Asómate al mundo exterior...Y VERÁS TODO LO BUENO QUE TIENE!

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Asómate a la ventana y mira, escucha, habla...y comparte conmigo tus impresiones.

"Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho..."

Un gran Santo, el más pobre en lo material, pero el más rico en lo espiritual dijo en su lecho de muerte: "Hermanos, comencemos, ya que hasta ahora poco o nada hemos hecho...". Ese gran Santo era Francisco, y si él dijo no haber hecho nada, ¿que hemos hecho nosotros? Empecemos a hacer algo para cambiar el mundo, ¿no os parece?

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miércoles, 18 de abril de 2012

ULTIMO SÁBADO EN CHACHA...


Juanita me enseña una gallina con sus huevos a punto de caramelo....

     Estos días tengo que empezar a aprovecharlos, porque serán los del último fin de semana que estaré por Chacha. Lo cierto es que cuanto más lo pienso, más pena me da irme. La gente de Chacha, los granadinos, los carismáticos, las hermanas de todas las congregaciones y los compañeros de batalla del Obispado... son muchas despedidas en muy poco tiempo... hasta del gato me tengo que despedir.

   Por la mañana voy a la celebración de un “paseo chachapoyano”, que es una vuelta por Chachapoyas por parte de todos sus habitantes. Había quedado con Diógenes para pasear y charlar, pero está tan solicitado que prefiero dejarlo para más tarde. Habíamos quedado a las cinco de la tarde, así que tendré tiempo de expresarle mis gratitudes y mis últimas peticiones... primero las gratitudes...

         Llegada la hora de comer, se me ocurre que tengo que comprar una tarta para mis amigos-compañeros del Obispado, que tan generosa y calurosamente me han acogido estos meses. El mensaje que haré grabar en la tarta lo tengo claro: “Gracias por vuestra acogida...”.

         La encargo y me voy a comer, y después empiezo lo que sería una dura tarea, que no es otra que empezar a recoger todo. Tengo que dejar en una caja todo lo que me servirá en la próxima visita, como las botas de goma, los guantes, poncho, navaja, material eléctrico que usé en el cuarto, cintas de medir, zapatillas, una camiseta de trabajo, etc... También dejo los altavoces que uso para las películas de los niños.

         Una vez recogido casi todo tengo que pensar en cómo lo meto en las maletas... no cabe. Pero bueno, con el peso de mi cuerpo, al final, logro cerrar la maleta grande. Cuántas cosas llevaré para que se haya rajado por un costado... tengo que abrirla de nuevo y sacar alguna cosa para meterla en la maleta de mano, aunque será tarea difícil.

         Al final lo logro, pero ya no cabe ni un alfiler (iba a decir otra cosa que ya mencioné en otra entrada, pero a mi madre no le gustó oirlo..., es algo que ocupa menos aún que un alfiler).

         La tarde la dejo para intentar despedirme de las personas que he ido conociendo.

La felicitación prematura
         Después de misa, espero a mi amiga Márllury para darle una sorpresa. Como en facebook he visto que es su cumpleaños, y además, cuando fui a encargar la tarta vi una rosita que estaba terminada y en la que ponía “Felicidades, hermana Márllury”, pues supuse que hoy era su cumpleaños... me fui a comprarle un detalle para dárselo al final de misa, y le compré un bolso muy bonito hecho de algún fruto con cáscara dura y grande... Al final de misa la espero y se lo doy, y se queda sorprendida por mi prontitud... resulta que el cumpleaños es mañana. Ahora caigo que en mi ordenador tengo la hora de España, con lo que a las cinco de la tarde de aquí ya saltan las doce de España y un nuevo día... me colé. En fin, le doy el regalo igualmente y la felicito. Al menos soy el primero en hacerlo, eso sí, con la hora española.

Terminada la fallida felicitación, tengo que despedirme de los hermanos carismáticos, para lo cual me voy a la oración nocturna que tienen en la parroquia. Cuando acaba la oración me tienen reservada una despedida especial, de esas que consisten en sacarte ante el respetable para contar tus experiencias... eso que me gusta tanto...

Viendo desde donde está tomada la foto sabréis dónde estaba yo... ante el respetable.
Con las hermanas Luisa y Gabi
         Al final tengo que dar mi pequeño testimonio de lo que ha sido para mí el viaje y la experiencia, y no puedo ocultarles que una de las cosas con las que más feliz me siento es con haberlos conocido a ellos y con el detalle que tuvieron al visitar a los pobres habitantes olvidados de Granada en unas fiestas tan especiales como son las de Pascua.

         Cuando acaba la celebración vienen las despedidas individualizadas, con lo que regreso al Obispado para eso de las 22:30 horas.

         Me quiero acostar rápido porque mañana es el último día y tengo que despedirme de todos... al final hoy sólo lo he hecho de los carismáticos. Pero me pongo a escribir lo de los días que estuve malo y a subirlo al “peregrino” y cuando me doy cuenta son las dos de la madrugada... me acuesto.

         Hasta mañana!!

domingo, 15 de abril de 2012

DESPEDIDAS Y VISITA FINAL A OLLEROS...


         Hoy tengo una sensación rara al levantarme. No sé si es por el hecho de no tener que apartar la mosquitera para salir de la cama o por que es el último día.

         En cuanto me levanto empiezo a pensar en cómo recoger todo el barullo que tengo en la habitación. Ayer no recogí nada, y hoy tengo un par de horas para ver la obra, llevarle la Biblia a la señora de Pablo, el guardián de Diosán, repartir los zapatos que quedan, visitar a la señora que me está haciendo un tapete de recuerdo y recoger todo... También tengo que dejar listo el tema de la chocolatada, para que todo esté listo.

         Empiezo por desayunar. Hoy tampoco he podido comerme los dos kekes, aunque me he levantado mejor. Terminado el desayuno me dirijo a la obra a ver a los trabajadores y al carpintero. Vemos los últimos detalles y dejamos todo listo para que el lunes se comience a montar el retablo. Es una pena no haberlo podido ver puesto, pero tenía más trabajo del que en principio parecía.

