Asómate al mundo exterior...Y VERÁS TODO LO BUENO QUE TIENE!

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Asómate a la ventana y mira, escucha, habla...y comparte conmigo tus impresiones.

"Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho..."

Un gran Santo, el más pobre en lo material, pero el más rico en lo espiritual dijo en su lecho de muerte: "Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho...". Ese gran Santo era Francisco, y si él dijo no haber hecho nada, ¿que hemos hecho nosotros? Empecemos a hacer algo para cambiar el mundo, ¿no os parece?

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lunes, 28 de septiembre de 2015

XXVI JORNADAS DE REFLEXIÓN MISIONERA

Organizadas por la Delegación de Misiones de Extremadura, se celebraron durante los días 25, 26 y 27 de septiembre de 2015 las XXVI Jornadas de Reflexión Misionera en la casa de espiritualidad de Gévora, a las que asistieron numerosos participantes procedentes de las tres Diócesis de Extremadura: Coria-Cáceres, Mérida-Badajoz y Plasencia.

Sebastián González
El lema de las jornadas ha sido “Catequesis y Misión” y comenzaron el viernes con la acogida de los participantes por los responsables de la organización para dar paso a una oración y a la apertura de las jornadas a cargo de Sebastián González, Vicario General de la Diócesis de Mérida-Badajoz. En dicha apertura se nos animaba a participar con actitud misionera y con los sentidos abiertos para aprovechar al máximo las jornadas.


VIERNES 25

- PONENCIA 1: LA CATEQUESIS EN LA MISIÓN AD GENTES (Mons. Amadeo Rodríguez Magro)
Los tres magníficos
Monseñor Amadeo,  obispo de la Diócesis de Plasencia, nos expuso la primera de las ponencias, titulada “La Catequesis en la Misión Ad Gentes”, aprovechando que este año se cumple el 50 aniversario del Decreto Ad Gentes, exponiendo que la Iglesia es misionera por naturaleza, como no puede ser de otro modo. Estamos, pues, unidos a la misión de Dios Trinitario y nuestra tarea, por tanto, consiste en comunicar al mundo esta misión que nace de Él. Como el Padre envió a su Hijo, así Jesús envió a sus apóstoles y ahora nosotros continuamos la misión en nuestros días, hasta el punto de exclamar como San Pablo: “¡Ay de mí si no evangelizase!”. La misión evangelizadora se funda en las palabras de Jesús, quien nos animó a evangelizar, anunciar, ser testigos, bautizar, amarnos unos a otros y celebrar el misterio de la Eucaristía en memoria suya. Sabemos que no es lo mismo construir un mundo con la ayuda del Evangelio que desde la sola razón, por lo que se abre un abanico de acciones misioneras que se resumen en tres:

1.       Acción misionera para todos, especialmente para los apartados.
2.       Acción catequético-iniciadora para los que se inician en la fe.
3.       Acción pastoral para los cristianos en general.

Todo comienza por la acción misionera, pues es el primer paso para suscitar la fe. El anuncio de la fe siempre tiene prioridad en la misión. Por tanto, si la misión no se encuentra en el corazón de la catequesis, difícilmente seremos capaces de anunciar nuestra fe. El catequista no debe ser un formador más o un maestro de doctrina, sino que ha de llegar más allá y vivir su fe desde la celebración de los Sacramentos y el ejemplo de vida para ser espejo de Cristo y contagiar su alegría misionera. Así es como se consigue que la fe se propague como la pólvora. Y la prueba de que eso es verdad es que, dos milenios después del comienzo transmisor, la Iglesia ha llegado hasta nuestros días con la fuerza y el vigor de los primeros días, si no más. Si la misión no fuese fecunda, hoy día no existiría la Iglesia. Podríamos decir que el tejido de la misión es el trípode “catequesis-Sacramentos-espiritualidad”.

Tras las palabras del obispo de Plasencia, nos retiramos para terminar el día con una bonita Vigilia de la Luz, en la que se oró por la Iglesia perseguida, se expuso el Santísimo Sacramento y se leyeron varios testimonios misioneros que, por el impacto que me causaron, os los transcribo.

Testimonio 1: La hermana Pilar Vila San Juan, del Colegio Orden Jesús María de Lahore (Pakistán), expresó el intenso sufrimiento que afrontan los cristianos debido a la persecución en Pakistán, donde son una pequeña minoría, diciéndonos: “Yo me pregunto, ¿por qué nos persiguen aquí? 190 millones son musulmanes, 2,5 millones son cristianos. ¿Por qué nos tienen miedo? Nuestro mensaje debe ser importante, si no, no se preocuparían”.

Testimonio 2: Mubarack y Agnese, ancianos de Irak, nos dicen: “Hacemos una llamada a todos los cristianos del mundo para rezar por nosotros, que el Señor nos ayude a no sufrir más y a vivir en paz como el resto del mundo. No queremos que el sufrimiento que hemos pasado nosotros suceda a ningún cristiano en el mundo. Por eso recemos juntos para que este sufrimiento cese en nuestras carnes, y en los cristianos de todo el mundo”

Testimonio 3: Gregorio III, Patriarca Greco Malaquita de Siria, nos dice: “¡No nos dejéis solos, necesitamos vuestra ayuda urgente! Las familias están desesperadas; estamos cansados, a veces perdemos la esperanza, lloramos a Dios. Pero con vuestra ayuda, estáis llevando la cruz con nosotros. La Iglesia de Siria es muy valiente, permanece al lado de los que están sufriendo esta guerra: es un padre y una madre para todos los que están sufriendo”.

