Este
título para el capítulo primero ya me resulta muy repetitivo y familiar. Para
la próxima misión tendré que ser más original. En cualquier caso, todo en la
vida comienza por el principio, y esta misión (como las otras) comienza por un
viaje, que es la primera aventura de todas, así que comienzo:
Tenía
ganas de venir, aunque la cosa se ha demorado bastante. Primero porque se metió
por medio la misión en Madagascar, y segundo por los problemas que hubo con el
envío del contenedor para la creación de las tres bibliotecas. Al final estoy
en Lima, que es lo que cuenta, si bien aún queda la peor parte del viaje: el
autobús.
Los que
ya sabéis cómo va esto conocéis cómo es el trayecto. Salgo mañana sábado a las
15:30 horas, y la llegada está prevista para las 14:30 del domingo. Nada más
llegar me dijeron que habían acortado el trayecto por algunas mejoras en las
carreteras, pero viendo que solo se ha ganado una hora, la verdad es que no es
como para echar cohetes. Bueno, menos da una piedra... una hora es una hora. Al
final serán 23 horas de viaje. Pasando este ahorro a términos matemáticos, diremos
que el tiempo de este trayecto se ha reducido en casi un 4,2% después de un
año.
Con el
contenedor enviado y los problemas resueltos, solo tuve que esperar a que el
precio del billete fuera algo más módico de los 1.900,00 € que me pedían por
viajar a primeros de semana. Al final, esperar unos pocos días ha supuesto un
ahorro del 50% en cuatro días. Esto sí que es un porcentaje y no el del
autobús.
Podríamos
hacer un capítulo a modo de prólogo, ya que antes del viaje hay muchas cosas
que hacer, muchos contratiempos que solucionar, equipajes, despedidas y
preparativos... y esto no forma parte del viaje. Como los días que pasé en
España entre las misiones de Madagascar y Perú han sido muy pocos, y el trabajo
mucho, casi prefiero olvidarlo. Quería despedirme de mi familia y casi no lo
hago, quería despedirme de mis amigos y casi no lo hago... y quería hacer otras
muchas cosas que sí que no he hecho. En fin, si Dios quiere tendré tiempo de
sobra en verano.
No hacía nada de tiempo que me estaban dando la bienvenida, y para ello alguien muy especial me hizo una tarta muy rica. Me acuerdo de la gracia que me hizo intentar descifrar el texto que tenía puesto, pero al final lo hice... y sin darme cuenta, tenía otra (mejor escrita pero más seca, jejeee) para despedirme.
Pone: "Bienvenido. Te quiero" |
Centrado
ya en la misión de Perú, me monté en el avión sin saber aún si había
confirmación de que el dinero para la ejecución de la Iglesia hubiera llegado.
Pero confiando en la providencia de Dios, me subí sabiendo que hay muchas más
cosas que hacer allí aparte de poner piedras, entre ellas las bibliotecas. Y
fiándose uno de Dios nunca está errado... tiempo al tiempo y lo verás si tienes
un poco de paciencia.
En fin,
que mi hermana y Jorge, convertidos en mis madrugadores chóferes madrugadores
que me llevan a Barajas, han sido una vez más los que han tenido que pegarse el
palizón de levantarse a las cinco y llevarme para luego volver ellos. Es una
buena forma de fastidiarles el día de San Marcos, pero al final me alegro de
que decidieran llevarme en lugar de dejarme ir el día anterior porque pude
despedirme al completo de todos los afines al convento, de unos después de
misa, de otros en la bonita celebración que se hizo con motivo de la
confirmación de mi amigo Andrés. Allí estaban todos, monjas, catequistas,
miembros del Centro Juvenil... y de todos me despedí hasta el verano.
Y ya en
casa, como le decía a una “amiguina”, me di cuenta de que había tenido tiempo
para todo y para todos, menos para mí, así que me puse a preparar las maletas,
cosa que ya debería haber hecho antes... es lo que tiene. Todo esto a cinco
horas de salir de viaje. Y con maletas preparadas y una mala noche, salimos
rumbo a Madrid, donde llegamos sin problemas. Ya conocemos “al dedillo” el
camino a la T4.