Mi pequeño vecino

         Cuando acabo con la visita, me doy cuenta al pasar por mis vecinos de arriba, que son tan pobres o más como los que hemos incluido en el programa de los zapatos solidarios, así que subo de nuevo a la plaza y en casa de Wilmer compro dos zapatos, del 22 y del 25 para los pequeños. Su madre se ponen contentísima... me invita a pasar para ponérselos y cuando veo su casa casi me caigo de espaldas. Son quizás los más pobres de Granada.

         Al menos me alegro de haberme acordado de ellos, aunque haya sido en el último momento. Me voy al cuarto y empiezo la tarea de recoger.

... y mi pequeña vecina...
         En una caja guardo todos los juguetes y útiles escolares que han sobrado, los cuales se los daré a la hermana Katy para los niños de la invasión. En otra caja guardo las cosas que he comprado aquí y que me servirán para el próximo año, como son las botas de agua, el poncho, las cintas métricas, los útiles de replantear, las zapatillas de deporte, la navaja (para no tener que pasarla de nuevo por la aduana con la misma suerte que la primera vez), cuerdas, etc. Y en mi maleta echo mi ropa, la mochila y el ordenador.

         De la comida que tengo hago un paquete con latas de todo tipo, salchichón, kekes, panes, queso, zumos y algunas barras de chocolate, y se lo llevo a la señora pobre de antes, la cual se pone muy contenta. Dudo mucho qe haya probado alguna vez el atún en lata.
La mamá con los zapatos.
         Una vez arreglado todo, subo a la obra y por fin llega el Obispo. Viene con el padre Antonio y el padre Castelly. También viene Juanito conduciendo.

Castelly y Antonio con el alcalde Toni y el gobernador Milton. Inspeccionando la obra...
         Hacen las visitas de rigor, se les explica qué, cómo y porqué se ha hecho cada una de las cosas y, acto seguido, pasamos al acto de bienvenida y despedida a la vez. Toni da su discurso de agradecimiento, luego el Obispo y luego yo... Como el Obispo menciona el tema del bautismo, yo aprovecho para exponer que la obra del Baptisterio se ha dejado terminada para que, precisamente, se use. De este modo, les digo a los niños sin bautizar, que son más o menos el 50% que se comprometan a pedirle a sus padres el bautismo, y para ello hacemos una doble promesa. Yo les prometo volver si ellos me prometen bautizarse... se vuelven locos de contento por tener que hacer tan poca cosa para que vuelva, así que hacemos un trato, y por unanimidad, todos aceptan.

         Llegado el final de las palabras, hacen el baile y las canciones que me han dedicado. El amigo Lenin les ha dirigido en los ensayos y han hecho un trabajo muy bonito. La coreografía incluye bailes para mí, y hasta me cantan una canción especialmente compuesta para mí también.

En plena actuación
         Un rato de emociones después, damos paso al chocolate y el bizcocho... menos mal... y así estamos un rato hasta que nos empezamos a movilizar para salir de viaje, ya que queremos ir a Olleros a visitar la obra también. Pero Taño, el catequista, no está dispuesto a que nos vayamos sin almorzar, así que nos mete en su casa y nos pone la comida. Arroz, trucha y kinua, con una sopa antes. Según terminamos le damos gracias a todos, pasamos por mi cuarto a recoger mis cosas y nos vamos de viaje. He preferido decirles a todos adios con la mano y no uno a uno para evitar más demoras y más emociones.

         Mi saco de dormir se lo he regalado a Horacio, porque necesita uno y me lo ha encargado para el próximo año, ya que a menudo duerme al raso y se tiene que llevar una manta, con la incomodidad que tiene cargar con ella. El no sabía que yo tenía uno, así que se ha llevado una sorpresa cuando se lo he dado. Además, como era buen saco, ocupaba poco y se lleva casi en un bolsillo.

         Salimos de viaje y nos vamos a Olleros, donde nos están esperando para enseñarnos la obra. Allí ya tienen hormigonada toda la zanja, y cuando llegamos están descansando, con lo que da la impresión de que el pueblo entero está tirado en el césped porque no tienen nada mejor que hacer...

         Estamos poco en Olleros, ya que queremos evitar la obligación a la que nos someten para comer... pero como ya sabíamos que lo iban a disponer así, Don Emiliano le dice a Melanio que nosotros, gracias a Dios, comemos todos los días, pero una sola vez... no sea que pase como el primer día que vinimos. Ellos lo entienden y nos dejan ir, con la promesa de volver y de que haremos lo posible por recaudar más fondos.

Preparando el piscolabis
         Regresamos rápido y nos ponemos en camino. El camino es malísimo, como han podido comprobar mis compañeros de viaje, pero sin embargo hoy no ha llovido nada y prácticamente la totalidad del camino está seco. Incluso la zona del cerro que siempre está metida en la nube está hoy despejada.

         Pasamos Molinopampa y yo pensaba que pararíamos a ver a Juan de Dios, sin embargo, un par de kilómetros más adelante paramos en mitad del camino a comer un piscolabis que trae Antonio. Para mi sorpresa traen cerveza, que aunque esté caliente, siempre es bienvenida.

         Una de las cajas que yo traía era de basura, para tirarla en el basurero de Chacha al paso por ahí, sin embargo, cuando quiero echar la lata de cerveza dentro, me doy cuenta de que la caja ha desaparecido... a la pregunta de dónde está, me dicen que Juanito ha hecho la labor por mí, aunque no en el basurero precisamente. Prefiero no preguntar más...

         Hemos parado ante una maravilla de pared vertical imponente. Ahí nos comemos un bocadillo de tortilla con la cerveza, y resulta que he pasado mil veces por lo que llaman “la cara del inca” sin verla. Es una formación en la roca que, vista de perfil, parece la cara de un inca de verdad. Qué cosas... nunca me fijé en eso... claro que uno cuando va en moto se fija sobre todo en la carretera.

¿Ves la cara del Inca?
Castelly y Antonio
         Cuando acabamos, nos montamos de nuevo y llegamos a Chacha justo a las 19:00, con lo que sin ducharme ni nada me voy para la catedral a misa. Cuando salgo, me esperan mis amigas las carismáticas para invitarme a cenar, y yo ni me acordaba... así que ahí me tienes, vestido de barro para la cena de gala. Y por supuesto, sin haberme duchado...

