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Asómate a la ventana y mira, escucha, habla...y comparte conmigo tus impresiones.

"Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho..."

Un gran Santo, el más pobre en lo material, pero el más rico en lo espiritual dijo en su lecho de muerte: "Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho...". Ese gran Santo era Francisco, y si él dijo no haber hecho nada, ¿que hemos hecho nosotros? Empecemos a hacer algo para cambiar el mundo, ¿no os parece?

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domingo, 16 de febrero de 2014

Capitulo 3. Primeros días en Whistler

Bueno, pues ya instalado, o casi, en casa de Dave, lo primero es buscar trabajo, como os dije ya, pero también tenía que localizar la parroquia más cercana, si es que la había. También os dije que, gracias a Google, encontré la Iglesia de Nuestra Señora de las Montañas, y allí me dirigí. Lo que pasa es que llegué a Whistler el martes por la noche, y el miércoles salí a conocer el pueblo, así que era mi primera ruta turística.
Pregunté a varias personas, pero no me supieron decir nada… eso me mosqueó un poco. Luego me encontré un plano de Whistler en el suelo y me puse a consultarlo, pero no encontraba en el índice nada de Iglesia. Un chico me observaba desde lejos y se ofreció para ayudarme. Vino hacia mí para preguntarme qué buscaba. Cuando le comenté que buscaba “Our Lady of the Mountains Church” me dijo que estaba demasiado lejos para ir andando. Tenía que tomar “Loremar road” y continuar recto unos 45 minutos, y allí estaba. ¡Madre mía!... pero la verdad, tampoco tenía mucho que hacer, así que me dirigí hacia allí.
Efectivamente estaba lejos, pero desde el punto en el que me encontraba. La buena noticia es que desde mi casa está solo a 30 minutos andando ligero. Me acerqué y parecía que la carretera no se acababa nunca. Pregunté a mitad de camino por si me había perdido, y me dijeron que aún me faltaban 10 minutos para llegar… y llegué, por fin llegué.
Es una Iglesia muy bonita, de madera y llena de nieve por todos lados, cómo no. Busqué la puerta y estaba abierta. Allí había una señora de media edad en una oficina, y le pregunté si podía entrar, ya que la Iglesia estaba cerrada y lo que estaba abierto era la oficina. Me dejó, así que me fui hacia adelante y allí me senté ante el Santísimo, en un sagrario que tiene forma de jaula de perdices.
 

Es cómodo el lugar, y tiene un encanto especial. Las cristaleras desde las que se ven los pinos del fondo por detrás del altar y las de la fachada principal que dejan ver el patio lleno de nieve hacen que tenga una luminosidad que le da un toque muy canadiense, dejando ver todas las maderas de la estructura, del suelo, del techo…
Estuve un buen ratito dando gracias por haber llegado bien, y me di cuenta de que eran las 10 de la mañana, así que en España eran las 19:00, hora de la misa en Santa Clara. Me uní a ella desde la distancia. Se me hacía raro saber que a esa hora de la mañana era de noche en España, creo que nunca me acostumbraré a eso. Me imaginaba a la gente que conozco y a don Miguel celebrando en ese preciso instante, y a las monjas atrás cantando.
 
Llevaba mi Kempis, y me propuse leer y meditar un capítulo cada día. El primer capítulo empieza claro y contundente: “El que me siga, no andará en tinieblas” (Jn. 8, 12), dice el Señor. Y, efectivamente, con esa luz de las cristaleras se hacía más clara aún esta afirmación. Se puede estar en África, en América, en Europa o en Asia, pero sin el Señor como referente, ya puedes estar frente al sol que no hallarás luz. Se puede estar en el sitio más remoto, pero con el Señor al lado es como si estuvieras en casa. A mí me pasaba esto…
 
