Asómate al mundo exterior...Y VERÁS TODO LO BUENO QUE TIENE!

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Asómate a la ventana y mira, escucha, habla...y comparte conmigo tus impresiones.

"Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho..."

Un gran Santo, el más pobre en lo material, pero el más rico en lo espiritual dijo en su lecho de muerte: "Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho...". Ese gran Santo era Francisco, y si él dijo no haber hecho nada, ¿que hemos hecho nosotros? Empecemos a hacer algo para cambiar el mundo, ¿no os parece?

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jueves, 28 de febrero de 2013

Capítulo 33. Adiós, Benedicto XVI.


          Bueno, hoy ha sido un día largo. En la mente tengo lo que se cuece por tierras vaticanas, precisamente hoy que se va el Papa. Ni sé cómo será la sucesión, ni cuándo ni nada... solo sé que yo le tendré presente en mis oraciones porque su labor al frente de este barco no tiene tacha, por mucho que haya quien esté en contra.

         No solo ha hecho un inmenso trabajo, sino que lo ha hecho de 11 sobre 10, y además nos ha dejado un legado magnífico a la vez que nos ha dado un ejemplo de valentía por haber tomado la decisión más difícil, posiblemente, de todos los pontificados hasta la fecha.

         No abandona el barco, como muchos pensarán... más bien prefiere dejar el timón en manos más ágiles, pues las suyas ya hicieron bastante y no son lo suficientemente fuertes ahora. En fin, que para mí será siempre el Papa mientras viva, aunque otro le tome el relevo. Habrá dos Papas, Benedicto XVI y el nuevo. Y espero que el nuevo tenga las agallas suficientes como para tomar el toro por los cuernos y estar, como mínimo, a la altura de Benedicto, sobre todo en este tiempo en el que tantos hacen tanto por intentar erradicar una Iglesia sin darse cuenta de que se estampan contra un muro de hormigón, un muro construido hace más de dos mil años y que caerá cuando su constructor decida que ha llegado el tiempo de derrumbarlo, no antes.

         Después de desayunar me voy hacia el taxi-b para poner rumbo a Tana y tengo suerte, pues el primer bus está esperándome. Me subo y salimos de viaje, pero hoy me he traído los auriculares para escuchar al gran Jorge Loring, predicador de los que hablan claro, como a mí me gusta. Ayer me dijeron que no están muy de acuerdo con eso de que la misa es más o menos interesante dependiendo del cura que toque, y he querido recordar sus palabras. Te recomiendo que lo escuches porque merece la pena... podríamos llamarlo: “la importancia de la misa razonada”, aunque no se llama así.


         Cuando llego a “67 Ha” me bajo y me dirijo al segundo transporte, que igual que el primero, también espera por mí. Así da gusto viajar. Me subo y nos vamos hacia Antanimora. Como ya me sé el camino, las líneas y las paradas, puedo ir escuchando al gran Loring de nuevo, y así llego a Antanimora sin contratiempos, eso sí, viendo por la ventana las penurias que algunos pequeños pasan. Me fijo especialmente en los que llaman “los niños del túnel”. Si ya la ciudad está increíblemente contaminada, el túnel que está de camino a la prisión es una acumulación de gases tóxicos. Tengo que comprarme una mascarilla, porque es realmente insoportable viajar aquí. El humo de los coches lo llena todo, y es como estar todo el día dentro de un tubo de escape. Pues bien, dentro de este túnel se refugian algunos chicos a los que da pena ver, porque estas condiciones harán que sus pulmones estén consumidos cuando tengan 15 ó 20 años.

Los niños del túnel... ahí tirados esperando a que alguien les de algo. 
         Llego a Antanimora y me meto en la prisión directamente, eso sí, después de fumarme un cigarro y tener que soportar de nuevo que me pregunten si lo que fumo es “hierba” o tabaco... y cuando respondo que tabaco me miran raro como pensando: “sí, sí... tabaco...”.

         Me meto dentro y vemos cómo avanzan los trabajos. Hoy se han hecho los moldes de encofrado de los pilares de la estructura para el tanque de agua superior, así como el forjado. Se ha dejado listo para hormigonar mañana. Se sigue haciendo el foso del depósito inferior y mañana se quedará terminado o casi. Se continua haciendo la fosa séptica y la fontanería para los puntos de agua, incluso el de la enfermería. Vamos, que los trabajos avanzan rápido.

Los pilares del depósito
         Como no estoy todo el tiempo vigilando, me pongo a jugar con los chavales al balón, y luego a darles clases de español. Hoy hemos aprendido los números del uno al cinco, los días de la semana y hemos repasado las prendas, los colores, los saludos y como decir la edad que tenemos.

La comida de los trabajadores

         Luego llega la hora de comer, así que todos forman como de costumbre, incluso los trabajadores, que preparan su comida fuera del recinto. Siempre es el mismo menú, arroz cocido. Yo también me voy a buscar a los compañeros que están de reunión, pero al parecer hoy es más larga de lo habitual, así que voy a dar una vuelta y echo algunas fotos que merecen la pena ver. Luego me acerco a un Shoprite cercano a comprar unos pocos caramelos porque las reservas están vacías.

Vista desde la prisión
Men in black 
El tipo duro conmigo en la foto... da miedo y todo.
Dándole al arroz 
Madre e hijo
Este niño, cuando le dimos caramelos, salió corriendo y se le cayeron los pantalones
Cuidando del género
Toda la charcutería al viento...
Nuestra comida
         Cuando salen nos vamos a comer a la pequeña galgota en la que hay que estar de rodillas o sentado, pues nos damos con la cabeza en el techo. Pero se come bien, y me pido un steak con patatas fritas. Luego salimos de nuevo hacia Antanimora mientras Karima se va al dermatólogo a ver qué tiene en las piernas que no la deja vivir. Echamos unos juegos al balón, una ojeada a los trabajos y lo dejo todo marcado para que Fy no me necesite mañana y pueda irme con Karima y Remy de viaje. Nos vamos a un sitio que no recuerdo, pero está cerca y es bonito, o al menos eso dicen. Ya os contaré, pero como cuando fuimos a Antsirabe, creo que no subiré nada hasta el lunes... así que el lunes os contaré todo.