Posteriormente se leyeron pasajes bíblicos en los que la Palabra nos interpela y nos anima a ser misioneros. También se leyeron las palabras que, en referencia a la Iglesia perseguida, pronunció el Papa en su mensaje del 5 de abril de 2015. Y con el corazón puesto en aquellos hermanos que sufren persecución, nos retiramos a dormir después de la bendición con el Santísimo.

SÁBADO 26

Nos levantamos con la alegría que caracteriza a los cristianos que saben que encaran un día prometedor y edificante. Nos dirigimos a la capilla antes del desayuno para la oración de la mañana. Un precioso Salmo misionero y una bonita reflexión acerca de la importancia que puede tener un punto negro en un folio blanco si nos fijamos en la mancha que produce el punto negro en lugar de todo el contorno blanco que predomina a su alrededor. Luego pedimos al Señor ser testigos de la alegría, del amor, de la misericordia y de la paz, además de ser personas más alegres y comprometidas. Terminamos con la oración de Santa María de nuestra liberación, de Pedro Casaldáliga. Y tras el desayuno, nos dirigimos a recibir la segunda ponencia. 

- PONENCIA 2. LA CATEQUESIS DE NIÑOS, JÓVENES Y ADULTOS EN UN MUNDO GLOBALIZADO

¡Buen viaje a Brasil, Julián!
Julián María Paniagua, Delegado de Misiones de Plasencia, nos expuso las características y objetivos de una catequesis efectiva. Para ello nos puso de relieve que la catequesis está cambiando en estos últimos años pasando de ser una impartición de doctrina a buscar una mayor eficacia espiritual para conseguir el claro objetivo que se persigue: ofrecer el Reino de Dios sacando a la luz la experiencia que cada persona lleva ya dentro de su corazón en lugar de dedicarnos a impartir conocimientos. Nos explicó qué es la catequesis, así como los métodos y principios fundamentales de la misma, para lo que nos encomendó tener en cuenta lo siguiente:

1.       Que hay que ser fieles a Dios y al hombre.
2.       Que debemos buscar el equilibrio entre el uso de criterios teológicos y humanos.
3.       Que debemos animar a la incorporación de la vida comunitaria.
4.       Que debemos favorecer la promoción humana.
5.       Que es necesaria una atención personalizada.
6.       Que se debe ofrecer una experiencia misionera.

Nos enseñó también que debemos sacar partido de las nuevas herramientas que tenemos a nuestro alcance, que pueden ser malas si se usan bien, pero que pueden ser magníficas puestas al servicio de la evangelización. Esas herramientas son la tecnología e internet. La globalización debe ser absorbida por el catequista ante la imposibilidad de luchar contra los cambios de la sociedad, así que debemos sacar partido de ella.

Nos habló de que la interculturalidad no está exenta de tensiones, pero que a la vez es muy bonita. Los mundos negro y oriental están ahora más presentes que nunca, especialmente a causa de la globalización. Parece que el mundo nos llevase a una experiencia de encuentro con “el otro”, independientemente de su raza o color. Debemos, pues, abrir los corazones y derribar barreras para acoger al hermano, y debemos mostrar a los niños que el mundo de ahora es un mundo globalizado en el que todos somos hermanos.

También nos habló de la importancia del Espíritu Santo, que es el motor de toda nuestra existencia y sin el cual, nada de esto sería posible. Debemos, por lo tanto, entremeter en nuestra catequesis la importancia fundamental del Espíritu Santo conductor de nuestras vidas, para lo que es preciso aprender a encomendarse a Él y tenerlo siempre presente para cada acto que realicemos.

Nos habló también de los rasgos del catequista, enfatizando en que el primero de todos debe ser la vocación catequética, el sentirse llamado a la evangelización catequética. La catequesis se va a convertir en una parte fundamental de la iniciación cristiana, así que es vital sentirse llamado para esta misión para identificarnos con los discípulos de Jesús. Debemos entender que somos enviados (missio) para no caer en la trampa de pensar que predicamos por nosotros mismos y con nuestra forma de pensar. Es necesario fomentar la celebración eucarística y el encuentro con Dios en la oración.

Pero existen dificultades y nos puede ser útil identificarlas para combatirlas. El individualismo, la falta de fe, la inmadurez, el cansancio o el fatalismo o, incluso el narcisismo o el activismo, son aspectos que debemos evitar a toda costa. Para conseguirlo es para lo que es necesario que el catequista sea un hombre o mujer de fe, sacramental y espiritual, pues de lo contrario, las dificultades del mundo podrán con nosotros. Debemos reconocer que no podemos hacer este trabajo con nuestras propias fuerzas.
Por último, nos habló de los desafíos de la Iglesia en su función evangelizadora y catequética (entendiendo por Iglesia al conjunto del Pueblo de Dios), que son:

1.       La inculturación en nuestros propios pueblos y en nuestro ambiente.
2.       La opción por los pobres.
3.       La justicia y la paz.
4.       La comunión, ser uno para dar sentido a la palabra “católico”.
5.       El diálogo interreligioso entre culturas.

