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Asómate a la ventana y mira, escucha, habla...y comparte conmigo tus impresiones.

"Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho..."

Un gran Santo, el más pobre en lo material, pero el más rico en lo espiritual dijo en su lecho de muerte: "Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho...". Ese gran Santo era Francisco, y si él dijo no haber hecho nada, ¿que hemos hecho nosotros? Empecemos a hacer algo para cambiar el mundo, ¿no os parece?

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sábado, 30 de marzo de 2013

Capítulo 46. Contando minutos...


         Bueno, pues al final hay una ley de la naturaleza que siempre termina por cumplirse. La ley dice así: “Todo lo que empieza, acaba”. Así de simple, así de real.

Hoy es sábado y estoy aprovechando el último rato que tengo para escribir lo que será el capítulo final de esta historia del peregrino mangurrino en Madagascar. Al final no ha sido para tanto. Cuando preparaba el viaje estaba preparado para todo, pensando que el lobo era más fiero de lo que lo pintan, sin embargo, a toro pasado es otra cosa. Miro atrás y solo veo cosas positivas.

Positivo es, ya de por sí, haber tenido la oportunidad de vivir aquí, conocer gente, experiencias y costumbres nuevas. Positivo es haber concluido con éxito el trabajo de Antanimora, en el último segundo, como en las buenas películas, en esas en las que el protagonista termina por desactivar la bomba en el último suspiro, cuando ya se daba todo por perdido. Mi experiencia aquí ha sido parecida. Al principio el comienzo de los trabajos que me trajeron aquí se demoraron, luego se comenzó el trabajo y parecía que no daría tiempo, pero al final no solo han terminado los trabajos en Antanimora, sino que se puede decir que la solución ha sido un éxito. Es una gozada ver en el último día de visita en el que teníamos pensado ir solo a despedirnos de los chicos, he presenciado con los ojos que Dios me dio cómo hay una presión fabulosa en todos los grifos y duchas de la cárcel. Se puede decir que la operación ha sido satisfactoria, por haber conseguido el preciado líquido y por haberlo hecho mientras compartía experiencias y amistades con estos increíbles chicos de Antanimora.

Casi me daban ganas de meterme debajo de una de las duchas, si no fuera porque tengo sentido común, sin embargo uno de los chicos se metió con ropa y todo, ya que la novedad y la alegría del momento hacen que se olvide de que va vestido... Se acabaron los tiempos en los que había que estar horas haciendo cola para llenar el perol donde cuecen el arroz. Ahora será instantáneo y, además, mientras el resto puede seguir haciendo uso de las instalaciones.

Se han construido seis letrinas, cuatro en un bloque exterior y dos en el bloque de los dormitorios. Cada bloque tiene su correspondiente fosa séptica que desagua en la canal general de evacuación. Cada letrina tiene su propio grifo para la limpieza. Se han construido también tres duchas, una pila lavadero con dos grifos, y se han puesto nuevos los anteriores, además de dotar a la enfermería de un lavabo con grifo monomando, casi nada... El sistema hace que durante la noche se llene el tanque subterráneo, el cual, cuando está lleno, manda el agua al superior. Desde ahí se distribuye el agua por presión natural. El tanque superior corta por medio de una boya el suministro de agua cuando está lleno, y lo mismo el subterráneo. Hay una comunicación eléctrica entre ambos tanques que los mantendrá llenos y solo se rellenarán cuando el superior llegue a la mitad de la carga. No está bien que yo lo diga, pero es que estoy muy contento del resultado, así que diré que el resultado es perfecto... tal y como se había previsto, instalado y funcionando. Bien es verdad que esto no es habitual en las obras, por lo menos en España... y me tengo que venir a la otra punta del mundo para hacer las cosas según los planes...

Cuando llegamos, ya que tenemos permiso especial para poder entrar los tres en la cárcel, tenemos preparado nuestro último arsenal de regalos. Una gorra, un collar con un Crucifijo y caramelos y galletas para parar un tren. Por la mañana el padre Inocence, al que tengo que agradecerle mucho, muchísimo.... nos bendice todas las Cruces.  Creo que en todo el tiempo que llevamos aquí no les hemos hecho mejor regalo a estos chicos, pues, ¿qué hay mejor que el símbolo de Jesús bendecido por un santo varón?. Pocas cosas...

El reparto fue bien porque esta vez estábamos tres controlando “el percal”, así que evitamos a los que nos quieren engañar, ya que es muy típico recibir un regalo y volver a ponerse luego en la fila. Se hace de tal manera que, inexplicablemente, ni sobran ni faltan gorras... Cruces llevo alguna para un par de regalos especiales, ya que será la Cruz que bendijeron en Madagascar para los chicos de la cárcel... vamos, que no será, al menos para mí, una Cruz cualquiera.

Tras el reparto, y la alegría del éxito de la obra, llega el momento triste, el que os imagináis: la despedida.

Es emotivo porque los chavales no quieren que nos vayamos. Creo que nos hemos ganado su corazón, no sé si por los regalos, pero yo prefiero pensar que por nuestra compañía y por dedicarles nuestro tiempo. Deben pensar que estamos locos por ir allí a verlos a diario... ¿qué pensarán que se nos ha perdido allí?. Si alguna vez me topo con alguno le diré que allí se me perdió Jesucristo, por eso fui a buscarlo en ellos, en el sufrimiento de la cárcel.

Nos cantan la canción de despedida malgache, y como cuando vine y me cantaron la de bienvenida, se me pusieron los pelos de punta. Me dieron ganas de llorar, pero salimos de ahí entre abrazos y agarrones de los que querían tocarnos por última vez. Espero volver a verlos algún día, aunque por supuesto, en la calle.

Cuando salimos vamos a comer al “Tándem” para despedirnos bien de aquí, al menos es un sitio donde podamos tomar un café después de comer. Nos vamos a casa a descansar y a empezar a preparar equipajes, papeles y demás... y también empezamos a preparar las despedidas.

Uno de los mayores éxitos de esta misión ha sido la solución final de los problemas personales y de convivencia. Al final parece que todo se ha puesto de cara y, tras una conversación acerca del perdón durante la comida, alguien dio el primer paso para arreglar las maltrechas relaciones. Al momento comienzan a llegar mensajes de respuesta, creando en un instante una situación de alegría en todas las partes implicadas. Por supuesto, es normal esto, siempre hay quien prefiere no perdonar. Lo importante es tender la mano, el tomarla es cosa del otro... Quien la tendió hizo bien, quien no la tomó, no. Es curioso, para que luego digan que los católicos hay hipocresía o que no somos trigo limpio, pero la realidad de este caso es que, de cinco personas a las que se le pidió perdón, tres respondieron positivamente y dos no. Lo curioso que os decía es que los tres que perdonaron son católicos, los dos que no lo hicieron son ateos... ¿casualidad?... yo creo que no.

Bien, y tras esto nos empezamos a mentalizar en nuestro regreso a casa. Lo primero es recoger las maletas, y para ello decidimos que tenemos mucha ropa y que aquí la gente no tiene nada, así que empezamos a repartir todo entre la gente de la calle, los cuales se agolpaban para recibir unas gafas o una navaja, todo valía... después preparamos la ropa para la gente pobre con la que trabajan los franciscanos, los cuales están encantados con la donación.

Nos invitaron a comer en su casa el viernes, así que fuimos y nos despedimos de la comunidad. El sábado por la mañana fuimos a una cita que yo tenía con un zoo privado para presentárselo a mi nuevo amigo franciscano, el cual nos mantendrá en contacto en el futuro.

El sábado por la tarde no alcanzamos a hacer nada relevante, siendo lo más importante la devolución de la moto en la tienda, lo cual casi nos cuesta un disgusto... el último día, en el camino de devolver la moto y se me cruza otra moto sin previo aviso... menos mal que anduve rápido de reflejos, pero hicimos un derrape de libro. Remy se montó conmigo por primera vez para probar lo que es viajar en moto, y casi soy partícipe de su mala suerte... pero al final todo que quedó en nada.