Después menciona que muchos, aunque escuchen con frecuencia el Evangelio, sienten poco deseo de practicarlo, porque no tienen el Espíritu de Cristo. Verdaderamente esto es así, y por eso vemos Iglesias llenas y corazones vacíos. Vemos muchas personas oyendo las palabras de Cristo, pero pocas escuchándolas. Y es que el mundo absorbe tanto…
También habla de la humildad y de su importancia, y nos recuerda que de nada sirve la vanagloria ni el virtuosismo, pues el final de todo vanidad de vanidades, todo es vanidad (Ecl. 1, 2). Me alegré de haber venido aquí tan lejos, pues los motivos que me trajeron no tienen nada que ver ni con el dinero, ni con la gloria, ni siquiera con la curiosidad de descubrir una nueva cultura o un nuevo país. Ni siquiera había tenido la curiosidad de ver Whistler en google antes de venir… sencillamente no me importaba cómo fuera.
Termina diciendo: “Esfuérzate, en consecuencia, para que tu corazón sea alejado del amor a las cosas visibles de acá abajo y sea llevado hacia las invisibles de arriba”. Y así es, puesto que vengo con una mano delante y otra detrás, confiando en la providencia del Señor, que no me fallará. Estoy tan seguro de esto como de que estoy en Canadá. Vengo con más cosas de las que me llevaré, pero es que me importa tan poco esto…
Y así pasan los minutos y decido irme. Me gusta haber descubierto esta Iglesia tan mona. Está lejos, pero así tendré una motivación extra para no abandonar al Señor durante mi estancia en Whistler. Si estuviera frente a casa no tendría ningún mérito ir a visitarlo allí… Me despido de al señora, que me pregunta de dónde soy. Respondida, se queda extrañada de que alguien vaya a la Iglesia por la mañana y en un día de diario. Cuando supo que era español se lo explicó todo.
Aquí no hay misa diaria, solo los sábados a las cinco de la tarde (la del domingo) y los domingos a las nueve de la mañana. Ocasionalmente se celebran misas de diario, pero a las ocho de la mañana…
Le digo que nos veremos a menudo, le doy las gracias y pongo camino a casa contento por haber descubierto no sólo esto, sino también que existe una comunidad franciscana en Pemberton, a 30 minutos en coche. La parroquia de Pemberton se llama, como no podía ser de otra forma, San Francisco de Asís. La visitaré…
Por la tarde comienzo a buscar trabajo de nuevo… tengo algo en mente y seguro que sale, pues uno de los chicos franceses que conocemos ya aquí me va a ayudar. Se trata de un trabajo duro, pero me gusta especialmente… más incluso que cualquiera de los que haya hecho en España. Pero eso ya te lo cuento en el próximo capítulo.  