         Explicadas de mi atuendo, me dirijo con ellas a un pequeño restaurante en la plaza del Señor de Burgos, donde todas piden cecina, menos yo, que pido pollo a la parrilla. No quiero cecina de noche.

         En la cena se nos unen Jorge y su mujer, y tenemos una buena velada, en la que una de las hermanitas me preguntó si yo era hermano del señor Obispo....¿¿...??. No podía dar crédito a tal pregunta..., pero me dieron ganas de contestar que no es mi hermano, sino mi hijo...

         Cuando acaba la cena me voy al Obispado a descansar, que ha sido un día duro y sobre todo sin ducha...

         Y con esto acaba el día de despedidas y emociones... Hasta mañana!!

ÚLTIMO DÍA DE TRABAJO EN GRANADA.


         Esta mañana me levanto mejor. Todavía tengo algo de dolorcillo de cabeza, pero ni mucho menos como ayer. Incluso voy a casa de Rosita a desayunar, y aunque no puedo con los dos kekes, uno sí que me lo liquido.

         Hoy tengo que visitar Olleros. En eso quedamos el otro día, ya que ayer empezaron a verter hormigón sobre la zanja que hicimos. Antes de esto tengo que resolver un asunto, y es que los zapatos que me quedaron pendientes el otro día los tengo que repartir. Me pongo manos a la obra y, casa por casa, voy tachando niños de mi agenda.

         Por supuesto, tengo a mi vecinita de enfrente, al niño Franco Llermi un poco más arriba, a la niña que le tenía que cambiar las zapatillas de niño por unas de niña, también la niña de Asunta y otro par de niños más... Pero sobre todo, el que me falta es Harold, el pequeño que me inspiró al tema de los zapatos solidarios... Como me decía Jorge, al final va a ser cierto... el inspirador va a ser el último en recibir sus zapatos... y así ha sido.






         Al final, lo importante es que los tiene, le gustan y por fin le quedan bien. Su hermano ya los tenía del otro día.

Aquí lo tienen con su calzado nuevo.
         Una vez que termino con el tema de los zapatos, me puedo ir tranquilo a Olleros, así que le pido la moto a Milton y me voy. Me llevo las botas de jeve, como dicen aquí, y para allá el tiempo me respeta. Llego sin problemas y visito la obra. Está Dionisio Melanio, o Melanio, como todos le llaman. Es el teniente alcalde y está metido en la zanja repartiendo el hormigón que le llevan en la carretilla. Ya tienen media zanja hormigonada en el fondo, y para mi sorpresa, unas mujeres bien mayores están metidas al final de la zanja, y a pico y pala, van sacando la tierra de la zanja. Las mujeres son voluntarias, como otros tantos... Aquí se han formado diez grupos de diez trabajadores para que ningún día falte personal. Como tienen cemento, arena y grava, están trabajando a pleno rendimiento.

         Me fijo en las mujeres, les echo fotos y, de pronto, me fijo en la pantalla de la cámara y veo que una de las señoras no tiene botas de goma, sino unas sandalias con los pies al aire. La zanja está llena de barro y los pies los tiene que da pena verlos. Lloviendo y en el barro, y ella descalza. Por eso, le pregunté su número de pie y me fui rápido a una tiendita a comprarle sus nuevas botas de goma del 37. Por cierto, el viaje a comprarlas fue providencial, porque en plena tienda me dio un apretón al estómago y compré un rollo de papel (por si acaso) para salir pitando al baño de la municipalidad... Nunca me alegré tanto de ser tan previsor y comprarlo por si acaso... de otro modo habría tenido un serio problema. Pero hablando de algo más agradable, os diré que llegó la hora del almuerzo y la señora con los pies al aire estaba en una casita increíblemente humilde junto a la municipalidad. Como tenía las botas en la mano, se las di y le dije que esta tarde iba a trabajar con botas.

Estos son los pies de la trabajadora de la zanja
Enseñando sus nuevas botas
         Poco después me dijo Melanio que es la mujer más pobre de todo el pueblo, aparte de ser viuda y vivir sola. Dice que vive de lo que ella misma cultiva en la chakra, además de las ayudas de sus propios vecinos, así que nunca en todo este tiempo había sentido tanta alegría por entregar un regalo. Yo no lo hice por eso. Ni siquiera sabía su penosa situación, aunque intuía que muy rica no debía ser... Ella agradecidísima, se puso las botas por la tarde como quien se ponía unas Nike Jordan en los años 90.

         Antes de verla con las botas puestas, me voy a comer a casa de los papás de la secretaria, que es quien me invita hoy. Yo iba pensando en la mujercita de las botas y para nada intuía lo que me esperaba... hacía mucho que no sufría tanto comiendo, y es que me esperaba impaciente sobre el plato mi amigo el Cuy... ¡¡qué mala suerte!!... ¡¡Maldito Murphy!!... es el último día que como en el Alto Imaza y me tiene que tocar Cuy.

         Curiosamente, mi primera comida en el Alto Imaza fue Cuy, y cómo no, mi última comida será Cuy..., y encima la primera fue en Olleros y la última también lo va a ser... pero esta vez es peor. ¡¡Está casi crudo!!, y para rematar la faena, siempre ponen una mitad del bicho, pero hoy me ponen el Cuy entero... las dos mitades sin separar siquiera una de otra. Sólo de verlo en el plato me da otro apretón.

Solo le faltaba la cabecita...
         Recuerdo que mi primer Cuy me lo comí después de almorzar por primera vez en Granada, el día que fuimos por primera vez con el Obispo. Ese día casi me da un ataque al tener que comerme el bicho que el día anterior juraba que no probaría, y encima sin ganas, después de haber almorzado ya... Hoy recuerdo aquel día, ya que con la fiebre y el estómago revuelto, no tengo ganas de comer nada, y sin embargo, me ponen el plato con arroz, papas, Kinua y el “adorable” Cuy encima tirado en plancha y esperando ser devorado. Lo que él no sabe es que no tengo ningún interés en hacerlo...