Después llevamos a Bosco, el papagayo, al centro salesiano, donde Inocence está encantado de recibirle como anfitrión. Nos despedimos de él, emotivamente también... y también de Bosco. Ha sido un placer compartir casa con el devorador de bananas...

Y tras esto, visita de despedida... la más importante: El Señor, en la capilla salesiana. Le pido que cuide de nosotros, de la gente que dejamos... y que me permita volver en el futuro. Le pido perdón por todo lo malo y le doy las gracias por todo lo bueno. Y me voy a conectar, la última conexión...

Después nos despediremos de David y Helene, los anfitriones, a los que doy las gracias, a ellos y a Grandir Dignement, por que gracias a la oportunidad que me brindaron un día, pude conocer este país, magnífico y lleno de sorpresas. A ellos les deseo lo mejor para continuar lo que es un difícil y duro trabajo. Rezaré por ellos para que todo les vaya bien y también a Sarah. Por esto les doy las gracias y les deseo lo mejor ahora y siempre, y quien sabe, quizás volvamos a vernos un día por Tana...

En un par de horas nos iremos al aeropuerto, donde tendremos que esperar un buen rato al check in de Karima, a la que acompañaremos porque sale una hora antes que nosotros. Vamos, que Remy y yo tendremos que estar como cuatro horas esperando, pero nos dará igual porque tendremos muchos recuerdos que compartir en ese tiempo. Todo lo bueno que nos ha pasado lo recordaremos entonces y durante las 11 horas de vuelo rumbo a París, donde nos despediremos para irse cada uno a su casa, él a Lyon, yo a Cáceres... y luego, a Almendralejo.

A todos, a ellos por vivir conmigo esta experiencia, y a vosotros por estar ahí y vivirla conmigo: GRACIAS....y hasta pronto.

jueves, 28 de marzo de 2013

Capítulo 45. Semana Santa y última.


          Antes contaba los días, pero ahora ya cuento las horas. Queda muy poco para volver a mi querido país, España...

         Lejos de ser un antipatriota soy todo lo contrario, aunque a menudo compare a la gente de mi país con la de aquí o la de otros sitios. Qué le voy a hacer, España es perfecta, el problema son algunos españoles. Si se pudiera mandar a todos los que manchan España a una isla desierta, bien lejos, mi país sería perfecto. Allí podrían manchar tanto como quisieran, y podrían llamar a la isla como les pareciese. España seguiría llamándose España y todos seríamos felices, al menos los que nos quedásemos en la piel de toro. Entre los que no se sienten españoles, los que se sienten pero no actúan como tal y los que se dedican a ver los problemas internos desde el sillón de casa sin mover un dedo, vamos apañados. Eso sí, todos estos hacen que los demás nos sintamos españoles hasta la médula y tengamos cada vez más amor por nuestro histórico y simbólico país, referente en el mundo entero... lo dice alguien que ha viajado lejos y escucha y ve lo que se dice de nosotros.

Entre arturos y orioles (en minúscula, claro) tenemos la peste metida en los tuétanos. Yo a estos los mandaba a Madagascar vía aérea, pero no con Air France, sino de una soberana colleja bien dada.

Todos los extranjeros me hablan de España como un gran país donde todo es perfecto, donde se come y se vive bien, donde el clima es perfecto y el fútbol más... claro que ellos lo ven desde fuera. Si fueran a dar un paseo por Las Ramblas opinarían distinto. Y los que pasamos largos tiempos fuera por circunstancias nos damos cuenta de que, verdaderamente, se echa de menos la tierra. El chorizo, el aceite de oliva, los conciertos en los bares, la paella, el fútbol... en fin, todo. Me queda poco para volver y ya estoy loco de contento, aunque me quedaré por poco tiempo allí para volver a la que ya es mi segunda patria: Perú.

Esto lo digo porque veo las noticias de España y me entero de que nuestro querido presidente mantiene reuniones secretas con el tal arturo, el cual quiere abrir una zanja entre Cataluña y España y llenarla de agua para que su tierra se convierta en una isla y deje de ser parte de una península. Mi querido presidente, en lugar de ponerle la cara colorada (pero no con palabras, sino de un bofetón del quince) mantiene reuniones secretas con él. A buen seguro trata de convencerle de que no de la tabarra y, a cambio, alguna cosa caerá... así estarán todos contentos, unos con un tranquilizador silencio y los otros con un buen pellizco de dinero, que es lo que más les gusta y el motivo principal de todo este entuerto, no la independencia.

Desde fuera le dan ganas a uno de quedarse aquí hasta que la situación cambie un poco, pero ya ves... tengo que volver y reiniciar una vida plagada de noticias políticas y no políticas, desde las soberanías y referéndums hasta las “republicanías”  y “anticlericadas”... mi querida España, infestada de paletos, catetos y abrazafarolas que, cargados de derechos, se preocupan por esto en lugar de hacerlo por lo realmente importante: los pobres a los que utilizan a diario como armas arrojadizas, como si de verdad les importaran. Bajo una apariencia de desear libertad, derechos, respeto y progreso, su único deseo es la tiranía, la represión, el “asesinato” religioso y la riqueza propia... ¡¡Mi querida España!!... ¿qué te están haciendo?...

Bueno, ya quisiera yo cambiar las cosas, sin embargo me conformo con llamar a estos por su nombre y no callar como otros que prefieren hacer “la vista gorda” mientras siguen con ahínco la vida de “la princesa del pueblo”.

Bueno, pasando a otro orden de cosas, os cuento el lunes:

Nos llevaron a casa en la furgoneta, aunque los franciscanos querían que nos quedásemos en su casa a dormir. Era tarde, pero preferimos ir a nuestra casa para cambiarnos al día siguiente de ropa, desayunar y salir a nuestra cita con el director del zoológico. Nos llevaron, cenamos y nos acostamos. Al día siguiente, como era lunes, no había misa. Aprovecharíamos para dormir un poco más y reponer las fuerzas perdidas del fin de semana agotador.

Cuando despertamos, a eso de las ocho, llamamos al director del centro para decirle que iríamos con Maurice, el franciscano. Pero Maurice no podía hasta después de las 15:30, así que el director nos dice que mejor el martes a las 9:00. Hablamos con Maurice y le parece bien, así que dejamos todo listo para el martes a primera hora.

Dedicamos el día, pues, a nuestras labores. Queremos ir preparando todo lo que tenemos que hacer para nuestro regreso a casa, cada cual a su país. Bien sé que en Francia están padeciendo ahora lo mismo que nosotros hace unos años, se podría decir que les toca una “era zapaterana”... eso sí, ellos lo eligieron democráticamente engañados por unas falsas promesas apoyándose, cómo no, en el sufrimiento de los pobres por causa de la crisis que todos los europeos hemos sufrido. Lo que no saben todavía es que a la crisis económica le han sumado una crisis moral que sufrirán en sus carnes. Y es que estas izquierdas de ahora más valdría que las desplazasen un poquito más a la izquierda y que se cayesen al abismo... Yo pienso que en la actualidad es mejor el gobierno que pudiera ofrecernos “Doña Rogelia” que cualquier partido político de izquierdas, por cercano al centro que esté (si es que los hay, claro).

Y como quiero ser justo, como os dije en otro momento, también quiero deciros lo que opino de mi querido Rajoy, el cual entró en una casa demasiado grande para él sin estar preparado para ello. Tan grande le queda que no sabe aún el camino de la cocina al comedor, y da vueltas perdido por los pasillos esperando que alguien le de un silbido para orientarle. Y en lugar de hacer la comida, que es lo que debe, se mete entre trasteros y divanes, perdiendo un tiempo precioso para dar el giro de tuerca que se necesita.