Aquí, Pedro Jesús Mohedano Santibáñez, Delegado de Catequesis de la Diócesis de Coria-Cáceres, nos animó con un ejemplo gráfico y clarificador diciendo que el catequista debe tener la Biblia en una mano y el periódico en la otra, para así predicar la Palabra de Dios sabiendo la realidad del mundo en el que nos desenvolvemos.

Tras un breve descanso y un café, nos dirigimos por grupos a poner en orden nuestras ideas acerca de lo hablado y ponerlas en común después. Después de la comida y los ensayos de los cantos para la Eucaristía de la tarde, comenzó la tercera ponencia, a cargo de Francisco Julián Romero Galván, Delegado de catequesis de la Diócesis de Mérida-Badajoz.

- PONENCIA 3. LLAMADOS Y FORMADOS PARA LA MISIÓN. EL CATEQUISTA COMO REFERENTE MISIONERO.

Francisco Romero Galván
Bajo la óptica del Decreto Ad Gentes se nos dice que, efectivamente, la Iglesia ha experimentado un gran avance y que no estamos ante un documento que no diga nada, sino todo lo contrario, que nos sigue diciendo que tenemos que seguir siendo misioneros y redescubrir el entusiasmo misionero. 

Nos comenta que todo bautizado está llamado a ser misionero para ser profeta en medio del mundo, así como que, entre las vocaciones misioneras, está la catequética: ser catequista es ser misionero. Para ello nos recalca que debemos evitar el error de pensar que el misionero es el que trabaja fuera de nuestras fronteras en países lejanos, sino que se puede ser misionero incluso dentro de nuestra propia casa. La tierra de misiones ha cambiado y ahora la tenemos aquí, así que debemos descubrir dónde debemos ser misioneros, qué espacio buscar para evangelizar y ser profetas. Hoy más que nunca, existen numerosas personas dentro de nuestro entorno que nunca han escuchado hablar de Jesús, o si lo conocen, es de una forma superficial y, generalmente, tergiversada. Este es, por tanto, nuestro campo de acción más cercano e importante y para el que todos servimos.

Francisco Julián nos vuelve a remarcar que Jesús eligió a un grupo de personas para estar con Él e instruirlas y encomendarles una misión después. Estas dos cosas van unidas de la mano, pues transportándolo a nuestro momento actual quiere decir que nosotros, como los discípulos, necesitamos instruirnos y formarnos primero para lanzarnos a la misión después. Necesitamos contagiarnos de Él para salir luego a las calles y contagiar a los demás.

Bien claro nos dejó (lo repitió varias veces) que el Padre encomendó a Jesús la misión de la salvación de todos los hombres y para que conozcan la Verdad. También nos remarcó la importancia del Espíritu Santo, pues es Él el verdadero protagonista de la misión. Nos habló de Pentecostés y de cómo los apóstoles recibieron el Espíritu Santo para poder tener las fuerzas necesarias para salir al mundo. Eso mismo nos pasa a nosotros, por lo que necesitamos la fuerza y la ayuda del Espíritu Santo y evitar tratar de hacerlo todo con nuestras propias fuerzas. Pero nos habló de que esto es un proceso compuesto de varias etapas, como son el testimonio de Dios y el diálogo, la práctica de la caridad o nuestro propio ejemplo de vida para que otras personas se vean interpeladas por nuestra forma de vivir reflejada en el Evangelio.

Nos animó a despertar esa chispa inicial de la fe en los demás, la cual será avivada por el Espíritu Santo, y también nos recomendó no esperar ver los frutos de nuestra evangelización, pues no los veremos ni es algo que ocurra a corto plazo, ni siquiera nos tenemos que preocupar por ello porque esa tarea le corresponde a Dios.
También nos animó a ser catequistas ministros de la Palabra, para lo que necesitamos una formación básica y que evitemos ser catequistas que imparten temas de religión durante la hora de catequesis. El catequista debe sentirse llamado por Dios para la labor de catequizar y huir de la tentación de ser catequista por motivos personales que no sean propios de esta vocación.

El trípode que nos recomienda para ser buenos misioneros catequistas está compuesto por la terna vocación-misión-formación. También nos recomienda hacer y recomendar hacer un ejercicio profundo y orante de reflexión personal para descubrir si Dios nos llama por el camino catequético para que nuestra vida sea coherente con la importante tarea de la catequesis y evitar así dar mal ejemplo a quienes están en el proceso inicial del despertar de su fe. Por ello cree conveniente recalcar que es obligación del catequista ser ministro de la Palabra, formarse, celebrar la Eucaristía y participar de los Sacramentos. De otro modo, difícilmente podremos ser ejemplo de vida para otros.

Terminada la ponencia, pasamos a tomar un café para descansar y pronto comenzó la cuarta ponencia, a cargo del misionero Antonio León Durán, que ha estado destinado en Perú desde mediados de los años 90 hasta hace poco. Él nos hablará de un tema muy interesante.