         Me dejan solo en el comedor-cocina de la casa y es entonces cuando pienso en una estrategia para hacer como si me lo comiera, pero dejándolo... Si lo tiro por la ventana corro el riesgo de que entren y vean que el Cuy ha desaparecido demasiado pronto, además de que habrían pensado que soy una bestia parda que no deja ni los huesecillos del bicho. También podría darse el caso de que los perros que están fuera volvieran con el Cuy en la boca y me delataran... tendría que decir que se me ha caído por la ventana, cosa poco creíble... Otra opción es meterlo en una bolsa y al bolsillo, pero estaría en las mismas, ya que nadie (ni siquiera los peruanos) se come un Cuy sin dejar rastro de él... No tengo salida... tengo que comérmelo.

         Cuando viene la secretaria a verme, no lo he probado, y entonces se me ocurre la excusa perfecta.... le diré que tengo fiebre porque estoy pasando la gripe y que tengo el estómago revuelto, así que no puedo comer... y según entra, le digo:

         - Señorita... lo siento mucho, pero me encuentro fatal porque acabo de pasar la gripe, tengo fiebre y el estómago revuelto... así que no puedo comer nada. Se lo agradezco, pero como todavía no he tocado el plato, puede dejarlo para otro momento...

         Y la secretaria me dice:

         - Bueno, bueno... no pasa nada, puedes dejar todo, pero el Cuy te lo comes..., ¡¡¡no lo vayas a dejar!!!

         He puesto tres admiraciones en la última frase porque es como sonó... Reconozco que incluso me dio un poco de miedo, y luego rabia.

         - Señor, te ofrezco este sacrificio que voy a hacer. Tú sabes que esto me va a costar tela... así que, paradójicamente, te ofrezco este imposible por el hambre en el mundo... Sí, ya sé que no está bien ofrecer una comida como sacrificio por el hambre, pero tú sabes que para mí esto es más difícil que ayunar... Te aseguro que preferiría estar tres días sin comer, pero claro, eso tú ya lo sabes, así que no tengo que darte explicaciones...

         Y me pues manos a la obra... 

         Poco a poco, una patita, la otra... un trocito de un costado.. otro poco de por allá. Vamos, que guarreé todo el Cuy y le quité unos pocos gramos. Entre arcadas me tapaba la nariz, y tomaba un gramo de Cuy y dos cucharadas de arroz para disimular el sabor, pero sobre todo la textura...

         Si le daba la vuelta al Cuy, me entraban ganas de vomitar, así que lo dejaba siempre panza arriba... y en media hora interminable, dejé el Cuy más o menos sin carne. Eso sí, los huesecillos no los aproveché y dejé toda la carne pegada... me dediqué a probar un poquito de cada parte para que los anfitriones vieran que ataqué por todos los costados.

         De postre me pusieron unas cuantas piezas de Mauxán, una fruta natural de por aquí con la que se hace también té y licor. Está mejor, aunque algo amarga... Luego me dicen que la piel no se come... ¡ahora me lo dicen!

         Cuando vino la madre de la secretaria, la cocinera, le dije que sentía mucho no poder haber comido más, pero que tenía fiebre y bla, bla... y parece que me entendió, pero seguro que por dentro pensaría que en la hora que le puso tal manjar al bellaco este...

         Como no quería ser descortés, más aún me refiero, le dejé 10 soles debajo del plato, así al menos, las lágrimas de ver un Cuy desperdiciado por el español infiel, se verían interrumpidas por la visión del billetazo una vez retirado el plato... Que pena me daría no ver ese cambio de cara...

         Regreso a la Iglesia contentísimo por haber acabado con el trance gastronómico. Acompañado de la secretaria, le reconozco mis problemas con los Cuyes, a lo que me dice que lo entiende perfectamente... pero claro, para eso le tengo que hacer ver cómo se sentiría ella si va a China y le ponen en un plato la cabeza de un perro para comer... Solo entonces entiende mi postura...

          Ya olvidado el asunto, me topo con la señora de los pies al aire con sus nuevas botas puestas, lo cual me da una satisfacción enorme. Me mira, me sonríe y me señala con la vista hacia los pies... como aquella que va a desfilar por la “pasarela zanja de barro”. Y desfila para que la vea... ¡Toma ya!

         Me dice una compañera que, de haberlo sabido, ella también habría venido descalza, porque sus botas ya son muy viejas. A esa indirecta, le respondo con un “buen intento, señora...” y me las piro antes de que la tercera suelte también su reivindicación... Ahora la que tenía los pies al aire tiene botas nuevas y las que tenían botas viejas la miran con envidia... ¡¡Cómo somos!!... Decimos que queremos lo mejor para nuestros amigos, pero cuando vemos que tiene lo mejor, y que es mejor que lo nuestro, si pudiéramos le meteríamos una colleja y le diríamos que valiente mastuerzo está hecho...

         Esto mismo es la definición por excelencia de lo que venimos llamando “pobreza espiritual”... Muchos se piensan que aquí sólo existe pobreza material, pero están equivocados... La pobreza material se acaba con dinero, pero la espiritual no, es más, a más dinero más pobreza espiritual. ¡¡Qué pena de tanto pobre rico como hay en España...!!

         Aproveché para traer a Olleros todos los juguetes que ya estaban repetidos en Granada. Los iba guardando en una bolsa aparte pensando en dárselos a otros niños que no los tuvieran, así que me los traje. Fue un éxito, porque convocamos a todos los niños a las dos de la tarde en la plaza y se presentaron unos pocos... les repartí los juguetes, caramelos y cuentos, y aún así me sobraron todavía. Todos los que sobren serán para Katy, para que los reparta entre sus niños.

         Bueno, pues acabada la inspección de obras y la entrega de juguetes me empiezo a despedir de la peña, me monto en la moto y me voy. Pero claro, el camino de vuelta no sería como el de ida... El amigo Murphy tenía más ganas de guasa, y me hizo volver bajo una tormenta apoteósica. Sabía que ese trayecto de Olleros a Granada iba a ser mi último trayecto en moto por las tierras peruanas, así que qué mejor manera de despedirme que con un millón de litros de agua y un camino imposible... Pero pensé que el Murphy debe creer que me importan sus tonterías, así que le dije mentalmente que se fuera al cuerno... y se fue, porque llegué a Granada sequito bajo mi poncho peruano y con mis botas “Katiuskas”. Claro que tuve suerte de cambiar el poncho del Coronel Tapioca por un poncho malo de Perú, y si el cambio ha sido espléndido, imaginaros cómo sería el del Tapioca.