Y en lugar de borrar de un plumazo todo vestigio de la ineptitud política anterior, se dedica a otras labores menos populares. En lugar de dar un respiro al pueblo se lo da a los bancos. En lugar de arremeter contra los antipatriotas, se reúne con ellos en secreto. En lugar de erradicar la casta capitalista que absorbe al que no tiene para pagar su hipoteca, le da alas. En lugar de construir una España, deja a los que la quieren destruir “con vida”. Y en lugar de erradicar la injusticia social, política y económica, pasa de largo y la deja como está. Bien es cierto que al menos no nos hunde más como los “siniestros” (izquierda = siniestra)... Así que más que un gobierno de cambio es un gobierno cuyo lema podría ser: “Virgencita, que me quede como estoy...”.

Ahora ya no puedes tacharme de pesoista ni de pepeista... y te aseguro que mucho menos de “izquierdounista”, o mejor dicho, comunista... Para dejarte claro esto último te diría que prefiero no hablar siquiera de este pseudo-partido político para no manchar mi conciencia y dormir tranquilo, ya que las palabras que pronunciaría para definir a esta panda de “lambuzos” me haría pecar mucho... y perdón por los lambuzos, ya que no se merecen tal comparación... (si alguno se siente ofendido, apelo a la libertad de expresión que ellos mismos pregonan).

El lunes no visito Antanimora, ya que me cuenta Fy (el constructor) que hasta el martes no compra la bomba y no puede hacer nada. Aprovecho para hacer otras gestiones relacionadas con mi próximo trabajo aquí, en Madagascar, el cual no revelaré aún... no sea que luego no salga.

Y así vamos consumiendo el día hasta el martes, día en que nos levantamos bien temprano para la misa. Es martes santo y el evangelio del día habla de la entrega de Jesús a manos del traidor compañero, ese al que yo, por llevar la contraria al mundo, no considero tan traidor, sino más bien un pobre hombre con mala suerte, la peor suerte del mundo.

Cierto es que (un día lo dije aquí) que todos debemos mucho a Judas, pues Cristo murió por nosotros y con ello dio al hombre el mayor de los regalos jamás imaginado por este ingrato bípedo: la salvación. Y todo esto se lo debemos al pobre Judas, al que le tocó “la china”. Si pensásemos que estamos salvados porque Judas entregó a Jesús en manos de los sumos sacerdotes, nuestro concepto de él sería otro. Yo lo veo más como un mártir que como un traidor. Se inmoló por no poder soportar lo que enseguida comprendió... haber entregado en manos de hombres al propio Dios. Quizás nunca nadie pudo hacer cosa igual contra Dios, pero es cierto que alguno tenía que hacerlo. Y generalmente tendemos a juzgar a los demás por sus actos, sin saber qué hubiéramos hecho nosotros en su lugar. Si pensásemos en que hemos tenido una inmensa suerte de nacer en esta época, en éstas circunstancias y en un país civilizado, en lugar de haberlo hecho hace más de dos mil años en Palestina, quizás terminaríamos por darnos cuenta de que nosotros mismos podríamos haber sido Judas. Sin embargo le tocó a él y no a nosotros. ¿Qué culpa tuvo él de haber sido predestinado a ello?... Bien sabía Jesús quien le entregaría, anticipando en el Evangelio la traición que vendría. Y solo por el hecho de cargar con esta culpa, este remordimiento de conciencia que le llevó al suicidio y el gran peso de semejante carga por haber participado indirectamente en el magnicidio más grande jamás cometido, yo llamaría a este personaje histórico San Judas Iscariote, mártir de la Iglesia católica y reconocido por todos como el mayor de los santos jamás investidos... ahí es nada, lo mismito que mucho piensan de él... Yo doy gracias a Dios por no haber tenido que ser yo quien negociase ese asunto en el caso de haber tenido la suerte de ser él en lugar de yo...

Sin embargo, otro apóstol, el máximo representante de la Iglesia Católica en la tierra, negó al mismo Jesús después de haber participado con él (y de él) en todos sus prodigios, milagros y vida mesiánica activa. Más claro que él no debería tenerlo nadie a la hora de juzgar a Cristo como el Hijo de Dios y no como un impostor, y aún así, el miedo pudo con la verdad... y lo negó. Pero nadie parece dar importancia a este gesto de Pedro, si bien es verdad que no es lo mismo negar a Cristo que entregarlo en manos de unos asesinos. Yo creo que muchos siguen pensando que Judas quería la muerte de Cristo, cuando lo cierto es que no podía saber la suerte que correría. Ni los mismos que querían matarle podían encontrar la excusa para hacerlo, así que ¿cómo iba a pensar él en que terminaría así?. Y por eso no pudo soportarlo y acabó con su vida... vamos, que la traición es por la entrega, no por el asesinato, ya que si hubiera estado en su mano lo habría evitado, y si hubiese sabido en qué acabaría la cosa, jamás lo entregaría. Esto lo sé, no por revelación divina, sino por sentido común... nadie se suicida si piensa que ha actuado bien.

El Evangelio del miércoles parece remarcar claramente que “¡ay de aquel por quien es entregado el Hijo del Hombre!”. Sin embargo, antes nos dice que estaba escrito que sería entregado. Vamos, que alguien tenía que hacerlo, y esa suerte le tocó al tal Judas. Pero son muchos los que se quedan en la frase y su sentido literal sin darse cuenta de que quizás el mismo lector es ese Judas que, dos milenios después, está entregando a Jesús día tras día... ¿Es que pensamos que todos somos buenos y perfectos?... ¡¡Ay de ti y de mí si hubiésemos nacido en aquel entonces y aquellas circunstancias!!... a buen seguro le habríamos entregado también, y por menos monedas aún. No juzguemos tanto (que tanto nos gusta) y hagamos cosas más constructivas, como por ejemplo ayudar a construir el reino de Dios aquí en la tierra, en lugar de seguir tumbándolo consciente e inconscientemente. No olvidemos que la entrega de Jesús por Judas representa la ambición, la codicia y el egoísmo personal, y seamos sinceros, ¿quién no se ha peleado nunca por dinero?, ¿quién no basa o ha basado su vida en el dinero? (absténganse de responder los que están en una buena situación económica, ya que estos suelen responder rápidamente: “yo”... y ya me gustaría ver qué dirían en el caso de llegar a duras penas a fin de mes)... Pues bien, va a ser que todos tenemos algo de Judas dentro, aunque preferimos verlo en los demás, es más cómodo para nuestra conciencia a la hora de dormir tranquilo.

Dice el amigo Jorge Loring que “deberíamos actuar como madres para los demás y como jueces para nosotros, sin embargo, somos jueces implacables para los demás y madrazas “perdonalotodo” para con nosotros”... no es literal, pero más o menos, y yo estoy de acuerdo con él al mil por cien.

Preguntemos al Señor: “¿Acaso soy yo, maestro, quien te ha de entregar?”, pero cuidado, no sea que la respuesta sea: “Tú lo has dicho...”

El martes vamos al zoo a nuestra cita con el director. Hemos quedado a las 9:00 con Maurice, quien se presenta casi tan puntual como nosotros. En esto que nos dirigimos al despacho y por el camino, en dirección opuesta, nos encontramos con el director que en ese momento se acuerda de la cita al vernos. Nos dice que va a por salario, no sé si del móvil o del mes de los trabajadores, así que nos dice que le esperemos. Damos unas vueltas por acá y otras por allá entre lemures, pavos reales y caimanes hasta que estamos un poco hartos y nos vamos a la cafetería. Allí nos tomamos un café con un “banana flambeau” y cuando queremos darnos cuenta llevamos dos horas esperando. Ya es hora de llamar al director para decirle que nos tenemos que ir porque una cosa es esperar un rato y otra es perder toda la mañana... y cuando coge el teléfono nos dice: “pero si estoy en la oficina...”, y en ese momento uno piensa cosas de las que luego se arrepiente, pues no son muy cristianas que digamos. No entiendo cómo una persona que se olvida de nuestra cita, luego se olvida de decirnos que ha llegado cuando nos pide que esperemos a que vuelva... pero así son las cosas. Finalmente tenemos la esperada reunión y tras la charla nos vamos “cada mochuelo a su olivo”. Karima y Remy a casa, Maurice al convento y yo a la prisión de Antanimora.