domingo, 9 de febrero de 2014

Capítulo 2. De Vancouver a Whistler

Bueno, pues la experiencia la dejamos en Montreal, donde nada más llegar me recibía un frío de esos que hacen hasta daño. Hacía mucho tiempo (quizás nunca) que no experimentaba esta sensación. Pero duraría poco, al menos 24 horas, porque al día siguiente tenía el vuelo a Vancouver.
Imagen del aeropuerto de Montreal
No pude hacer mucho por ahí entre el poco tiempo, el frío, la nieve y el jet-lag, así que decidí dar un paseo por los alrededores del aeropuerto y poco más. Descansaría para acostumbrarme al nuevo horario y al día siguiente me quedaría en el hotel.
Y así pasé la mañana siguiente, esperando y durmiendo, hasta que llegó la hora. El servicio del hotel tiene un transfer, así que lo usé para ir al aeropuerto con el equipaje. Facturé mi maleta y me fui a la puerta de embarque. Allí pasaría otro control. Solo esperaba que no me quitaran ni el queso ni el jamón que me quedaba. Pero esta vez solo me quitaron el mechero, uno de los tres que llevaba repartidos a sabiendas de que alguno sería requisado, así que me quedan dos. Eso sí, las leyes de Murphy no fallan, y me quitaron el mejor de todos…uno eléctrico especial para que no se apague con el viento. En fin…más se perdió en Cuba.
El vuelo bien, pero en un par de ocasiones hubo unas turbulencias que no se sabía si eran turbulencias o un tornado. Hasta la chica del carrito se fue por los suelos y la gente pasó unos momentos de tensión. Nunca antes había visto algo así. Yo me enteré más por los gritos de la gente y por los platos rodando por el suelo que por las turbulencias, porque cuando digo a dormir, duermo bien…  El caso es que suelen decir que se tarda lo mismo en volar de una punta a otra de Canadá que volar de América a Europa y, efectivamente, así es.
Llegué a Vancouver a las 20:30 hora local, lo que vienen siendo las 23:30 en Montreal. Es que Canadá es tan ancho que de una punta a otra del país tienen tres horas de diferencia horaria. Ya me extrañaba a mí al principio que saliendo a las 17:00 se llegara a las 20:30, y es que siempre marcan las horas locales, vamos, que de Madrid a Lima son doce horas de vuelo, pero si sales a las 10:00 de la mañana llegas a las 15:00…
Dos días en Vancouver dan para mucho. Ahí me esperaba Christelle, en el aerpouerto. Me sorprendió verla tan pronto, porque pudo llegar hasta la cinta de las maletas, pero al ser un vuelo doméstico las medidas de seguridad no son tan grandes. Al recoger la maleta y darme la vuelta escuché: ¡Martín!... y ahí comenzó la verdadera aventura.
Nos fuimos a conocer Vancouver, y bien que lo hicimos… anduvimos por un paseo marítimo que tiene como ocho kilómetros de longitud. Vancouver es bonito, como la mayoría de las ciudades costeras, pero esta ciudad tiene una suma de modernidad, cultura y la belleza propia de la costa… y cómo no, la economía, sin la cual no puede haber ni modernidad ni cultura, entendiendo por cultura todo el mobiliario artístico urbano que hace de Vancouver un lugar distinto, ya que la cultura (por supuesto) no está reñida con el dinero.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 