         Llego a Granada y ya estoy recuperado... casi no tengo dolores, a excepción de los de coxis por causa de la moto y el terrible camino.

         Allí me esperan los mozuelos, sabedores de que hoy es su última película.... no puedo fallarles. Y como hoy serán los últimos regalos, tengo preparados todos los que fui acumulando durante los dos meses para esta ocasión: Balones, bolos, bingo, monopoly, relojes..., vamos, cosas buenas por una vez.







         Los separo por hermanos para darle a los hermanos los juegos colectivos, como balones o monopoly, y a los hijos únicos les voy dando relojes, grapadoras y un regalo de una caja que me dio Toni de regalos de navidad que sobraron. Eran regalos bastante bueno, incluso de mejor calidad que los mejores que yo había comprado, así que aproveché para repartirlos todos y los niños fliparon con la última entrega de jueguetes... debieron pensar una de dos, o que había perdido la cabeza o que era un santo...

         Antes de repartir los juguetes, Toni les dio una charla para animarles a darme un abrazo de despedida, y uno a uno me fueron dando un abrazo que no olvidaré jamás... unos me decían que me querían, otros que no me fuera, otros no querían soltarme del cuello, y otros no podían dejar de llorar... qué mal rato pasamos todos. Claro que esto se les olvidó rápido al verme entrar con una caja de la que sobresalían balones y otras cosas.. mucho más grande que la bolsa habitual con la que suelo venir.

         Y cuando se fueron todos, hoy curiosamente sin ánimos de cambiar regalos, nos quedamos allí Toni, Lenin, Daza el policía, un profesor, un trabajador y yo. Entonces Toni dio la orden al trabajador de ir a por dos botellas de licor de Mauxan.

         Nos ponemos a hablar de todas las experiencias vividas con los niños, y todos me cuentan que sus hijos, sus vecinos o los niños que conoce no dejan de hablar de qué mal está que se vaya don Martín. Los pobres creían que iba a estar allí de por vida...

         Luego hablamos de la obra, luego de mi estancia, de España, de mis amigos, de Chacha, de los viajes en coche y las caídas por barrancos, de Huaycos... en fin, de todo. Cuando queremos darnos cuenta, han pasado tres horas y ocho botellas de licor... yo ya estoy que no sé si me llamo Martín o mangurrino... y los demás están igual que yo.

Con las dos primeras botellas
         La costumbre es hablar en corro, con la botella rodando por delante del vaso. Una vez que te sirves el vaso, el pasas la botella al de tu derecha, te bebes el vaso, lo sacudes y se lo pasas... entonces él llena el vaso de nuevo, pasa la botella al de su derecha y habla un rato... se bebe el vaso y así de nuevo hasta que vuelve a dar la vuelta...

         El vaso es pequeño, pero el licor fuerte, así que a las cuatro botellas muchos pedían que acabara la ronda, pero Toni tenía preparadas otras cuatro más... y al final, él mismo tuvo que reconocer que ya no podíamos más... aunque mandó al trabajador a por otras dos... Menos mal que le paramos los pies...

         Y así, medio borracho de licor de fruta, me voy al cuarto a dormir, pensar y despedirme de mi última noche granandina.

         Hoy, para variar, decido no dormir bajo la mosquitera... quiero dormir como en mi casa, aún a riesgo de que un mosquito del tamaño de un mechero me sorba medio litro de sangre... jeje, se va a pegar cada costalazo de la borrachera que va a pillar que bien podrá decir que un humano le ha infectado en lugar de al revés...

         Y así me acuesto... quiero meditar un poco el día, pero el Mauxán no me deja y caigo redondo...

         Eso sí, le doy gracias a Dios por haberme conservado bien hasta hoy... lo cierto es que echando la vista atrás uno piensa que es un milagro después de haber pasado por todas las aventuras que se puede pasar aquí... Y pensando en ello, le digo al Señor: Graci... y ahí me quedo con la boca abierta...

         Bueno, Él sabe lo que quería decir, y yo también sé que no hace falta que acabe la frase para que la entienda...

         Y así acabó el día más triste de mi periplo granadino...

         Mañana será otro día...

DÍA DE CAMA...


          Este día ya amanecí con dolor de cabeza. No tengo ganas de desayunar, así que no lo hago... Tengo que echar un vistazo a la obra para ver qué hace falta o cómo van los trabajadores, pero como siguen con el baptisterio, los contrafuertes y con el comienzo del encofrado de la zona donde irá el retablo, cuando son poco más de las once de la mañana, me voy al cuarto con la intención de ponerme horizontal...

         Ayer ya pasé una mala tarde, pero esta mañana me la voy a tomar libre... total, en todo el tiempo que llevo aquí no he faltado a la obra ningún día, así que hoy me aprovecho.

         Según me meto en la cama caigo redondo. Quiero poner una película en el ordenador para dormirme rápido, y me pongo una de cruzadas, pero antes de ver saltar la primera gota de sangre caigo dormido... cuando despierto son las cinco de la tarde. Me ha venido bien dormir, pero voy a levantarme para ponerles la película de dibujos a los niños... si no me presento van a estar esperando... además, ya quedan pocos días y tengo regalos para hoy y mañana... Los que no dé hoy los tendré que llevar a Chacha.

         Subo con dolor de cabeza, de esos que sobre todo te aprietan más cuando te agachas a por algo... y les pongo a los niños la película entre alborotos que me ponen la cabeza como un bombo... Les advierto que hoy tienen que ser buenos, porque en caso contrario, puede haber niños volando sin motor... Parece que todos tuvieran ganas de volar, así que mi amenaza no sirvió de mucho... eso sí, en cuanto cojo la bolsa de juguetes y les doy con la mano en claro gesto de “adios”, se callan y se quedan quietos... como si le hubiera dado al botón de detener el tiempo...