- PONENCIA 4. EXPERIENCIA MISIONERA EN PERÚ. CATEQUESIS FAMILIAR.  

Antonio León Durán, misionero en Perú
Antonio nos habla de su propia experiencia en Perú, en la región Amazonas, provincia de Chachapoyas. Allí estuvo por muchos años al cargo de varios pueblos y moviéndose por la zona para realizar su misión. Quiere hablarnos de un método efectivo en Perú, un método llamado “Catequesis Familiar”, que para unos es un éxito mientras otros dudan de su efecitivdad, pero él declara que su experiencia ha sido más que positiva.

La Catequesis Familiar surge por las necesidades pastorales, al no ser posible atender a todas las poblaciones peruanas por la falta de sacerdotes. La figura del catequista, autoridad dentro del pueblo, no se crea para el fin de suplir al sacerdote, pero sí que es de gran ayuda para la Celebración de la Palabra o los enterramientos. Pero no quiere hablarnos de esta figura en concreto, sino de lo que él denomina como “asesor”, que será un religioso o laico comprometido que formará a las “parejas guía” que son parejas de reconocida coherencia que se reúnes con él para impartirles la catequesis. Estas parejas guía se reúnen después con otros matrimonios para que entre todos eduquen en la fe a sus hijos. Así se generan círculos que van siendo controlados por el sacerdote en sus visitas periódicas, tomándoles el pulso de la fe y dejándoles material apropiado según los temas a tratar. Por supuesto, y como no podría ser de otro modo, el Espíritu Santo trabaja para que el buen desarrollo de esta catequesis sea un hecho. Se pretende sembrar la semilla del Evangelio en lo más profundo de la sociedad, en su célula primera: la familia. Los padres de familia son, a la vez, catequistas de sus hijos. Los niños se reúnen regularmente con unos animadores para la celebración de la Palabra y así se llega a la comunidad total. Se pide un compromiso de regularidad y seriedad y, cada cinco temas, se asiste a una celebración conducida por la pareja guía, la cual suele hacerse en las casas particulares. Se da más énfasis al Nuevo Testamento y a la Comunidad Cristiana en la Historia de la Salvación.

Tras la ponencia del misionero, llega el turno de la hermana Pilar, hermana misionera que estuvo muchos años en África, en el Congo. Nos cuenta un testimonio desgarrador que se transcribirá en otro momento por lo impactante de sus palabras y la largura que requeriría describirlo como merece.

Y tras la celebración eucarística y la cena, Pilar y Olalli nos preparan una fiesta misionera que sirve para desoxidar los huesos de todos los asistentes. Lo pasamos bien esa noche entre cantos, chistes, bailes y teatros improvisados que fueron la alegría de la noche un broche de oro para un sábado cargado de contenidos importantes e imprescindibles para quien aspira a ser un verdadero misionero de la catequesis.


¡Vaya dos!
DOMINGO 27

Y llegó el domingo y, con él, el fin de las Jornadas Misioneras, aunque yo prefiero pensar que es el inicio de las Jornadas, ya que es ahora cuando comienza la tarea de poner en práctica todo lo aprendido aquí.

En la oración de la mañana se rezan los Laudes correspondientes al domingo XXVI del Tiempo Ordinario (curiosamente el mismo número que el de las Jornadas Misioneras) y, tras el desayuno, Pedro Jesús nos habla con profundidad del DOMUND. Nos habla también de la P.U.M. (Pontificia Unión Misionera), y de su fundación, siendo la última de las fundaciones misioneras de la Iglesia y, quizás por eso, la menos conocida.

Pedro Jesús hablando del DOMUND
Pasa a explicarnos cómo surgió el DOMUND como un movimiento en Francia que se conjugó como un encuentro entre mujeres que se reunían en círculos para luego reunirse cada una de ellas en círculos propios, llegando a extenderse rápidamente. Me recuerda esta expansión y su método al método explicado por el misionero de ayer, que nos habló de la Catequesis Familiar como método evangelizador, el cual también utiliza esos círculos expansivos. Pio XII tomó esa inquietud como referencia de la Iglesia misionera y la convirtió en movimiento oficial, pasando de ser una reunión de mujeres a un movimiento de la Iglesia Católica.   

Se nos dan varias referencias misioneras con frases pronunciadas por nuestro Papa Francisco, que dice frases que son auténticos tesoros. También nos cita las palabras del Papa referentes al DOMUND 2015 y nos muestra el cartel oficial, el cual refleja un emotivo abrazo de una anciana cubana a una misionera que la ayuda y acoge como señal de agradecimiento. De ahí se desprende que la misión es pasión por Jesús y que no hacemos esto por iniciativa particular, sino por Jesús. Por ello, la misión se vuelca con aquellos que no tienen cómo pagarnos. Estamos al servicio de quienes no conocen a Jesús y de quienes le conocen un necesitan de nuestra caridad. Son miles los misioneros que están esparcidos por el mundo y necesitan nuestra ayuda en la forma de sustento económico, que es la forma de compartir que desde aquí podemos desarrollar.

Una frase impactante del Papa es la siguiente: “Si no eres misionero, tan solo eres un peluquero espiritual: solo peinas ovejas”. No creo que necesitemos explicación alguna de la frase. También nos habla de la importancia de María. Si Jesús fue el primer misionero, que llevó a cabo la misión del Padre, María fue la primera misionera, que llevó el anuncio en su propio seno.