 
Vimos toda la zona turística de la costa, el barrio de Chinatown y las zonas interiores urbanas de los alrededores de Granville… no necesito más y podemos salir para Whistler. Tenía ganas de conocer esa pequeña población que ha recorrido el mundo entero por haber sido sede de los juegos olímpicos de invierno de 2010. No me digas que no te sonaba el nombre… Los juegos fueron los de Vancouver, pero los deportes de nieve fueron en Whistler.
Whistler es una ciudad más bien pequeña, de unos 3000 habitantes, que en época de invierno llega a duplicar su población, o más incluso. Está situado en una autopista con un nombre peculiar como pocos: Sea to sky highway, o lo que es lo mismo, autopista del mar al cielo, debido a que comienza en el sur, en la costa y acaba en el norte, en las montañas.
Para ser un pequeño pueblo está plagado de hoteles y restaurantes a todo lujo. Vienen turistas de todas partes del mundo, gente de dinero que quiere pasar aquí parte de su invierno y esquiar. Es como la Marbella de España, pero de invierno. Se podría decir que, igual que Marbella hace su agosto, Whistler hace su enero, lo que pasa es que la temporada va desde noviembre hasta mayo. Las calles están todas iluminadas con árboles de colores, pantallas, rótulos, y muchas luces que hacen que parezca que es una navidad permanente. Por el día la gente esquía, por la tarde bebe cerveza en los locales, y por la noche salen de copas. Vamos, que aquí no hay distinción entre sábados y lunes, para los turistas, claro, porque los trabajadores del sector turístico que hacen que todo esto funcione sí que distinguen.
Paseas por la calle y te cruzas con gente que está a sus problemas, que generalmente son: “el color de tu mono no pega con las botas de esquí”…., o, “¿te gusta mi nuevo maquillaje a prueba de frío?”…, o también, “chica, esos esquíes te hacen más gorda…”. Como ves, la superficialidad sí tiene una relación con el dinero más directa que la cultura, como te decía antes…salvo honrosas excepciones. Esto en cuanto al sector femenino, puesto que el masculino está más pendiente de quien ha ido más rápido, quien ha dado el salto más grande o quien ha tenido el dudoso honor de romperse más vértebras… y así pasan los días en Whistler.
Lo más importante en principio era instalarme, así que me dirijo a la casa de Dave, a quien tenía ganas de conocer. Un chico que pasa las horas en casa, por un accidente que le ha dejado la espalda casi rota, viendo hockey sobre hielo mientras se recupera. Aquí el hockey es como allí el fútbol, algo entretenido e interesante, pero que tiene sorbidos los sesos a más de uno, hasta el punto de que en la vida hay hockey y el resto de cosas.
La casa está bastante bien, nada se parece a las de Perú o Madagascar. Más bien se podría decir que, si bien siempre he estado en lugares más pobres, el peregrino mangurrino es ahora el más pobre del lugar… vamos, que ahora soy yo quien necesita ayuda. Pero cuento con la mejor: la ayuda del Señor y su providencia.
Bien es verdad que la providencia no es como una mano que tenemos debajo y que no nos deja caer en cualquier circunstancia, sino que depende también de la colaboración personal de cada uno. Uno no se puede echar a dormir esperando que la providencia de Dios venga a salvarlo. Pues bien, ahí es donde radica el núcleo central de mi misión en Canadá: en venir con una mano delante y otra detrás sabiendo que el Señor me ayudará, pero con mi colaboración. Para eso uno tiene que estar dispuesto a hacer lo que sea, desde lavar platos en un restaurante hasta limpiar baños públicos. Lo más lógico es que encaje en el trabajo de retirada manual de nieve de la puerta de los hoteles, para que los ricos terratenientes puedan entrar y salir sin resbalar ni mojarse sus caros mocasines. Sin embargo, a pesar de todo, prefiero limpiar baños. Pero será lo que el Señor quiera, y si Él decide que nada de esto es para mí porque quiere que este proyecto acabe antes de la cuenta, así será. Lo más importante será la aceptación de las cosas que vayan viniendo, pero según vengan, sin agobiarse por el mañana.
Bueno, pues una vez conocida e inspeccionada la casa, y después de darme cuenta de que es demasiado para mí, lo que viene ahora es buscar trabajo, y esto es la peor parte de toda la misión. Primero porque mi situación no es la mejor, con un visado de turista, y después porque uno debe estar predispuesto a todo. Uno tiene que estar dispuesto a que le digan “no”, pero también a que le miren por encima del hombro. Yo estoy dispuesto a las dos cosas, gracias a la preparación que durante años he tenido con el mejor de los maestros: San Francisco de Asís. Él y el recuerdo de la “perfecta alegría” serán claves para que el mangurrino encaje los golpes que le esperan.
Antes de todo, hay que conocer Whistler. Christelle me presenta a Joan y Julie. Joan es español, y está aquí con un visado de trabajo por cuestión de estudios que le permite trabajar donde quiera, o mejor dicho, donde le permitan, pero puede optar por trabajos más o menos normales, como dependiente en tiendas, camarero, cocinero, etc. Mi situación es distinta, por eso mis opciones son también distintas… Ellos serán mi punto de apoyo aquí. Al menos la providencia ya está actuando, pues no es lo mismo estar en un pueblo remoto de un país extraño solo o acompañado.
Después de esto toca conocer el pueblo, sus calles, su gente… hacer un poco de turismo y saber dónde dirigirme y a quién. El primero de los objetivos es presentarme como músico en los diferentes bares donde se celebran conciertos. Para ello tengo que ir a todos los bares, pero no me malinterpretes, porque entro en todos pero no me tomo ni una triste cerveza en ninguno, ya que al módico precio de 7 euros la más barata, prefiero el agua del grifo de casa de Dave. Solo entro, pregunto por el manager y le ofrezco mis servicios como músico.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