         Como veo que siguen así un rato, comienzo la película y me siento a dormir, o intentarlo, porque me vienen de todas direcciones los que llegan tarde a pedir su chupetín... Como hoy estoy mal, elijo una película que dure poco... De las que tengo, la que menos dura es una de Tom y Jerry, una hora... así que elijo esa. Cuando acaba, reparto los regalos sin ganas y les digo que mañana será otro día.

         Al final, cuando llego al cuarto, entro, dejo la mochila con el ordenador, me quito los zapatos y me meto en la cama. Son las ocho de la noche y otra vez me acuesto hasta el próximo día, sin cenar nada.

         Así acaba el día... hoy tenía ganas de que acabara pronto.

MI ÚLTIMO VIAJE A GRANADA EN MOTO...


       Esta mañana estoy con la duda de si viajar a Granada o no, pero tampoco tengo muchas alternativas. Hace ya muchos días que dije a los olleranos que ira a verles, y siempre, por unas cosas y otras, he faltado.

         No me encuentro del todo bien, pero tampoco mal del todo, así que decido salir de viaje. Luego me arrepentiría... nadie sabe lo que es conducir una moto por un camino de cabras con dolor de cabeza... yo ya sí.

         Como estaba en dudas sobre si viajar o no, estuve haciendo tiempo más de la cuenta, y cuando quise salir ya era tarde. Intenté avisar a Juan de Dios para decirle que me esperara a comer, pero no tenía cobertura. Saldré, y si está en casa, comeré con él. La primera parte del viaje, hasta Molinopampa, se hace más o menos bien, porque el camino es más o menos bueno... lo malo es que me toca una caravana de camiones que van todos en dirección Molino, con lo que la polvareda que sueltan no me deja ver, aparte de que me están poniendo perdido de tierra. Tengo dos opciones, una es parar hasta que están lejos para que el polvo no me afecte. La otra opción es adelantarlos a todos. Esta última es la mejor, porque en el primer caso terminaría por alcanzarlos de nuevo y otra vez tendría que parar.. Me pongo a adelantarlos sin ver demasiado bien. Las carreteras son de tierra, y los camiones sueltan muchísimo polvo. Tampoco tienen consideración de los que van atrás intentando adelantar y no ayudan en nada... Es más, a alguno le tengo que hacer un gesto que mejor no cuento.

         Cuando termino con el último, o mejor dicho, el primero, me miro y me doy cuenta de que soy un bulto marrón de tierra sobre una moto... En Molinopampa tendré que quitarme todo el polvo de encima porque si paro ahora me vuelven a adelantar los camiones... y para evitar tener que empezar de nuevo a adelantar camiones, aparte de un posible encontronazo con el receptor de mi gesto de protesta, prefiero continuar.

         Aquí llueve siempre, con lo que nunca se levanta polvo, sin embargo, para un día que no llueve y pensando que tendría un viaje placentero, me pasa esto... Murphy sabe que es mi ultimo viaje, de hecho todavía me lo tendría que complicar más pasado Molinopampa.

         En Molino aprovecho para llenar el depósito, porque voy a Olleros antes que a Granada, y no quiero llegar a Granada dejándole a Milton el depósito vacío.

         Juan de Dios no está, así que paro en lo que podríamos llamar bar junto a su casa. No tengo intención de pedir un menú, porque no tengo ganas ni me apetece mucho comer aquí. Pido cuatro bollitos de pan, una botella de agua y una especie de dulce que sabe a nocilla. El tío me coge los bollos con las manos sucias, no como en Granada, que se ponen una bolsa de plástico en la mano para darte el pan. Allí mismo me hago los cuatro mini-bocadillos con una de las dos latas de atún que Juanita me obligó a llevar. Como ya tenía el equipaje hecho, no me las quería llevar porque no tenía donde meterlas, pero me obligó a meterlas en los bolsillos de la cazadora... y mira por donde... Menos mal que Juanita siempre acierta.

         Inicio la subida por el camino de cabras. Mientras subo voy pensando que es la última vez (por ahora) que pasaré por allí con la moto, así que intento disfrutar del paisaje. Pronto me encuentro con Toni, que está bajando a Chacha para devolver el amplificador de los carismáticos, que se lo dejaron en Granada.

         Hablando con él, se me ocurre que el viernes, como viene Monseñor, podemos hacer una chocolatada de despedida en la municipalidad. Invitaremos a todo el pueblo, incluso a los niños del colegio.

         Sigo la subida y empiezo a tener los problemas que no he tenido en todos los viajes... y eso que no llueve. No me explico como, sin llover, el camino está hoy peor que nunca. En uno de los pasos enfangados, la moto se clava en el suelo y no hay manera de sacarla. Me cuesta un montón arrancarla de nuevo, y luego no quiere salir ni para atrás ni para adelante. Verás como me tengo que bajar a Molino andando a pedir ayuda dejando la moto ahí en pié, clavada en medio del camino. Me canso tanto que tengo que sentarme un rato a pensar una estrategia, y cuando lo intento de nuevo, a duras penas sale la moto poco a poco... menos mal.

         Ya empecé a cabrearme con el hecho de que siempre que haces algo por última vez, tiene que salir mal... y todavía quedaba otra.

         Ya casi arriba, me pasó de nuevo lo mismo, pero esta vez peor... Normalmente, cuando te topas con un trozo de camino enfangado, suele ser de 10 metros o poco más e largo, pero esta vez son de más de 50 metros, con lo que la moto, según pasas por el barro, se va hundiendo cada vez más y más... y así hasta que te quedas clavado. Por un lado el abismo, y por el otro una ladera vertical... no hay más remedio que pasar por el barro. Pero también de esta con un poco de paciencia salí y continué el viaje. Qué mala suerte... al menos doy gracias a Dios que no llueve.

         Llegando ya al cruce de Granada, me encuentro con el camión de la municipalidad de Chacha, que tiene mis mismos problemas. Está atascado en el último tramo enfangado, y han pasado por los mismos que yo con el camión cargado de arena... Me cuentan que llevan haciendo el camino 24 horas... han tenido que dormir ahí. ¡Cómo son las cosas aquí...!... Van como diez personas y una mujer con su bebé a la que quisieron hacer el favor de subir en el camión, sin saber la pobre que le esperaba hacer noche en la cabina del camión con diez hombres...

