas del cielo... Estamos acostumbrados a decir que las desgracias siempre
les toca a los pobres, sin embargo, esta desgracia ha sido producto de la
codicia. Hay personas que dejarían morir incluso de hambre a otras personas con
tal de llevarse diez dólares al bolsillo, así que ¿cómo no van a quedarse con
unos cuantos libros?... quizás en el mercado negro puedan conseguir cincuenta o
sesenta mil soles por ellos... Demasiado atractivo para dejar pasar esta
oportunidad de requisar una mercancía tan preciada. Luego sigamos diciendo que los males del mundo vienen de Dios, que Él los permite... sigamos pensando que el hombre no tiene nada que ver...
Espero
que esta lección sirva a muchos para que, en futuras ocasiones, prescindan de
enviar mercancía humanitaria y usen el dinero que cuesta esa mercancía y el
transporte para comprar “in situ” la ayuda. Así se estará ayudando al pobre, no
al codicioso aduanero, político, policía y/o burócrata.
Esto pasa
en Perú, en Lima.... más concretamente en Callao.
Precisamente
mientras escribo estas letras, he recibido un correo de mi amigo Juan Manuel
Martín Moreno, jesuita. Él es el contacto que os contaba en Jaén, y me dice que
ha escrito a la Oficina de Desarrollo de la Compañía de Jesús, en Lima. Quizás
puedan hacer algo, o quizás no... pero, en cualquier caso, es la primera comunicación
que tengo y es la primera esperanza.
La otra
esperanza que tengo es mi hermana María, Sor María. Ella ya no vive aquí, en la
tierra, sino que habita con Dios. No dudo que hará cuanto sea posible para
poner cielo y tierra boca abajo para que este problema tenga solución... y
cuando la tenga, habrá hecho otra de las suyas, de las tantas que viene
haciendo...
Bien, y
con esta denuncia, paso a oto tema, porque este ya parece zanjado...
Estuve en
la inauguración de una nueva Iglesia en Chachapoyas, dedicada a la advocación
de San Agustín de Hipona. La nueva
Iglesia de San Agustín es pequeñita, franciscana... limpia, bien
blanquita, presidida por un Cristo precioso en actitud gloriosa, en actitud de
ascensión a los cielos... parece despedirse de sus discípulos antes de partir
hacia la casa del Padre. También hay una bonita imagen de la Vírgen María y
otras dos, de San Agustín y Santa Mónica, su madre.
El acto
fue simple, por eso fue más bonito. El barrio del Prado ya tiene Iglesia y
puede celebrar la Eucaristía sin desplazarse. Después hay una comida a la que
prefiero no ir, porque está bien lejos y había quedado para comer.
Después
de esto vino el cumpleaños del padre Humberto, director del Seminario. Me
inviitó a la comida, así como a todos los religiosos y religiosas de Chacha, y
ahí estaba yo, en medio de todos ellos. Curas, monjas, misioneros... y el
mangurrino. Me sentía afortunado por ello.
Y así
acaban las cosas que han pasado estos días, después de la fiesta sacramental.
Solo una cosa... Ayer fui a Levanto a acompañar a mi amiga Christelle porque
lleva un poco las riendas de una asociación llamada ALTA (Asociación Levantina
de Turismo y Artesanías). Eran las fiestas de Levanto, y había un concurso de
gastronomía típica levantina, así que fue a acompañar a sus pupilas y, de paso,
ayudarlas con las tareas de preparación de la presentación de los platos.
Allí nos
juntamos con otros dos franceses, así que la conversación giraba en torno al
francés, idioma que todavía no domino, sin embargo, entendía casi todo e
incluso pude participar de la conversación. Me sentía orgulloso por poder
comprender y expresarme... quién me iba a decir en enero que en junio hablaría
un nuevo idioma, y mejor que el portugués, que estoy estudiándolo... Viajando se
aprenden muchas cosas, aunque no solo idiomas... y se viven experiencias
distintas, bonitas... yo estoy viviendo una de las mejores ahora, y por eso doy
gracias a Dios. No todo son poblemas, aunque en Granada lo parezca...
Y el
jurado pasó por el stand de las chicas de ALTA, y por los demás, y
deliberaron... y ganaron, así que todos contentos. Eran 800 soles de premio, y
se lo llevaron estas pobres mujeres que están haciendo algo distinto, algo que
destaca en la vida normal de Levanto... unas mujeres emprendedoras, como su
guía. Ojalá sea el primero de muchos premios.