Nos recomienda varias revistas misioneras, como “Iluminare”, “Gesto” o “Misioneros” y nos informa de que el dinero de la recaudación del DOMUND van a parar a la sede central de Obras Misionales Pontificias, desde donde se reparten entre las distintas necesidades de los misioneros en los cinco continentes.

Los objetivos del DOMUND son los siguientes:

1.       Celebrar la Jornada Mundial de las Misiones.
2.       Invitar a todos a participar en las actividades de información y cooperación.
3.    Promover una corriente fraterna de colaboración económica con las necesidades de los misioneros a través de O.M.P.

También nos habla del “octubre misionero” que se divide en cuatro semanas como sigue:

1.       Acción de gracias por la Iglesia.
2.       Sacrificio.
3.       Petición económica.
4.       Oración por las vocaciones misioneras.

Estas cuatro semanas del próximo mes de octubre habrán de ser vividas con espíritu misionero y prestando toda nuestra colaboración, por ser una campaña anual cuya importancia es vital para las misiones.

Termina la ponencia una hermana cuyo nombre no recuerdo, pero que pertenece a la SCAM (Servicio Conjunto de Animación Misionera) cuyo carisma es viajar hacia donde se las llame para formar e informar de cuestiones catequéticas y misioneras.
Y con la Eucaristía, terminamos unas Jornadas cargadas de “vitaminas evangélicas” que habremos de dosificar durante nuestro día a día misionero. Lo aprendido aquí es de suma importancia para quienes saben que la mejor misión que podemos desarrollar en nuestro ambiente es la catequética, pues será la iniciadora de la chispa cristiana y está en nuestra mano colaborar en la construcción del Reino para que esa chispa acabe siendo un fuego ardiente avivado por el Espíritu Santo.

La familia misionera al completo
Para concluir, quiero citar una frase de la sierva de Cristo, Sor María de Jesús Castro Crisóstomo, hermana pobre de Santa Clara del Convento de Almendralejo, quien decía: “Sé tú, Señor, en mí, para que yo sea tú en los demás”

Creo que esta frase refleja, a modo de resumen, todo lo vivido este fin de semana, pues es oración que pide al Padre que, con su Espíritu, le conceda el don de poder ser reflejo de Jesús para dar ejemplo de vida evangélica y poder catequizar a los demás, siendo así un misionero en el mundo globalizado en el que vivimos.

Paz y Bien, y que el Señor nos conceda a nosotros el don de ser ese reflejo para los demás.

domingo, 13 de septiembre de 2015

LAS INCÓMODAS VERDADES DEL PROBLEMA DE LOS REFUGIADOS

Estamos asistiendo a uno de los mayores problemas a los que se enfrenta Europa desde hace bastante tiempo. El caso de los refugiados sirios está resultando ser la vara de medir conciencias que unos y otros usan para medir a los demás, siempre desde una postura de “buenismo” que nos hace excluirnos de la medición, algo muy humano, por cierto.

Tras el “reparto” de refugiados, cada país tiene ahora la obligación moral de atender las necesidades de tantos desgraciados que sufren en silencio la injusticia de una nación azotada por una oleada de odio y violencia sin sentido que ha provocado un nuevo éxodo de dimensiones más que considerables y preocupantes. Y hasta que el niño Aylan no ha sido un icono representativo del problema sirio, Europa no ha despertado. Ahora, movidos por la sensibilidad que produjo esta foto y otras más que vemos a diario en los informativos, ha despertado la conciencia humanitaria de la sociedad europea. Pero ojo, mucho cuidado, porque no es oro todo lo que reluce.


Como suele ocurrir en estos casos, surgen del fondo del abismo del letargo solidario numerosos hombres y mujeres que, teclado en mano, tratan de arreglar el mundo y sus problemas con sus opiniones, críticas y juicios. Se han adelantado ya algunos partidos políticos para sacar tajada electoral del problema sirio, convocando y sumándose a protestas y manifestaciones organizadas para lavar conciencias y dejar claro que están del lado de los buenos, de los que sufren. Pero aún no ha salido nadie a la palestra para ofrecer su casa o su tiempo como medida solidaria para atajar el problema. Sí, sin embargo, escuchamos frases entre los políticos como “los sirios son personas y como personas debemos tratarlos”, o bien “dejemos de actuar como si los sirios viniesen a robarnos el pan”. Es triste escuchar estas palabras a quienes dejan el problema para que otros sean quienes lo arreglen. Que metan a las familias sirias en casas, sí, pero que sea en casas de otros. Sería mejor que alguien animase al voluntariado, a ceder espacios donde poder acoger a estas familias, a prestarse para cocinar, enseñar español, dar compañía o limpiar las instalaciones en las que se hospeden. Es decir, acoger.  