Ahí me esperaba el pajarraco... |
En
Barajas bien, aunque con pena por la partida. Mi único entretenimiento será la
“Muy Interesante”, amén de las películas... pero tampoco me hace mucha falta
porque, como me gusta tanto la soledad, me vendrá bien mirar por la ventana del
avión... y justo entonces, después de pasar los controles, me doy cuenta de que
mi tarjeta de embarque no tiene el asiento 14L que reservé, sino el 48D. Eso
quiere decir que me han metido en medio del berenjenal, quitándome mi única
ilusión: ver el mar mientras escucho a Enya.
Pero esto
no podía quedar así, así que me fui a la puerta de embarque a ver qué pasaba, y
tras unas negociaciones me dieron el 15L, eso sí, a regañadientes. También
tiene ventana, aunque luego me daría cuenta de que justo ahí tiene un pliegue
el avión que hace que la ventana esté más adelantada y se haga incómodo mirar
por ella, además de que si la mujer de adelante echa el asiento para atrás, me
fastidia el asunto... y la mujer se pasó el viaje echada hacia atrás. Lo que
más rabia me daba es que esa mujer que no me dejaba ver, además, ocupaba el
asiento que yo había reservado por internet.
Y en un momento dado, le digo adiós a la península Ibérica...
La línea portuguesa... se acabó la tierra y empieza el charco, ...diez horas para cruzarlo... |
Bueno,
era incómodo, pero se veía. Había elegido ese asiento porque la experiencia ya
me dice que es mejor viajar delante de las alas, porque tener una asiento de
ventanilla para hartarte de ver la superficie del ala es aún peor que tener un
asiento interior. Para la vuelta intentaré pillarlo de nuevo, pero eso ya os lo
contaré.
El viaje
bien, sin contratiempos, pero como ya sabéis, estar doce horas en la misma
posición no es muy relajante. En Air France, los Boeing 777 tienen sus propias
pantallas individuales donde uno elige qué película ver. Aquí, uno ve lo que le
ponen, le guste o no... La primera película fue “El Hobbit”, y me hubiera
gustado verla, pero tardaron tanto en proyectarla que me dormí profundamente y
me desperté justo para ver el final. La segunda película fue muy rara, no sé
cual era, pero muy fea para mi gusto... era como de unos payasos surrealistas
en un circo surrealista también, lleno de excentricidades. Seguro que alguno me
dice que es una obra maestra, pero yo no veo más que mamarrachos con nariz roja
y funambulistas como una cabra... Es el “momento Enya”. La tercera película es
una de esas “basada en hechos reales” de esas que tanto me gustan a mí
(irónico), pero la vi para ver si me sorprendía... y me sorprendí, pero no de
la película, sino de que la terminase de ver...
El "momento Enya" |
Y así
llegamos a Lima, donde mi amigo Manolo el taxista no está para esperarme porque
no ha recibido mi e-mail. Las tecnologías siguen sin ser el fuerte de muchos.
Menos mal que allí estaba la hermana de Carmen Rosa, con un cartel donde ponía
mi nombre. Me sorprendió porque no la esperaba, pues le había dicho que era
mejor que fuera al Hotel para darle las cosas que me había dado su hermana. En
el aeropuerto uno no sabe si esperará una hora o cinco. Aprovecho y me voy con
ella en taxi hasta el hotel.
Mi maleta
tardó muchísimo en salir por la cinta, y eso me hizo sospechar que había habido
algún problema. Yo ya iba dispuesto a que me la abrieran, pues sabía que lo que
llevaba dentro podría despertar sospechas muy fundadas. Por un lado iban unas
latas de aceite, colocadas en batería. Yo sabía que eso por el scanner podría
parecer cualquier cosa menos aceite, así que estaba dispuesto a que me las
hicieran abrir. Por otro lado, dentro de la maleta había algo que haría que los
perros se pusiesen como locos a ladrar, pero no porque hubiera drogas, sino
porque se iban a desmayar con el olor de algo que llevaba en una barra y que,
seguramente, no había olido nunca... Vamos, que os digo que a un perro le
enseño lo que llevaba y no le da tiempo a cogerlo, sino que se muere del
infarto antes solo de pensar en comérselo... jeje, y no doy más pistas. Solo
aprovecho para agradecer a la samaritana que pensó en mí y en mi alimentación
en Granada... a mí también se me saltarán las lágrimas cuando lo abra.