El camión cargado de arena... empujarlo hacia arriba es tarea titánica...
         Les intento ayudar, pero no puedo porque voy cansado de pelear con mi moto y porque tengo la cabeza que me explota... el frío que tengo no es normal, y les digo que lo siento, pero me tengo que ir porque tengo que pasar por Olleros antes. Y al final llego a Olleros, donde veo al teniente de alcalde, siempre contento de verme. Vemos la zanja, le doy el dinero para comprar la madera que hemos encargado para el encofrado de la zanja y me voy de vuelta rápido para Granada. El jueves comienzan los trabajos en Olleros, así que no voy a ver mucho avance. Me lo tendrá que mostrar Juan de Dios por fotos...

         Ya en Granada, los niños me esperan para la película. Llegando a Granada adelanto a un camioncete en el que viajan en el remolque el carpintero, su hijo y el ayudante. Así vienen desde Jumbilla, es decir, tres horas  en pié en el volquete... sentado no se puede ir porque te romperías hasta los huesecillos del oído con tanto bache.

         Terminada la película, regreso a mi cuarto. Hoy no ceno porque tengo ganas de acostarme. Son las ocho de la tarde y me meto en la cama... me duele la cabeza, tengo frío... y por fin, no tengo más remedio que tomarme un paracetamol... eso sí, los antigripales sigo sin usarlos.


       Pero antes de terminar, quiero mostraros las últimas vistas de mi paseo motero:






         Hasta mañana!!

martes, 10 de abril de 2012

HOY LLEGAN JOSELY Y LA GRIPE...


        Hoy tengo que hacer muchas cosas, para empezar tengo que cambiar el dinero último que me llegó, que está en dólares y necesito soles. Después tengo que cambiar los zapatos equivocados de sexo y de número. Tengo que hablar con Diógenes para comentarle el asunto de la beca alemana para un estudiante de Chacha. También hay que enviar las bisagras por combi a Granada, comprar la Biblia para la señora de Granada que la ha encargado y recoger algún regalo de la tienda... Todo esto mientras espero a Josely, que dice que llegará por la tarde, así que tendré que viajar mañana a Granada.

         Prácticamente hago todo lo que me propongo, menos hablar con Diógenes, que está reunido toda la mañana, asi que habrá que hacerle una nueva visita.

         Esta mañana he tenido una nueva sorpresa al enterarme que la niña Llanely no es de Chota, sino de Cheto... la diferencia es abismal, pues mientras Chota está a 10 horas de viaje, Cheto está a menos de dos horas. Con razón decían Monseñor y Antonio que no podía ser, pero ahí estaba escrito... Ya con el nombre de los padres, con la dirección y la localidad correcta, será más fácil localizarla... El Obispo de Chota ya no me podrá ayudar, sin embargo, las casualidades de la vida hacen que Juan de Dios esté esta mañana por aquí. Ha desayunado en el Obispado, y después de contarle el asunto, porque ya lo conocía, resulta que me dice que Cheto es un pueblo que asiste él como párroco... me quedé de piedra. Hace un par de llamadas y localiza rápido a una persona que conoce al padre... nos dice que es el pastor de la Iglesia pentecostal de Cheto... casi nada. Eso es una secta, así que habrá que andar con ojo... sin embargo, eso no quita para ayudar a esta familia, en caso de que acepten la ayuda... No me extrañaría que no la aceptaran después de ver la estampida sin dejar rastro, cuando sabían que estaba pendiente de darles una respuesta para la curación de su hija en España.

         Hoy no puedo hacer más, pero Luisa, la carismática, me ha dado otra idea, que es llamar a Dorila, la presidenta de la asociación de la Iglesia de Burgos, que es asistenta social y también viaja por Cheto. Se le ocurre al pensar que esa niña, seguramente, habrá tenido que ir al centro médico de Cheto alguna vez... y allí podremos localizar a la madre. El problema es que no tenemos el teléfono de Dorila y nadie me lo puede dar...

         La mañana se va en todos estos quehaceres, y después llega la hora de comer. Hoy no estoy yo muy “perrunillero”... no sé qué me pasa, pero me duelen un poco las articulaciones y tengo algo de frío...

Un nuevo plato que cocinó Juanita, y cuyo nombre no recuerdo... parecen pimientos, pero no lo son.
         Terminamos de comer y voy al Café Fusiones, porque me llama Diego Isidoro para decirme que está allí con Josely... tardo cinco minutos en llegar, y por el camino busco el teléfono de la hermana Katy Piedehierro para pedirle el teléfono de Dorila, pero por más que llamo no me da señal. Cuando las cosas se ponen mal, se ponen mal... En esto, que estando en la misma puerta del Café, vuelvo a hacer un último intento, pero nada... y de repente, allí está Katy, tomando un café con Diego y Josely. Le quiero explicar esa típica excusa de “te estaba llamando ahora mismo”... pero siempre suena a mentira, así que decido mostrarle que, efectivamente, no da señal su “celular”. Resulta que tengo mal el número, así que ya podía llamar...

         Para que veas cómo son las cosas, le digo que la estaba llamando para pedirle el teléfono de Dorila, pero entre presentaciones de Josely y Antonio, y saludar a Diego, se me pasa y al final nos fuimos todos y yo me quedé de nuevo sin el teléfono de Dorila. Como sé que el teléfono lo voy a tener cuando Dios quiera que lo tenga, me voy tranquilo pensando que, seguramente, no era el momento de llamarla... Cuando sea el momento propicio, Dios pondrá el número en mis manos... seguro.

         Josely es un tipo jovial, alegre y de los que parece que le gusta llevar las riendas de los asuntos... da la impresión de saber lo que quiere... jeje, aunque a veces se equivoque...

         Me comenta el proyecto que quiere hacer en Cajamarca. Lo cierto es que el proyecto es muy bonito y duradero. Se trata de construir un seminario de unos 2.500 m², para lo cual ya tiene el proyecto, el terreno y casi la licencia de obras. La construcción durará dos años, y necesita alguien que dirija los trabajos... incluso me propone pagarme un sueldo. Qué cosas, me vengo de misionero y me sale un trabajo... Es para pensárselo, porque con la que está cayendo en mi querido país, gracias a un presidente cejudo que tiró por la borda hasta la misma borda, el panorama allí no es muy halagüeño...