No son muchos los locales que hacen música en directo. Hacer música callejera era una opción, pero tendré que dejarla para cuando vaya (que iré si Dios quiere) a Estados Unidos. Con temperaturas de más de 20°C bajo cero no es muy cómodo tocar. Es posible que la postura inicial con el violín se convirtiera en una postura definitiva de un músico congelado. Además, con estas temperaturas no hay músico que toque un instrumento de cuerda, pues los dedos dejan de funcionar a los dos minutos. Tampoco tiene mucho sentido tocar en un sitio donde la gente no puede parar a escucharte, pues si se paran se convierten también en estatuas con forma de público.
Era miércoles y empezaba mi labor de búsqueda en Whistler, pero no solo de trabajo, sino también de Dios. El peregrino quiere saber si Dios tiene filial aquí en estas frías latitudes o si, por el contrario, los obreros de su mies han preferido trabajar en lugares más cálidos. Para eso tengo a mi amigo Google, que siempre es una ayuda. Buscando por “religious services in Whistler” sale rápidamente una lista con los servicios religiosos con los que cuenta el pueblo. La lista es más bien corta, pues no se estila mucho cultivar la fe en lugares donde el dios dinero ha sustituido al Dios verdadero. Existe una pequeña parroquia a las afueras, o mejor dicho, en el quinto pino. Existe también un servicio religioso protestante, pero sin parroquia, sino que solo dan servicio. Este último mejor lo voy a obviar.
Una vez localizada la parroquia de “Our Lady of the mountains” (Nuestra Señora de las Montañas), me viene a la cabeza mi ciudad natal de Cáceres, en la que la Virgen de la Montaña es también la advocación más venerada. Esto es como Cáceres, pero a 20° bajo cero, con nieve y con gente superficial por doquier. Por lo demás, es completamente distinto también.
Pero el tema de la búsqueda y el encuentro te lo dejo para el siguiente capítulo porque es tarde y me tengo que acostar. En el próximo capítulo te contaré cómo descubrí la parroquia, qué he visto y qué he hecho en ella y lo que estoy descubriendo en escasos dos días.
Así que hasta mañana…

domingo, 2 de febrero de 2014

EL PEREGRINO MANGURRINO EN CANADA

Despues de muchos kilometros y de muchas horas de avion, al fin puedo escribir desde Montreal, segunda parada de este largo viaje hacia Vancouver.

Como puedes ver, ahora me encuentro en Canada, un lugar bien diferente del que os tengo acostumbrados. Si bien en otros lugares donde he estado habia mucha pobreza, aqui se puede decir que el mas pobre ahora soy yo...pero eso me gusta. Puedo decir que aqui soy yo quien necesita ayuda...pero no tengo ni miedo ni nada de inseguridad, sino que mas bien me dejare llevar por las circunstancias.

Aunque no lo parezca, esto es una mision mas. Lo que comenzo siendo un trabajo para la ONG con la que colaboraba terminaria siendo una mision bien distinta. Son muchas las noticias que tengo que daros. Lo primero es que estoy aqui, eso ya lo sabeis. Lo segundo es que ya no formo parte de OFRA, por lo tanto la mision que traia aqui ya no es tal mision. La mision ha cambiado, y ahora es la gran mision de mi vida: la mision de mi vida.

Saber que quiere el Senor (estos teclados no tienen nuestra letra preferida) en este preciso momento es la mayor de las misiones. Por lo tanto hago un paron en mi agenda y me hago las americas, pero las de arriba.

Me cuesta escribir sin acentos, pero es que el teclado que tengo es el del hotel de Montreal y no controlo donde estan.

Bien, una vez despedidos casi todos los amigos y conocidos (porque no pude de todos), me fui a Mangurrinolandia (Caceres) a despedirme de la familia y de mi abuela. Y de ahi salimos a Madrid mi hermana, Jorge y yo, rumbo a Barajas. Pasamos un dia de visita madrilena y despues nos enfilamos a la T4, la que va siendo mi segunda casa ya.

Facturamos las maletas y el primero de los problemas estaba por llegar. Tenia comprado los vuelos, que eran Madrid-Londres-Montreal, concectados. Pero resulta que me decian en Madrid que el de Londres a Montreal estaba sin plazas, habia overbooking.