         Nos vamos a casa con Hèléne en un interminable viaje por un camino atestado de coches, camiones, bicicletas, carros y peatones... hay comercios por todos lados, incluso a algunos vendedores ambulantes solo les falta meterse dentro del coche y sentarse conmigo a charlar. Como la polución es más agresiva que el tráfico, tengo que meter la cabeza dentro de la camiseta para respirar algo menos nocivo... o eso creo yo.

         Llegamos a Ivato, por fin, pero tenemos un coche delante cargado con muebles de bambú, igual que los que nos llevaron los muebles a nosotros. Cuando llegamos a casa, curiosamente, ese coche era para nosotros, que lo había encargado David porque hacen falta en casa algunos armarios para la cocina y unas sillas. Pero me llevo una sorpresa cuando entre los muebles viene un paquete extraño... está dentro de una jaula, tiene muchas plumas y un pico bien robusto... ¡Un papagayo!... ¿pero cómo es posible?... Pues es posible, como no podía ser de otro modo, porque mis compañeros han tenido el detalle de regalarme uno... No sé cómo haré para llevarlo a España, ya veremos...

         Es precioso, un ejemplar bebé que, aun siéndolo, tiene una fuerza tal que incluso con los guantes de trabajo que me traje, me hace un daño terrible en las manos... eso hasta que empieza a conocerme un poco y le doy una manzana....

         Ya veremos cómo se comporta y cómo le caemos... Espero caerle simpático, porque con ese pico es capaz de arrancarme una oreja cuando pase por su lado en la cocina. Como no puede ser de otra forma, decido llamarle Bosco, en homenaje a ese gran Santo que un día hizo algo grande. Por un momento pienso que Don Bosco ha influido también en mi vida, pues si no hubiera existido, no existirían los Salesianos, así que yo no estaría aquí porque ellos tampoco estarían. Para que veas de qué forma, directa o indirecta, puede afectar a nuestra vida la vida de otras personas, incluso de otros países y épocas... curioso.
Con mi nuevo amigo Bosco
         Bueno, pues en honor a él, el papagayo llevará su nombre, y el recuerdo de esta tierra malgache, eso si puedo llevarlo conmigo, claro...

          Y para despedirme quiero colgar una foto, posíblemente la mejor que haya hecho nunca, aunque tengo que reconocer que mi amigo Julio Fraga le ha hecho un arreglo. El cielo era todo blanco, se había "quemado", como dicen los fotrógrafos. Me lo ha corregido y ha puesto un cielo precioso. Por lo demás, la chica y el resto son tal y como salen en la foto... Espero que os guste.


         Un abrazo y hasta el lunes!

miércoles, 27 de febrero de 2013

Capítulo 32. Los trabajos avanzan.


        Esta mañana me ha pasado algo curioso. Anoche se me olvidó poner el despertador para la misa de 6:30, sin embargo el despertador ha sonado como cualquier otro día. Cuando lo he apagado he visto que no estaba programado, y ha sonado a las 6:15... es algo muy raro. En principio pienso que es muy tarde, pero luego pienso que si ha sonado es por algo... No sé qué pensar, pero termino por darme cuenta de que si el despertador suena sin haberlo puesto es porque el Señor me ha dado un toque para que no me pierda la misa de hoy, así que quizás quiera decirme algo... me levanto como un rayo y salgo disparado. Intento despertar a mis compañeros, pero no es posible sin usar la violencia, así que me voy solo.

         Ya en misa, justo antes de comenzar la liturgia de la palabra, llega Karima y se pone a mi lado.

         Hoy tenía que venir a que el Señor me recordara que “el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate de muchos” (Mt. 20, 28)

         Hoy este comentario me lo aplico a mí mismo... a veces me dan ganas de salir por la tangente y actuar más egoístamente, fijarme en mi propio trabajo y olvidarme del de los demás. Así evitaría muchos problemas y algún que otro quebradero de cabeza por dedicarme a mis problemas y a los de los otros. A veces estoy tan desbordado con mis propios problemas que me dan ganas de desconectar del mundo y que cada cual se las vea con los suyos... sin embargo hoy el Señor me recuerda el motivo principal de mi misión en Madagascar. Si el Hijo del hombre nos dio este ejemplo, ¿quién soy yo para negarme a dar mi vida por esta gente?... es más, hoy salgo reforzado en mi convicción de que estoy donde debo estar, trabajando con quien trabajo a pesar de las muchas dificultades. Es un “chute” de moral para afrontar el día, y que luego me daría las fuerzas para enfrentarme a él.

         Me acuerdo también de un capítulo pasado, cuando comenté algo acerca de qué pedir y cómo pedir las cosas al Señor. Jesús lo confirma hoy diciendo “no sabéis lo que pedís”... Ya os dije que mucha gente pide y pide, y luego se escandaliza porque Jesús no cumple su palabra cuando dijo “pedid y se os dará”, pero hoy deja bien claro que a veces no sabemos qué pedimos. A veces (más de las que creemos) nuestras peticiones son fruto de nuestra parte más egoísta... a veces nos olvidamos de pedir por los demás para centrarnos en nosotros, sin darnos cuenta de que el Señor nos da lo que nos conviene, e incluso a veces nos da lo que le pedimos, pero no por los caminos que nosotros pensamos. Queremos que Dios nos conceda lo que queremos, rápidamente y por los caminos que nosotros le marcamos, como si Él fuera una máquina expendedora de sueños cumplidos. Y sin embargo, cuando analizamos nuestra vida, si lo hacemos concienzudamente, nos daremos cuenta que quizás el Señor tardó algo más, o lo hizo de otra forma, pero al final guió nuestra vida y nosotros sin enterarnos... ¡qué cosas!... y luego llega el momento de darle gracias por los beneficios recibidos, y yo me pregunto: ¿nos acordamos de darle gracias igual que de pedirle cosas?. En fin, ya os decía que esta reflexión la hacía para mí, no para nadie concreto, aunque quizás pueda ayudarte. Si es así, me alegro. Mi consejo es el siguiente: deja a Dios ser Dios y ten fe.