Mientras
preparaban todo, yo conocí a unos chavales que jugaban al fútbol en el campo
donde se celebraba el festejo. Hablé con ellos y les propuse jugar un partido
de fútbol. Por supuesto yo sería el portero, pues no me apetecía nada correr, y
más a casi tres kilómetos de altura sobre el nivel del mar. Comenzamos cuatro
chicos y yo, y no me metían ni un gol... pero eso cambiaría, pues a medida que
se iban sumando nuevos chavales, se acercaban más a menudo a la portería.
Hicimos dos equipos, y me metieron siete goles... Me acordaba de aquellas
palabras de Jesús, cuando decía: “Dejad que los niños se acerquen a
mí...”. Yo pensaba igual, especialmente con uno que me metió
tres golazos... “si se acerca a mí le doy un capón”,
pensaba...
Aún con
los siete goles en contra, ganamos por tres de diferencia... Yo no quería
tirarme al suelo, como hace Casillas, porque para una vez que lo hice, planté
la mano en una plasta de vaca... y era reciente. Y cómo sería el esfuerzo, que
incluso de portero, hoy tengo agujetas... No quiero ni pensar qué sería de mí
si hubiese jugado de delantero.
Terminado
el partido y el concurso, regresamos a Chacha, pero antes Christelle me enseñó
un terreno precioso donde quiere hacer un proyecto. Antes me había enseñado
otro donde quiere hacer la casa de cultura de Levanto... mente abierta e ideas
claras. Me gusta...
La verdad
es que el terreno que vimos antes de ir para Chacha era magrnífico. Las vistas
eran preciosas, en un día bonito, bien soleado. Nos sentamos a disfrutar de las
vistas... Solo de pensar en vivir ahí, a uno se le quitan las ganas de irse...
así que estuvimos ahí por casi dos horas... y como empezaba a caer la noche,
nos fuimos de nuevo a casa. ¡Qué frío hace en Levanto cuando empieza a caer la
noche!
Llegamos
a Chacha con el sabor de la victoria. Especialmente yo, pues venía ansioso por
saber el resultado del partido entre España e Italia. En Levanto no hay
cobertura y Fernando no pudo hablar conmigo en todo el día. El vió el partido
en casa de Lola, y sufrió como buen español futbolero, en los penaltys. Yo no
sufrí nada... solo cuando esperaba saber el resultado, pero por internet me
enteré: ¡¡ganó España!!... y si una victoria siempre sabe bien, contra Italia
sabe mejor. Nos veremos, pues, las caras con Brasil el próximo domingo, así que
la hermana Lola ya está avisada de que iremos a comer a su casa y ver el
partido. Ella es muy atenta y le gusta que vayamos, y que comamos comida
española. Acuérdate de la que nos comimos allí hace días...
Solo de
pensar en repetir se me hace la boca agua... y allí estaremos los españoles y
quien quiera para disfrutar de la victoria de España ante Brasi. Entre la
victoria y la tortilla de patatas, saldremos con buen sabor de boca. Y si
pierde España, la tortilla estará igual de buena.
Y así
acaba todo, hasta el día de hoy... con esto creo que estoy al día con todo.
Solo queda esperar al martes, día en que comprobaré si, efectivamente, las
nuevas promesas de la municipalidad de Granada se cumplen. Si se cumplen,
volveremos a trabajar codo con codo para levantar la Iglesia. Si no se cumplen,
creo que habré acabado mi periplo este año, al menos en Granada. Entonces
pasaré a Olleros para lo queda de año y para el próximo... pero eso os lo
contaré la semana que viene.
Antes de despedirme quiero felicitar al padre Catelly, pues después de más de diez años intentando conseguir la nacionalidad peruana. Pues bien, estos días nos ha dado la sorpresa, y es que al fin es peruano... El padre amado dijo cómicamente que más de cinco años han pasado intentando comprender qué quería Castelly, pues su español es difícilmente descifrable... todos nos reímos. Al final, después de más de sesenta años en Perú, Castelly es peruano, que es lo que importa.
Antes de despedirme quiero felicitar al padre Catelly, pues después de más de diez años intentando conseguir la nacionalidad peruana. Pues bien, estos días nos ha dado la sorpresa, y es que al fin es peruano... El padre amado dijo cómicamente que más de cinco años han pasado intentando comprender qué quería Castelly, pues su español es difícilmente descifrable... todos nos reímos. Al final, después de más de sesenta años en Perú, Castelly es peruano, que es lo que importa.
¡¡¡FELICIDADES, CASTELLY!!! |
Hasta
entonces, pues...