Allí espero ver qué pasa con la nueva bomba de agua, si está lista o no y si se puede colocar ya en su sitio. Las noticias son buenas, ya que por fin llegó la bomba, y Fy me la enseña como si fueran las dos orejas y el rabo después de una gran faena... solo le faltó dar la vuelta al ruedo bomba en mano.

Yo, por mi parte, hice una compra de galletas de chocolate para dárselas a los chicos a la hora de comer y volver a dar color al blanco menú de arroz cocido. Caramelos y galletas repartidos en los platos de comida que hacen las delicias de todos... unos no pueden aguantar las ganas y se comen las galletas nada más cogerlas. Otros, por el contrario, se muestran más pacientes y prefieren guardarlas para que hagan las veces de postre. Hay de todo... en cualquier caso todos están contentos por el presente.

Terminado el reparto me voy a casa porque Fy me dice que, aunque la bomba ha llegado, no estará lista hasta mañana o pasado, así que me subo en la moto y salgo disparado a Ivato. Allí me esperan Karima y Remy como agua de mayo para comer caliente. El menú es sencillo porque voy tarde, y hago pasta con mayonesa y atún, mi comida preferida, no por lo simple, sino por lo rica que está.

Siesta, juegos con los niños del barrio y fin del martes santo. El miércoles sería otra cosa. La mañana se pasa tranquila esperando noticias de Fy, que quedó en avisarme para ir a ver la instalación si le daba tiempo, pero resultó que no, así que me quedé en casa y fui a la boulangerie a tener una mañana de internet, antes de ir al aeropuerto a enviar las últimas postales, después de comprobar que las primeras llegaron con éxito. Mandé cuatro y llegaron cuatro, así que hice pleno postal. Ya me advirtieron que no llegarían, pero parece que he tenido suerte y voy a enviar una segunda tanda.

La tarde la pasamos en casa. Íbamos a ir a una fiesta en el Centro de reeducación para despedirnos de los niños, pero yo tenía una cita más importante con los franciscanos, donde vamos a conocer más de fondo a los chicos infectados de sida para ver qué podemos hacer por ellos en el futuro. La visita fue muy bonita para mí, pues los chavales son encantadores. Tuvimos una especie de entrevista personal con cada uno y Karima y Remy me ayudaron uno con la traducción al francés y la otra con las labores de secretaria. La entrevista consistía en tomar los datos, aficiones, formación, etc de cada uno para saber qué tipo de empresa podremos crear para que sean autónomos y se ganen la vida por ellos mismos con la nueva asociación creada.

Después de todas las entrevistas, vistas las habilidades y conocimientos de cada uno, todo apunta a que lo más coherente es crear una boulangerie, es decir, una cafetería donde se venda pan y dulces, café con internet y demás... ya tenemos personas que saben hacer dulces y pan, otros informáticos, repartidores, limpiadores y hasta gente que hará la publicidad. Es todo perfecto, solo con la salvedad de que hace falta mucho dinero que tenemos que buscar debajo de las piedras si es preciso. Hay mucha ilusión y poco dinero (más bien ninguno), pero esto ¿es impedimento para llevar a cabo el proyecto?... te aseguro que no.

Acabamos tarde y nos vamos porque a las 22:00 tenemos reunión en la casa antigua. Hay una charla pendiente que teníamos por la tarde y que no se pudo hacer por la cita franciscana, y finalmente resultó ser algo tensa... Creo que todos nos quedamos tristes después de la discusión, sin embargo no tardaríamos 24 horas en dar la vuelta a la tortilla y conseguir un consenso emocional buscado por ambas partes, solo que alguien tenía que dar el primer paso... pero eso es cosa del jueves santo y mañana os lo contaré, aunque será viernes.

Un abrazo a todos y perdón por la largura, pero aquí van tres días del tirón...

Hasta mañana!!

martes, 26 de marzo de 2013

Capítulo 44. Fin de semana en Antsirabe II

      Este fin de semana ha sido largo y cargado de proyectos, vivencias y experiencias que difícilmente olvidaré, al menos en mucho tiempo.

         El fin de semana comienza el viernes por la mañana. Vamos a misa a las 6:30, como es habitual. Cuando termina la misa vamos a casa a desayunar y Karima y Remy hacen su equipaje porque le taxi que les llevará a la estación de taxi-brouse llega a las 9:00. Yo me quedo en Tana porque tengo una cita con los franciscanos para conocer lo que será el próximo proyecto (o eso creo) de OFRA en Madagascar. Tenemos una cita con varios chicos infectados por el virus del sida. Aquí esta enfermedad tiene un doble sentido negativo. Por un lado está la enfermedad en sí, que ya es bastante. Por otro lado está el rechazo social por parte de todo el mundo. Aquí existe una dura discriminación hacia las personas infectadas, las cuales tienen todas las puertas cerradas. Con esta situación no es fácil ganarse la vida, por lo que lo más habitual es vivir la enfermedad en el más absoluto secreto e intentar hacer una vida normal, aparentando ser normal.

         Es duro esto, especialmente cuando se trata de adolescentes que no entienden muy bien porqué les ha tocado a ellos esta “lotería”. No lo encajan muy bien, cosa bastante normal a esta edad.

         Pero claro, para solucionar este problema está aquí nuestra querida Iglesia Católica, cuyos representantes más destacados en este sentido son, cómo no, los franciscanos. Ellos acogen en un apartado de su casa a estos chavales, a los que acompañan y ayudan. También les dan de comer, pues hay algunos que no han podido ocultar su enfermedad y son personas sin futuro aquí. Su única solución para salir adelante es que alguien les ayude, ya que incluso sus propias familias les han rechazado y no quieren saber nada de ellos.

         Es difícil cambiar esta cultura, y será el tiempo (mucho tiempo) el que se encargue de ir variando la mentalidad de una sociedad que bastante tiene con sus problemas como para preocuparse por los de los demás.

         Bien, pues la misión más importante de OFRA ahora mismo, después de las que ya viene realizando, será intentar ayudar a estos compañeros franciscanos en su dura tarea de ocuparse de ellos para darles un futuro y una vida digna. Para ello, cómo no, hace falta dinero para alquilar una casa y crear una asociación que ellos mismos llevarán adelante. Se pretende crear una pequeña empresa en la que trabajen y se ganen la vida haciendo cosas relacionadas con sus conocimientos. Antes de irme tengo que tener otra reunión con ellos para investigar qué sabe hacer cada uno y, después, pensar qué tipo de ocupación buscarles. Creo que los tiros irán encaminados por la fabricación de algo, artesanía, productos de limpieza, etc... es lo único que pueden hacer sin tener que mezclarse con nadie y evitar así descubrir su enfermedad.

         Una vez terminada la primera visita de toma de contacto vamos a la cena. La cena es franciscana y el menú es a base de arroz, alubias y otras hierbas, pero se come bien. Luego nos vamos a acostar porque aquí las misas matinales son aún más tempraneras que el el centro Salesiano. Son a las 5:30 de la mañana, con lo que toca levantarse a las 5:00. Espero no conocer más congregaciones en el tiempo que me queda aquí, pues algún día voy a terminar de cenar y me va a ser más rentable hacer tiempo para la misa que acostarme.