Preparado para viajar en moto
          A las 9:00 salimos David y yo en la moto hacia Antanimora. Es curioso comprobar cómo el trayecto que se tarda en recorrer entre dos y tres horas en taxi-b, se negocia en poco más de media hora con la “Honda 400”. 

         Hemos pasado antes a conocer una casa de acogida para los cooperantes que vienen a Madagascar. Me comentaron ayer la posibilidad de vivir ahí y estar a diez minutos andando de Antanimora, con lo que mi vida aquí sería mucho menos estresante y más cómoda. Cuando llegamos entramos por el gran patio donde hay una gran tortuga de mascota. El patio es precioso y con un césped muy cuidado (por la tortuga, que se encarga de mantenerlo a un centímetro de altura), las habitaciones están muy bien, hay wi-fi, es muy luminoso, está muy cerca del trabajo, hay agua (incluso caliente), pero lo mejor de todo es que hay ¡¡un jacuzzi!!... no me lo puedo creer.

         La casa es de dos plantas, baja y primera. Los dormitorios están en la primera, así como una cocina a la que tendría derecho. Incluso existe la posibilidad de comprar las cosas más básicas, como pasta, leche, tabaco o café, dentro de la casa... vamos, que es una especie de paraíso del cooperante que es difícil rechazar. Sin embargo Cedric ayer lo rechazó y se fue a un lugar mejor. Hoy no he sabido nada de él y es posible que no vuelva a verle, pues su trabajo será distinto al mío y dudo que coincidamos.

         No caí en la cuenta de sacar fotos, pero la descripción que os he dado define bastante bien la casa. Y tras la visita nos vamos a Antanimora, donde están trabajando los albañiles. Ya se ha hecho casi por completo la excavación del depósito de captación de agua, parte de la excavación de la fosa séptica y la cimentación y las esperas de pilares de la estructura que sostendrá el depósito grande. Los trabajos avanzan, aunque hoy me voy temprano porque el jefe no vendrá y porque no hay mucho que vigilar. Me quedo un rato repasando español con mis nuevos alumnos improvisados de la cárcel. Ya son varios los que quieren aprender el idioma, y hay uno del que ya os hablé que creo que en dos semanas hablará lo básico.

         Cuando no hay más que hacer y llega la hora de la comida de los chavales y de los trabajadores, me voy para casa. Mañana será otro día, aunque seguirán haciendo trabajos de demolición y desescombro. Preveo que sea así hasta el lunes o martes, exceptuando la ejecución de los pilares de hormigón de la estructura del depósito, en la que sí quiero estar presente. Ya hemos quedado en hacerlo mañana.

Excavando la fosa séptica
Los pilares de la estructura para el nuevo depósito de agua
Y el cocinero de los trabajadores preparando el menú
La excavación del foso del depósito de captación de agua
Y el carpintero con la "sierra mecánica" 
         Me voy al taxi-b y me encuentro con un señor que llevaba un taparrabos y un sombrero de paja. Estaba esperando al bus y mi primera impresión es no darle mucha conversación por la pinta, sin embargo, me quedo de piedra cuando el hombre me habla en malgache, y al ver que no le entiendo me habla en francés... le entiendo algo, pero le digo en mi básico francés que no hablo muy bien el idioma, así que me dice: do you speak english?... y me quedo atónito. Le digo que sí y hablamos algo mientras esperamos al bus. Me cuenta que es campesino, a lo que irónicamente le respondo: ¿de verdad?... Parece un hombre inteligente, y su inglés es más que correcto para una comunicación básica. Le pregunto que porqué sabe inglés y me cuenta que es del sur, donde hay mucho turismo y ha tenido que aprenderlo para poder vender sus productos a los turistas. Tiene poco más de cuarenta años, aunque aparenta más de sesenta. Su indumentaria me hizo pensar que era un pobre campesino analfabeto, sin embargo habla tres idiomas... para que veas si las apariencias engañan.

         El autobús fue rápido y en algo más de hora y media estaba en casa, así que llegué a tiempo para hacer unos macarrones con tomate y chorizo. El chorizo es por gentileza de Navidul, aunque está mal hacer publicidad... si ven este comentario les doy las gracias por enviar sus productos a Madagascar y también aprovecho para decirles que si están dispuestos a agradecer la cuña publicitaria, lo hagan para los próximos proyectos en Perú, en la página web www.ofranatura.org.

         Bien, ya en casa me encuentro con un pequeño problema de bajos ánimos en mis compañeros. No van a trabajar hoy al Centro, así que cuando David y Hèléne se enteran van a casa para ver qué pasa y después todos se enfadan un poco. Yo soy ajeno al problema, pero cuando me piden opinión al respecto les digo algo que no es lo esperado por ellos. No voy a entrar en detalles, pero mi consejo causa un efecto no deseado y prefiero irme a echar la siesta, pues la cama me llama a gritos y ya me tiene sordo. Desde aquí remito a mis compañeros al principio de este capítulo, a la reflexión del Evangelio de hoy. A veces, cuando uno pide la opinión de otro, no recibe la respuesta que esperaba. En fin, ni es para tanto ni afecta para nada a nuestra vida o convivencia, gracias a Dios.

         La siesta dura algo más de lo esperado, exactamente una hora más. No sabía que estaba tan cansado hasta que me tumbé en la cama. Fue entonces cuando caí en la cuenta. Me perdí el rezo de vísperas, pero descansé. En cualquier caso no hubiera podido ir porque hay una tormenta espantosa. La lluvia cae tan violenta que la tormenta del otro día es una brisilla comparada con esta. La gente se moja mientras intenta seguir cogiendo agua, lo que me recuerda la necesidad que hay aquí y las penurias que pasan algunos para una cosa tan básica como es tener agua, mientras otros están viendo al Jorge Javier pelearse con la Esteban tumbados en el sofá.

       Así tiene que hacer algunos para poder tener algo tan básico como es el agua:






         Luego fuimos a la antigua casa a conectarnos a internet un rato, y hoy estoy muy contento de recibir un mensaje especial. No voy a nombrarlo para que no me eche la bronca, pero le digo que “a los amigos no se les da las gracias”, él entenderá. Y también que le agradezco el detalle, que me alegro de lo que me cuenta y que cuando vuelva podremos negociar el curso de “Introducción a la Biblia” que daremos en Santa Clara, así podrá sacar todo el jugo a su nueva Biblia.