De momento, la única organización que ha ofrecido sus locales y ha animado a sus seguidores a arrimar el hombro, ha sido la Iglesia Católica. Sé que es una verdad dolorosa e incómoda, pero por dolorosa e incómoda que sea, no deja de ser verdad. Por supuesto, ya han saltado personas acusando a los que se dan golpes de pecho de no prestar su colaboración de forma altruista o que, si lo hacen, es para sentirse mejor con ellos mismos. Pero la única verdad es que, aun que fuese así, se prestan, mientras que los demás opinan. La única verdad es que la opinión no alimenta, ni abriga, ni acoge. Resulta que, al final, los que pretenden sentirse mejor con ellos mismos y parecer los buenos de la película, los que se preocupan por los refugiados, son precisamente los “opinadores”, que escriben mucho, pero que hacen poco.

Ahora vemos cómo surge una sospecha fundada de que existe el riesgo de que haya personas con dudosas intenciones que se mezclan entre los refugiados aprovechando el caos que se ha generado. No han tardado en surgir también los que opinan que son tonterías y acusan a quienes tratan de lidiar con el problema de ser insolidarios y faltos de toda sensibilidad. Desde la barrera se ven muy fáciles las cosas, así que tiramos de teclado y de redes sociales para criticar y juzgar de nuevo. Pero yo me pregunto si quienes opinan así estarían dispuestos a ceder su casa para acoger a una de estas familias, sin preguntar quiénes son, sin saber nada de ellos, así, al azar, quien toque.


Es un buen ejercicio personal para descubrir nuestro grado de hipocresía (todos somos hipócritas, lo que varía es el grado) preguntarnos a nosotros mismos en la intimidad de nuestras conciencias: ¿estoy dispuesto a ceder mi casa incondicionalmente para ayudar a una familia?, ¿me ofrezco como voluntario para compartir mi casa, mi mesa, mi cuarto de baño y mi vida con estas personas a las que no conozco ni hablan mi idioma? No estaría de más que nos hiciésemos estas preguntas para saber hasta qué punto estamos infectados por una visión de juez implacable hacia los demás. Si de verdad queremos acoger a las familias y dotarles de todos los derechos que merecen por ser personas, hagamos algo nosotros, no dejemos que sean los demás quienes lo hagan mientras, además, tienen que soportar nuestros comentarios cuando no lo hacen bien. Es preferible hacer algo mal que no hacerlo, de la misma forma que es preferible que quienes no mueven un dedo, callen en lugar de opinar sobre los errores de quienes se movilizan contra la injusticia.

Yo me mojo y no tengo reparos en decir abiertamente que no acogería a ninguna familia en mi casa así, sin más. Antes de hacerlo necesitaría informarme, sopesar la idea bien, conocer a la familia y estar convencido de que sus costumbres pueden ser tan distintas de las nuestras que puedan generar problemas de convivencia. ¿Soy insolidario por ello? Yo creo que no, más bien todo lo contrario. Lo que no permitiría nunca es tener que acoger a una familia a la que tuviese que echar a la calle al cabo de dos meses por no haber tenido la precaución de sopesar mi decisión. Por el contrario, a lo que sí me ofrecería incondicionalmente es a ceder todo mi tiempo y mis capacidades para cocinar, fregar, barrer, acompañar, dar clases de español, pasear con los niños, etc. Y si, después de haber visto y conocido a esa gente, quiero dar un paso más y llevarlos a mi casa, entonces lo haré con el convencimiento de saber qué es lo que estoy haciendo. Son muchos los que gastan su tiempo en escribir críticas ante el problema de los refugiados, pero pocos los que se ofrecen para ceder su casa y, con ella, su vida. Pero sí que se permiten juzgar lo mal que las instituciones actúan ante el problema.


Por eso no debemos sentirnos culpables si no somos capaces de dar un paso para el que aún no estamos preparados, pero eso no quita que debamos volcarnos totalmente para colaborar en la solución del problema. Opino que, antes que actuar precipitadamente, es mejor ir poco a poco descubriendo una cultura nueva, unas costumbres distintas y unas personas alejadas por la barrera idiomática. Creo que los ayuntamientos, los gobiernos y los ciudadanos deben coordinarse para atender a estas personas en espacios públicos habilitados en los que tengan todas sus necesidades cubiertas, especialmente las afectivas y psicológicas. Quien opine lo contrario o me tache de insolidario por opinar así, supongo que estaría encantado de llevarse una familia a su casa y atenderla personalmente. No dudo que surgirá quien malinterprete (intencionadamente o no) mis palabras para hacer ver que quiero meter a todos los refugiados en zulos como si fuesen animales. Contra esas catetas opiniones, generalmente producidas por el analfabetismo que no deja ver más allá de la nariz ni entender una frase en su contexto, estoy ya más que vacunado. Por eso, los opinadores y los que se sienten aludidos por lo incómodo de esta verdad pueden comenzar a sacar sus teclados y criticar mis palabras. Estaré encantado de recibir, por primera vez, críticas de personas más solidarias que yo y que estarán dispuestas a acoger a estas pobres familias que sufren.