         La noche la paso bien. Es curioso, pero siempre que duermo en sitios distintos me acuerdo de las personas que hablan de “extrañar la cama”. Yo duermo igual de bien en Magascar que en España, en una cama dura que en una blanda, en un sillón de coche que en el suelo... y siempre igual: como en la mejor cama viscoelástica. Es un don que Dios me ha dado... veremos a ver con los años.

         Después de dormir como un tronco, me despierto a la hora acordada con mi móvil. Me aseo un poco y bajo a la capilla. Es preciosa, toda de madera, pobre, sencilla... vamos, franciscana. Están todos los frailes y se incorporan algunas monjas que vienen de algún lado desconocido para mí. La misa es en malgache, pero como esta vez no tengo mi Biblia, no puedo leer las lecturas, así que me conformo con asistir y punto.

         Cuando acaba desayunamos rápido porque tenemos que salir para Antirabe y son más de tres horas de viaje. Nos montamos en la furgoneta y ponemos rumbo a Antsirabe a eso de las siete, y es tarde porque nos hemos entretenido bastante.

         Salimos de Tana con problemas porque a esta hora ya hay miles de coche en las calles, por eso el plan era salir antes. Cuando nos ponemos en carretera nos parece mentira... y luego, kilómetros a manta. Bueno, no son muchos, pero el estado de las carreteras hace que los aproximadamente 150 kilómetros se tarden en negociar más de tres horas.

         Llegado un momento nos paramos, a mitad de camino aproximadamente. Hay una caravana terrible y somos los últimos en incorporarnos a ella. El principio no se ve, pero todo el mundo está fuera de los coches y van caminando hacia delante, dejando el coche abandonado en la carretera. Me parece extraño, como a todos, pero pronto viene un policía que nos comunica que paremos el motor porque esto va para largo. Ha habido un accidente y la carretera está cortada. El conductor se queda en la furgoneta mientras los demás vamos andando hacia delante, en dirección al accidente. Y por fin llegamos y vemos el terrible espectáculo.

         Es muy triste, y casi no doy crédito a lo que oigo. Justo en mitad de un puente han chocado dos vehículos, uno es un todo terreno y el otro dicen que un camión. El todo terreno salió despedido del puente y cayó al río con todos los ocupantes dentro. El otro vehículo no estaba y no logré saber si se dio a la fuga o se lo llevaron. El caso es que dentro del coche que cayó al agua viajaban siete personas. Todas murieron en el accidente.

         Cuando nosotros llegamos ya habían sacado el coche a la orilla y ya tenían los cadáveres cubiertos con las esas mantas térmicas color dorado. Uno de los cadáveres, un hombre, se dejaba entrever y su postura era horrible. La mano se le quedó agarrotada, con los dedos en actitud de querer agarrar algo que tenía delante de él. Era el conductor. Lo triste de la noticia estaba por llegar, ya que luego me contaron que el resto de ocupantes del vehículo eran unas monjitas de la congregación de la Divina Misericordia. Eran todas italianas y precisamente se dirigían a Antananarivo al aeropuerto. Se iban a Italia. Unas llevaban años, las otras poco tiempo, y alguna había venido solo para acompañarlas al que sería su último viaje. Se habían recuperado cuatro cadáveres, y tres seguían perdidos en el río. La gente las buscaba por todos lados, pero aún no habían aparecido.

         Se juntó allí un montón de gente, unos a cotillear, otros a buscar y algunos cuantos a sacar el coche del agua. Nosotros no podíamos hacer nada más que rezar por ellas y yo no hacía más que asombrarme por ver en primera persona lo que más de una vez os he comentado acerca de que el mundo es efímero, que cuando menos lo esperamos nos llama Dios. Ninguno tenemos asegurado el mañana. Estas pobres monjas seguro que iban con planes hechos, con proyectos por realizar, con visitas programadas y con muchas ganas e ilusión por llegar a su tierra italiana. Pero nada de esto será posible porque se quedaron en el camino. Ya lo dice el libro del Eclesiastés: “Vanidad de vanidades, todo es vanidad...”. A veces nos pasamos los días sumergidos en nuestros proyectos de futuro, pensando que viviremos para realizarlos. Otras veces nos ahogamos en pensamientos acerca de cosas que carecerían de todo sentido si nos viésemos en una situación como la de estas hermanas.

         ¿Cuántas veces decimos que la vida son cuatro días?. Pero, ¿cuántas veces se nos olvida al poco tiempo de decirlo?. ¿Actuamos como si el mañana no lo tuviésemos asegurado?. La respuesta es clara: no. Actuamos como si fuésemos a vivir eternamente, como si todos fuesen a dejar el mundo antes que nosotros. Nos pasamos media vida cargando en nuestras espaldas todo tipo de problemas, preocupaciones, enfados y un sinfín de cosas más, todas superfluas... y pocas veces tenemos tiempo para dar gracias a Dios por habernos permitido vivir un día más, por tener la suerte de poder seguir acumulando experiencias. Estas hermanas seguro que sí lo hacían, y seguro que ellas habían meditado muchas veces acerca de la muerte y de su resurrección con el Señor, en la vida futura. Y ahora viven en ella...

         Nosotros, por el contrario, pensamos en la vida terrena, en la casa, el coche, los estudios, el trabajo, el partido del domingo, las vacaciones de verano, el modelo que me he comprado para nochevieja, los dos kilos que he cogido, la dieta para bajarlos, si estoy lo suficientemente moreno y si los zapatos combinan bien con la camisa... y en eso se va gran parte de nuestros días. Otros, por el contrario, esperan esa vida futura pensando en la única cosa que les quita el sueño: el hambre. Estos últimos solo piensan en qué hacer para echarse algo a la boca mañana... Si con esta reflexión no cambiamos nuestra manera de vivir, apañados vamos... Ojalá sirvan de algo estas letras.

         Cuando retiran todo, cadáveres y coche, abren de nuevo la carretera al trafico y nos ponemos en marcha. Desde ese momento hasta hoy no puedo quitarme de la cabeza a estas valientes que un día vinieron a un país difícil, sabiendo que les podría costar la vida, y justo en el último día la perdieron. Ellas irían contentas a casa pensando que habían salido ilesas de una convivencia complicada durante varios años, sin saber que, al decir adiós al país, se lo dijeron para siempre. Hay que ser valiente y tener mucha fe para venir aquí siendo religiosa, pues no es nada fácil, te lo aseguro... Hace muy poco a una monja la mataron, la descuartizaron y pusieron a la venta su carne en un mercadillo callejero. Suena exagerado, pero te aseguro que no puede ser más real lo que te cuento. Por suerte los culpables pagarán el delito. Esto es una muestra de lo que puede llegar a hacer el hombre, si es que se puede llamar así a estos individuos.

             Por supuesto no voy a publicar las fotos del accidente, pero sí quiero pedirte una cosa, que ahora mismo hagas un stop en la lectura y reces un Padrenuestro por estas valientes hermanas que han dejado su vida en esta tierra malgache.

(..........)

El menú
         Llegamos a Antsirabe, pero antes de entrar nos desviamos hacia una granja que compraron los franciscanos para hacer un proyecto en el futuro. Será una plantación de arroz y maíz donde podrán cultivar lo necesario para poder subsistir, y quien sabe si en el futuro podrán vender los excedentes. La carretera se acaba en un momento dado por ser intransitable, así que bajamos y vamos andando. Es casi media hora de camino entre charcos y arrozales. Llegamos a una casa donde hay varias personas a las que dan trabajo. Nos invitan a comer: arroz con galletas. A mí, por eso de ser el blanco, me dan también un huevo frito. En el futuro puede ser una gran explotación, pues tienen 10 hectáreas de tierra fértil y bien plana para plantar arroz a discreción. Espero que tengan suerte y puedan aprovechar hasta el último centímetro cuadrado.