         Con esto se acaba el día de hoy, reflexión, trabajo, descanso... y ahora para terminar quiero dejar claro, especialmente por mis compañeros Remy y Karima, que a pesar de tener todas las comodidades del mundo, estar cerca del trabajo, tener wi-fi, jacuzzi y ahorrarme oler sobacos en los taxi-b tres horas al día, prefiero seguir viviendo con ellos en Ivato y siendo el cocinero oficial de la casa. ¿Qué le voy a hacer?... ¡soy franciscano!...

...prefiero una vida menos cómoda pero compartida con buena gente porque somos una pequeña familia que pasa las alegrías y las penas juntos, y si estamos juntos en lo bueno, también lo estaremos en lo malo (aunque lo del jacuzzi todavía me está pesando, jeje...).

           Y antes de despedirme quiero compartir con vosotros el vídeo que he subido. Es la bienvenida que me dieron los chicos de la cárcel el primer día. No podía subirla antes porque no se pueden mostrar las imágenes de los chavales, pero he cambiado la calidad de la imagen de modo que no se conozcan los rostros. Lo que importa es la canción, no las caras... y a mí se me pusieron los pelos de punta. Os dejo este regalo.



         ¡Hasta mañana!

Capítulo 31. Un día completo.


         Es el segundo día de trabajo en la cárcel y hoy me vuelvo a levantar con ganas de todo... Empezamos por ir a la misa de 6:30, aunque de camino me empiezo a notar algo cansado. Las piernas no tienen fuerza, y es que ayer fue un día muy completo y sin siesta. Pero hoy el día es más completo aún...

         La primera lectura, del profeta Isaías, nos habla en términos que parecen duros o poco entendibles hoy día. Este es el mayor problema de la sociedad actual, que pretende leer entre líneas con el pensamiento y la mentalidad de hoy lo que escribieron hace cerca de 3.000 años. Es lo más retorcido que he visto nunca, y sin embargo lo veo a diario. La gente dice cosas como: “el Dios de la Biblia es intransigente... los profetas tenían mala leche... la Biblia está llena de castigos y maldades...”. Y yo me pregunto si la gente que opina así ha hecho alguna vez el mínimo esfuerzo por comprender que los que escribían aquello lo hacían con una mentalidad basada en un contexto actual, es decir, en un contexto socio-cultural de hace 3.000 años. Me sorprende que esta misma gente no piense que es raro que en el Antiguo Testamento no se hable de electrónica, de biotecnología o de informática, ya que si piensan que las palabras están escritas en un contexto actual, deberían aparecer las cosas actuales también.

         Es la grave falta de muchos que no saben separar el grano de la paja y que se tragan todo conforme viene, sin el menor rigor histórico... claro, que estando acostumbrados al rigor del “Sálvame Deluxe” poco se les puede pedir...

         En fin, que todas esas palabras que dice Isaías, las podríamos resumir en una “transcripción para torpes” que dijese: “haz el bien, no el mal”. Fíjate qué sencillo el resumen de las palabras de Isaías.

         El premio de seguir este consejo es el que nos dice el Salmo 49, y este no hace falta que lo transcriba ni para los torpes, pues lo dice bien clarito: “Al que siga el buen camino le haré ver la salvación de Dios”.

         La miga del asunto viene en el Evangelio de San Mateo (23, 1-12), en el que el mismo Jesús nos dice: “haced lo que ellos dicen, no lo que ellos hacen”, refiriéndose a que lo importante no es quien proclame la palabra de Dios, sino que se cumpla. Si queremos seguir a tal o cual sacerdote (hoy igual que antes), corremos el riesgo de decepcionarnos, pues aunque no lo creas, los sacerdotes son como tú y como yo: son de carne y hueso, son mortales, no tienen poderes ni están exentos de cometer los mismos pecados que tú y que yo... ¿Lo entiendes?. Por eso, lo importante no es seguir al cura, que proclama la Palabra, sino atender a la Palabra misma.

         Esto que hoy día sigue escandalizando, sobre todo a cierto sector que no quiero nombrar porque está demasiado a la izquierda, ya lo sabemos desde hace mucho tiempo. Imagínate que ya nos lo dijo Jesucristo, pues en aquella época, como en esta, algunos escribas o fariseos no daban ejemplo de vida. Si esto te quita la fe, perdona que te diga, es que tu fe no valió nunca nada... Si abandonas al Señor porque has visto un mal ejemplo en el cura de tu parroquia, perdona también, es que no mereces ser seguidor de Cristo, pues eres de los que saltan del barco a la menor señal de alarma.

         Si, por el contrario, aunque el sacerdote de mayor confianza pudiera un día decepcionarte por haberse equivocado, sigues adelante en los caminos del Señor porque entiendes que no podemos hacerle pagar a Él los platos rotos de los demás, es que tu fe vale más que los tesoros del rey Salomón.

         Quiero decirte con esto que existe una manera empírica de comprobar el estado y la calidad de nuestra fe. Nos pasamos los días pidiendo al Señor que nos la aumente, y bien que hacemos, pero si nos preguntan por el termómetro de nuestra fe, lo más que podemos decir es: “no sé”.

         Y yo tengo un buen termómetro... es este que te he contado. ¿Eres de los que se escandaliza porque el cura ha hecho algo malo y reniegas de Dios?... ¿dejarías de ir a una misa celebrada por un sacerdote que ha cometido una grave equivocación?... ¿Cambiarías de parroquia si supieras que en la tuya no van las cosas como debieran?... y la más fácil de todas y el la que se suele caer más... ¿Vas a otra parroquia porque la misa te gusta más que en la tuya?...

Bien, son muchas preguntas, pero todas tienen un sentido, te lo explico:

         Si le das más importancia al cura que a la celebración eucarística es que no has entendido nada. Si dejas de creer en Dios por ello es que no solo no has entendido nada, sino que mejor que sea así, ya que las personas que restan es mejor tenerlas fuera del equipo. Si Cambiarías de parroquia por culpa del cura es que para ti el cura es tu Dios, no Jesucristo. Y, por último, si la misa en tu parroquia te resulta aburrida y vas a otra porque es más amena, es que tú no vas a la misa para celebrar la Pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo, sino que tu intención es desaburrirte un rato y cumplir con una obligación. Es cierto que si para ti es una obligación lo mejor es que la cumplas en un sitio más divertido. Lo mejor sería asistir a la celebración de la misa por la tele mientras comes una bolsa de palomitas y bebes una Coca-Cola.