         Ya os contaré los pormenores, las decisiones y de qué dependen las decisiones... O no...

         El caso es que viendo los planos, la obra y el proyecto es apetecible, ya que sería una especie de combinación entre mi profesión y mi pasión recién descubierta: la misión.

Antes de proseguir su viaje a Mendoza
         Del café Fusiones me voy al Obispado a dejar el ordenador, aunque ya empiezo a sentirme un poco mal... tengo escalofríos, me duele un poco la cabeza y las articulaciones. También ando con el vientre suelto, pero me resisto a tomar un Fortasec... seguro que mi madre me diría lo tonto que estoy por no tomar medicinas. Sin embargo, no lo tomo y me aguanto así... mis motivos tengo... Igual me pasa con el paracetamol...

         No obstante, después de misa de siete, paso por la farmacia para comprar un antigripal, por si acaso me da fuerte mañana en Granada... Allí no hay farmacias ni nada similar... Prefiero no arriesgar, y aunque seguramente no tome nada, prefiero llevármelo por si acaso.

         En la farmacia voy a comprar un antigripal que me aconseja Luisa, pero me dice la farmacéutica que ya no se fabrica, que hay unas pastillas para eso que se llaman Dayflu. En la vida había oído tal nombre... pero es como nuestro Frenadol.

         En un momento dado me pregunta cuántos comprimidos quiero... y yo le digo que con una caja basta, ¡¡vaya pregunta!!. La respuesta me deja perplejo, ya que la caja tiene 100 comprimidos y cuesta 70 soles. Preguntada por si los venden por unidades, me dice que claro que sí, que de qué otra forma me pensaba que se vendían...

         Resulta que lo que en España llevamos unos pocos meses intentando implantar, aquí se hace desde siempre... uno compra en la farmacia la cantidad de medicamentos que necesita, ni más ni menos. Y si necesitas más, los compras... Mientras tanto, en España, el espíritu derrochador al que nos tenía acostumbrado un tipo con bigotes de pico sobre los ojos, hacía que para tomar una pastilla de paracetamol, tenías que comprar una caja completa... el resto se tiraba o se dejaba perdido mientras caducaba.

         Claro, como los medicamentos con receta los paga el Estado, para qué vamos a preocuparos en guardar los medicamentos... se compra otra caja y punto... para eso los médicos están prestos a recetar a discreción.

         De siempre se ha dicho que la mejor lotería es la economía... y mientras nosotros explotábamos nuestros nuevos derechos “merecidos”, otros procuraban guardar un poco para mañana... Hoy, el resultado es un país en ruina, más en bancarrota que el ayuntamiento de Marbella... y ahora es el momento de arreglar el desaguisado por parte de unos y protestar por la rabia que da tener que dejar de tener algún derecho que, por otra parte, no nos correspondía por ética.

         Hoy he visto una frase de una tal Emile H. Gauvreay, que dice así:

         “Hemos construido un sistema que nos persuade a gastar el dinero que no tenemos en cosas que no necesitamos para crear impresiones que no durarán en personas que no nos importan...”

         Vamos, casi nada... Se podría decir que esta frase resume al dedillo la personalidad de una persona de clase media española... Muchos no tienen para pagar sus deudas, sin embargo el Mercedes Clase C lo tienen metido en el garaje. Hoy son pocos los que pueden vivir sin la Play Station, las clases de Paddle, los clubes de tenis, las salidas domingueras a conocer sitios nuevos, las clases de hípica, los fines de semana de hotel, las copitas y las risitas, el coche de viajar y el de diario, la casita de campo, el viajecito a Matalascañas, las vacaciones en la Costa del Sol, los Levi´s, las Blackberry, los Ipods o las tablets, los e-books, las Ray-ban o la cena fuera de casa ya que hoy es un día especial...

Eso sí... trabajar, lo que se dice trabajar, poco o nada. Los trabajos tienen que ser en puestos limpios, donde no se manejen cargas o se toquen cosas sucias, controlados por los sindicatos, no sea que tengas que hacer fotocopias y no te corresponda tal humillación... Los trabajos tienen que poder hacerse sentados, por supuesto, con una silla ergonómica y conexión a internet... con derecho a salir media hora por las mañanas a desayunar y tres veces a echar el cigarrito. También es necesario el derecho a llevarte para casa folios de tu empresa, fotocopiar los libros cuando el jefe no esté, hacer trabajos por tu cuenta usando las instalaciones de la empresa y gastando los días por “asuntos propios” que legalmente nos corresponden, amén de nuestros propios días tomados bajo la forma de baja laboral fingida con la complicidad inocente de un médico que no es adivino para saber que el “enfermo” está sano... Eso sin contar las llamadas a casa, las descargas de internet, el pequeño cactus sobre la pantalla del ordenador, trabajar junto a una ventana para poder mirar, porque es anticonstitucional trabajar “sin vistas”... ¡¡¡Qué vidorra!!!... Si se estaba mejor trabajando que en casa... y encima te pagan.

Y por supuesto: ¡El campo para los camperos...!

         Así nos ha ido... Creo que nuestros abuelos también tenían todas estas cosas y estos derechos. De hecho, creo que llegaron a viejos gracias a eso.

         No quisiera meter a todos en el mismo saco, desde luego... no sea que me digan (porque siempre salta quien es perfecto en su trabajo y nunca hace cosas indebidas) que generalizo... por ello, diré que sólo el 99% de las personas actuaban así. No todos...

         Bueno, como tengo la gripe no tengo más ganas de seguir escribiendo, pero espero acordarme otro día para terminar de decir unas cuantas cosas más de la calidad de vida española, merecida solo por currantes de verdad que levantan (o lo intentan) el país, y que sin embargo, no saben qué es una pantalla LED. Mientras, otros viven a remolque de esos pobres trabajadores que madrugan, comen fuera de casa y duermen tarde para sacar adelante a sus familias... Otros se levantan a las 11:00, ejercen su derecho a no trabajar y piensan que la palabra “cotizar” significa “hacer cotos”.

         Por cierto, el gato está totalmente domesticado y ya no se quiere separar de mí...




         Hasta mañana!!