         Después de comer nos vamos de nuevo al coche, otra media hora. En el camino me encuentro con varios niños que dudo que hayan visto nunca a una persona blanca, pues cuando trato de darles caramelos que llevo encima no los quieren, y si me acerco, salen huyendo como si en lugar de caramelos en la mano llevase un puñal. Me tienen miedo, aunque siempre hay algún valiente que se atreve a acercarse lo suficiente como para coger su barrita de mentos, y en el momento justo de cogerla pienso que si le diese un susto me lo cargaría de un infarto. Pero su valentía le ha hecho ganar un preciado botín, algo que no se ve (ni se verá) por los alrededores. El resto se lamenta de no haber tenido agallas de acercarse al vazha y tendrá que confiar en la generosidad del valiente.

         Llegamos a Antsirabe y vamos al noviciado franciscano. Allí me presentan a la comunidad y me enseñan la casa, acogedora y sencilla. Tienen un taller de carpintería con el que se ganan la vida, entre otras cosas, cosa que me parece muy evangélica.

Con las hermanas clarisas
         Luego me llevan a recoger a Karima y Remy. Están en el Chez Billy, no sé si lo recuerdas de la visita anterior. Se vienen con nosotros y vamos a donde dormiremos, aunque antes hay que hacer varias visitas. Primero vamos a lo que quieren que sea el próximo estudiantado de filosofía para los aspirantes a sacerdote. Me enseñan dónde irá y tomo nota para ver posibles cooperaciones futuras. Luego vamos a ver a unas hermanas clarisas que viven cerca. Nos enseñan la capilla, posiblemente la más bonita que haya visto nunca, toda con motivos africanos, maderas y muchas ventanas que dejan ver un bonito paisaje. El Sagrario tiene forma de tótem y está en el centro de la capilla, algo muy original. Nos invitan a un café y nos presentan a cuatro monjas italianas que viven en el convento. Mi recuerdo es para las pobres monjas que murieron horas antes y de las que nada sabían estas aún. Nos invitan a un café y hablamos un rato, momento en el que aprovecho para intercambiar correos electrónicos y pedirles oración y monjas (sí, has oído bien) para el convento de Almendralejo, pero yo pensaba que habría muchas y solo son seis... vamos, que la situación es la misma en ambos conventos.

         Terminada la visita nos vamos al Seminario, donde dormiremos. Allí nos invitan a cenar después de una oración de vísperas a la luz de unas velas, ya que hay tormenta y no hay electricidad. Después de la cena tengo una reunión con el superior al que le doy la ayuda que mi amiga Nina me envió con la inestimable colaboración de Ana, aprovechando su enchufe en el servicio postal.. A las dos les doy las gracias y les hago saber que la ayuda llegó a su destino. Es un lujo trabajar con gente así...

         Nos acostamos pronto porque al día siguiente salimos hacia un pueblo llamado Mahaiza, donde el padre Silvestre nos enseñará de camino otras Iglesias donde hace falta ayuda económica y mi presencia futura para llevar a cabo la construcción de varias Iglesias. El camino me recuerda mucho al que hacía en Perú de Chachapoyas a Granada, ya que tiene una primera parte del camino horrible y una segunda más que horrorosa. Si no es con un 4x4 no es posible llegar ahí arriba. Pero antes de ir para allá hacemos una visita al Centro de Reeducación (o lo que es lo mismo, la cárcel infantil) de Antsirabe. Alli hay unos cuantos niños y me sorpende ver que entre ellos hay cuatro niñas. Recuerdo la respuesta que le di a una amiga acerca de porqué las niñas no están en prisión, sin embargo hoy se me han caído todas las bases de la hipótesis que le di. Pasamos con ellos un buen rato, Karima y Remy bailan el Waki-Waki y hacen otras actividades mientras yo voy con los franciscanos a conocer a otros compañeros.
Les llevamos caramelos, bebidas y otras delicias que agradecen mucho
Ellos hacen un stop para no perder tiempo... no sea que se queden sin nada
En pleno Waki-Waki
Hubo dinero para construir hasta aquí
         La primera parada es en una pequeña Iglesia como perdida en mitad del camino. Un día tuvieron algo de dinero para empezarla, pero se les acabó y la dejaron a un metro de altura. Ahora esperan a tener dinero para levantarla un metro más, si es posible. Y así hasta conseguir cerrar aguas... dura tarea.

         Luego vamos a otro poblado donde pasa algo similar. Hay Iglesia, pero la usan como escuela porque no hay otro sitio donde enseñar a los niños, así que los domingos tienen que retirar pizarras, pupitres y demás enseres... por eso quieren construir otra junto a la antigua. El problema de esta gente es similar al anterior, ya que tuvieron dinero para subir las piedras y la grava, aunque estos ni siquiera pudieron comenzar los trabajos, así que tienen allí todo el material para lo que será la futura Iglesia. En realidad es una Iglesia, pero desmontada por piezas y esparcida por el suelo, esperando que alguien coloque cada pieza en su sitio algún día.

         Y de ahí nos vamos a Mahaiza, una ciudad más bien grandecita, con unos 30.000 habitantes. Sin embargo parece un pueblo por las calles sin coches, sin nada. Aquí no hay ni electricidad, y solo la Iglesia la tiene porque algunos fieles han ideado un sistema hidráulico que aprovecha un río cercano para, con una turbina y un alternador, llevar la corriente a la Iglesia para que todos puedan escuchar los sermones del padre Silvestre.
Todo preparado para bendecir los ramos
Domingo de Ramos en Mahaiza
         Allí pasamos el domingo de Ramos, en una misa que dura tres horazas de nada con bautizo incluido y en la que nadie parece mostrar muestras de cansancio. Los vazhas, para dar ejemplo, casi nos dormimos porque escuchar una misa de tres horas en un idioma ininteligible es una tarea que tumba al más pintado... ya me gustaría ver a más de uno ahí, justo al lado del altar mientras cientos de personas te miran esperando ver cómo te duermes para reírse.

         Por supuesto, al acabar la misa, el sacerdote saca a uno de los tres a hablar en público para explicar quienes somos y qué venimos a hacer. Y cuando hablaba lo hizo en francés para que nos enteráramos. Yo pensaba que saldría a hablar uno de los franceses, pero me eligió a mí. Le dije que no creía que fuera capaz de expresarme en francés ante tanta gente. Bien está que haya aprendido rápido, pero no tanto como para empezar a dar conferencias ya. Me dice que hable en inglés y el superior franciscano de Tana lo traduciría. Y ahí me tenéis: un español hablando en inglés ante una iglesia abarrotada para que un sacerdote lo traduzca al francés y después otro haga lo propio traduciendo lo dicho en francés al malgache. Vamos, una locura... me gustaría saber cual fue el mensaje final que llegó al público y si se parecía en algo a lo que yo quise expresar.
Todos con sus ramos
Ramo en mano
Bonita y sencilla imagen que muestra bien lo que es una misa en Madagascar

