Bueno, pues ya instalado, o casi,
en casa de Dave, lo primero es buscar trabajo, como os dije ya, pero también
tenía que localizar la parroquia más cercana, si es que la había. También os
dije que, gracias a Google, encontré la Iglesia de Nuestra Señora de las
Montañas, y allí me dirigí. Lo que pasa es que llegué a Whistler el martes por
la noche, y el miércoles salí a conocer el pueblo, así que era mi primera ruta
turística.
Pregunté a varias personas, pero
no me supieron decir nada… eso me mosqueó un poco. Luego me encontré un plano
de Whistler en el suelo y me puse a consultarlo, pero no encontraba en el
índice nada de Iglesia. Un chico me observaba desde lejos y se ofreció para
ayudarme. Vino hacia mí para preguntarme qué buscaba. Cuando le comenté que buscaba
“Our Lady of the Mountains Church” me dijo que estaba demasiado lejos para ir
andando. Tenía que tomar “Loremar road” y continuar recto unos 45 minutos, y
allí estaba. ¡Madre mía!... pero la verdad, tampoco tenía mucho que hacer, así
que me dirigí hacia allí.
Es una Iglesia muy bonita, de
madera y llena de nieve por todos lados, cómo no. Busqué la puerta y estaba
abierta. Allí había una señora de media edad en una oficina, y le pregunté si
podía entrar, ya que la Iglesia estaba cerrada y lo que estaba abierto era la
oficina. Me dejó, así que me fui hacia adelante y allí me senté ante el
Santísimo, en un sagrario que tiene forma de jaula de perdices.
Estuve un buen ratito dando
gracias por haber llegado bien, y me di cuenta de que eran las 10 de la mañana,
así que en España eran las 19:00, hora de la misa en Santa Clara. Me uní a ella
desde la distancia. Se me hacía raro saber que a esa hora de la mañana era de
noche en España, creo que nunca me acostumbraré a eso. Me imaginaba a la gente
que conozco y a don Miguel celebrando en ese preciso instante, y a las monjas
atrás cantando.
Después menciona que muchos, aunque escuchen con frecuencia el
Evangelio, sienten poco deseo de practicarlo, porque no tienen el Espíritu de
Cristo. Verdaderamente esto es así, y por eso vemos Iglesias llenas y
corazones vacíos. Vemos muchas personas oyendo las palabras de Cristo, pero
pocas escuchándolas. Y es que el mundo absorbe tanto…
Termina diciendo: “Esfuérzate, en consecuencia, para que tu
corazón sea alejado del amor a las cosas visibles de acá abajo y sea llevado
hacia las invisibles de arriba”. Y así es, puesto que vengo con una mano
delante y otra detrás, confiando en la providencia del Señor, que no me
fallará. Estoy tan seguro de esto como de que estoy en Canadá. Vengo con más
cosas de las que me llevaré, pero es que me importa tan poco esto…
Y así pasan los minutos y decido
irme. Me gusta haber descubierto esta Iglesia tan mona. Está lejos, pero así
tendré una motivación extra para no abandonar al Señor durante mi estancia en
Whistler. Si estuviera frente a casa no tendría ningún mérito ir a visitarlo
allí… Me despido de al señora, que me pregunta de dónde soy. Respondida, se
queda extrañada de que alguien vaya a la Iglesia por la mañana y en un día de
diario. Cuando supo que era español se lo explicó todo.
Aquí no hay misa diaria, solo los
sábados a las cinco de la tarde (la del domingo) y los domingos a las nueve de
la mañana. Ocasionalmente se celebran misas de diario, pero a las ocho de la
mañana…
Le digo que nos veremos a menudo,
le doy las gracias y pongo camino a casa contento por haber descubierto no sólo
esto, sino también que existe una comunidad franciscana en Pemberton, a 30
minutos en coche. La parroquia de Pemberton se llama, como no podía ser de otra
forma, San Francisco de Asís. La visitaré…
Por la tarde comienzo a buscar
trabajo de nuevo… tengo algo en mente y seguro que sale, pues uno de los chicos
franceses que conocemos ya aquí me va a ayudar. Se trata de un trabajo duro,
pero me gusta especialmente… más incluso que cualquiera de los que haya hecho
en España. Pero eso ya te lo cuento en el próximo capítulo.
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