Se leen frases ridículas, tales como “la gente es una insolidaria…”, “hay que tratar a los refugiados como humanos…” o también “quienes dicen que entre los refugiados puede haber yihadistas son unos xenófobos”, pero estos mismos letrados que escriben estas inútiles y falaces frases no serían capaces de dedicar ni un minuto de sus vidas para barrer los locales de acogida ni para servir un plato de comida a los pobres sirios que huyen de su país. Piénselo y, después, sigan con sus juicios y críticas.

viernes, 4 de septiembre de 2015

HAZ ALGO, LO QUE SEA, PERO HAZ ALGO


- No comparto la foto del niño muerto en la playa porque me parece un acto de hipocresía, sobre todo viniendo de aquellos que se dan golpes de pecho y después pasan de la noticia para publicar sus selfies mientras desayunan en lugares  bonitos, o en restaurantes de hoteles como si nada hubiese pasado.

- Pero, ¿es que es malo compartir y divulgar una noticia para que se extienda un espíritu de solidaridad que toque la fibra sensible de la gente?

- No, pero hay personas que pretenden sentirse mejor o hacer ver lo buenos que son compartiendo imágenes como esta para luego seguir con sus vidas como si nada.

- Bueno, pero al menos han contribuido a la difusión de un mensaje, ¿no crees?

- ¿Un mensaje? ¿Y cuál es el mensaje?

- Pues es simple: que la humanidad no va por el camino correcto cuando permite que niños como este mueran ahogados mientras huyen en busca de un futuro mejor.

- ¿Y sirve de algo?

- No lo sé, pero lo que sí sé es que quedarse de brazos cruzados no sirve de nada. Al menos hay quien colabora en la difusión de un mensaje que creo que es bueno porque nos remarca una vez más la injusticia que muchos padecen.

- Pero no entiendo cómo uno puede compartir la imagen mientras después sigue con su vida como si tal cosa y publica sus fotos. Yo prefiero elegir en qué restaurante comer mañana porque la vida sigue. 

- Pero es que, efectivamente, la vida sigue. No tienes que sentirte mal por ello. 

- Ya, sigue, pero muchos son los que se dan golpes de pecho y…

- ¿Y qué? ¿Es que los que se dan golpes de pecho no tienen el mismo derecho a opinar acerca de las injusticias de la vida?

- Pues no, porque de nada sirve seguir a Dios para creerse bueno, de la misma forma que de nada sirve compartir una imagen para sentirse mejor.

- Es que uno no sigue a Dios para creerse bueno, ni protesta contra la injusticia para sentirse mejor.

- ¿Entonces? ¿Qué se adelanta rezando?

- El problema que tienes es que no crees en el poder de la oración. Si creyeras en Dios, entenderías que las personas que oramos por los que sufren injusticias como la de este niño intentamos hacer algo, algo que está dentro de nuestras posibilidades. No podemos ir allá a consolar a la familia, ni tampoco podemos hacer nada por acabar con la guerra, pero sí podemos rezar para que Dios interceda por todos aquellos que sufren. Al menos hacemos algo. 

- ¿Para que interceda? ¡Eso es absurdo!

- ¿Por qué dices eso?

- Porque es lo mismo que si yo digo que voy a lanzar piedras a un estanque como protesta por la injusticia y para evitar que el mal siga azotando el mundo. ¿Crees que serviría de algo eso?

- No. ¿Y tú? Porque si de verdad lo crees, lo mejor que puedes hacer es ir ahora mismo a lanzar esas piedras. Al menos estarías haciendo algo. 

- ¿Para qué? No serviría de nada.

- ¿Entonces?

- Entonces, nada… Me refiero a que hacer algo que no sirve de nada es perder el tiempo.

- Te repito que la oración sirve, y sirve de mucho. El problema no es de la oración, ni siquiera de Dios. El problema es tuyo, que no crees ni en Dios ni, por tanto, en la oración.

- Pues claro que no creo. Por eso no rezo.

- Pues lanza tus piedras.

- ¿Para qué? Te he dicho mil veces ya que no sirve de nada. Es perder el tiempo.

- ¿Perder el tiempo? ¿Por qué?

- Porque no creo que lanzar piedras pueda cambiar nada.

- Pues busca otra cosa que hacer, pero haz algo. Yo, sin embargo, como muchos otros, sí creemos que la oración puede cambiar el mundo. 

- De hecho sentimos cómo el poder de la oración actúa.

- ¡Eso es absurdo!

- ¿Por qué?

- Porque no creo en ello.

- ¿Y porque tú no crees en ello es absurdo?

- Bueno, al menos es absurdo para mí.

- Bueno, por ahí ya nos vamos entendiendo. Lo que para ti es absurdo no tiene por qué serlo para los demás. Al fin y al cabo, quienes creemos en el poder de la oración somos capaces de detener por unos instantes nuestra vida para pedir por pequeños como este y por sus familias. Incluso somos capaces de pasar un día entero sin probar nada de comer para solidarizarnos con los que sufren.

- ¿Y para qué?

- Pues está claro, para que Dios escuche nuestra plegaria y ayude a quienes sufren, pero para eso tienes que creer en Dios, claro está… Quienes creemos en ello estamos convencidos de que sirve de mucho. Al menos hacemos algo... ya sabes... 

- Ya, entonces de nada servirá que yo rece.

- Pues tira piedras.

- ¡Y dale con las piedras!

- Pues no tires piedras, pero haz algo de una vez en lugar de protestar y criticar. No te quedes de brazos cruzados. Al principio decías que te parece un acto hipócrita publicar unas fotos para luego seguir con la vida como si tal cosa. Pero, ¿te has parado a pensar que quienes han compartido esa foto al menos se han parado para protestar ante el mundo con ella?