La Iglesia estaba llena
Nos invitan a comer, arroz con alubias y otra cosa... os cuento. No sé si habéis visto las fotos de cómo son aquí las carnicerías. Pues bien, antes prefiero comer todos los cuyes de Perú que la carne puesta al sol mientras espantan las moscas con un trapo, o lo que es peor, mientras las aplastan sobre ella con la hoja de un cuchillo. Al salir en el 4x4 hacia Mahaiza, el padre Silvestre paró en una de ellas y, sin bajarse del coche, le pidió algo al carnicero, quien se lo dio metido en una bolsa reutilizada. Eran unas pocas salchichas de esas caseras que se pasan las horas colgadas esperando ser compradas por alguien. Yo entonces no sabía para qué eran, y pensé que serían para él, pero después de la misa, tras el arroz y las alubias, el plato estrella estaba por llegar: salchichas cocidas. Todos cogieron una y me dejaron a mí la más grande, y mira que yo insistía en que no, que no tenía hambre... pero me tocó y tuve que hacer un gran esfuerzo para imaginarme que estaba comiendo unas salchichas de “El Pozo”, aunque estas parecía que eran del fondo de un pozo.
Salchicas en mano, sin saber entonces que también eran para mí.
         Me la comí sin rechistar, pensando en que lo más normal cuando visitas un país extraño es comer según sus costumbres, y ya estaba tardando en probar algo que me costara sobremanera. Menos mal que aún no he probado los insectos ni las larvas... y espero que siga siendo así.
La plaza mayor de Mahaiza
         En Mahaiza todos los niños están como flipando con nosotros, y son muchos los que, al igual que el día anterior, nos tienen miedo. Salen corriendo cuando nos acercamos y los más pequeños lloran desconsolados. No parecen muy contentos con nuestra visita, pero eso es hasta pasado un rato. Karima empieza a usar el miedo para salir detrás de los niños corriendo. Algunos salen despavoridos como si les persiguiera un miura, pero otros empiezan a reir y finalmente se dejan tocar. Antes de irnos queremos tomarnos un café y mezclarnos un poco con la gente de aquí.
Yo quería una pajita... pero eso aquí es misión imposible.
Algunos niños de Mahaiza
         Nos vamos de Mahaiza con un buen sabor de boca, pues al final todos los niños estaban muy contentos de nuestra visita, igual que la gente del pueblo, que agradece que unos extranjeros hayan tenido la amabilidad de venir a su casa. Para ellos hemos sido el entretenimiento del día en un domingo de ramos distinto para todos.

         Nos vamos a casa a descansar, pues el día ha sido largo. Cuando llegamos nos dicen que, en lugar de quedarnos como teníamos previsto, nos vamos directos a Tana. Por un lado la noticia es buena, pues no he traído más ropa y la tengo sucia, aparte de que el lunes quiero llegar a tiempo a la reunión que tengo con el director del zoo.
Por el camino nos encontramos con más niños
         Salimos hacia Tana y la mitad del camino me la paso durmiendo. Viajamos cinco en un coche de veinte plazas, así que imaginaos cómo me despatarré hasta ocupar todos los asientos posibles. Así, durmiendo, llegué a Tana sin enterarme, y después nos llevaron a Ivato, donde continué el sueño por donde lo había dejado.

         Esta es la crónica de un fin de semana en Antsirabé, amargo al principio y dulce al final. Un fin de semana que será el último aquí y que, por otra parte, me ha servido para vivir de nuevo un domingo de ramos muy distinto al español. Aquí no hay procesiones, o al menos no el domingo de ramos ni en Mahaiza... por eso no hay peligro de que se suspendan por causa de la lluvia.
Aquí se estila mucho la venta ambulante
Aunque también se estilan las grandes superficies
Hemos creído en el amor
Los paisajes de Madagascar
Y sus arroceras trabajando
La economía se basa en la recolección del arroz
En Tana es a base (entre otras cosas) de la fabricación de ladrillos.
Aquí se aprovecha todo
         Hasta mañana.

jueves, 21 de marzo de 2013

Capítulo 43. Últimos días de trabajo, complicaciones y nervios...


        Esta semana ha sido una mezcla entre rara y complicada. Rara porque una vez más nos hemos visto sorprendidos por el misterio. Irené cerró la habitación de la casa antigua donde nos conectamos a internet mientras nosotros estábamos en casa el lunes por la noche. Cuando llegó era tan tarde que todos dormíamos, sin embargo, al día siguiente fuimos a coger la llave y no estaba en el lugar habitual.

         Le preguntamos, porque fue el último, y nos dijo que no sabía donde estaba, y cuando se cansó de buscarla por todos lados, nos dijo que estaba seguro de haberla dejado en su sitio. Yo no entiendo cómo se puede estar seguro de haberla dejado en su sitio y a la vez buscarla por todos lados, pero el caso es que no tenemos llave, y por lo tanto, tampoco internet.

         A la misteriosa pérdida se le suman otros misterios inexplicables que hacen que no exista copia guardada y que luego aparezcan dos de golpe, cuando llevamos varios días sin internet y sin ducha. Finalmente apareció, que es lo que importa y podemos volver a conectarnos y a escribir el blog.

         El lunes fue algo más o menos normal, dentro de lo que cabe. No pasó nada importante y ni siquiera fui a Antanimora. Hablé con el constructor por teléfono para ver si necesitaba de mí, pero me dijo que no hacía falta que fuese porque no estaban haciendo nada importante. Fue un día de paso, de transición desde el domingo hasta el martes, día en que visitaría la prisión y los trabajos.

         El martes nos levantamos con ganas de visitar a los chicos y la obra, así que nos montamos en la moto y salimos rumbo a la cárcel. Allí el constructor me avisó de que pronto dejaría los trabajos hasta solucionar unos cabos sueltos, ya que no puede comprar la bomba de agua y sin ella no se puede avanzar. Hay que esperar unos días a que llegue un dinero que esperan.

         Aprovecho para pasar la mañana con los chavales y jugar al fútbol con ellos, así como para despedirme de varios que abandonan la prisión, unos por quedar libres y otros por pasar a la de los adultos. Ha habido algún problema de desorden y trasladan a algunos chicos a la prisión anexa de los mayores. Dios proteja a estos chicos que siguen siendo unos niños y que van a pasar a un lugar menos apropiado para su edad. Hablamos con ellos y les damos unos consejos acerca de cómo tienen que actuar y sobre todo, que no hablen demasiado... también que se encomienden a Dios cada día y que todos juntos sean una piña para protegerse, defenderse y ayudarse mutuamente. Todavía no son mayores de edad y ya tienen que luchar para vivir... qué cosas...

         Nos vamos a casa a comer y yo tengo que preparar la visita que tengo mañana en el zoológico, donde tengo una entrevista importante con el director para hablar de nuestras futuras cooperaciones solidarias.
        
         Por la tarde no sabemos qué hacer. Normalmente vamos a ver el correo y a escribir, pero sin internet no podemos, así que nos quedamos pasando la tarde en casa. Es la primera vez que nos acostamos tan temprano, pero a las diez de la noche ya estoy metido en la cama.. como no tengo sueño a esa hora me pongo a leer, pero yo no sé qué me pasa últimamente que es meterme en la cama, coger el libro y dormirme antes de poder leer el título... ¿será la edad?.

         El caso es que me viene muy bien, pues de nuevo estaba falto de horas de sueño. Nos levantamos tan temprano que hasta los pájaros están con legañas... eso sí, para ir a nuestra misa malgache. Ya nos sabemos el camino de memoria, lo cual es bueno para caminar dormido... voy con los ojos cerrados aprovechando los últimos segundos hasta que llegamos. Eso sí, hasta que meto el pie en un charco hasta la rodilla... cosa que termina por despertarme y ponerme de mal humor al mismo tiempo. Afortunadamente esto no pasa todos los días, solo día sí, día no... Dicen que un hombre no tropieza dos veces en la misma piedra (cosa con la que discrepo), pero sí que mete dos y tres veces los zancos en el mismo charco... y sigue sin aprender.

         Este día, el miércoles, nos esperaba sin saberlo un día bonito por la mañana, tenso por la tarde y horrible por la noche... todo estaba por acontecer cuando yo sacaba el pie del charco pensando que era lo peor que nos podía pasar en el día.

         Después de misa salimos hacia Antanimora. El plan hoy es ver los trabajos, o mejor dicho, a los trabajadores sentados en una piedra, y después comprar unas legumbres y hortalizas para los chicos que fueron trasladados de la prisión infantil a la de mayores. Queremos despedirnos de ellos y, de paso, hacerles el mejor de los regalos que se puede hacer aquí: comida.