         Bien, pues este es el termómetro de la fe. Si eres de los que piensan así, es que tu fe está fría como el hielo de la capa más profunda del polo sur.

         Si, por el contrario, asistes a misa sea cual sea la hora, el día, el lugar... si te importa poco si el sacerdote es aburrido o divertido, si se canta o no en la misa, si el cura dice o no homilía... si tu intención es celebrar lo realmente importante, que es a lo que has ido, entonces tu fe está tan calentita que a punto de reventar el termómetro se encuentra.

         Recuerda, no te lo dice un cura, ni un telólogo, ni un docto, ni un sabio... ni siquiera un aficionado. Te lo dice solamente un cristiano que ha comprobado que es más importante la misa, aunque sea en un idioma extraño que no conoces, que cualquier otra cosa que puedas imaginar... pero cuando digo cualquier otra cosa es literalmente cualquier otra cosa... ¿Sabes de algo más importante que pueda hacer un hombre que celebrar la Eucaristía?... sea lo que sea lo que estés pensando, la respuesta es clara: no.

         Pues esta es la reflexión del Evangelio de hoy... casi nada.

         Salimos de misa y vamos a desayunar a la cafetería porque Cedric está acostado en la vieja casa y no podemos usar internet. Allí nos quedamos de piedra porque nada más pedir el desayuno nos dicen que no hay wi-fi, está averiado, pero esperan a decírnoslo cuando tenemos los cafés en la mesa, por si acaso.

         Después nos montamos Karima y yo en el taxi-b porque Remy hoy tiene que ir al Centro de reeducación. Nos ponemos en camino y en un viaje relámpago de casi tres horas estamos en la prisión. No sé si prefiero el “Fórmula 1” o el taxi-b, pero no me importa. Os aseguro que cuando esté en España echaré de menos estos transportes.

         Ya en Antanimora, lo primero es ver a los trabajadores. Siguen pegando martillazos por doquier. Hemos marcado en el suelo un cuadrado para el foso del tanque de captación de agua y ahora tienen que hacerlo a mano. Ya ayer comenté un pie de foto en el que decía que en España esto se considerarían trabajos forzosos. Créeme que cuando digo esto lo hago con conocimiento, pues más de una vez me encontré con el caso de algún trabajador (de esos que siempre dicen que son los mejores del mundo) que no está dispuesto a cumplir con su obligación porque sacar tierra a mano es de la época de los faraones. Ellos tienen unos derechos que hay que respetar y pocos deberes que cumplir, exceptuando el deber de cobrar (que para ellos no es un derecho). Ahora, en épocas de bastante escasez, me cruzo con alguno por la calle que me dice que está dispuesto a hacer lo que sea, y que se conforma con la tercera parte de lo que cobraba en época de “vacas gordas”. Cómo cambia el cuento dependiendo del prisma desde el que se mira, ¿verdad?... las personas que antes estaban cargadas de derechos ahora renuncian a todos con tal de tener trabajo, y las mismas personas que antes te calificaban de tirano por mandarles hacer una excavación manual (en lugares donde es imposible hacerlo a máquina), ahora te dicen que están dispuestos a todo. Aquí, sin embargo, la gente recoge piedras que pesan más que una persona con una sola mano, usan chanclas para trabajar en la obra, los guantes son de piel natural (espero que hayas captado esta ironía), el casco es algo que solo los ricos tienen... y así un largo etcétera. Y las excavaciones se hacen a mano incluso en sitios donde podría hacerlas una máquina, porque esta gente no quiere máquinas que les quiten el poco trabajo que hay... Es la diferencia entre la escasez y la abundancia, y espero que en mi país esta lección haya servido para algo, aunque bien creo que más de uno está esperando la mejora de la situación económica solo pensando en volver a tirarse en la hamaca cuanto antes.

         Parece mentira que yo sea español y que critique tanto a mis paisanos, pero es que la vagancia y la hipocresía no tiene fronteras... eso sí, que todos sepan que me siento orgulloso de ser español. El problema no es España, sino algunos españoles a los que yo mandaba a un país como este para abrir zanjas por una temporada para que aprendan que la vida es algo más que café, copa y puro después de una opípara comida en el restaurante.

         Después de comprobar que todo marcha bien me voy a comer al “Tándem”. Allí están Hèléne, David y Karima porque tienen costumbre de comer antes y porque tienen que hablar sus cosas. Luego me sumo a ellos para comer yo y se queda Karima a esperarme. Pido un “steak au frites”, algo nuevo para mí. Quiero cambiar de aires y pedir algo distinto al “Bol renversé” de siempre, pero el camarero me dice que los steaks se han terminado, así que me trae el bol renversé.

         Karima pidió un banana-split al mismo tiempo que yo la comida, y tardaron exactamente una hora en servirnos, con lo que estábamos a punto de irnos y dejarles colgados. Al cabo de esa hora nos traen la comida y la banana, y le digo al camarero que me traiga otra a mí, ya que viendo la rapidez del servicio, es mejor que la vayan preparando ya. Sin embargo, como para tocar las narices, si la primera banana tardó una hora, la segunda tardó un minuto, con lo que me junté con la comida y el postre a la vez, y es un helado. Así que me tuve que poner a comer a toda velocidad, aunque cuando termino el banana-split está derretido. Me dan ganas de estampárselo al camarero en la cara, pero sería una actitud muy poco cristiana. Eso sí, Karima no para de reir.

         Subimos de nuevo a Antanimora para despedirnos de los chavales y de los trabajadores, y acto seguido nos montamos en el taxi-b para ir a casa. El primer taxi nos lleva, como sabéis, hasta “67 Ha”, donde tomamos el transbordo. Hoy hemos salido antes para evitar los problemas de aglomeración y poder viajar a casa sin inconvenientes, pero parece que el problema es el mismo incluso una hora antes. Todos pasan llenos, así que nos toca esperar.