Esto era un problema porque me veia en Londres parado y sin billete para Canada, pero una vez en Heathrow me fui corriendo a la terminal 5, pensando que no llegaba, ya que mi vuelo se retraso mas de media hora y se suponia que llegaba a las  15:00, pero cuando quise salir eran las 15:45. Sali corriendo a buscar mi vuelo por si llegaba a tiempo de solucionar el problema, sin darme cuenta de quen en Londres hay una hora mas que en Espana....y eso me valio llegar el primero, asi que tuve plaza. Otro pobre (o pobra) se quedaria sin ella...

Embarque sin problemas y despegamos a la hora prevista para Montreal, donde ahora estoy y donde tengo que quedarme 24 horas hasta el vuelo de manana a Vancouver.

Nada mas llegar paso por los controles y la primera en la frente: el chorizo y el jamon me los han quitado, pero me han dejado pasar el queso. Menos mal que llevo mas jamon en la otra maleta. Me han hecho mil preguntas para saber si soy un pobre desgraciado que va a buscarse la vida alli o voy en viaje de placer. Si les convences de que eres un turista te dejan pasar, pero hacen tantas preguntas que uno no sabe ya ni que responder. Entre el cansancio y que te hablan en frances, no se ni lo que les he dicho...pero finalmente me sellaron el pasaporte y me dejaron entrar en el pais. Parece que todo va bien...

He llegado al Hotel, aunque me habia equivocado porque a ultima hora decidi dejar el Sheraton y coger el Aloft, pues era mas barato. Pero aqui no me acorde y me dirigia al Sheraton, hasta que llegue...no sin problemas.

Mi angel de la guarda esta conmigo... iba andando hacia el hotel, algo lejos pero no mucho, pero con dos maletas y arrastrandolas por la nieve, se hacia duro. Un chico tunecino me vio y se ofrecio a llevarme en su coche. Y me dejo en la misma puerta del Sheraton... me dijo que cuando el vino nadie le ayudo, y que a dia de hoy sigue sin ser ayudado cuando lo pide, quizas por ser tunecino, y sin embargo se presto a ayudarme. Todo un caballero... Nos dimos los contactos y le dije que a mi vuelta a Montreal quedariamos para charlar y asi escucharia mi grupo de musica, ya que le encanta la musica instrumental tunecina. Empiezo a hacer labores comerciales con los Hey Folks!. 

En el Sheraton pregunte por mi reserva y no habia, asi que ya tenia otro problema...pero el chico me dejo entrar en internet para confirmarlo y luego nos dimos cuenta de que era otro hotel... que verguenza!! (tampoco tengo direresis). Pero fue muy amable y me dijo donde estaba...ya pensaba yo que otra vez la mala suerte estaba conmigo, pero cuando salimos a la puerta me senala con el dedo al hotel justo enfrente... a un minuto andando... asi que me dirijo al Aloft y ahi me quedo. Demasiado pijo para mi gusto, pero es el mas barato dentro del aeropuerto, y despues de este viaje necesitaba dormir, ducharme y tener internet para comunicarme con todos... Mucha cama para mi, enorme... y demasiados lujos. Pero esto sera solo hoy...desde manana volvere a ser un mendigo (con acento en la e), como me decia un tal Julio al que aprecio mucho.

Y esto es todo hasta ahora... lo mas importante es que he llegado bien y que puedo contaroslo. Manana sera otra cosa. El viaje de Montreal a Vancouver son cinco horitas... y despues me quedan dos horas mas hasta Whistler, pero ya las hare acompanado de Christelle... y ahi comenzara mi aventura peregrina... que espero contaros.

Esto es todo por hoy... contaria mas, pero es que estoy cansado. Aqui son las 11 de la noche, pero mi reloj espanol me marca las 5 de la manana... como tengo que salir del hotel antes de las 12, me acuesto no sea que me pequen una clavada por levantarme tarde.

Ya os contare mas... mientras tanto, bienvenidos a las aventuras del peregrino mangurrino y gracias por seguirlas.

Hasta la proxima!!


 
Madrid
 
Montreal

La cama de 90


Las calles del aeropuerto

Y los coches...