         Compramos de todo: macarrones, sal, aceite, legumbres, pescado frito, pimientos, tomates y hasta coca-cola... Yo no estoy muy de acuerdo con esto, pues prefiero comprar poca cosa y contundente, como a ellos les gusta, y prefiero arroz. Mi pensamiento es que cuando entren en la prisión con las bolsas llenas, van a tardar un segundo en echárseles encima y quitárselo todo, sin embargo se lo compramos.

         Nos ayuda un militar a contactar con ellos, entramos en la prisión con algo de estupor por ver ciertas cosas y tanta gente mirándonos con caras raras, como pensando qué harán aquí estos vazhas con bolsas de comida. Nos sentamos en una especie de oficina entre militares que están a lo suyo, entre bromas y risas hasta que, finalmente, llegan los tres chavales. Se han equivocado y los chicos no son los que veníamos buscando, sino otros que cambiaron a la prisión de adultos unos días antes. Da igual, ya que nos proponemos visitar a estos y a los otros al día siguiente. Hablamos con ellos, les damos consejos y ánimos. Repartimos la comida y después, el gran error por nuestra parte, aunque sin quererlo... hicimos algo no permitido que nos costaría caro: no visitar más la prisión como castigo.
         Lo cierto es que lo que hicimos no está mal, no es ofensivo ni pensábamos que tendría esas consecuencias, pero las tuvo. No puedo decir qué es, al menos ahora, pero creo que le dieron más importancia de la que tiene en realidad... al menos nuestros propios compañeros. Lo más importante es que lo que hicimos no solo está bien, sino que es un acto de caridad y desprendimiento y volveríamos a hacerlo mil veces si se diese el caso... aunque no podremos hacerlo más.

         Bien es cierto que en estos momentos uno espera que los compañeros saquen la cara por nosotros, sin embargo por la noche pensaríamos que el mundo entero estaba en nuestra contra... no entiendo muy bien porqué... o sí.

         Nosotros entonces no sabíamos que habíamos quebrantado una norma, nadie nos advirtió de nada, incluso sabiendo que llevábamos cosas para darles. Salimos de ahí rápido porque tenía una cita con el director del zoológico y el superior de los salesianos me esperaba en la puerta del zoo. Tomé un taxi que puso rumbo al zoo, y entre varias paradas para echar combustible con una botella de coca-cola directamente al carburador del R-4, llegamos con solo tres minutos de retraso. Ya me dijo el tipo que su Renault no era corriente...

         El padre Inocence me esperaba y nos dirigimos a ver al director. Nos esperaba y nos hizo sentar en su despacho, decorado siguiendo el mismo estilo que el comedor de la casa de mi abuela, solo que en lugar de paños de ganchillo había colas de lemures... luego se anticipó a decirnos que eran artificiales... uhm!!... no sé, no sé...

         Empezamos la conversación. Como hay que andar con ojo por cuestiones idiomáticas, prefiero hablar yo del tirón y luego escuchar del tirón también... él acepta y escucha atentamente.

         Me presento, y también a la ONG que represento. Le comento nuestro proyectos actuales, pasados y futuros y porqué queremos establecer una relación con él y su zoológico. En su turno de palabra me da la bienvenida y después me comenta que estaría encantado de cooperar con una ONG y sus proyectos solidarios. Todos felices y contentos, y para celebrarlo nos despide con lo que nos dice será un “tour” por las jaulas de lemures para ver uno que está en peligro de extinción y que será el primer proyecto de cooperación: la lucha por su conservación.

         Se coloca una inmaculada bata blanca, que contrasta estrepitosamente con el color de su piel... y tras calzarse las botas de trabajo se dirige con nosotros hacia lo que parece ser la primera de las jaulas. Llegamos y está vacía, y nos dice que ahí hay un lemur nocturno pero que, como era de día, estaba durmiendo en una cueva, y acto seguido nos dice que el “tour” ha concluido.

         Yo me quedo de piedra... un tour consistente en una visita para ver a un lemur que, encima, no podemos ver porque está durmiendo “de uña a uña”. Vamos, que el tío, ni corto ni perezoso nos despide quitándose la bata (que ahora comprendo porqué está tan inmaculada) y citándonos para el próximo lunes “après midi”. El nombre del lemur es “hay, hay”, y “hay” que buscar al “hay, hay” ... Ahora tengo un nuevo refrán para aprender algo de ortografía. Dice así: “Ahí hay un “hay hay” que dice ¡ay!”
        
         Nos miramos Inocence y yo con cara de asombro antes de iniciar el regreso a casa... llegamos al coche y salimos pitando porque queremos pasar por el aeropuerto a tratar otros asuntos sobre importaciones y exportaciones que requieren un poco de información en la consejería de agricultura, minas y naturaleza, sita en el aeropuerto. Informados de nuestras intenciones, nos vamos a casa que es hora de comer.

         La siesta no perdona, especialmente después de una mañana agitada, y después hay sorpresas... y varias. La primera es que finalmente ha aparecido la llave misteriosa, con lo que tendremos no solo internet, sino también ducha. Ya nos advirtieron antes que venía una chica cooperante y que tendría que dormir con nosotros si la llave no aparecía. Y también nos dijeron cómo tomar una ducha sin agua caliente. La noche anterior yo me iba a duchar al estilo natural, bajo la lluvia, pero no llovía lo suficiente y no quise hacer el tonto. Esta noche estaba dispuesto a hacerlo, pues había localizado una bajante que echaba un buen chorro de agua de lluvia. Era mejor que nada, pero como al final aparecieron, no una, sino dos llaves, todo se arregló. La chica tiene habitación, nosotros internet y ducha... y estábamos listos para recibir la noticia de nuestro grave error cometido en la mañana, que aún no sabíamos.

         Ya advirtieron a mis dos compañeros que para ellos se acabó el ir a la cárcel, sin embargo yo podré seguir yendo a visitar los trabajos de la empresa.

         Es un castigo que no sabemos de donde viene, aunque el lunes tengo pensado pedir cita a un tal señor director general para pedirle una explicación, así como permiso para darles a los chicos unas cosas que tenemos compradas hace días y que no puedo llevar a España ni tirar: collares con Crucifijos, pulseras y gorras. Esto hace mucha ilusión a los chicos, la cual es inversamente proporcional a la ilusión que le hace al resto.

No quiero comprometer a nadie, así que iré yo solo a pedir cita al director general. Iré en nombre propio, con mi nombre y apellidos, evitando que afecten mis peticiones a la asociación que habitualmente trabaja en la prisión. Quiero explicaciones y permiso para dar a los chicos lo que ya tengo comprado y que no pienso tirar a la basura. En caso negativo lo repartiré entre los chicos de la calle, pero intentaré que llegue a los chicos para los que se compró.

El jueves no vamos a trabajar, Remy y Karima porque no pueden ir má a Antanimora y yo porque la empresa ha parado los trabajos momentáneamente. Nos tomamos el día libre y aprovecho para resolver varios asuntos pendientes, así como responder a los correos y mensajes des días atrás que estuve sin internet. Así pasamos la mañana, y la tarde prácticamente igual, aunque comienzo a redactar un proyecto para otra nueva misión peruana... distinta, pero igual de apasionante.... ya os enteraréis.

Mañana visito el convento franciscano. Me quedaré allí a dormir y el sábado por la mañana viajeré a Antsirabe. Allí me esperan nuevos trabajos y nuevos proyectos por hacer, eso sí, para el próximo año porque este ya está comprometido...

Aquí dinero no, pero kilómetros y trabajo abundan por doquier... y sin embargo me gusta. ¡Qué cosas!... La culpa la tiene el trasfondo de las misiones, que no es cualquier cosa. Es un trasfondo humanitario que tiene como base la mejor de todas... un cimiento que aguanta todo y que un día plantó la base de una nueva humanidad. El constructor: un galileo... no parecía gran cosa entonces, pero luego se convirtió en la piedra angular, y eso que lo desecharon todos los arquitectos... ¿Sabes a quien me refiero?... ¡Pues claro!

Hasta mañana!