         Pasamos por un puesto de gorras donde hay un par de señoras muy simpáticas que viven de la venta ambulante. Exactamente hay 52 gorras de buena calidad y otras tantas de esas que nadie quiere. Las buenas cuestan 2.500 Ar, las malas 1.000. Tras un regateo con la madame conseguimos las 52 gorras a un precio de 100.000 Ar. Serán para los chicos de la prisión, aparte de algunas pulseras que tengo que comprar para los que ya tienen gorra. Es una tontería, pero para ellos es un gran detalle.

         Cuando nos ponemos en la cola para coger el transporte, no quiero ni pensar en el tiempo que estaremos esperando a que llegue uno donde quepa gente, y cuando llegue, intentar saltar por encima de los demás para lograr entrar... Este es mi pensamiento, pero me acuerdo en todo momento de los comentarios que hacían las señoras de las gorras y su cara de felicidad. Estaban radiantes y alegres porque jamás pensaron que hoy venderían toda la mercancía de un golpe. Ellas venderán dos o tres al día, si acaso, y nosotros estamos prestos a decirle que no nos den las gracias nosotros, sino a Jesucristo, del cual les digo que “Jésus-Christ est le chemin, la vérité et la vie”, a lo que responden “oui, oui... merci”.

         Y justo en ese momento para un 4x4 flamante junto a nosotros, conducido por un elegante señor que nos hace con la mano un gesto para que subamos. Nos dice que él va a Ivato, y yo me sorprendo de que sepa que nosotros también, aunque más tarde descubro que conoce a Karima de verla en el centro Don Bosco. Es un buen hombre que ha tenido suerte en la vida, pues es el jefe de la policía del aeropuerto, en el control de aduanas.

         Va escuchando una música que dice que es cristiana. El es católico y practicante, y comparte lo que tiene porque de camino para a comprar cosas para su casa, pero también para los pobres que hay en la calle, a los que reparte comida. Los policías de la calle le saludan con respeto, y él nos pide una oración por su hijo enfermo. Nos deja en casa y nos despedimos de él.

         Llegamos a casa y hacemos vísperas con los salesianos, así que aquí acaba el día, pues después vamos a la ducha, a la cena en casa y a la cama, que mañana es otro día.

         Hasta mañana!

martes, 26 de febrero de 2013

Capítulo 30. Increíble, pero cierto...

        Casi se me saltan las lágrimas y todo... hoy por fin han comenzado los trabajos en la prisión de Antanimora. Esta mañana tenía una cara distinta porque al fin iba en un taxi-b hacia algún lugar concreto y para hacer un trabajo concreto también.

         Casi se puede decir que los primeros 29 capítulos de esta historia malgache son un extenso prólogo a la historia real que me trajo aquí: trabajar en la prisión.
        
         Ayer nos dijo David que entre 8:00 y 9:00 pasaría a por nosotros el “Fórmula 1” de los primeros días, ¿lo recuerdas?. Con lo que no contábamos es con que serían exactamente las 8:00, con lo que nuestro margen de maniobras es muy escaso. A estas horas de la mañana, recién levantados (porque los lunes no hay misa), lo que menos gusta es tener que andar corriendo de acá para allá como locos porque el impaciente transportista está esperando, y aquí no te puedes pasar mucho porque luego te echan en cara que su tiempo es oro y gracias a ti lo han malgastado.

El nuevo compañero
      Ayer vino un nuevo cooperante. Se llama Cedric y durmió con nosotros en la nueva casa. Como no hay más camas, se improvisó un colchón en el suelo y ahí pasó la noche. Yo no sé en qué piensa la gente cuando viene a un país como este, pero me doy cuenta de que aquí la gente viene como cuando nosotros vamos a Acehuchal. Ni traen mosquiteras, ni chubasqueros, ni medicinas, ni ropa de abrigo... nada. Luego pasa lo que pasa, y es que se pone a llover a cántaros y vamos “en chanclas y a lo loco” o que te pican los mosquitos por la noche (y con suerte no pillas la malaria) y tienes que pedir prestado el spray del precavido español.

         Pues bien, este chico es fotógrafo. Vive en París y ha venido por tres meses a tener una experiencia y, al mismo tiempo, cooperar con la documentación fotográfica de los trabajos que aquí se harán. Esta mañana, nada más levantarnos, le pregunto si ha dormido bien y su primera y tajante respuesta es: no. Preguntado porqué no ha dormido bien responde: porque roncas.

         Nunca me habían dicho eso, aunque sé que (solo a veces) ronco (un poquito) pero cuando lo hago (las pocas veces) lo hago bajito (casi ni se oye), pero él lo dice de tal manera que cualquiera que lo oyera pensaría que ronco como un camión-hormigonera vertiendo la cuba de hormigón en la obra... 

         Bueno, como es el primer día (o mejor dicho, la primera noche) hago oídos sordos pensando que (solo por esta vez) quizás (y no estoy muy convencido) tenga razón.

         Nos vestimos y desayunamos como alma que lleva el diablo. Yo me pongo los pantalones con el croissant todavía entre los dientes y voy al servicio con la taza de café... y así salimos todos. Cuando a uno le dicen que entre 8:00 y 9:00 vendrán a recogerle no piensa que vendrán a las 8:00 clavadas. En fin, es el primer día de trabajo y la alegría que tengo por ver cumplido el sueño puede con el “buenos días” y con las prisas. 

En el compartimeento de carga
         Nos montanos en el “Fórmula 1”, aunque antes tenemos que cargar dos sacos de 50 kilos de arroz para la prisión. Como Cedric es nuevo le cedemos el asiento del copiloto (como hicieron conmigo el primer día) mientras Karima y yo viajamos como dos sacos más atrás. La postura es incomodísima, y solo de pensar que estaremos hora y media así, me dan ganas de volver a casa y no trabajar. Aún así la alegría sigue siendo superior a los contratiempos, si bien la hora y media serían algo más de dos horas por problemas de tráfico. Parece que todo el cosmos está decidido a destrozar la ilusión que tengo, pero no puede por más que lo intenta.
Siempre viene bien una cebolla junto al cassette
         Llegamos a Antanimora después de echarnos unas risas porque Cedric se pasa las dos horas del viaje fotografiando al chófer, al cuadro del velocímetro, a la palanca de cambios, al embrague y a la cebolla que está junto al radio-cassette. Cuando llega a la prisión no tiene batería, así que se acabaron las fotos. Luego nos dice que no ha echado fotos porque el primer día es de contacto con los chavales y cree necesario conocerlos antes de fotografiarlos, aunque más tarde nos confiesa que se agotó la carga.


