En un día como hoy, uno no puede más que
sobrecogerse ante el acontecimiento que la Iglesia celebra. Hoy celebramos que
un día Dios decidió entregar a la humanidad el mayor y más grande regalo que
ésta pudiese imaginar. Celebramos la venida del Emmanuel.
De muchas formas habló Dios a los hombres, es
cierto, pero nadie pudo jamás imaginar la forma definitiva con la que Dios nos
hablaría de una vez por todas: con la Palabra hecha carne.
¿Qué mejor palabra que la Palabra misma?. ¿Y qué
mejor ejemplo para los hombres que el modo de enviárnosla?. ¿Cómo imaginar a
Dios venir así a nosotros?. Lo más lógico es pensar que Dios nos podría haber
mostrado un poco de su magnificencia. Un solo retazo de su grandeza habría
bastado (“dayenú” dirían los hebreos de la época) para acallar al mundo, a los
astros y al universo entero.
Sin embargo, lo más grandioso de su revelación al
mundo ha sido la forma escogida para hacerlo. Sería humano pensar que Dios
debería haber venido entre grandes pompas, en carros de fuego, con la corte
celestial, acompañado de ejércitos de ángeles que, al son de trompetas,
anunciasen al Mesías, el gran esperado.
Lejos de esto, el método elegido fue del todo
diferente. Prefirió un método que, todavía hoy, muchos no acaban de comprender:
prefirió la humildad.
Pero no se conformó con esto, sino que quiso
mostrarnos el concepto de la humildad extrema, una humildad jamás imaginada por
nadie, una humildad como máxima expresión del significado que esa palabra puede
expresar.
Para ello eligió una época, un lugar, unas personas
y un contexto de los más difíciles que existían. Dios pudo haber elegido una
época y una tierra como la nuestra para venir a formar parte de nuestra
naturaleza, y por mal que estuviera la cosa, siempre habría tenido una cama en
alguna casa de acogida. No habría dado a luz en un pesebre, sino en un buen
hospital con calefacción y con todos los cuidados que hoy disfrutamos. No
habría tenido que salir huyendo por miedo al asesinato de una criatura inocente
y estaría amparada por constituciones o declaraciones de derechos humanos.
Aquello sí que era una situación de crisis. Y ahí apareció Dios.
Es difícil para una persona ponerse en el lugar del
otro. Si fuésemos capaces de hacerlo, no juzgaríamos tanto al prójimo. Por eso
es difícil hacerse una idea de lo que tiene que ser para una embarazada viajar
en burro por la noche, dar a luz entre paja y animales, a la luz de un candil
(si acaso), entre gente a la que poco le importa tu situación porque ya tiene
bastante con la suya. Es difícil hacerse una idea de lo que supone sacar
adelante a un niño en esas condiciones nómadas, unas condiciones de huída para
salvar la vida del pequeño gran niño.
Más difícil aún es imaginar qué condiciones
higiénicas, de salud o humanitarias habrían que tenido que sortear esos
fantásticos padres que dieron todo por su hijo y nuestro Dios. ¡¡Eso sí que son
padres coraje!!
Solo de pensar en los peligros de un parto de la
época uno se imagina los sufrimientos que no se ahorró la madre de Dios. Viendo
cómo sorteaban todos los obstáculos que aparecían en su camino, uno no puede
venirse abajo ante cualquier adversidad de la vida. Dios mismo no se valió de
su poder para ello... Ni siquiera María se vio privada de las calamidades de la
vida, de su día a día, de su lucha por la vida y por la de su hijo.
Y qué decir del fin de los días de Jesús, y de cómo
lo debió vivir su madre... ¿No es ese un gran ejemplo para la humanidad
entera?.
Hoy celebramos el nacimiento de Jesús de Nazaret,
ese pequeño niño que sería el personaje más importante de la humanidad entera
por los siglos de los siglos. Ese niño que luego se convirtió en hombre de paz,
de amor, de vida ejemplar. Ese hombre que nos enseñó a hablar con Dios, que nos
dejó su vida como ejemplo. Un hombre que se desprendió de la vida de la forma
más horrible imaginada por amor a nosotros.
Pues bien, tal día como hoy celebramos su
cumpleaños. Hoy cumple 2012 años... qué más da si es algún año más o menos...
Lo importante es que más de dos milenios después de su nacimiento sigue siendo
el único referente válido para una humanidad perdida.
Jesús es amor, paz, historia, vida, ejemplo y
humildad... y nosotros tenemos la mayor suerte del mundo por haberle conocido.
Con los mejores deseos, y con una mayor alegría por
sentirme hijo de este Dios hecho hombre, te deseo FELIZ NAVIDAD 2012.
Pax et Bonum!!
25 de diciembre de 2012
Fantástico, Martín. Gran reflexión para vivir estas fechas, recordando a Jesús, el Niño de Belén.
ResponderEliminarFeliz Navidad!!!!!!!! Que tu Amor por él sea siempre motivo de alegría, generosidad,entrega, cariño para todos los que te queremos, un besazo fuertote,mi niño.
ResponderEliminarGracias por hacernos participe como siempre de tus vivencias.FELIZ NAVIDAD.
ResponderEliminarFeliz Navidad (Feliz cumpleaños de Jesús)
ResponderEliminarNavidad para mi es: el amor de Dios "locamente enamorado de ti de mi".
Si creyéramos de verdad esto, estaríamos todo el día con el alma vuelta a Dios, nos tendría totalmente anonadados en este gran Misterio de Amor ¡ Dios enamorado de ti de mi! sí y "locamente" ¿Cómo es nuestro amor hacia Él? ¿Es también "locamente"?. Que este nuevo año 2013 nuestro corazón tienda hacia ese fin.
y aprendamos de su humildad y de su entrega generosa.