martes, 24 de marzo de 2020

La importancia de la prueba

Cada día es un milagro
Si cada día en la vida del cristiano, ya de por sí, debe comenzar con una acción de gracias por el don de la vida, con cuánto mayor motivo debemos agradecer en estos tiempos que corren el despertar cada mañana en nuestras casas, rodeados de nuestros seres queridos y con salud, esa salud que a muchos falta, que llena los pasillos de nuestros hospitales de camas con nuevos enfermos, que hace de nuestros edificios públicos hospitales improvisados de campaña.

Si el tiempo de Cuaresma es, como se suele decir en sentido figurado, un tiempo fuerte, esta Cuaresma del 2020 lo está siendo en el más real de los sentidos. Cuaresma y cuarentena son dos palabras que, curiosamente, tienen una raíz etimológica común: los cuarenta días que dura la separación, el sacrificio, en definitiva, la prueba. ¿Y qué tendrá la prueba que todos huimos de ella? Como bien dice Chus Villarroel, O.P., nuestra espiritualidad, la del mundo desarrollado en que vivimos, es cada vez más una espiritualidad New Age (Nueva Era) caracterizada por ser una espiritualidad sin cruz. Pero ya nos dice el papa en su oración a María ante la epidemia del coronavirus que «estamos seguros que proveerás, para que, como en Caná de Galilea, pueda volver la alegría y la fiesta después de este momento de prueba». Es decir, que poniendo su confianza en que la prueba pasará, sin embargo, no pide a Dios que nos exima de ella, sino que vuelva la alegría una vez pasada. Indirectamente se nos está diciendo que la prueba es como ese fuego que acrisola, pero solo para dar forma y eliminar las impurezas, aunque ciertamente produzca dolor. Se nos está diciendo que, en la vida del creyente, la prueba es necesaria y nos ayuda a crecer.  
  
Cristo nos dio ejemplo con su padecimiento
Ciertamente, todos estamos esperando que pase de largo esta epidemia, pero está en nosotros, los cristianos, considerar esta Cuaresma tan especial como algo que olvidar, algo que esperar que pase cuanto antes para volver a nuestra vida rutinaria de misas, rosarios y mil quehaceres diarios o, por el contrario, pararnos a pensar qué nos está queriendo decir Dios con todo esto que está ocurriendo. De nuestra postura ante esta encrucijada depende algo vital para nuestra vida espiritual: que esta Cuaresma, esta cuarentena, sea para nosotros un encierro o que, por el contrario, se convierta en una oportunidad única de crecimiento interior, buscando qué me quiere decir Dios con este parón en mi vida, considerando qué es fundamental y qué accesorio para mí, en qué pongo mis anhelos y mis esperanzas, y, sobre todo, si Jesucristo es para mí únicamente una tabla de salvación para los momentos de crisis o, por el contrario, es esa Verdad con mayúsculas con la cual tengo que configurar mi vida. Esto último es lo que nos recuerda el papa en la oración anteriormente citada cuando dice: «ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos a la voluntad del Padre».

De toda prueba, el hombre sale siempre fortalecido
Pensemos en ello, pues jamás volveremos a tener una oportunidad como esta para meditar, pararnos a pensar, poner en orden nuestras ideas y nuestra fe. Quizás, aunque la espiritualidad de la New Age pueda no comprenderlo y hasta escandalizarse, podamos sacar algo bueno del coronavirus. 

1 comentario:

  1. Bendito sea Dios, gracias hermano porque es el Espíritu que confirma todo lo que dices y que viene ardiendo en nuestro corazón dia a día que está durando esta gran y fuerte prueba...que nos quiere decir; Aquí estoy YO que soy SU DIOS,vuelvan a mí...ánimo no tengan miedo...los que perseveren hasta el final...en fin, amén amén amén..

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