Incómodos, pero contentos...
Para que te hagas una idea de como es viajar en primera clase
Y como viene siendo habitual, el fórmula 1 debe parar en boxes
         En la prisión está la empresa con los trabajadores. Yo no sé si aquí están dados de alta o no, pero me parece exagerado ver a casi veinte trabajadores “manos a la obra”. En España esto lo harían un oficial (de los del lápiz en la oreja) y un peón (con el pañuelo de cuatro picos anudados en la cabeza), y además, el oficial sería de segunda... claro está que así nos van las cosas.
         Se ponen todos a demoler como locos los cuartos de baño y el soporte del antiguo depósito. Sacan todos los escombros y esta misma mañana empiezan a colocar tuberías. Como sigan a este ritmo estamos orinando en el W.C. en cuatro días. Hoy no hay mucho que dirigir, la verdad. Los trabajos de demolición solo requieren un cuidado especial: apartarse.
Las excavaciones manuales. En España esto ya se considera una vulneración de los derechos humanos. Yo tuve trabajadores a mi cargo que decian que estos trabajos eran inhumanos. Aquí les querría ver yo ahora.

El desescombro

Comienzan también los trabajos de fontanería
Demoliendo los W. C. antiguos
         Tampoco merece especial atención comentar la calidad de los trabajos, pues, lo que se dice tirar un tabique, lo tira cualquiera... ya veremos cuando haya que levantar uno nuevo.

         Aprovecho la visita para charlar con los chavales del centro. Cada vez me encuentro mejor con ellos. Ellos ya me llaman por mi nombre, me preguntan cosas a las que respondo como puedo, y cuando no puedo digo: “oui”. Y ellos siempre están alegres. Nos echamos fotos con todos e incluso les estoy enseñando español. Ya saben decir: cabeza, ojo, oreja, nariz, pelo de barba, pelo de brazo, cuello, rodilla, brazo, mano, dedo, uña (de mano), pierna, pie, uña (de pie), camisa, bufanda, collar, pantalón y chancla. Hoy les he enseñado a decir cómo se llaman y a preguntarlo también. Hay uno que tiene una memoria prodigiosa, y basta que lo escuche una vez para saber decirlo bien. Creo que voy a enseñarle mucho... En un momento dado viene uno a preguntarme por el nombre de algo. Se señala hacia el ombligo y le digo que eso se llama ombligo. Luego se ríe pícaramente y me dice que no está señalando eso, sino más abajo... todos se ríen sin parar, y yo le tengo que decir que eso se llama “pilila”. Es lo menos grosero que se me ocurrió en el momento, sobre todo antes de que se revolcaran por el suelo muertos de la risa... ¿qué les iba a decir?, ¿que no sé cómo se llama eso?...
Esto es alegría, ¿o no?
Más que una prisión parece un club de amigos dispuestos siempre a jugar y a reir
       Bueno, bromas aparte, os sigo contando el día. Nos vamos a comer, pero como está Cedric (y porque en otro sitio no hay “café au lait”) vamos a comer a un sitio mejor del que acostumbramos. Comemos con Eve y charlamos un rato acerca de la cárcel, de Cedric, del trabajo, etc. Hoy nos dice Eve que pronto se casa con Erika, así que le desde aquí les felicito.

Aquí las chanclas ya son un lujo
         Después de comer volvemos a la prisión para ver cómo va todo. Los jefes de la empresa no están, así que esperamos un rato. Dicen que vendrán en cinco minutos, pero una hora y media después nos vamos sin despedirnos. Los trabajadores siguen a su tarea y no hay nada más que vigilar, así que nos vamos tranquilos. Karima y yo queremos ir a ver el precio de una mesa de pin-pon para los chavales, así que salimos en su búsqueda.

         Después de soltar el taxi-b que nos deja en el centro de Tana, vamos a buscar un lugar llamado “Luxor” donde nos han dicho que venden de todo, pero se pone a llover de lo lindo. Cedric dice: “no os preocupéis porque las tormentas en África son de cinco minutos”... pero nosotros sabíamos por experiencia que esa afirmación no se sostiene por sí misma porque hemos visto llover desde la mañana a la noche varias veces. Los goterones que caen son bien gorditos, así que saco mi chubasquero para ponérmelo. Karima hace lo  propio con el suyo, pero el fotógrafo viene “a pelo”, con una camiseta de manga corta y la cámara. Lo dicho, yo no sé en qué piensa la gente cuando viene a países que están en estación de lluvias. Aquí no existe primavera o verano, ni otoño ni invierno... aquí existen las estaciones seca y de lluvias, y como su nombre indica, la estación de lluvia se llama así porque generalmente llueve. En fin, que saco mi chubasquero y, en lugar de ponérmelo, lo usamos como si fuera un paraguas, pero es tanta la lluvia que nos mojamos.

         En esto viene una señora cargada de paraguas, y nos dice: “duamile, duamile...”, con lo que aceptamos encantados comprarle uno. Sin embargo, cuando abrimos el paraguas, saco los 2.000 ariarys que nos pide y nos dice: “no, no.... dixmil, dixmil”... así que me da tanto corage que la gente aquí haga siempre lo mismo que le devolvemos el paraguas, eso sí, después de que me devuelva los 2.000 Ar. Luego decimos que “pobrecita” es esta gente, pero algunos, sobre todo los vendedores, son auténticas hienas de la venta engañosa. El otro día nos pasó algo parecido con la compra de verdura. Suman todas las cantidades de lo que compramos y, milagrosamente, siempre les sale 5 o 6 mil Ariarys más que a nosotros. Si no estás avispado te la cuelan. Vamos descartando comercios según la gente es honesta o no. Acordaos que en el supermercado me pasó lo mismo con los caramelos que costaban 800 y me cobraban 950 por cada bolsa. Y hoy Karima le pide a otra señora que le de mil Ariarys de cacahuetes y la señora le da cacahuetes en cantidad para echarse a reir. Cuando le dice que eso no son 1.000 Ar, la señora dice: “Aaaah!!... mil Ariarys, ¿no?”... y nos dan ganas de estrangularla. Yo, personalmente, quien intenta engañarme lo descarto de la lista de vendedores a los que comprar, y prefiero comprar en los comercios de al lado para que los estafadores vean que han perdido un cliente por intentar engañarlos.