- Sí, de hecho la foto se ha hecho viral y circula por todo el mundo.

- ¿Y no ha conmovido al mundo en pocas horas?

- Sí, lo ha hecho. Pero, ¿para qué?

- El “para qué” no lo sé, pero quizás pronto lo descubramos. A veces, cosas como esta son la gota que colma el vaso para que quienes tienen en su mano actuar contra esta injusticia se muevan. Y ahora todos los gobiernos del mundo han visto al pequeño muerto, ahí, tirado en la playa. Quizás más de uno se esté pensando actuar de una vez, pero para que alguien actúe hay que tocarle la fibra sensible. Y si el mundo se ha conmocionado gracias a esa foto, bendito sea al niño que ha muerto como un héroe para crear un punto de inflexión en la solución de la barbarie que esta gente está viviendo.

- Bueno, podría ser así. Pero sigo sin entender que haya gente que comparta la foto para, después, publicar su selfie junto a un buen desayuno.

- Ya te he dicho que la vida sigue y que no está en nuestra mano acabar con injusticias como esta. Si lo estuviera, todo sería más fácil.

- Pues yo no pienso publicar la foto.

- Pues no lo hagas. Nadie te obliga a ello, de la misma forma que nadie obliga a nadie a hacerlo. La gente lo hace porque siente pena, porque siente impotencia ante lo que sucede. 

- Pero intentar hacer ver que quien comparte imágenes así como protesta contra la injusticia lo hace para sentirse mejor, es un poco fuerte. Creo que quien lo hace es porque no se siente bien consigo mismo, porque no está contento con su forma de actuar. Hay muchas formas de luchar contra la injusticia, pero eso seguro que ya lo sabes.

- Pues no, ¿cómo, si puede saberse?

- Por ejemplo yendo a una misión humanitaria como voluntario.

- Eso ya lo he hecho.

- ¿Y qué tal fue la experiencia?

- Bueno, fui con un grupo de amigos a un país exótico. Compartimos cosas, enseñamos a los niños, vivimos experiencias inolvidables, hice muchas fotos…

- Entonces, ¿fuiste a ayudar o a vivir tu propia experiencia?

- Fui a ayudar… pero…

- ¿Pero?

- Es verdad, creo que al final fui a vivir una experiencia mía, para mí.

- Pues ahí tienes la respuesta. Haz algo, pero algo que sirva a otros, no a ti. No elijas tu destino, sino date plenamente para ir allá donde se te necesite. Dona tu dinero, comparte tu comida, haz algo, lo que sea… ¡pero haz algo!

- La verdad es que…

- Pero sobre todo, hay algo que no debes hacer jamás.

- ¿Qué?

- Juzgar a los demás.

- ¿Yo he hecho eso?

- Sí. Lo has hecho cuando afirmabas que la gente comparte fotos de injusticias para sentirse mejor. Lo has hecho cuando acusaste a quienes se dan golpes de pecho, como si publicasen esas fotos sólo para hacer ver lo buenos que son. Lo has hecho cuando has afirmado que las creencias de los demás no sirven para nada. Y lo has hecho cuando has reconocido que hasta tu voluntariado ha sido una experiencia vacacional más que solidaria. Haz algo, algo en lo que creas, pero haz algo.

- ¿Y qué puedo hacer?

- De momento, dejar de juzgar y criticar.

- Lo siento, no pretendía…

- Ya, imagino que no pretendías nada malo. Pero la impresión que has causado no es la más correcta. Has intentado hacer ver al mundo que la única buena persona eres tú por no publicar la foto. Y has intentado mostrar a todos tu lado amable, como si tú fueses tan natural y buena que llevas la pena por dentro, mientras los demás llevamos la pena por fuera, como si nosotros no pudiésemos sentir compasión en un momento dado, como si sólo tú supieras lo que es ser solidaria.

- Lo siento.

- No lo sientas. Haz algo, lo que sea, pero haz algo.

- Mañana compartiré la foto.

- Si crees que así vas a contribuir a la expansión de un sentimiento de concienciación solidaria, hazlo. Después podrás publicar tus selfies y tus comentarios, las fotos con tu novio y lo mucho que le quieres porque, efectivamente, la vida sigue.

- Siento haber sido yo la hipócrita.

- Pues yo me alegro de que, al fin, te hayas dado cuenta de que la mejor manera para solucionar las cosas es hacer algo, no criticar a quienes hacen algo, aunque lo que hagan no creas que sirve de nada. Por cierto, una última pregunta: ¿acaso crees que habría sido mejor que el mundo callara ante la muerte de este pequeño?

- Pues no, la verdad... 

- Claro que no, y de ser así, seguro que lo habrías criticado. 

- Es cierto, lo habría hecho. 

- Entonces se puede decir que tu problema está en ti, no en los demás. 

- Gracias por ayudarme a descubrirlo. 

- De nada. ¿Sabes una cosa?

- ¿Què?

- Que me alegro de que hayas acabado por entender. Aunque sólo fuese por eso, ya merece la pena haber publicado esa triste foto. 

- Es cierto.