El caso
es que ni en Madrid le dieron importancia a las grandes latas que venían en la
maleta, ni tampoco en Perú. Me las pasaron por un escanner a la llegada, y
cuando miraba, resulta que el “técnico” que tenía que mirar la pantalla estaba
hablando con una persona y ni siquiera miró. Vamos, que podría haber pasado una
ametralladora en la maleta y habría pasado. Para ser justos diré que en Madrid
me pasó lo mismo con la de mano, pues nos quitan todo lo que llevamos puesto
para ponerlo en una bandeja que pasa por el escanner, pero luego, mientras
pasaban mis cosas, el otro “técnico” estaba con la mirada perdida pensando en
sus cosas... vamos, que con técnicos así, es para pensárselo dos veces....
tanto protocolo para que luego no miren una simple pantalla.
Mi primera cerveza caliente... |
Llegamos
a “Mundo Hotel”, y resulta que Manolo está malo en casa y no trabaja hoy. Está
con gripe... Cuando llego al hotel son las 8:00 más o menos, así que tengo el
cuerpo con el horario de las 3:00 de la madrugada española, y de ahí hasta que
me acuesto (para acostumbrarme cuanto antes) pasan otras tres horas, con lo que
caigo rendido cuando me duermo a las 11:00, que son las 6:00 españolas.
Cuando me
levanto el viernes son las 6:00, pero mi reloj de pulsera marca las 13:00
horas, y del susto que me doy salgo rebotado de la cama... creo que ha llegado
la hora de cambiarlo al horario local, y luego me vuelvo a acostar, pues no sé
qué hacer tan temprano. Y a eso de las 8:00 (hora local) me levanto para
desayunar. Café con leche y una porción de tarta de algo parecido a chocolate.
Es lo mejor que he visto de entre multitud de cosas de todo tipo.
En la
mañana tengo que dejar dos cosas resueltas, una el teléfono, la otra el
autobús. Me acerco a una y la hago, y la otra también. Y ahí acaban mis
quehaceres matinales hasta que llega Juanita, la hermana de Sor Carmen Rosa,
con la que me voy a (según dice ella) desayunar, con lo que será mi segundo
desayuno del día. Me lleva a un sitio especial donde hacen un buen chicharrón,
con una cosa cuyo nombre no recuerdo, pero que es como las láminas de berenjena
frita, aunque de color naranja y sabor dulce. Para ella es desayuno, pero para
mí ya es la comida, pues son las 12:30.
Llegados
al hotel, cambio mi habitación del “Gran Mundo Hotel” por una en el “Hotel
Mundo”, a secas. Es 30 soles más barato, aunque es un quinto sin ascensor, pero
es bueno el cambio... así cuando suba las escaleras me acordaré de que, aún
así, tengo donde dormir... Aquí no tengo sandalias serigrafiadas, el baño es
algo más sucio y pequeño, la tele es peor y más pequeña, y la ventana no da
para la calle, sino que es un ventanuco a un patio interior... y por eso...
¡¡soy tan feliz!!.
Ahora
estoy aprovechando que iba con Juanita a ver a mi Martincito de Porres, pero me
ha llamado para decirme que ha surgido un inconveniente y prefiero ir mañana
por la mañana, ya que al ir solo prefiero hacerlo de mañana. Y de ahí, a la
estación de GH Bus, si Dios quiere, para acometer el viaje a Chacha, donde ya
me esperan con los brazos abiertos mis amigos y amiguinos... pero eso será el
capítulo segundo de esta historia.
Hasta
entonces!!
Ya en tu nuevo destino, no paras eh...me alegro de que hayas llegado bien.
ResponderEliminarAnimo para esta nueva aventura en Perú de la que seguro nos aportarás tantas cosas buenas como en la anterior. Ahora juegas con ventaja, ya tienes conocidos allí, tienes una parte del camino andado y está está fenomenal.
Mucha mucha fuerza, no desfallezcas nunca y acuerdate de aferrarte a algo para no sentirte sólo, seguro que te cuidará.
Un besazo enorme y adelante...te seguiremos en tu blog.
Pues sí... finalmente llegué. Todo era cuestión de tiempo y de la ayuda de Dios.
ResponderEliminarLa verdad es que es distinto (muy distinto) viajar a un sitio donde ya eres conocido y te esperan. Lo peor siempre es abrir camino, y por suerte ya lo tengo abierto aquí y en Madagascar, pero ojo... no descarto abrir nuevas veredas... ya te informaré de mis proyectos venideros...
Gracias por tus ánimos!!... No desfallezco porque estoy aferrado a la mejor de todas las cosas: JESUS!!
Otro beso para tí, y espero seguir leyéndote yo a tí también.
Adios!!