         Vemos un edificio que nos puede proteger de la lluvia y nos dirigimos a él. Allí nos dice un hombre por dónde tenemos que ir para llegar al “Luxor”, pero nos avisa de que hay un buen ratito de caminata. Nos dirigimos allá, por Cedric prefiere esperarnos en una cafetería cercana porque no las tiene todas consigo, y como llueva más, la cámara se moja y fin de su cooperación. Lo que no sabía es que la espera iba a ser casi eterna. Andamos un buen rato por las callejuelas de Tana sin rumbo fijo. Unos nos dicen “por allí” y otros “por allá”.

         Al final conseguimos llegar y, nada más entrar, nos topamos con una flamante mesa de pin-pon. Pero con todo lo contento que estaba por encontrar el que, posiblemente, es el único sitio de Madagascar donde puedo encontrarla, al final la alegría se tornó en pena, ya que el precio de la mesa es de un millón de Ariarys. Vamos, que es mejor comprar una tabla y fabricarla. Nos vamos de nuevo con el rabo entre las piernas, pero se nos ocurre que el hermano Paolo, de la comunidad salesiana, quizás pueda fabricar una en el taller de carpintería que tiene para enseñar el oficio a los chavales malgaches. Se lo preguntaremos.

La niña de los 500 Ar.
      Para volver tomamos un taxi-b porque no queremos desandar lo andado, y cuando llegamos al punto de partida queremos ir a recoger a Cedric que debe estar harto de café... En el camino nos topamos con una muchachita, la misma que hace días nos pedía cuando viajábamos dentro del taxi. No me pide, pero mientras Karima está haciendo algunas cosas, yo aprovecho y la llamo. Cuando viene le doy, con la mano cerrada, un billete de 500 Ar. La cara que pone es para verla. Se puso a bailar mientras no dejaba de darme besos desde la distancia con la mano. En un momento dado salió corriendo con el billete en alto, y luego paró y se puso a besarlo... Amigos, estamos hablando de poco más de 15 céntimos de euro, y fijaos qué espectáculo para ella. Luego viene de nuevo a darme las gracias. Parece que ha conseguido en un momento más de lo que saca en todo un día de mendicidad. Incluso el pequeño que lleva a la espalda está loco de contento, como contagiado por la alegría de su hermana.

Probándose los zapatos
         Cuando llega Karima, la chica vuelve, y como tiene los pies descalzos le proponemos que venga con nosotros al mercado porque le vamos a comprar unos zapatos. Ella, como no puede ser de otra forma, acepta encantada. Karima me advierte que si le compramos zapatos acabará por venderlas por algo de dinero, pero le decimos al dependiente que nos las vende (que habla francés) que le advierta que pasamos por ahí todos los días, y como la veamos sin ellas puestas se acabó para siempre nuestra ayuda.

         Yo sé que mañana pasaremos y ya las habrá vendido. Espero contaros que no es así, pero hemos hecho lo que creemos que debíamos hacer. Eso sí, si de verdad vende las zapatillas cumpliré mi promesa.

         Recogemos a Cedric que nos espera y nos tomamos un café con él, aunque él ya lleva varios. Desde ahí nos vamos para tomar el taxi-b y dirigirnos a Ivato, porque allí nos espera Remy que viene del Centro. Creemos que, igual que Cedric, se tendrá que tomar unos cuantos cafés porque tenemos la llave de casa y no puede entrar. Nos quedan unas dos horas de viaje todavía, y en hora punta, quizás más.

         Cuando llegamos a “67 Ha” nos dirigimos al transbordo de Ivato, pero todos los taxi-b vienen llenos y ni siquiera paran. Sabemos por experiencia que no podremos viajar, y después de esperar un buen rato, otra vez bajo la lluvia, tomamos un taxi. Es la última vez que me veo obligado a tomar taxis por este motivo, así que desde ahora regresaré a casa al menos dos horas antes para evitar dejar el dinero en taxis.

         A la vuelta pasamos por el supermercado a comprar algo para la cena, pues Cedric cena con nosotros en casa y tenemos poca cosa. Compramos unos filetes de ternera (o cebú, no sé). Son los que mejor pinta tienen y parecen frescos, así que nos los llevamos.

         En casa los hacemos con una buena ensalada y patatas fritas, así que cenamos bien y nos preparamos para acostarnos. Ha sido un largo día. El primer día de trabajo ha sido cansado, no por el trabajo, sino por la caminata hasta el “Luxor”, los taxi-b y el peregrinar de todo un día.

          Después de un comentario como este no podemos más que agradecer a Dios que estemos tan bien, pues hoy nos comentan que en tres o cuatro días se acaba el arroz de la prisión y el banco mundial de alimentos no podrá seguir abasteciendo a la prisión. Esto quiere decir que todos los adelantos que se consiguieron ahora se vuelven a perder.. de tres comidas diarias a base de arroz, se volverá a pasar a una comida al día, y de mañoc. 

Descargando el mañoc para los próximos días
         Hoy tengo un recuerdo especial para mi padre, pues es 25 de febrero y hoy hace tres años que murió. El segundo aniversario lo pasé en Perú, y el tercero en Madagascar, pero esté donde esté, siempre tengo un recuerdo para él, no en los aniversarios, sino siempre. Aunque él me habría dado una colleja al enterarse de que me voy a Madagascar, seguro que hoy se siente orgulloso de lo que estoy haciendo... eso si no me está guardando la colleja para cuando nos reunamos de nuevo.

         Y como de costumbre, os dejo algunas fotos de por aquí... así conocéis un poco más este país y esta gente.

















       
           Aquí acaba el día, la aventura y el trabajo... mañana más.

           Adios!!